1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

TRIBUNA

Edificio España: nuevas políticas de izquierdas, viejos símbolos de derechas

Miguel Caballero 10/08/2016

<p>Vista frontal, durante su construcción (hacia 1952-1953). </p>

Vista frontal, durante su construcción (hacia 1952-1953). 

Juan Miguel Pando Barrero

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Durante la guerra civil, los comunistas al mando de Madrid afrontaron un dilema que resuena en la actualidad: ‘¿Debemos conservar o abandonar a su suerte los monumentos y demás símbolos de regímenes pasados que han explotado a la clase obrera?’ En aquel momento, los franquistas no escatimaron esfuerzos en promover tanto dentro como fuera de España la imagen de “los horribles cuadros de la debastación [sic] roja y de los crímenes cometidos en las personas, los monumentos o el tesoro de la nación por las hordas de Moscú”[1].

Pero lo cierto es que el PCE y, muy especialmente, distintas asociaciones filo-comunistas con un interés cultural, lideraron los principales proyectos de protección de los monumentos y el tesoro en el país, y lo hicieron mucho antes de que los franquistas crearan una mínima infraestructura de protección monumental. Así, se pudo ver a organismos republicanos protegiendo, por ejemplo, estatuas de reyes y palacios de la nobleza[2]. ¿Cómo han evolucionado esas posiciones proteccionistas del patrimonio hasta el presente? El caso particular que aquí nos ocupa es el del Edificio España, inaugurado a principios de los años 50, y que Ahora Madrid está tratando de preservar, frente al escaso respeto al patrimonio que, según ellos, han mostrado el anterior consistorio y la empresa Wanda. La pregunta clave aquí es: ¿qué lleva a un ‘ayuntamiento del cambio’, de la nueva izquierda, a poner tanto empeño en la protección de uno de los principales monumentos del triunfalismo, la paz franquista y el desarrollismo de la dictadura?[3]

Entiendo que un monumento representa un deseo que se tuvo en el pasado, que nos ha llegado materialmente hasta el presente y desde el presente tenemos que preguntarnos qué queda de ese deseo, cómo nos representa o nos ha dejado de representar, cómo ha evolucionado, cuál es la historia de ese deseo. Por ejemplo, la monumentalidad neoclásica del centro de Madrid, con sus dioses paganos (Cibeles, Apolo, Neptuno), nos habla del deseo de ser ilustrados del reinado de Carlos III, a finales del s. XVIII. Pero ese deseo original puede olvidarse o transformarse a través de la historia del monumento, en la que éste va adquiriendo nuevos significados. La misma Cibeles fue con el tiempo asumida como diosa popular, protagonista de zarzuelas, símbolo de la resistencia en la guerra, del exilio republicano en México, y escenario de las celebraciones del Real Madrid[4]. Para el caso del Edificio España, la decisión proteccionista de Ahora Madrid, muy centrada en la conservación específicamente de la fachada, en teoría debería haber estado precedida de un medirse con el monumento: desde el presente de 2016, sopesar qué significó ese edificio en el momento de su construcción (1948-1953), cuál es el deseo que lo originó, y qué historia comprime esa mole monumental.

Como en los sueños, y como en el trabajo de los historiadores, reconstruir el deseo original es imposible. Esa reconstrucción siempre va a estar mediada por el filtro del presente. Pero ese filtro es también significativo. Freud decía que la interpretación que el soñador da a sus propios sueños es siempre clave. Teniendo en cuenta ese filtro, y confesándome como soñador (no nací ni vivo en Madrid, pero Madrid es la ciudad en que me reconozco), voy a tratar de responder a la pregunta que estructura este artículo en varios pasos: primero, interpretando ese sueño original desde nuestro presente. Para ello, me valgo de una serie de fotografías de la construcción del rascacielos que he localizado en la Fototeca Nacional. Pertenecen al archivo del fotógrafo Juan Miguel Pando Barrero. Segundo, apuntando una de las lecturas que se hizo del Edificio España ya con cierta perspectiva histórica, desde la llamada Transición. Finalmente, aportando mis propias dudas sobre la intervención presente del edificio, y ofreciendo una alternativa.

* * * * * * 

 

Vista de la parte trasera del edificio, desde la calle, durante su construcción (1948-1953). 

Vista de la parte trasera del edificio, desde la calle, durante su construcción (1948-1953). 

