Carta a las Hermanas del Sagrado Corazón de Venezuela
Una antigua alumna responde al texto de las religiosas venezolanas: “Es un manifiesto político en contra del empresariado venezolano, los Estados Unidos, los políticos de oposición y cualquiera que ose criticar u oponerse al Gobierno chavista”
Carolina Jaimes Branger 8/06/2016
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Queridas Hermanas:
He leído con atención la carta que enviaron a sus compañeros en el exterior, sobre todo porque como antigua alumna del Sagrado Corazón me mueve, me conmueve y me preocupa la situación de ustedes en cualquier parte del mundo donde se encuentren. Fue mucho lo que recibimos de nuestras queridas Madres hasta que el colegio cerró en 1974. En mi caso particular, fueron 11 años de exposición diaria a las enseñanzas de la Santa Madre Magdalena Sofía Barat, enseñanzas que están arraigadas en mi mente y, sobre todo, en mi corazón.
Lo primero que debo hacer es poner en duda que esta carta la haya escrito una religiosa del Sagrado Corazón --no por no creer en sus capacidades intelectuales-- sino porque colude con los valores de amor al prójimo y solidaridad que nos enseñaron en el colegio. La carta es un manifiesto político en contra del empresariado venezolano, los Estados Unidos, los políticos de oposición y cualquiera que ose criticar u oponer al Gobierno chavista. Además el léxico también me hace dudar, por cuanto usa los trillados términos “amigos y amigas, compañeros y compañeras…” que la Real Academia de la Lengua Española ha desechado. Pero pensemos que, en efecto, fueron las Hermanas quienes escribieron la carta.
No sé si cuando ustedes dicen que agradecen “la solidaridad y la disposición para oír distintas voces de nuestra realidad” es invitando a que alguien como yo exprese su opinión, o hablan de la suya versus a lo que se dice de Venezuela en el mundo entero. Pero como es ambiguo, tomo la primera.
Me preocupó su carta, queridas Hermanas, tengo que confesarlo. Porque en ella ustedes presentan una realidad bastante sui géneris. Escudándose en el pretendido reconocimiento de algunos hechos, clavan sus lanzas a la clase empresarial y comerciante venezolana. Sentí como si estuviera leyendo Rebelión en la granja, especialmente porque para ustedes “hay unos animales más iguales que otros”. Lo que más me preocupa es que el Gobierno, como los cerdos de Orwell, sale librado de toda responsabilidad.
Por ejemplo: ustedes confirman la falta de insumos básicos, cosa que es absolutamente cierta. Pero a la vez se quejan de que en las panaderías no han faltado “pan dulce, tortas y galletitas a muy altos precios” y se preguntan: “¿Fallo gubernamental o imposibilidad de sancionar porque quien hizo la ley hizo la trampa?”. (¡Qué bueno que reconozcan lo de la trampa, porque la Ley la hizo el gobierno!). Lo que no dicen, Hermanas, es que la única manera que tienen los panaderos –y todos los demás comerciantes-- de no cerrar sus negocios es vendiendo a precios no regulados, pues los “precios justos” calculados por el Gobierno están por debajo del costo de producción. ¿Y quién va a vender por debajo del costo de producción? ¡Ni siquiera el Gobierno! En ese caso, los comerciantes tienen dos caminos: o quiebran o cierran, ambas opciones en contra de la esencia misma del comercio. Entonces el camino que les queda para no cerrar ni quebrar es el de traer trigo a precio de dólar libre y vender alimentos no regulados.
Hablando de divisas, me extraña la incongruencia en el cálculo de éstas, porque ustedes toman la tasa que más les conviene según sea el caso. Desde el pan, calculado con un tipo de cambio de 11,80 dólares por bolívar, pasando por el café, calculado a 400 dólares, y llegando a la leche, donde refieren que “la venta paralela que eleva nuestros niveles de costo de cualquier producto es de 1.000 bolívares (por dólar)”. ¿Se han preguntado, Hermanas, de dónde sale el dólar paralelo si no es por un control de cambio que en oposición a todas las normas de la economía se extiende en el tiempo? ¿A cuánto está el dólar, a 11,80 bolívares, a 400 o a 1.000?
Si ustedes mismas reconocen que es imposible saber cuál es la tasa, se están dando la respuesta de que esas diferencias abismales lo que logran es aumentar no sólo la confusión, sino la corrupción. El control de cambio es reaccionario y no accionario. Es un efecto, no una causa. Cada vez que hay cambios en el esquema cambiario es para hacerlo más restrictivo. Y en un país donde todo se importa, crea terribles distorsiones. La tendencia es que el dólar intermedio suba, contrario a todo lo manifestado de que aun sin vender un solo barril de petróleo, Venezuela seguiría inmersa dentro de la mayor suma de felicidad posible.
