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La semana preelectoral (¿hay alguna que no lo haya sido en los últimos dos años?) circuló un vídeo en el que Antonio Escohotado ponía a caldo a Podemos y sus seguidores. Generalmente, uno puede estar más o menos de acuerdo con lo que dice este hombre, pero siempre suele ser un gusto escuchar o leer sus argumentaciones. No es el caso de esta pieza, en la que se le ve poco lúcido y bastante lugarcomunista. Sin embargo, hay algo interesante en su discurso porque retrata un despiste que puede que tengamos todos. Escohotado, erigido hace rato en el intelectual liberal del reino, utilizaba la piedra de la renta básica universal para lapidar al podemismo a pesar de que tal cosa desapareció hace tiempo de su programa. Y citaba y aplaudía un reciente referéndum en Suiza en el que un 78% de las votantes ha rechazado la idea, elogiando el sentido común “del país más rico del mundo” sólo por el hecho de serlo.
Antes de seguir, voy a aclarar algo. Esto no es un texto a favor de la renta básica universal. Ni en contra. Y ahora que (no) me he posicionado, continúo.
El tema de la renta básica o ingreso ciudadano se lleva hablando muchos años y no sólo dentro de ambientes bolivarianos y rojeras. Incluso ya hay algunas pruebas en marcha. En Utrecht están en pleno experimento con 300 participantes. Luego vendrán otras ciudades holandesas. Finlandia está pensando si empezar su programa piloto con 10.000 personas que recibirían 550 euros al mes durante dos años, libres de impuestos pero, y aquí empiezan las pistas, a cambio de perder parte de los beneficios sociales.
Otro lugar donde se está tratando el asunto es Neoliberalandia, también conocida como Silicon Valley. Hay allí también un proyecto piloto en marcha en Oakland pero éste llevado a cabo por una empresa de capital riesgo, Y Combinator. Parece que la renta básica universal lleva un par de años siendo tema de conversación frecuente entre los capitostes de muchas compañías del valle. Como ya ha señalado, gente con bastante criterio, como Evgeny Morozov, la cosa puede ir de deshacerse de una vez del Estado del Bienestar y de sugerir que las empresas tecnológicas, a pesar de cargarse las formas tradicionales de trabajo, no son tan malas en el fondo.
Tampoco esto es nada nuevo, en cualquier caso. Resulta que Milton Friedman, nada sospechoso de ser intervencionista, ya era favorable a un salario para todos por eso de reducir las cargas de los gobiernos, tener a la gente con dólares en el bolsillo para mantener la máquina engrasada y fomentar el trabajo voluntario, o sea, gratis.
Resulta sorprendente que Ecohotado no se haya acordado de todo esto a la hora de apedrear la no propuesta podemita pero qué más da. Lo que conviene es tenerlo en cuenta por si, en algún momento próximo, aparece la idea por el lado azul y naranja de nuestra vida. Que no nos extrañe.
La semana preelectoral (¿hay alguna que no lo haya sido en los últimos dos años?) circuló un vídeo en el que Antonio Escohotado ponía a caldo a...
Autor >
Pedro Bravo
Pedro Bravo es periodista. Ha publicado el ensayo 'Biciosos' (Debate, 2014), sobre la ciudad y la bicicleta, y la novela 'La opción B' (Temas de Hoy, 2012). En esta sección escribe cartas a nuestro director desde un lugar distópico que a veces se parece mucho a éste.
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