 

Vista desde una ventana en la parte trasera del edificio, durante su construcción (1948-1953).

Vista desde una ventana en la parte trasera del edificio, durante su construcción (1948-1953).

Andamios. El Edificio España fue un sueño de verticalidad, de ver la ciudad a vista de pájaro. No obstante, desde allí arriba se divisaba un Madrid que seguía padeciendo las terribles hambres de posguerra (estamos a finales de los 40, principios de los 50), un gobierno dictatorial que quería una capital moderna, pero que tenía muy pocos referentes claros de modernidad: fascismo y nazismo habían caído, la modernidad soviética representaba al enemigo declarado, y la estadounidense seguía dando la espalda a España: en 1948, cuando los hermanos Otamendi ganaron el concurso de adjudicación e iniciaron las obras del edificio, España había sido uno de los pocos países europeos excluidos del Plan Marshall.

No obstante, dentro de esta confusión, el Edificio España tenía un precedente claro, una torre gemela en la misma Gran Vía (llamada Avenida de José Antonio en ese momento): el Edificio de la Telefónica. Aunque el de la Telefónica es un proyecto de la dictadura de Primo de Rivera, en la guerra se convirtió en emblema del Madrid republicano que resiste, como muestra la propaganda de la época: su arquitectura de inspiración neoyorkina fue sede de la prensa extranjera y vigía del Madrid del ‘No pasarán’. Sin duda, una de las dianas más apuntadas por los obuses franquistas[5]. Años después, en la posguerra, el Edificio España se erigió como venganza y triunfo sobre el Edificio de la Telefónica. Se alza en la misma acera, unas manzanas más abajo, más alto (117 vs 88 metros, aunque la topografía beneficia al Telefónica), más grueso, con la espalda más moderna que la fachada, y detalles estilísticos en la estructura y el color de los ladrillos de la fachada que sugieren un arco del triunfo, justo apuntando al lugar por donde las tropas franquistas intentaron entrar en Madrid durante toda la guerra.

¿Qué pensaba el obrero que -quizás- mira a cámara desde esos andamios? ¿Qué pensaba Pando, el fotógrafo? Probablemente la segunda foto esté tomada desde la estructura que comunica ambas torres, y que puede verse también en la primera. Pando está fascinado; fotografía desde abajo como el que retrata las torres de una catedral. El obrero se encuentra entre dos tecnologías modernas, la cámara fotográfica y el rascacielos. Ojalá que significaran un nuevo Madrid, una nueva España, quizás sin hambre, quizás más abierta. Probablemente ésas serían las únicas oportunidades que el obrero tendría de subir al rascacielos, pues está construyendo para otros, señoritos y extranjeros. Pero aun así, ha de sentir cierto orgullo de participar en la construcción de un edificio emblemático[6].

Extremo de una de las torres de la parte trasera, durante su construcción (1948-1953). 

Extremo de una de las torres de la parte trasera, durante su construcción (1948-1953). 

Piscina en la torre central del edificio, durante su construcción (1948-1953).

Piscina en la torre central del edificio, durante su construcción (1948-1953).

  

Como la arquitectura nazarí de la Alhambra disimulaba con decoración abundante la pobreza de los materiales de construcción, el Edificio España lleva la marca de la autarquía[7] también en su estructura: al no contar con acero suficiente en el país, su esqueleto es de hormigón armado, un método prácticamente obsoleto para ese tipo de construcciones en aquel entonces. Se trata de un edificio-bisagra, construido en un sistema económico que se quiere dejar atrás, la autarquía, con perspectiva de otro sistema económico que aún no existe, el desarrollismo y la apertura hacia el mercado exterior. Los obreros observan desde el precipicio para ver si Madrid sigue ahí, o si el nuevo sistema ya ha llegado, si la magia del edificio monumental ha transformado por completo la ciudad.

