La victoria de la candidata 5 Estrellas Virgina Raggi no es el único dato importante de estas elecciones municipales en la capital. Otro fenómeno relevante de las segunda vuelta de las municipales celebradas el 19 de junio, es la baja participación en toda Italia. Casi diez puntos menos respecto a la primera vuelta. En Roma participó el 55,4% de los votantes frente al 66,6% que lo hizo dos semanas antes. A pesar de los intentos del Partido Democrático (PD), y sobre todo del premier Matteo Renzi, de restar importancia a los resultados, interpretándolos en clave local y afirmando que el voto municipal no tiene un significado político nacional, parece evidente que la confianza en el gobierno se ha resentido. El centroizquierda se presentaba a las elecciones ostentando el poder en 20 de las 26 capitales de provincia.  Después de la segunda vuelta ha perdido más de la mitad y gana solo en ocho ciudades, cediendo diez al centroderecha y tres al M5E. El PD consigue solo una victoria significativa: la de Milán con Beppe Sala, administrador y comisario de la Expo2015. En otras dos grandes ciudades, Roma y Turín, sufre dolorosas derrotas. Una realidad fuertemente condicionada por el cuadro nacional.

El antirenzismo es el verdadero ganador de las elecciones, seguido de la abstención, que evidencia la poca confianza y la escasa convicción de los italianos en las propuestas de la oposición. Tanto es así que Virginia Raggi, abogada de 37 años, cabalgando ese clima político, se convierte en la primera alcaldesa de Roma, después de haber conducido una campaña electoral centrada más en los fracasos de sus contrincantes que en sus ideas concretas.

Sin duda la derrota del Partido Democrático en la capital, después de la operación policial en el ayuntamiento de la ciudad conocida como mafia capital --que acabó con 47 imputados, entre ellos el exalcalde neofascista Gianni Alemanno-- y la dimisión forzada de Ignazio Marino (alcalde saliente del PD) era casi inevitable. Roberto Giachetti, el sucesor de Marino, tuvo que enfrentarse a su propio partido y a los fantasmas del pasado. A pesar de los esfuerzos para centrar la campaña electoral en sus propuestas y su equipo más que sobre el partido, no ha conseguido sobreponerse a la rabia de los ciudadanos. Roma ha votado en contra y no a favor.

La verdadera sorpresa sucedió en Turín, con la victoria de Chiara Appendino (M5E), economista y pequeña empresaria de 34 años, sobre el alcalde saliente Piero Fassino (PD). La neoalcaldesa turinesa está considerada una “grillina” anómala, ya que se separa completamente de los tonos fuertes y violentos de su movimiento, independiente de las directrices internas, y una candidata más consistente que Virginia Raggi.

La capital piamontesa no salía de una administración especialmente negativa y no había tenido que entenderse con Buzzi y Carminate (dos de los protagonistas de mafia capital). Appendino ha convencido más por sus posiciones sobre cuestiones concretas: se ha posicionado contra el tren de alta velocidad (TAV) a Francia, y a favor de la renta básica.

Se trata de dos victorias diferentes: en Roma, el 5 Estrellas ha aprovechado a fondo la desafección de los ciudadanos ante el reciente y vergonzoso pasado de la capital. En Turín ha apostado por una candidata preparada y de formas pacatas.

Ahora Beppe Grillo puede gobernar dos ciudades importantes y tendrá que demostrar al país que está a la altura no solo haciendo oposición sino también administrando. Será una prueba crucial. Si fallase, la credibilidad como fuerza innovadora podría reducirse definitivamente, así como sus apoyos. Renzi está fuertemente debilitado, el referéndum constitucional está a las puertas, y si ganase el “no” habría nuevas elecciones. El Movimiento 5 Estrellas ha aprovechado el bajón de confianza del gobierno y la división del centroderecha postberlusconiano, y tras coronarse como gran vencedor de las municipales, se presentaría a esas hipotéticas elecciones nacionales como favorito.

La verdadera innovación del Movimiento está en la ruptura del sistema bipolar que permitía a la derecha y la izquierda turnarse cíclicamente en el poder; por primera vez, si hubiese que volver a votar, con el nuevo sistema electoral (Italicum) que premia con una mayoría reforzada a la lista más votada y un sistema de doble turno (mecanismo que les favoreció en las regionales, según el principio de todos contra Renzi), Grillo podría ver su sueño hecho realidad y ganar las elecciones.

Pero ese escenario parece todavía lejos. Según la máxima de Virgilio “ab uno dice omnis” (por la muestra se conoce el paño), el primer ministro, arrinconado, hará cualquier cosa para subrayar los errores de los nuevos alcaldes que se enfrentan (sobre todo en Roma) a una montaña muy difícil de escalar.