Ustedes también reconocen que “están desaparecidas las medicinas esenciales para mantener cualquier tratamiento regular de presión, circulación o cancerígeno. Es mucho lo que se tiene que preguntar, negociar o buscar para lograr cualquier medicina esencial”. Pero en ninguna parte mencionan a los responsables de que no se consigan esas medicinas esenciales, y mucho menos, a la cantidad de pacientes que han muerto en Venezuela por esa escasez de medicamentos. Los laboratorios necesitan divisas para traer los insumos para producir las medicinas. O los mismos medicamentos, en caso de que aquí no se fabriquen. Ustedes que están tan cerca de la población más desfavorecida tienen que saber la cantidad de personas que día tras día mueren de mengua en nuestro país.
Puedo afirmarles con toda la contundencia del caso es que aquí no hay acaparamiento por parte de los empresarios
En el siguiente párrafo, queridas Hermanas, ustedes hacen alarde de conocer de economía cuando escriben: “Para intuir la complejidad de lo que pasa en este gran país nuestro, hay que saber esos mínimos datos de mercado. El sistema financiero ha buscado todas las formas de saltarse el control cambiario de divisas que hemos tenido por 15 años, y el control de precios de alimentos básicos. La industria encontró las grietas de estos controles por los cuales hemos podido todos los venezolanos tener acceso a alimentación regulada, y por supuesto, estabilidad emocional de mantener una familia e invertir ingresos en recreación, arte o vacaciones. Hoy es un descontrol de precios, de no producción, y acaparamiento de lo poco producido, para “sacarlo” cuando al dueño de tienda le dé la gana”. ¿De qué economía hablan ustedes? ¿De la economía de mercado, de la socialista al estilo europeo, de la marxista, de la maoísta?… No dicen tampoco que el control de cambio --y los excesos y la corrupción que de él han salido, que no niego-- ha tenido cómplices en las más altas esferas gubernamentales. Una torta compartida por enchufados, boliburgueses, bolichicos y toda suerte de sinvergüenzas. Lo que sí puedo afirmarles con toda la contundencia del caso es que aquí no hay acaparamiento por parte de los empresarios. Aquí el Gobierno sabe qué se produce, dónde se produce, cuánto se produce, para dónde se envía y quién lo envía. Es imposible que haya acaparamiento por parte de privados. Si hay acaparamiento, es por parte del Gobierno. ¿No se preguntaron de dónde salieron tan expeditamente los alimentos y las medicinas que enviaron a Ecuador después del terremoto, incluso contraviniendo la petición del Gobierno ecuatoriano, de que sólo querían rescatistas? ¿Quiénes los tenían guardados, los empresarios? ¡No! ¡Los tenía guardados el Gobierno! No son los empresarios quienes suben los precios. Los precios han subido según regulaciones del Gobierno.
Las políticas públicas no deben ser dilemáticas en cuanto a escoger entre dos opciones malas. Ante un dilema así, una persona inteligente escogerá la situación menos perniciosa de ambas situaciones, pero al final la sumatoria seguirá siendo un cúmulo de males.
En el párrafo siguiente hacen mención de la “manipulación mediática”. ¿Saben ustedes, queridas Hermanas, que el Gobierno posee y controla la mayor red de estaciones de televisión y radio del país? ¿Quién manipula mediáticamente? ¿Han visto ustedes la propaganda que dice “hoy los venezolanos comemos más proteínas que nunca”?… ¿De verdad ustedes creen eso? ¡Aquí la gente está pasando hambre y no sólo son las clases pobres, la clase media también!
Chávez tuvo un barril de petróleo a más de 100 dólares. El grueso de esos ingresos está en cuentas en Andorra y otros paraísos fiscales
¿Seguimos? “La escasez en este maravilloso país no es producida por este Gobierno, ni por ningún gobierno de antes ni de los que vendrán después. Es producida por una industria capitalista, burguesa, manipuladora en sus precios y ganancias, empecinada en tumbar este gobierno legítimamente elegido con los métodos electorales reconocidos en el mundo entero”. Ninguna industria quiere “producir escasez”, Hermanas, y siento que a ustedes les hayan lavado el cerebro para creer lo contrario. Las industrias quieren vender. Y lo ideal es ponerlas a competir para que haya precios asequibles a todos los bolsillos. Eso es capitalismo. Capitalismo no es crear una sociedad de pobres donde nadie tenga con qué comprar.
“Hay gente gobernando en algunos países del mundo que no ha sido elegida por sus pueblos. No es nuestro caso. Y aunque no gusten a algunos, los resultados de las elecciones son legítimos. Si no nos gustan los resultados cambiemos el mecanismo, las formas organizativas de elección, cambiemos el sistema. Pero no injuriemos al elegido”. Les recuerdo –o les informo, mejor dicho, porque parece que no lo saben-- que hay una figura que se llama Referendo Revocatorio (artículo 72 de la Constitución Nacional) que ha sido bombardeado y trabado por el Consejo Nacional Electoral. ¿Por qué no mencionan eso? Es lo que constitucionalmente permite sacar un gobierno malo a la mitad de su periodo.