Ayer que todo era destruible en nombre del progreso y hoy que todo es desechable en nombre de la continua renovación, los monumentos siguen estando protegidos y permanecen virtualmente inalterados[8]. Mientras la modernidad celebraba la destrucción (para construir el Edificio España hubo que demoler el Colegio del Sagrado Corazón) y en post-modernidad vivimos a golpe de obsolescencia programada, la naturaleza de los monumentos parece eludir esta tendencia, vivir en una temporalidad distinta. ¿En qué consiste la magia de los monumentos? En algunos casos, los monumentos funcionan como una suerte de talismán que debe transformar la sociedad: hay monumentos que no conmemoran hechos pasados o representan a comunidades, sino que las predicen[9]. El Edificio España era un edificio que predecía una comunidad que aún no existía, construído en autarquía para un país post-autárquico: una piscina de lujo para turistas y hombres de negocios en la cumbre de una ciudad todavía cerrada en sí misma y que aún pasaba hambre. Una amiga psicoanalista siempre pregunta si sabemos por qué nuestros padres eligieron los nombres que nos pusieron y no otros. No es porque el nombre determine quiénes somos, pero sí son un índice de lo que nuestros padres soñaron para nosotros. Al ponernos un nombre, nos imaginaron adultos y con una determinada vida. Este rascacielos franquista se llama “España” no porque representase a la España de ese momento, sino porque predecía la España que el franquismo soñaba construir. Era España la que en un futuro cercano debía parecerse al edificio.

Hotel, galería de arte, oficinas, aerolíneas, agencias de viaje, y tiendas con escaparates a la calle. La decoración neobarroca que corona la construcción alude al pasado imperial y está hecha de granito, la piedra preferida por los arquitectos del franquismo para construir la retórica grandilocuente e hispanista de la posguerra. Pongamos en una coctelera una catedral barroca, un banco art deco estadounidense, un ministerio del Moscú soviético[10] y la ambición imperial del fascismo que había perdido la guerra mundial[11]. El resultado es el Edificio España, una mole de piedra que mira simultáneamente hacia el pasado y hacia el futuro. Hacia el pasado en tanto arco triunfal, enfatizado por los distintos colores usados en los ladrillos de la fachada, y por su orientación hacia la montaña de Príncipe Pío y la Casa de Campo, por donde los franquistas intentaron entrar durante la guerra; y hacia el futuro, en tanto talismán del desarrollo, que con sus excelentes vistas, acabados en mármol y más de treinta ascensores debía atraer a turistas de todo el mundo, albergar conferencias y servir de marco para el cierre de negocios. Un Madrid que aún no existía, pero que el nuevo rascacielos debía invocar y producir. Un edificio que cambia un país, un país que debe parecerse a un edificio.

La magia funcionó, en cierta medida. El desarrollo franquista ocurrió, a su manera, y al Edificio España le siguieron más rascacielos. Pero su historia no había hecho más que empezar. A cada nueva generación le siguió una nueva lectura del mismo. En los 80, un reportaje publicado por Luna de Madrid, revista de la movida madrileña, llevaba a cabo todo un proceso de distanciamiento del deseo original que elevó el rascacielos[12]. Publicaron una maqueta recortable del Edificio España, junto con un texto donde calificaban al rascacielos de “menina desparramada”, “imagen asumida del paisaje urbano de la capital, que con el tiempo y la pátina, olvidado ya su origen monstruosamente especulativo, acabará por resultarnos incluso entrañable, y a este paso hasta tótem neo-post-moderno”[13]. El sueño original quedó detrás, y se olvidó, aunque creativamente. El rascacielos dejó de ser un monumento-talismán, como fue en los 50, o un símbolo del éxito desarrollista del franquismo, como en los 60. En los 80, esta mole franquista se veía como una infanta imperial que, cansada de aparentar, había dejado de posar y se había sentado en el suelo como había podido, zambullida en su faldón. El paisaje se había tragado al edificio, el rascacielos se había vuelto pintoresco, entrañable. Lo que ocurría dentro no importaba, era la forma exterior la que se tornaba familiar y querida.

