‘L'Humanité’: la lucha continúa
El diario fundado por Jean Jaurès en 1904 enfrenta sus continuas crisis económicas con una apuesta por un periodismo comprometido con “los que no tienen voz”. Sus lectores le donaron 700.000 euros en 2016
María D. Valderrama París , 7/09/2016
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Para empezar a hablar del periódico L'Humanité habría que remontarse a su creación en 1904 por Jean Jaurès, que sería asesinado diez años más tarde por oponerse a la Primera Guerra Mundial. Tal vez fuese mejor hacer referencia a su larga historia de compromiso social: su posición junto a los más débiles, a los trabajadores, a los españoles republicanos. Por qué no recordar sus años en la clandestinidad, durante la ocupación nazi, y su lucha junto a la Resistencia cuando su difusión le costó a más de uno la cárcel o incluso la vida. Aunque, dejando la historia a un lado, habría que empezar diciendo que L'Humanité es el único diario nacional en Francia que no pertenece a un gran grupo financiero, y eso, hoy en día, es uno de sus mayores hitos.
Situado a las afueras de París, en la popular comuna de Saint-Denis, el diario tuvo que mudarse en 2008 y dejar su histórica sede, creada por Oscar Niemeyer también en Saint-Denis, que vendió al Estado en 2010 por 12 millones de euros para hacer frente a las deudas que le ahogan. Pero aún con el agua al cuello sigue reivindicándose por lo que es: un ejemplo de periodismo combativo. Aquí la objetividad no tiene cabida porque, de una forma u otra, esta no existe, tal y como defienden varios redactores. “Hacemos un periodismo comprometido, pero todo periodismo lo es, ya sea de forma abierta o no”, dice Patrick Apel-Muller, director del diario. “No existe una relación objetiva con la situación. Cada periódico, cada órgano de prensa tiene una mirada sobre el mundo, una mirada ideológica”.
Aún con el agua al cuello sigue reivindicándose por lo que es: un ejemplo de periodismo combativo
El periódico se mueve aún por el principio con el que Jaurès, asesinado a tiros en el Café du Croissant en el 146 de la rue Montmartre, lo lanzó: “Periódico socialista cotidiano, creado para ofrecer a todo el mundo los medios para comprender y juzgar por sí mismo los acontecimientos del mundo”. Nació como tal, pero después pasó a convertirse en el periódico del Partido Socialista Francés; más adelante del Partido Comunista, después simplemente un periódico comunista y ahora la intención se centra en reunir a las fuerzas de la izquierda. “Somos el periódico de la izquierda de transformación --continúa Muller-- aunque lectores ecologistas también podrían sentirse identificados con nuestros temas o los socialistas que hoy se interrogan sobre la deriva de la izquierda gubernamental y querrían reconquistar los valores perdidos”.
El periodista Grégory Marin se ocupa de seguir la extrema derecha, el Frente Nacional y otros grupúsculos del panorama nacional. La cobertura que el diario ha decidido hacer del partido de Le Pen es un buen ejemplo de cómo trabajan. La formación ultranacionalista obtuvo más de seis millones de votos en las pasadas elecciones regionales y ahora no solo amenaza con sus buenos resultados en las urnas, sino que marca la agenda de la derecha francesa extremando aún más el discurso de personajes sedientos de poder, como el resucitado --si es que alguna vez realmente se fue-- Nicolas Sarkozy.
“Tenemos una relación particular con el FN que no es un partido como los otros ni una novedad. Su única particularidad consiste en haber hecho olvidar su propia historia y el origen de sus fundadores como colaboracionistas nazis”, recuerda Marin, cuyo bisabuelo emigró desde Cataluña a principios del siglo XX buscando una vida mejor. L'Humanité no puede sin embargo desvincularse de esa historia y por eso no lo presentan como un partido cualquiera. “Nos hemos prohibido --continúa-- hacer de altavoz del FN porque no queremos darles publicidad”. Así, el foco se ha centrado en cómo el partido atrae a su electorado o por qué calan sus ideas a través de análisis y entrevistas con expertos. Nunca ha habido --ni por el momento habrá-- entrevistas con sus líderes.
Durante un encuentro de líderes socialistas recientemente celebrado en París, un fotógrafo discutía con un redactor del medio. El fotorreportero cuestionaba su neutralidad queriendo decir que era una cobertura poco seria o fiable. Es un apunte que le reprochan con frecuencia otros compañeros a los periodistas de L'Huma, como se le conoce popularmente. “Somos un periódico militante de izquierda, pero no únicamente una herramienta política. Un periodista de Le Figaro te dirá que no pero es un periódico para la clase dirigente”, cuestiona Marin.
¿En peligro de extinción?