“No se cuestiona la dictadura financiera que nos somete a las y los venezolanos a estar en las amenazas del hambre todos los días, en las incertidumbres de las medicinas todas las semanas, en el desasosiego de que llegue el día en que las seguridades salariales que nos dejó el presidente Chávez ya no sean suficientes este mes para enfrentar al monstruo empresarial”. Chávez tuvo un barril de petróleo a más de 100 dólares durante la mayor parte de su mandato. El grueso de esos ingresos está en cuentas en Andorra y otros paraísos fiscales, disfrutado por la cúpula “socialista” que ustedes defienden, que más bien debería llamarse “sucialista”, porque ha usado al pueblo y sus necesidades para enriquecerse groseramente. Por lo menos los empresarios a quienes ustedes culpan no son hipócritas ni andan pretendiendo lo que no son. Ese superávit logró la ilusión de que todo podía subsidiarse. Pero al bajar el petróleo, la debacle. No es lo mismo querer hacer que lograr. En una carrera un corredor puede estar de primero las tres cuartas partes y perderla. Incluso llegar de último. Y ustedes como religiosas deben saber que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
“Porque es una dictadura financiera la que vivimos, es un golpe industrial que sostenidamente no produce suficiente porque no quiere, porque su deseo es ver derrotados a las y los chavistas que osamos creernos personas con futuro, porque les duele que el gobierno haya producido educación, autoestima, sentido patrio, sistemas de salud gratuitos, derechos laborales, salariales y sociales. Este gobierno produjo la mayor cantidad de dignidad y sentido de vida para las mayorías pobres de este país, y eso no se olvida fácilmente. ¿Será por eso que hay más colas para comprar barato donde se puede que protestas?”. Lo siento, queridas Hermanas, pero en esto tampoco estamos de acuerdo. Reconozco que Hugo Chávez creó un sentimiento de autoestima en un sector de la población donde ésta no existía y eso además de válido es loable. Pero ustedes que han sido educadoras de excepción no pueden decir que el gobierno de Chávez y mucho menos éste “ha producido” educación. Educar no es construir infraestructuras, ni regalar canaimitas o morrales. Para no hablar del sistema de salud. Barrio Adentro fue una idea genial que no duró nada. Los dispensarios están en el piso. Los hospitales, Hermanas, ¿han estado últimamente en un hospital? ¿Han ido al Hospital de Niños? ¡Yo sí he ido y lo que he visto me ha dejado sin habla!
“Lo poco que producen las empresas gubernamentales es lo que se vende a bajo costo, con precios regulados desde hace cinco años”. ¿Qué produce el Gobierno? Tomemos la harina de maíz como ejemplo. Venalcasa tiene dieciocho plantas que deberían producir maíz para cubrir las necesidades del país y para exportar. Pero no lo hace. Polar produce más de 600 millones de toneladas de harina de maíz al año, lo que da para cubrir las necesidades del 50% de la población. Y dieciocho plantas procesadoras del Gobierno no pueden producir ni el 15% de lo que produce Polar. ¡No se puede tapar el sol con un dedo!
“Este noble pueblo aún no se ha puesto en la calle a manifestar por la falta de comida. ¿Por qué será?”… Yo les voy a decir por qué: ¡porque nadie que esté sobreviviendo puede sublevarse!. Si una madre no tiene comida para sus hijos, ¿cómo va a ir a una protesta? ¡Las protestas están en las muy humillantes colas!
En fin, Hermanas. No tengo el espacio que ustedes tuvieron para explayarse en apologías al régimen que hoy desgobierna a Venezuela. Ustedes dicen que en el mundo “nadie disculpa con este país por promover medias verdades y la vida sigue como si nada”. Lástima, porque es exactamente lo que ustedes hacen en esta carta. Y me duele, Hermanas, me duele, porque en el Sagrado Corazón religiosas como ustedes me enseñaron que la verdad había que defenderla a toda costa. Y las medias verdades no son verdades. Tampoco debe generalizarse. Las generalizaciones crean estereotipos que no ayudan para nada.
No son los gringos, ni la plutocracia. Es un sistema muy venezolano, con una corrupción muy venezolana, con un presidente que no sabemos si es venezolano, pero que ha demostrado una absoluta incapacidad para gobernar. Siento que el fanatismo haya obnubilado sus mentes, por lo que no sé si recibirán esta carta con apertura de mente y humildad de ver otra visión, que por ser distinta no es menos válida.
Las saluda cordialmente,
Carolina Jaimes Branger
Antigua Alumna del Sagrado Corazón de Caracas
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Esta carta se ha publicado el El Estímulo el 8 de junio.
Queridas Hermanas:
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Carolina Jaimes Branger
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