Tribuna
La emergencia más grande del mundo
Desde el 26 de marzo de 2015, el país más pobre de Oriente Próximo vive un conflicto silenciado, donde el “todo vale” está siendo la norma. El 82% de su población necesita urgentemente comida, agua y medicinas
Eva Erill 31/08/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La guerra de Yemen es una guerra geopolítica, de estrategia pura y dura. Una guerra por el control del territorio de un país que, sin tener grandes riquezas ni grandes reservas de petróleo, se encuentra en un lugar estratégico, entre Oriente y África, con el paso de Bab-el Mandeb en el Golfo de Adén, por donde cada día circulan más de cuatro millones de barriles de petróleo en dirección a Arabia Saudí, EE.UU. y Europa.
Es el control de ese paso entre dos continentes lo que ha llevado a la situación actual, por más que la visión mediática en Occidente sea que eso son “luchas entre ellos”, entre “chiíes y suníes”, y que siempre ha sido así.
El apoyo de EE.UU., Reino Unido y Francia han hecho posible esta barbarie
El 26 de marzo de 2015, el depuesto presidente de Yemen, Abd-Rabbu Mansour Hadi, exiliado en Riad, pidió a una coalición de países árabes liderada por Arabia Saudí que bombardease a su pueblo, sin importarle cómo, ni dónde ni cuándo. Lo único importante era recuperar el poder que el grupo rebelde de los huthies, de la rama chií a la que pertenecen más del 30% de los yemeníes, le había obligado a abandonar con la toma de Sana’a, la capital, varios meses antes.
La coalición de países árabes no está sola. Desde el inicio, el apoyo logístico y de inteligencia militar de EE.UU., Reino Unido y Francia, países todos con bases militares en el país o en el cercano Djibouti, han hecho posible esta barbarie. Y las armas son de muchos países, pero entre ellos, España destaca como una de las que más ha aumentado su suministro a Arabia Saudí. Y no precisamente para llenar los museos de Riad... El objetivo de esta coalición árabe y occidental es restaurar el gobierno Hadi para salvaguardar sus propios intereses económicos y estratégicos. Hadi fue puesto por ellos y debe seguir para que ellos puedan continuar mandando y decidiendo sobre ese pobre país que ha osado decir NO.
Más de 10.000 muertos ya, de ellos casi 2.000 niños, son el balance de este genocidio silenciado, olvidado, ninguneado por un Occidente que tiene las manos tan manchadas de sangre que opta por ocultar y no informar sobre todo lo que allí está ocurriendo.
El uso de bombas de racimo, de fabricación estadounidense, británica y brasileña, prohibidas internacionalmente, ha transformado regiones enteras de Yemen en “campos de minas sin explotar” que amenazan a los civiles, especialmente a los niños. Estados Unidos y Brasil se han negado a ratificar la Convención Internacional sobre Armas de Racimo, adoptada en mayo de 2008 por 116 países del mundo.
Yemen es, según diversas ONG como Oxfam o Amnistía Internacional, la emergencia más grande del mundo en cifras, al ser el país donde un mayor porcentaje de su población necesita urgentemente comida, agua y medicinas: un 82%, 20 millones de yemeníes.
Más de 3000 escuelas han cerrado y muchas han sido bombardeadas
En muchos de los pueblos y ciudades no hay electricidad y los hospitales no pueden tener las máquinas en funcionamiento ni las neveras, donde guardar en frío las vacunas o la sangre. Además, centenares de infraestructuras sanitarias han sido bombardeadas. Los alimentos y el agua potable escasean o los precios se han multiplicado un 45% desde de marzo del 2015. No hay medicinas suficientes para los miles de heridos. Más de 3000 escuelas han cerrado y muchas han sido bombardeadas. Los bancos no tienen dinero, las empresas han dejado de funcionar y los trabajadores no han cobrado su salario desde hace meses. No hay casi gasolina y su precio ha pasado de 14 dólares los 20 litros a más de 100 dólares. Las líneas telefónicas tienen continuos cortes. Y el bloqueo impuesto por Arabia Saudí, desde el inicio de la guerra, impide la entrada de cualquier producto básico (ayuda humanitaria, carburante, divisas extranjeras) y la llegada o salida de vuelos, barcos...
Sana’a, la capital de Yemen, se ha convertido tristemente en la única capital del mundo sin agua potable. Los habitantes ven salir agua del grifo solo cada cinco días, de media, a veces muchos más. En otras ciudades, como Taiz, cada 40 días. El paisaje yemení se ha llenado de tanques de metal o plástico instalados por doquier para almacenar agua en las esquinas, en lo alto de los edificios, en medio de poblados, en los campos de refugiados surgidos de forma espontánea.
Sana’a, la capital de Yemen, se ha convertido tristemente en la única capital del mundo sin agua potable
Las organizaciones humanitarias estiman que hay 3.155.000 de desplazados internos en el país. Refugiados en su propio país, huyendo de las bombas que les matan mientras duermen, mientras celebran una boda, están en el mercado, en la mezquita... Tres millones de personas absolutamente invisibles. Como no llegan a Europa, no existen. Y no llegan porque Yemen ya era, incluso antes de la guerra, el país más pobre de Oriente Próximo. Las familias no disponen del dinero suficiente para pagar a mafias que les engañen pateras mediante, ni tampoco han tenido el contacto suficiente con Europa como para que ésta se convierta en su referencia de huida. Los yemeníes antes salían hacia Arabia Saudí, Emiratos Árabes o Jordania, por el norte, o hacia Djibouti, Etiopía e incluso Somalia, por el sur. Esos son sus referentes. Europa les queda totalmente desconocida e inaccesible.
Y mientras cada día una media de 10 niños mueren asesinados o sufren amputaciones en Yemen, Occidente mira hacia otro lado. La información es poder, eso lo saben bien los gobiernos, así que aquello de lo que no hablan, lo que no aparece en imágenes en la TV ni en los periódicos, no existe, no está sucediendo.
--------------------------------------------------
Eva Erill es presidenta de Solidarios sin Fronteras, la única ONG española con proyectos de ayuda humanitaria en Yemen. Desde el inicio de la guerra ha logrado distribuir comida, agua y productos de higiene a casi 5.000 personas y ha reconstruido casas en la isla de Socotra, arrasada en noviembre por dos huracanes.
Para conocer más el trabajo de Solidarios sin fronteras, puedes acceder a su Facebook o a su página Web.
Si desea apoyar su trabajo, puede hacerlo en Migranodearena para alimentos en Yemen, aportando un euro al mes para llevar agua potable al campo de refugiados de Amran o realizando donaciones en su cuenta bancaria:
IBAN ES27 3025 0001 1214 3354 0896
Swift / bic: CDENESBBXXX
La guerra de Yemen es una guerra geopolítica, de estrategia pura y dura. Una guerra por el control del territorio de un país que, sin tener grandes riquezas ni grandes reservas de petróleo, se encuentra en un lugar estratégico, entre Oriente y África, con el paso de Bab-el Mandeb en el Golfo de Adén,...
Autor >
Eva Erill
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí