Leo en la prensa seria veraniega que los vecinos de la lujosa urbanización La Finca de Pozuelo de Alarcón han realizado una petición formal a la empresa responsable del dichoso Pokémon Go para que se retiren los gimnasios y las paradas virtuales de la zona. Es la tradicional queja de barrio rico ante la futura apertura de centro de desintoxicación o viviendas de protección oficial, adaptada a los nuevos tiempos. Renovarse o morir. Imposible no pensar en la reunión de comunidad en la que se afrontó el problema virtual y la búsqueda real de soluciones.

Además de devaluar la zona, un gimnasio a la entrada de la urbanización, por muy virtual que sea éste, le da un toque roñoso al barrio que no es de recibo, expuso Fernando, industrial vasco afincado en La Finca desde que vendió por una millonada su empresa a los inversores alemanes, vecino de la tercera manzana a la derecha y conductor de la reunión. Todos los presentes asintieron tras la presentación y definición por parte de Fernando de la problemática metafísica a la que el vecindario se enfrentaba. Por no hablar de que lo han colocado ahí sin avisar, ni pagar cuota de intercomunidad, si esto no es una okupación, que baje dios y lo vea, añadió leña al fuego virtual Beatriz, joven consejera del Santander y vecina del segundo núcleo a la izquierda.

En un momento de la búsqueda de posibles soluciones que acabasen con la construcción irreal -verbalizado como brainstorming por un creativo publicitario de éxito, vecino de la cuarta manzana a la derecha-- un defensa central del Real Madrid, habitante de un chalet de 3.000 metros cuadrados en La Finca, propuso sin demasiado éxito a juzgar por el número de manos alzadas, avisar a las cámaras y encadenarse al gimnasio por el método Baronesa Thyssen. Si hay que hacer ruido para que las administraciones nos escuchen, ruido tendrán, dijo envalentonada una anciana Borbón habitante de la primera manzana a la derecha, única en secundar la propuesta del central merengue.

Fue más de una hora de reunión, con momentos incómodos como ese en el que, aprobado ya por mayoría que era arrabalero aquello del Pokemon y podría además atraer de cacería a bajas clases sociales con acceso a Smartphone a la zona, alguien preguntó quién había descubierto el gimnasio; o aquel otro en el que un vecino intentó complicarlo todo proponiendo solucionar tan complicado asunto mediante una errónea interpretación de la paradoja del gato de Schrödinger en la que, si se ignoraba la presencia del gimnasio virtual, el gimnasio podría desaparecer y con él el problema. Propuesta que suscitó los mismos apoyos que la del defensa central del Madrid, esto es, la única mano alzada de la Borbón, que se apuntaba a todo bombardeo propuesto durante aquella hora.

La prensa seria cuenta que, tras tocar los exclusivos vecinos las teclas correspondientes, Nintendo, compañía responsable de la construcción del gimnasio, ha apretado otra tecla haciendo desaparecer el lugar de la polémica. Podría parecer solucionado el asunto, pero la cosa no acaba ahí. Tras las quejas de los padres es turno de las quejas de los cachorros de la lujosa urbanización, que denuncian en redes sociales el desabastecimiento virtual en el que se encuentran y anuncian que se verán obligados a ser nómadas de La Finca en busca de bichitos que cazar en barrios de segunda.

Qué buen Siglo XXI se está quedando.