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Etiopía es puro mito. El país donde nace el Nilo Azul, de donde proviene el café, la región de Kaffa, «ese licor que vuelve locas a las ovejas», como escribió el padre Jerónimo Páez (por cierto, el primer europeo en hallar la fuente del Nilo Azul); la tierra de tribus como los mursi o los hamer; las iglesias talladas en la roca de Lalibela (la llamada octava maravilla del mundo); la tierra de los judíos falashas (‘nómadas’) de Bahar Dar (‘la puerta al mar’), donde nace precisamente el Nilo Azul; los castillos de la ciudad imperial de Gondar; el país del arca de la alianza custodiada en Axum;la tierra de los rastafaris, de Ras Tafari Makonnen, que no era otro que el emperador Haile Selassie; porque Etiopía es tierra de emperadores y reyes, como la reina de Saba, presunta amante del rey hebreo Salomón, lo que explica la leyenda del arca de la alianza etíope…
Etiopía es el único país del África subsahariana que desde muchos siglos atrás hasta 1974 fue gobernada por emperadores (todos ellos, descendientes directos del rey Salomón, según la leyenda) y es también el único que cuenta con una lengua y una historia escritas (el origen de ella está condensada en el relato mítico del Kebrá Negast, el libro de los reyes); es también el único país de África que jamás fue colonizado, salvo la ocupación militar italiana entre 1935 y 1941, quienes acabaron siendo expulsados precisamente por Haile Selassie, el último emperador, El Emperador de Ryszard Kapuscinski, Ras Tafari, hijo de Ras Makonnen, primo del emperador Menelik II, gobernador de la ciudad de Harar y amigo del poeta francés Arthur Rimbaud, quien por aquellos años estaba en aquella ciudad etíope, por la que, de un modo u otro, acaba pasando buena parte de la historia y los mitos etíopes.
Harar muy poco o nada tiene que ver con cualquier otra ciudad etíope. Si el país es de tradición cristiana, Harar es musulmana. Es una ciudad fortificada de unos ciento cincuenta mil habitantes que alberga más de ochenta mezquitas (tres de ellas del siglo X) y está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Fue capital del reino Harari antes de ser conquistada por Egipto y finalmente por Etiopía. Se dice de Harar que es la cuarta ciudad sagrada del islam, tras La Meca, Medina y Jerusalén. La ciudad se encuentra al este del país, muy cerca de Yibuti y del norte de Somalia, precisamente un enclave estratégico durante siglos puesto que hacía de cruce de caminos para todas las rutas comerciantes provenientes de la península arábiga que querían ir África adentro.
Fue Sir Richard Burton (1821-1890) el primer europeo en entrar en la entonces ciudad prohibida de Harar. Existía en aquella época la leyenda de que si un blanco entraba en ella causaría su declive. Burton, del que se dice que hablaba más de veinte lenguas, era capaz de pasar desapercibido por cualquier tierra, de modo que logró entrar en sus murallas en 1855.
Aún era Harar una ciudad egipcia cuando Rimbaud se instaló en ella en septiembre de 1880 (fue el emperador Menelik II quien la incorporó a Etiopía en 1887). El poeta francés se hubo instalado como comerciante en el almacén abierto por Bardey, que llegó a la ciudad un mes antes.
Rimbaud trabajó con Bardey hasta diciembre de 1881 en la que fue la primera etapa del poeta francés en Harar. Viviría en la ciudad en dos etapas más, una entre 1883 y 1885 y la última, ya sin Bardey en Harar, hasta 1891, en la que Rimbaud vivió instalado ya por cuenta propia en un emplazamiento distinto a los dos anteriores.
Ninguna de esas casas existe hoy como tales viviendas. La única similitud es el edificio del Wesen Seged Hotel en la céntrica plaza de Faras Maghala (‘mercado de caballos’ en amárico), que, según la escasa documentación existente, se habría levantado en el mismo emplazamiento que ocupaba la primera casa del poeta en Harar. Es la primera plaza que el viajero ve en Harar si entra a la ciudad por la puerta principal de la muralla.
Rimbaud no sólo fue comerciante, también se dedicó a la fotografía, y varias de las imágenes que tomó en la época pueden contemplarse hoy en la llamada bet Rimbaud, la casa del poeta en Harar (bet significa ‘casa’ en amárico).
La enorme casa consiste en una gran construcción de madera en pleno casco histórico. Abdu Naser, uno de los guías encargados de mostrarla, admite que ésta no es ninguna de las casas en las que realmente vivió el autor deEl barco ebrio. Pero sí que es una casa con solera en la ciudad: entre otras cosas, relata Naser, «fue aquí donde el padre Jarousseau enseñó francés a un pequeño Ras Tafari, el futuro Haile Selassie, que habría de ser gobernador de la ciudad y más tarde se convertiría emperador de Etiopía».
Sigue siendo Harar una ciudad de mercadeo y comercio. En la ciudad se celebra un famoso mercado de camellos y es uno de los epicentros en el Cuerno de África del mercado de chat, una hoja que se mastica y que logra efectos estimulantes. En esta zona del país es muy común. De hecho, en Harar se vende en grandes cantidades pero sobre todo se cultiva y luego se lleva a Yibuti, desde donde, dicen, se exporta a otros países donde viven importantes comunidades etíopes.
Pero si por algo es conocido Harar es por ser también la ciudad de las hienas. En realidad, debería decirse de las hienas domesticadas, hienas que, hoy por hoy, son una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad.
Anochece. Es el momento de ir a las afueras de Harar, a una de las puertas de las murallas, fuera de su defensa, esas murallas que durante siglos han protegido la ciudad de otras tribus, otros ejércitos y hasta de los leones, puesto que por ese motivo se cerraban sus cinco puertas al anochecer.
No es así hoy. Sólo quedan las hienas. Y están domesticadas. ¿Cómo? Por hombres como Yusuf, el hiena man, que les da de comer de su mano, una tradición que ha heredado de sus antepasados, los que, con esta costumbre han salvado a la ciudad del peligro de estos animales cuya sonrisa y ojos brillantes aún ponen los pelos de punta al nocturno visitante.
Yusuf las llama por su nombre… miedosas aparecen al fondo de la noche, enseñan sus ojos brillantes y sus mandíbulas blancas… se acercan poco a poco… se pelean por la comida que Yusuf les tira o les ofrece de su mano… es entonces cuando gruñen como si fuera una risa macabra… a veces tienen tanto miedo las hienas que se acercan tan lentamente a Yusuf que otra se adelanta y le roba la comida. Entonces el hiena man, les grita:«¡¡¡Leva, leva!!!» (¡¡¡ladrona, ladrona!!!), y logra poner orden… en la selva, como un flautista de Hamelín africano. Y para bien de los espectadores, porque hasta el anhelo de aventura tiene sus límites cuando es noche cerrada en Harar.
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Este artículo fue publicado originalmente en Juego de Manos
Etiopía es puro mito. El país donde nace el Nilo Azul, de donde proviene el café, la región de Kaffa, «ese licor que vuelve locas a las ovejas», como escribió el padre Jerónimo Páez (por cierto, el primer europeo en hallar la fuente del Nilo Azul); la tierra de tribus como los mursi o los hamer;...
Autor >
Manuel Ruiz Rico
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