La batalla de los medios contra Corbyn
El político es presentado como un líder déspota y autoritario con un Partido Laborista dividido mientras Cameron esquiva sus propias disputas internas
Arturo Noain Londres , 27/01/2016
Jeremy Corbyn.
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Jeremy Corbyn ha comenzado el año con el pie izquierdo, los medios de comunicación se han empeñado en mostrar un Partido Laborista dividido bajo un líder déspota y autoritario. “La noche de los cuchillos romos” titulaba The Financial Times sobre la reorganización del Gobierno en la sombra que llevó a cabo Corbyn el pasado 5 de enero. Un titular que fue rápidamente plagiado por la mayoría de las cabeceras británicas y que hace referencia a la famosa purga nazi de 1934 conocida como la Noche de los cuchillos largos. ¿Por qué romos? Corbyn tardó casi dos días en anunciar los tres cargos cesados por “deslealtad” a sus políticas y, además de la larga espera, no se atrevió a desterrar de la primera línea a muchos otros por miedo a una brecha interna insalvable.
Ciertamente se trató de una reestructuración del partido mal ejecutada que ha creado mayor disidencia que unión en las filas laboristas; cuatro miembros del Gobierno en la sombra presentaron su dimisión y se respiró un clima de “guerra interna” con decenas de diputados ofreciendo su opinión a los medios. Sin embargo, Corbyn lo vio como un cambio necesario para “tener un frente más unido” y asegurar que su política pacifista y de desarme militar cale en las filas laboristas de cara a la próxima votación de la renovación del programa Trident (los cuatro submarinos con misiles nucleares que tiene Reino Unido). Este momento ha sido aprovechado por los medios de comunicación, que no han dudado en volver al ataque y The Times llevaba a su portada digital el 12 de enero las palabras de Paul Kenny, líder del sindicato GMB: “Lucharemos por el Trident”.
Aunque muchos periódicos destacaban las declaraciones de Paul Kenny como un sentir general dentro de los sindicatos, la situación real es más compleja. Según los estatutos laboristas, las decisiones políticas de importancia nacional deben ser votadas en la Conferencia Anual donde los sindicatos afines cuentan, aproximadamente, con un 50% de los votos; en la última Conferencia celebrada en octubre, se evitó hacer una nueva votación sobre el Trident y, por tanto, aceptar su renovación de facto. Curiosamente, la mayoría de los sindicatos son muy claros y en sus posiciones oficiales defienden el desarme nuclear progresivo. Ahí es donde se encuentra la diferencia entre, por un lado, Jeremy Corbyn y el rechazo absoluto a los elementos belicistas, y, por otro, los sindicatos y la mayoría de diputados que defienden una política progresiva que asegure los puestos de trabajo.
“Queremos que se escuche la voz de los trabajadores afectados antes de tomar una decisión”, afirman fuentes oficiales de Unite, el mayor sindicato británico. Reino Unido tiene una “excesiva dependencia del sector militar” y cientos de puestos de trabajo se verían afectados, por ello “deseamos una respuesta clara para la desaparición de unas armas que suponen un riesgo mortal para la humanidad”, añaden las mismas fuentes. Dave Watson, uno de los organizadores escoceses del sindicato UNISON, asegura que, para evitar tanta disputa, Corbyn “debería hacer una votación siguiendo el ejemplo del Partido Laborista escocés”, que votó en noviembre en contra de la renovación del Trident. No obstante, parece que en el caso del líder de la oposición será más complicado llegar a un acuerdo ya que su único deseo es un rechazo total a su renovación.
En estas luchas de poder de decisión es donde el mensaje del líder laborista se perdió y los medios aprovecharon para mostrar un absoluto caos dentro del laborismo cuando sólo existe un debate. Durante este mes, Jeremy Corbyn no ha conseguido ni un respiro en sus acciones más humanitarias: el pasado sábado visitó la “jungla” de Calais para denunciar la situación de los refugiados sirios y logró que el Ejecutivo de David Cameron estudie acoger a más de 3.000 niños. Los medios se hicieron eco de la noticia y hablaban de un líder político que promovía el efecto llamada y que no tiene en cuenta la crisis de vivienda que sufre el Reino Unido.
