Luis de Guindos, superministro de Economía y Competitividad, Industria, Energía y Turismo por obra y gracia de José Manuel Soria, empezó la semana haciendo campaña durante un desayuno en el Hotel Palace. Ante un público entregado pero contenido y lleno de nombres conocidos en el mundo empresarial, como José Antonio Segurado, Eduardo Montes (presidente de UNESA,  la patronal de las eléctricas), Gregorio Izquierdo, (presidente del INE) y Ángel Corcóstegui, en otros tiempos hombre fuerte (fortísimo) del BSCH e indemnizado con cantidades que no veremos ni en esta ni en otras vidas. Su marcha de la vicepresidencia del banco en 1999, tras la fusión del Santander y el Central Hispano, le supuso un beneficio de 108 millones de euros. Todo bien.

De Guindos caminó hacia el atril con andares de las tres y cuarto y se dejó en casa, con el primer café, el acento de pijo. Y ya de paso nos leyó el apocalipsis en forma de discurso. “Estamos en un contexto internacional de desaceleración, de estancamiento secular de la productividad, y con el populismo incrementándose en Europa y al otro lado del Atlántico”. Caray, qué susto. ¿Es De Guindos o Pedro Piqueras?

Y le cogió gusto al populismo, claro, ante una audiencia que le rio todas y cada una de las ocurrencias. “Tenemos casos como el de Austria, Italia, hay un marco de actuación muy complejo para todos”. Ay, qué va a decir España. Pero no. “Ahí tienen ustedes la consecuencia de todo esto: Grecia. Un país en el que Syriza ha subido todos los impuestos, ha sufrido un recorte del 3% del PIB y ha padecido un recorte de las pensiones. Es la prueba de que los cantos de sirena y los atajos no existen en la zona euro. Si es que se quiere uno mantener en el euro, claro”.

A continuación empezó a desgranar algunas cifras de la economía española. Datos de comercio exterior fuertes y más competitividad. También adelantó una Encuesta de Presupuestos Familiares de 2015, mejor incluso que la obtenida en 2006. Habló de buenos datos de empleo y de un sector financiero saneado que da crédito (¿qué hacemos con esos datos de BBVA Research que aseguran que las nuevas operaciones de crédito en España se redujeron en marzo de 2016 un -23,7% interanual y que durante el primer trimestre la cartera de créditos a empresas superiores a 1 millón  de euros ha evolucionado peor de lo esperado?). Faltó un pasodoble para rematar, pero era demasiado temprano, y los clarines y timbales encajan regular con cafés y croissants en vajilla de porcelana de la buena. Pura montaña rusa, de la euforia al desastre.

Porque De Guindos advirtió, como esa madre que te pide que no te relajes cuando llega la temporada de exámenes: “Es necesario tener un gobierno estable, pero un gobierno que tome las decisiones adecuadas”. Sus decisiones adecuadas, por supuesto. “Esto no es 2004, cuando teníamos todos los vientos de cola y vivíamos en un mundo relativamente ideal. Por eso apelo a la madurez del pueblo español, para que no volvamos a estar al borde del colapso, como en 2012”.

Llegó la hora de las preguntas de los periodistas y muchos nos pusimos de acuerdo en preguntar por el Brexit. Y vuelta la mula al trigo con el populismo. Porque de confirmarse la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, “supondría para Europa y para España un impulso notable a los movimientos populistas, que ya están suficientemente crecidos”.

Y para terminar, con el viento de cola del público y apoyándose en el atril, con la tranquilidad que le daba saber que estaba terminando y salía vivo de ese ruedo, volvió al entusiasmo. “Tengo colegas de países vecinos que dicen que ojalá hubieran implementado ellos la reforma laboral. (…) Las reformas españolas se ponen de ejemplo en el Eurogrupo”. Ah, los chascarrillos del Eurogrupo. No sabemos qué acento pondrá de Guindos en esas reuniones. Al menos esperemos que se deje la ciclotimia también en casa.