* * * * * *

Treinta años después, Ahora Madrid se encuentra ante este laberinto de proteccionismo, neoliberalismo, historia y memoria. Dicen que proteger el rascacielos (franquista -este detalle nunca se menciona) es una forma de defender la ley y la política ciudadana por encima de la especulación urbanística, encarnada en este caso por la empresa Wanda, que ahora mismo se encuentra en conversaciones para vendérselo a la española Baraka. La agrupación municipal parece usar el proteccionismo de este símbolo franquista como resistencia contra los nuevos símbolos neoliberales de la derecha. Desde que se construyó el Edificio España, la derecha parece haber mutado: de un desarrollismo dirigido por el Estado a una neoliberalización conservadora con tufo racista. No obstante, en el texto de Luna de Madrid ya vimos que la mutación no es tanta como parece: el “origen monstruosamente especulativo” del Edificio España es similar al que hoy mueve su remodelación: más especulación. La izquierda se emplea a fondo para contrarrestar la neoliberalización, pero a menudo se ve perdida en laberintos como éste, cuando trata de conjugar sus medidas contra la neoliberalización con la memoria histórica. En este laberinto hay desmemoria, pero sin la creatividad que sí mostraba Luna de Madrid; hay un romanticismo un poco vano del paisaje y donde todo se reduce a la forma exterior, la fachada, que es lo único que les parece importante conservar, sin reflexionar sobre lo que esa fachada simboliza, defendiendo una postura más superficial que la cultura de desencanto ochentera que tantas críticas recibe hoy día.

Esto es aún más flagrante cuando se compara con las políticas de memoria histórica que el Ayuntamiento madrileño sí ha ejercido sobre otros elementos del espacio público, como el nombre de las calles o conjuntos escultóricos, que se han retirado. ¿Por qué la arquitectura es diferente al callejero urbano o la escultura, en cuestión de memoria? ¿Por qué un rascacielos con diseño de arco triunfal no se somete al mismo criterio que el nombre de una calle, más aún cuando ya no está habitado y lo van a demoler de todas formas?[14] La clave está aquí en saber asentar las medidas contra la especulación urbanística sobre una base clara, decidida y consistentemente estudiada de memoria histórica. Y digo consistentemente estudiada porque el Ayuntamiento no se ha caracterizado precisamente por basar sus políticas de memoria histórica en estudios lo suficientemente fundamentados, que requieren tiempo y recursos. El caso del Edificio España padece también este apresuramiento. Dadas las condiciones del edificio, hoy parece inevitable que Wanda, Baraka, u otra gran corporación asuma su rehabilitación. Si esto ha de ser así y la intervención es inminente, el gobierno municipal de Ahora Madrid debería estudiar más a fondo la historia del rascacielos y reevaluar su posición. Me gustaría sugerir un giro de 180 grados en la negociación que se ha llevado a cabo hasta el momento. En lugar de defender con tanto ahínco la preservación de la fachada, como hace ahora, debería proponer el derribo de la misma. La fachada es la pieza más simbólica, la que debe caer. Si Ahora Madrid está verdaderamente comprometido con la memoria histórica, debería regalarnos el espectáculo del despiece de esa fachada en forma de arco triunfal, que es una parte más del despiece de esa “España” que enuncia el nombre del rascacielos, la España franquista que padecimos durante décadas. La cuestión es cómo hacer ese despiece de forma creativa y constructiva.

 

REFERENCIAS

¿Qué es un monumento? Algunas obras que yo he usado como referencia para responder a esta pregunta  son: Riegl, Alois. El culto moderno a los monumentos. Madrid: Visor, 1987 [1903];  el manifiesto Nueve puntos sobre monumentalidad (1943), de Sigfried Giedion, Fernand Léger y Josep Lluís Sert; Choay, Françoise. Alegoría del patrimonio. Barcelona: Gustavo GIli, 2007 [1992]. Se trata de tres clásicos de los estudios de arte, arquitectura y patrimonio.

La forma en que yo afronto la reflexión sobre los monumentos para este caso concreto está inspirada en el psicoanálisis. Concretamente en el psicoanálisis como teoría de la historia, siguiendo las sugerencias planteadas por Michael Roth en Psycho-Analysis as History. Negation and Freedom in Freud. Ithaca: Cornell University Press, 1987.  Para Freud, las posibilidades del presente dependen de la forma en que hoy interpretamos acontecimientos cruciales de nuestro pasado. Para ello, debemos acceder al inconsciente, donde quedan, transformadas, las huellas de esos acontecimientos pasados que fueron cruciales. Los individuos acceden a su inconsciente (o a lo que éste deja ver) a través de los sueños. Por su parte, las comunidades de cualquier tipo (nacionales, raciales, sexuales) acceden a su inconsciente colectivo a través de los mitos, relatos que conservan la memoria de tiempos pasados al mismo tiempo que simbolizan una serie de valores y aspiraciones de la comunidad. Los monumentos pueden funcionar en buena medida como materialización de esos mitos.