Tanto ruido mediático impide a Corbyn hacerse escuchar, sus propuestas pasan absolutamente desapercibidas. Mientras denuncia en el Parlamento un tema tan sensible para la opinión pública como la reducción de becas para los estudiantes universitarios, los medios destacan los ataques de Cameron que describen a un líder de la oposición “extremista” que supone una “amenaza para el bienestar de Reino Unido”, y cuando Corbyn intenta reformar la estructura interna del partido para abrirse a sus militantes, los medios enseñan una “guerra interna” y a unos sindicatos enfurecidos.
Ante esta situación, los llamamientos a la unidad desde la izquierda no se han hecho esperar. Tras el golpe en la mesa de Corbyn y el mal comienzo de año se ha intentando llegar a acuerdos básicos para hacer frente al Gobierno de David Cameron. Un Ejecutivo que durante este mes ha evitado toda reacción ciudadana, el primer ministro ha evitado dar explicaciones en el Parlamento sobre la mala gestión, estas Navidades, de una de las mayores inundaciones que ha sufrido el sur de Inglaterra, la Cámara de los Lores sigue la tramitación de la Ley de los Sindicatos que modifica el derecho a la manifestación y disminuye sus subvenciones y, sobre todo, Cameron ha esquivado las propias disputas internas que vive el Partido Conservador ante el referéndum por permanecer en la Unión Europea.
Precisamente el mismo día que Corbyn anunciaba la reestructuración de su equipo, el líder conservador cedía a las presiones de su partido permitiendo a sus diputados y ministros hacer campaña a favor del Brexit. A pesar de que el primer ministro confiaba en aguantar hasta el final de sus renegociaciones con la Unión Europea para ofrecer el libre voto a los tories, la impaciencia aumentaba entre los defensores de un Reino Unido independiente para expresar sus opiniones públicamente, sobre todo, porque el próximo mes de febrero aquellos que quieran hacer campaña deben inscribirse en los registros oficiales.
David Cameron ha dejado clara su posición en varias ocasiones. “Espero que la respuesta --del referéndum-- sea permanecer en una Europa reformada”, afirmaba en la BBC. El primer ministro tiene gran confianza en que sus renegociaciones con la Unión Europea llegarán a buen puerto en febrero e impondrán leyes migratorias más restrictivas, mayor soberanía de los Estados y una mayor independencia económica que asegure una protección exclusiva a la City de Londres, tal y como expresó en la conferencia de Davos. Por esa fe en que las renegociaciones convencerán al pueblo británico de permanecer en la Unión Europea y después de verse obligado a dar libertad a su Gobierno, Cameron ha enviado una carta a sus ministros para exigir un comportamiento de Estado y que sus acciones no perjudiquen la posición de Reino Unido ante la Unión Europea.
Sin duda, este referéndum es la mayor batalla política a la que se enfrentará el Reino Unido en los próximos meses. El Partido Laborista cuenta con un frente unido a favor de permanecer dentro de Europa aunque sus propuestas se pierden entre tanto escándalo. Como el mismo Owen Jones afirma, “se debe hacer un pacto, los oponentes de Jeremy Corbyn deben asumir que no se irá a ninguna parte”. Es más, Corbyn está consiguiendo lo que ningún líder de los últimos años fue capaz: ilusionar al electorado con el laborismo. Alrededor de 80.000 nuevos miembros se han unido al partido desde su victoria el pasado septiembre y, actualmente, el Partido Laborista cuenta con más de 380.000 militantes deseando ser escuchados por sus diputados. Una oportunidad única para hacer frente al Gobierno de David Cameron con mayoría absoluta.
Jeremy Corbyn ha comenzado el año con el pie izquierdo, los medios de comunicación se han empeñado en mostrar un Partido Laborista dividido bajo un líder déspota y autoritario.
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Arturo Noain
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