Tribuna
Los líderes ante el tablero: la clave es el proceso
Odón Elorza / Manuel Escudero 14/08/2016
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La película Pawn Sacrifice, que se estrenará en Septiembre, nos inspira la siguiente reflexión: ¿se imaginan que en el contexto de aquel match por el Campeonato Mundial de Ajedrez de 1972, en Islandia, alguien preguntara a Bobby Fischer qué jugada iba a hacer al final de la partida para arrinconar a Boris Spassky?
Sería sin duda la pregunta más estúpida nunca hecha, porque Fisher no podría contestar sin saber los movimientos que haría por su parte Spassky a lo largo de la partida, y que le darían opciones concretas ante los movimientos concretos del adversario.
Y sin embargo son preguntas de esta naturaleza las que todos los días hacen los periodistas de los grandes medios a los representantes del PSOE. Quieren saber cómo se va a culminar el proceso porque se parte de asumir que solamente hay un final indiscutible: la abstención del PSOE, por responsabilidad de Estado, para dejar que el PP gobierne.
Lo que no entienden (o interesadamente no quieren entender) es que estamos en un proceso en el que los movimientos recíprocos de los adversarios pueden hacer que se desemboque en varias soluciones posibles (diferentes versiones de una abstención, un gobierno alternativo a Rajoy o, agotadas las otras alternativas, nuevas elecciones). Estamos en un proceso vivo: ese es el concepto clave que el discurso dominante de tertulianos y partes interesadas no acepta.
Con ánimo de avanzar, al menos para que los bien pensantes que siguen la corriente dominante salgan del bucle, una breves ideas sobre el proceso en el que nos encontramos.
No era imaginable que el 27 de junio el PP fuera a seguir sin hacer el mínimo esfuerzo para lograr pactos; es decir que su movimiento después del 26J iba a ser más inmovilismo. Tampoco nadie podía esperar que Rajoy aceptara ser nombrado candidato oficial por el Jefe del Estado pero no aclarara si se iba a presentar a la investidura, que constitucionalmente va incluida en la nominación.
El caso es que como reacción a esa pasividad asombrosa de un PP anegado de corrupción y causante de un incalculable sufrimiento social en nuestro país, las respuestas más significativas han sido dos: por un lado la de Cs, perdonando la enorme desidia del PP con una abstención “técnica” que luego se ha transformado en la posibilidad de un sí condicionado en aras de la “responsabilidad institucional”. Por otro lado, el PSOE, cuyo “No es no” ha sido la reacción lógica de un partido que no aprecia en su adversario una mínima voluntad de rectificar, al menos en parte, el daño que ha causado a las instituciones y a la sociedad.
Es lógico que, en consecuencia, por el momento y dado el comportamiento del PP, el PSOE no tenga ninguna razón para variar su posición. La “responsabilidad institucional” invocada por el coro dominante, al que se han unido algunos antiguos próceres del propio PSOE, se ha entendido muy mal: la mayor responsabilidad que tiene el PSOE es con la mayoría social y consiste en intentar que progresen los cambios que prometió en su programa, y en hacerlo de modo que impidan unas nuevas elecciones.
Ahí es donde estamos ahora en el proceso, en un lugar determinado por los movimientos que ha hecho cada cual. Aunque solamente sea como un ejercicio de salud mental, permitan que ilustremos algunos posibles escenarios futuros. La intención no es hacer de profetas ni de listillos, sino desarrollar el concepto de proceso un poquito más allá, con la esperanza de que sea compartido por otros analistas de buena voluntad.
En estos momentos las conversaciones entre Cs y el PP pueden ir bien, medio bien o mal. Si van bien, aunque sería muy difícil, puede ocurrir que, tras las elecciones vascas, el PNV e incluso el PDC sientan el “efecto arrastre” y pacten ventajas y condiciones favorables para la estabilidad de sus gobiernos. En ese caso, el PSOE pasaría a la oposición y se constituiría un gobierno conservador.
Pero también es posible que las negociaciones entre el PP y Cs sean tan poco ambiciosas como para no sumar el apoyo de otros grupos. Pudiera también ocurrir que esas conversaciones vayan directamente mal, debido a una posible obcecación, arrogancia y falta de cintura del PP. Entraríamos de lleno en un impasse con un Mariano Rajoy que pospone sine die la sesión de investidura. En esa situación comenzarían a arreciar las voces para que Mariano Rajoy dé un paso atrás, dimita y el PP se vea en la necesidad de enmendar su posición promoviendo un nuevo candidato. Y si eso ocurriera, todo podría volver a la casilla de salida.
En algún momento dentro de esos dos últimos escenarios, cabría imaginar al PSOE exigiendo para su abstención condiciones reforzadas e irrenunciables en materia social y de regeneración que superen las pacatas condiciones planteadas por Cs, para afrontar desde ellas una estrategia de oposición a un gobierno en minoría del PP y con la revalorización del papel legislativo y de control del Congreso.
Finalmente, varios movimientos más allá por parte de los actores en el tablero sin progresos apreciables, se podría también entrever un nuevo escenario en que, por evitar unas indeseadas terceras elecciones, Pedro Sánchez y el PSOE se vean en la obligación de intentar la formación de un gobierno alternativo en el que, después de tanto proceso, Podemos haya aterrizado sus posiciones hasta el punto de dar garantías para la estabilidad de un gobierno genuinamente reformista. Mientras, Cs no tendría más remedio que involucrarse de algún modo en esta última y única salida.
Aunque no quede mucho tiempo, queda pues, mucho partido-proceso por jugar. Partir de que al final cabe solo un único resultado, un único movimiento del PSOE (su abstención por responsabilidad institucional para facilitar la gobernabilidad al PP), y preguntar todos los días a los adversarios del PP cómo lo van a hacer posible, es una simpleza. Y lo que es peor, está llevando a la sufrida ciudadanía a límites insospechados de hartazgo y aburrimiento.
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Odón Elorza es diputado socialista por Gipuzkoa.
Manuel Escudero es economista.
La película Pawn Sacrifice, que se estrenará en Septiembre, nos inspira la siguiente reflexión: ¿se imaginan que en el contexto de aquel match por el Campeonato Mundial de Ajedrez de 1972, en Islandia, alguien preguntara a Bobby Fischer qué jugada iba a hacer al final de la partida para arrinconar a...
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