Un excelente estudio sobre la retórica arquitectónica de la destrucción durante la guerra y la reconstrucción de posguerra es el de Olivia Muñoz Rojas. Ashes and Granite. Destruction and Reconstruction in the Spanish Civil War and its Aftermath. Eastbourne, Portland: Sussex Academy Press, 2011.

Me ha sido muy útil The Art-Architecture Complex (Londres; Nueva York: Verso, 2011), de Hal Foster, para pensar la monumentalidad de ciertos edificios, su naturaleza escultórica y su potencial identitario.

 


[1] Diario de avisos, 1/2/1937: 2.

[2] Por ejemplo, frente a las bombas de la aviación y los obuses, se construyeron estructuras protectoras para las estatuas de Felipe III en la Plaza Mayor y Felipe IV en la Plaza de Oriente, así como para palacios como el de Miraflores, en la Carrera de San Jerónimo. El organismo que organizó este proyecto de protección fue el Comité de Reforma, Reconstrucción y Saneamiento, cuyo máximo responsable era el socialista Juan Besteiro.

[3] Se podría pensar una historia del siglo XX y lo que llevamos del XXI en esa clave: ¿Son conservacionistas las fuerzas políticas conservadoras? ¿En qué consiste la iconoclasia de las fuerzas políticas que proponen algún tipo de ruptura, más o menos revolucionaria?

[4] Para un estudio historiográfico e iconográfico de la Cibeles madrileña, ver aquí.

[5] Aquí puede consultarse el rico archivo fotográfico de la Fundación Telefónica, con más de 12 mil fotografías, una gran parte de ellas dedicadas a retratar la construcción del edificio desde mediados de los años 20. Aquí la tesis doctoral de Francisco Javier García Algarra, sobre el patrimonio arquitectónico de la compañía Telefónica en España. Ver particularmente la página 390, que muestra el plano que el arquitecto del Edificio Telefónica, Ignacio de Cárdenas Pastor, usó durante la guerra para marcar todos los impactos de obuses que recibía su rascacielos.

[6] Siempre y cuando no se tratase de un prisionero de guerra, realizando trabajos forzados.

[7] La autarquía es el sistema económico de autosuficiencia que Franco impuso para la primera España de posguerra. Es un sistema económico nacionalista, donde el país produce todo lo que necesita, sin depender de importaciones.

[8] Más protegidos que nunca, aunque podemos discutir en otro artículo la dimensión destructiva de esa protección.

[9] Puede pensarse en este sentido la fiebre del edificio emblemático que cada ciudad quiso tener durante los años de la burbuja inmobiliaria desde finales de los 90, el llamado “efecto Guggenheim”.

[10] El Ministerio de Asunto Exteriores soviético se construyó durante los mismos años que el Edificio España, 1948-1953.

[11] Piénsese, por ejemplo, en el Palazzo della Civiltà Italiana, en Roma. El neobarroco es para el hispanismo franquista lo que el neoclasicismo moderno es para el fascismo italiano, un ensalzamiento de sus respectivas edades de oro imperiales.

[12] La Asociación Madrid - Ciudadanía y Patrimonio ha hecho un trabajo de archivo excelente, trazando la recepción del rascacielos en publicaciones nacionales e internacionales. Ahí encontré esta cita de Luna de Madrid.

[13]  Números 12-14 (noviembre de 1984-enero de 1985). Citado por Madrid - Ciudadanía y Patrimonio: 38

[14] El Arco de la Victoria de la glorieta de Moncloa sí está en el punto de mira de Ahora Madrid

Durante la guerra civil, los comunistas al mando de Madrid afrontaron un dilema que resuena en la actualidad: ‘¿Debemos conservar o abandonar a su suerte los monumentos y demás símbolos de regímenes pasados que han explotado a la clase obrera?’ En aquel momento, los franquistas no escatimaron...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Miguel Caballero

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

11 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Fernando S Castillo

    Gracias Miguel, No solo por tu datos y opiniones sino también por mostrar tu metodología a la hora de investigar y formular soluciones!!!