Patrick Le Hyaric, director general de L'Humanité, que además del diario incluye una revista semanal que dobla en ventas al periódico y varios especiales temáticos al año, tuvo que lanzar una alerta el pasado mes de marzo en la que compartía con el público la mala situación económica que vive el diario, crisis que en realidad se ha sucedido en sus 112 años de vida. “Les debemos la verdad, L'Humanité' está en peligro”, escribía. El periódico, que se vende en quioscos a 1,90€ y pierde 50 céntimos por ejemplar vendido, quiere seguir manteniendo un “combate económico y editorial” por la independencia y pide a menudo auxilio a sus lectores. La respuesta fue una suma de donaciones de 700.000 euros de los que no quieren ver la muerte del histórico periódico.
Los recortes, sin embargo, ya han afectado a la redacción, que ha menguado. “No ha habido despidos, pero no ha habido nuevos contratos después de varias jubilaciones”, explica un redactor. Además, ha reducido sus páginas a 24 en los ejemplares de diario y a 28 en la edición de fin de semana que sale los viernes. También ha adelantado el horario de cierre de edición a las 18 horas, lo que complica la tarea de la actualidad y “frustra” a algunos de sus periodistas. Para compensar, cuenta con un sitio web que se actualiza con noticias de corto recorrido y los reportajes de papel, aunque es un portal bastante modesto y donde se aprecia la falta de medios.
Una relación sentimental
Según los últimos datos del observatorio de la prensa, L'Humanité perdió un 3,31% de sus lectores en 2015 con respecto al año anterior, con una media de 37.000 ejemplares vendidos al mes, una cifra que se debe principalmente a las defunciones de antiguos abonados. Ahora, buscan un nicho para nuevos lectores entre los que se encuentran miembros de movimientos y luchas sociales que buscan una perspectiva distinta a la que muestran los principales diarios nacionales, como ocurrió este año durante la reforma laboral de Valls, cuando sindicatos y manifestantes fueron criminalizados por buena parte de la prensa. Una cobertura que a veces se basa simplemente en hablar con el trabajador en lugar de dirigirse a la comunicación de la empresa o al portavoz sindical, durante una huelga o un bloqueo. Es la huella de L'Huma.
Ahora buscan un nicho para nuevos lectores entre los que se encuentran miembros de movimientos y luchas sociales
Muchos lectores no ignoran que su vínculo con el periódico es más bien afectivo. “Mi padre está abonado desde hace veinte años”, contaba el hijo de un militante comunista en un reportaje de la revista Les Inrocks en abril. “A veces yo ayudo con una donación de 5 o 10 euros para que continúe. Es el periódico de mi despertar político”.
Un afecto que va más allá de las fronteras francesas. L'Humanité forma parte también de la memoria emocional de muchos europeos, como de la de algunos españoles, militantes comunistas en su juventud, que cuando viajan a París a visitar a sus hijos, Erasmus o inmigrantes, lo compran aunque ni siquiera hablen bien francés.
“L'Humanité tomó partido y ayudó a la solidaridad internacional y a las Brigadas Internacionales”, cuenta Cathy Ceïbe, responsable de España, Portugal y América Latina en el medio e hija de española, como otra media decena de redactores. “La proximidad política con países como España, por el fuerte rol histórico que jugamos para los españoles republicanos, o con Chile, con la enorme respuesta solidaria que desencadenó aquí el golpe de Estado, ha creado un vínculo especial que aún hoy perdura”.
Mientras tanto, la redacción ultima los detalles de otro de sus emblemas: la Fête de l'Humanité que se celebra el segundo fin de semana de septiembre de cada año desde 1929. Este 2016 será entre el 9 y el 11 de septiembre con un precio de 25 euros que da acceso al festival los tres días y que van casi en su totalidad a cubrir los gastos y financiar la siguiente edición.
El mayor encuentro popular de Francia acoge a más de medio millón de personas anualmente en torno a debates políticos y conciertos musicales. El evento de este año está marcado, como todo en Francia, por medidas de seguridad más estrictas que pasan por registros de bolsos, controles, un refuerzo en el equipo de protección y menos accesos al recinto instalado en La Courneuve, a las afueras de París. Un acto que destaca además teniendo en cuenta la cantidad de grandes encuentros cancelados por las autoridades en lo que va de año, pero la Fête sigue adelante. Lucien San-Biagio, que trabaja en la documentación del diario desde hace 40 años y contribuye a la organización del festival, asegura que nadie les ha pedido que lo anularan, “y a nosotros no se nos ocurriría hacerlo”. Es la tónica general en L'Humanité: la lucha continúa.
Para empezar a hablar del periódico L'Humanité habría que remontarse a su creación en 1904 por Jean Jaurès, que sería asesinado diez años más tarde por oponerse a la Primera Guerra Mundial. Tal vez fuese mejor hacer referencia a su larga historia de...
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