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“Me gustaría que esto, que es una conversación o un debate, fuese también un llamamiento a recuperar la izquierda, que puede haber bloques en España”. De esta forma invitaba Fran Pastor, jefe de Cultura en CTXT y uno de los dos moderadores del encuentro que organizaba la revista para discutir sobre ese gran ítem, la izquierda, con el telón electoral del domingo de fondo.
En cuestión desde el 15-M, donde daba sus primeros pasos aquella transversalidad que finalmente instauraron en el debate político los nuevos partidos, la reciente coalición entre Podemos e Izquierda Unida recupera en esta nueva cita electoral esa política de bloques clásicos a la que aludía Pastor. Paradójicamente, ese bloque, el que presumiblemente tendrá más cerca la mayoría parlamentaria necesaria para formar gobierno, está hoy más lejos de producirse. Al menos a tenor de los tambores de gran coalición que atenazan en vísperas de las elecciones. El espacio Ecooo, en el corazón de Lavapiés, acogía un encuentro para repensar y divagar sobre ello en una calurosa tarde veraniega.
“Muchos pensábamos que la izquierda estaba a punto de diluirse. ¿Hasta qué punto es elástico ese concepto de izquierda y derecha?”, se preguntaba Adoración Guzmán, consejera editorial de CTXT y también moderadora del acto. César Calderón, consultor político de RedLines recogía el guante. “El concepto está mucho más vigente que nunca. Me llama poderosamente la atención que los partidos consigan llenar pabellones y sus ideas, no”.
Esa movilización, o más bien su pérdida de fuerza tras la llegada de personas ligadas al activismo a órganos de representación, centró buena parte de la tarde. ‘Dentro y fuera de las instituciones’, rezaba el cartel que anunciaba el acto. “En España, los movimientos sociales prácticamente no existen, han desaparecido”, se aventuraba Calderón, exponiéndose al fuego que despertaba tal afirmación. “Son los que están metiendo caña a los políticas que se están llevando a cabo. Están dando la batalla y menos mal”, terciaba Irene Lorite, militante de Ganemos Madrid y parte activa en el actual Ayuntamiento de la capital.
“Hace unas semanas hubo un despliegue espectacular en el Círculo de Bellas Artes para organizar la manifestación en favor de la ayuda a los refugiados. Y días después no llegábamos a llenar de Ópera a Sol. Cuando hay que mojarse es aquí. Hace trece años salieron millón y medio contra la Guerra de Iraq”, alertaba Ana García d’Atri, a la que le había caído la papeleta de defender al PSOE, con el que había trabajado como diputada en la Asamblea Madrid. “Hay un riesgo de instrumentalizar los movimientos y no sé si su presencia a los partidos ayuda”, apostillaba.
¿No es presuntuoso por parte de Unidos Podemos presentarse como herederos del 15-M? La pelota le caía a Sol Sánchez, candidata de la confluencia como número nueve en la lista por Madrid. “Sí, pero es cierto que ahí estábamos. Será porque soy de izquierdas pero no me gusta lo de heredero y la herencia”. Sánchez defendió la pervivencia de estos movimientos en las mareas ciudadanas surgidas tras el 15-M “para defender aquellos sectores que estaban amenazadas por la lógica del neoliberalismo”, y ponía en valor el papel que pueden llegar a tener en su relación con los partidos. Por ejemplo, en el pacto educativo que intentó fraguarse durante la efímera legislatura que acaba de concluir, promovido por la propia Marea Verde.
La inminencia de las elecciones fue atrapando poco a poco la tarde, entre reproches cruzados por parte de D’Atri y Sánchez y las cuestiones que hacían presencia en el debate. Por ejemplo, a partir de la gestión del gobierno de Manuela Carmena: “Os tengo que decir con gran dolor que Ahora Madrid no ha conseguido la participación”, apuntaba D’Atri. “Posibilitar la participación no significa haber llegado. Enriquece, pero no es la participación. Aspiramos a llevar eso a las instituciones”, contestaba Sánchez.
Con la esperanza de cambio en el horizonte, qué deparará una entrada en las instituciones de la izquierda era una de las inquietudes que planeaban sobre la sala. Entre ellas, el recelo a las altas expectativas depositadas en el cambio. “Cuando se es inmaduro uno se cree que las cosas se pueden realizar aquí y ahora. Que todo es posible. ¿Es posible una República aquí y ahora? No. Hay que tender a republicanizar”, argumentaba el filósofo Toño Fraguas, otra de las personas presentes que no participaba en ningún proyecto político, y que echaba en falta más concreción en el debate político. “Cada vez importan menos las cámaras de representación. Hablamos de lo etéreo”, apostillaba.
El escepticismo ante la capacidad de las fuerzas que prometen un cambio por conseguirlo --”ni siquiera ganar las elecciones es ganar al Gobierno. Y mucho menos ganar el poder”, anticipaba Guzmán-- hacía su aparición. ¿No temen enfrentarse a las mismas contradicciones que se les han presentado a otros? ¿Qué garantías pueden presentar para recabar la confianza necesaria? “Tenemos proyectos políticos diferentes. No aspiramos a gestionar un poquito mejor. Estaríamos disputando solo el llegar al poder. Queremos cambiar las reglas del juego, y cambiar esa lógica es el único camino”, se defendía Sol Sánchez.
“Creo que tenéis poco respeto con PSOE pero nosotros nunca hemos denunciado a un actor”. D’Atri reivindicaba la experiencia y la estabilidad en la gestión que atesora el partido por el que hablaba en esa tarde y hacía hincapié en los tropiezos recabados por las nuevas fuerzas en este corto período de tiempo.
¿Por qué si la unión de estas dos posturas, la única posible para que se produzca el cambio político necesario, se antoja tan distante? “Hace un año parecería un suicidio del PSOE que no apoyara a Carmena o a Colau. Ahora no hay esa sintonía de pacto”, sintetizaba Pastor.
“La responsabilidad del PSOE es enorme. Como no tenga suficiente cintura para entender que hay cosas que no se pueden mantener”, reflexionaba Fraguas, “hay riesgo de que se visualice el bipartidismo como un régimen y en las siguientes elecciones podría haber una mayoría absoluta de Podemos”. Las miradas cómplices se cruzaban entre asistentes próximos, consecuencia de un largo debate sobre qué hará el PSOE después del 26-J y si será posible una convergencia en la izquierda política española.
“Las líneas siguen siendo las mismas. La línea para conseguir el gobierno de izquierdas es que se quieran hacer políticas de izquierda. La política que no funciona es la neoliberal. Los hechos son tozudos. Por donde hemos ido no hay salida”, cerraba Sánchez. Todo el mundo en la sala parecía tener claro la necesidad de dar la espalda al neoliberalismo y sus efectos. No tanto si los partidos que inevitablemente se sentarán después de las elecciones también lo tendrán presente.
“Me gustaría que esto, que es una conversación o un debate, fuese también un llamamiento a recuperar la izquierda, que puede haber bloques en España”. De esta forma invitaba Fran Pastor, jefe de Cultura en CTXT y uno de los dos moderadores del encuentro que organizaba la revista para discutir sobre ese...
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