    Hace 8 años 3 meses

  2. Diego López Martínez

    Quizás hoy no he dormido lo suficiente y por ello mi mente está un poco confusa o quizás este artículo, cargado con grandes dosis de sectarismo, no hay por dónde cogerlo, pero siguiendo en la línea marcada por el articulista, me permito sugerir que se una al proyecto de derribo del Edificio España, también la demolición de la Torre Madrid, los edificios que componen el complejo de los Nuevos Ministerios, las Ciudades Sanitarios del tipo de La Paz o de todos aquellos pantanos que fueron inaugurados " a bombo y platillo " por el Generalísimo.........todos son símbolos de la etapa en la que España estaba gobernada con mano dura por el Dictador. Tomen nota y que no quede ninguna piedra que nos haga recordar aquella larga etapa que proporcionó, entre otras cosas y desde el punto de vista social, una clase media que jamás había existido en nuestro País y que por cierto, al paso que vamos dejará de existir.

    Hace 8 años 3 meses

  3. dora

    NO TENEMOS MÁS QUE UNA HISTORIA ¿PORQUE TENEMOS QU OCULTARLA? ¿Porque cualquier rey de Toledo es más español que Boabdil el Chico? La leyenda del Suspiro del Moro y después su exilio en lugar desierto de Almería en El Laujar de Andarax nos lo explica: Porque perdió y la historia ya sabemos cómo nos la cuentan. Es muy sintomático que los beneficiados de toda la historia quieran ocultarla y no juzgarla.

    Hace 8 años 3 meses

  4. Águila

    Es horrible pero cuanto más desempleo, más voto para Podemos. Podemos no fomenta precisamente la creación de empleo.

    Hace 8 años 3 meses

  5. ces

    El 99% de los grandes edificios en España estan construidos por capitalistas o la Iglesia, las casas y edificios más cuidadas y promocionadas en Cataluña por ejemplo fueron de la burgesia catolica que apoyo en gran parte a Franco, y así en todos los lugares, hay una obsesión de que todo lo de Madrid representa al mal, pero para los madrileños no hay edificios malos o buenos, sino simbolicos con su niñez y no politica.

    Hace 8 años 3 meses

  6. Maurici Carbó

    Por fin una reflexión sobre el Edificio España! Miguel Caballero: Gracias! Maurici

    Hace 8 años 3 meses

  7. Pedro

    Pienso que la conservacion de edificios monumentales se debe consservar, ya que los que hemos nacido en Madrid en los años cuarenta, poco a poco vemos que en Madrid ya no quedan ni las casas señoriales, palacetes, bulevares, etc. etc. que nos vieron crecer...

    Hace 8 años 3 meses

  8. Asombrado

    Es curioso lo anclados en el pasado que estáis los de la izquiera rencorosa. Queriendo que la revolución triunfe cuando ha sido un fracaso global que ha conducido a genocidios y miseria.

    Hace 8 años 3 meses

  9. Joan

    Mientras que, eso sí, los anarquistas se cebaron sobre los registros de propiedad, quemándolos allí donde proclamaban el comunismo libertario (junto a la UGT en muchos casos), para con ello llevar a cabo la abolición de la propiedad privada, cierto y lícito es decir que, pasados los primeros días en que se quemaron algunas iglesias y conventos, la CNT y la FAI frenaron por su cuenta cualquier atisbo de expolio o de maltrato al patrimonio. Lo hicieron también el resto de fuerzas de izquierdas, no sólo el PCE... Y lo sé porque mi abuelo entre otros impidieron la quema de algunas iglesias en Valencia, por parte de la CNT.

    Hace 8 años 3 meses

  10. Mig

    Magnífico artículo que nos da claves que se nos podían estar escapando en este asunto. Personalmente así como me parece bien la actitud del gobierno municipal de hacer frente a la especulación no he llegado a comprender el empeño por salvar la fachada. Pedir que sea ésta la que se derribe me parece genial y muy bien traído. Es una lástima que no haya gente como Miguel Caballero asesorándoles. Hay un excesivo simplismo.

    Hace 8 años 3 meses

  11. JOSE LUIS ROMERO LEON

    El cristal es asociado con urnas mortuorias y un diseño consensuado por los madrileños, darían contestación a la solución del problema. La exigencia de mantener la fachada, se podría cambiar por "parte de la fachada del edificio", siendo completada ésta con cristal en busca del cielo. Pienso que los chinos nos atenderían con total satisfacción y que es un edificio tan muerto como lo que representa, por ello este Ayuntamiento debería de darle una solución antes de que acabe el mandato en Madrid. La reforma de la Plaza pasa por lo que haya ubicado en el edificio España o por lo menos se debería de tener en cuenta.

    Hace 8 años 3 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí