En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Fue un mal presagio. Mientras sonaba el himno, ese himno que no puede cantar nadie y que les sirve de pistoletazo a los hinchas de su equipo para el abucheo ritual, Gerard Piqué, que lo escuchaba con gesto ausente, hizo un extraño con los dedos de la mano que posaba sobre el hombro de un compañero. Dobló todos los dedos menos uno, y sí, resulta que el que dio en dejar estirado fue justamente ése. Los malévolos se apresuraron a leer en el gesto la peineta, y peineta parecía, al igual que la eme con la A y la eme con la A solemos leerlas como ‘mamá’.
El interesado explicó después que estaba crujiéndose los dedos, una explicación atendible, aunque algo extravagante, y que no estaría donde está si no estuviera comprometido, dijo, con “este equipo y esta familia”. Quizá a algunos seguidores de la selección les gustaría que su central no se cortara tanto a la hora de decir el país al que presuntamente representa, pudor inimaginable en los miembros de otros combinados nacionales, aunque es verdad que la tibieza patriótica, si viene compensada por la entrega que suele mostrar Piqué sobre el césped, no tiene por qué mermar la competitividad del equipo. Con todo, no dejó de ser una imagen de mal fario, y el infortunio aconteció.
Fallo de goles cantados, fallo de penalti, y dos balones que hubo de agacharse a recoger del fondo de la red el portero hasta entonces imbatido. El principal fallo, justamente, estuvo en esa línea a la que pertenece el seleccionado de anémico sentimiento nacional, aunque sería injusto cargarle a él el muerto. De hecho, las mayores cantadas del encuentro vinieron de quien canta como solista ese ‘soy español’ que no pasará a la historia de la canción (si acaso a la del karaoke, y no en un lugar demasiado distinguido). A veces, las ganas y el entusiasmo no sirven para lo que importa, que es encajar menos goles que el contrario. Y con una amarilla encima, se encoge deplorablemente la pierna.
Con el baño croata, se congela la euforia despertada por la orquesta virtuosa que bajo la batuta de Iniesta apisonó a la oscura y espesa selección turca. Afloran de golpe los miedos, se resquebraja el ensueño y tiembla una vez más la confianza en Del Bosque, que vuelve a mostrar su peculiar estilo de dirección dejando (y no molestándose en ocultarlo) que elija tirar el penalti “quien mejor se sienta”. Las buenas sensaciones son algo muy gratificante, y hasta pueden ser aceptadas como criterio válido si la pelota entra. Pero si percute contra el palo, mal rollo.
Y para mal rollo, el viacrucis que ahora, después de esa noche tonta en que Piqué eligió crujirse los dedos con una sola mano visible en pantalla, aguarda a esa Roja cuya hinchada es menos firme de lo que a veces se la quiere hacer parecer. Italia para abrir boca, y en el horizonte la posibilidad de Francia. Los Alpes primero y los Pirineos después, y las piernas que han de pedalear para superarlos todavía con el temblor balcánico.
Ahora es cuando los escépticos, pero también el resto, nos preparamos para el descalabro. Ánimo, Andrés. Tú puedes.
Fue un mal presagio. Mientras sonaba el himno, ese himno que no puede cantar nadie y que les sirve de pistoletazo a los hinchas de su equipo para el abucheo ritual, Gerard Piqué, que lo escuchaba con gesto ausente, hizo un extraño con los dedos de la mano que posaba sobre el hombro de un compañero. Dobló todos...
Autor >
Lorenzo Silva
1966. Escritor. Nada mejor que ser y sentirse un poco extranjero doquiera que uno va.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí