Vaya corte, inglés
Mercedes de Pablos 7/10/2016
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Vaya chasco. Mi relación más duradera y firme, esa que me permite comprar a tarjetazo limpio sin remilgo un mes chungo o marcarme como regalo un frigorífico enorme a cómodos plazos, se me ha venido abajo este fin de semana, que vaya weekend de bajona que hemos tenido. Una lástima porque mi coyunda con los del triángulo verde (no lo nombro, ya decía Albert Boadella que la mejor publicidad es sin duda la adversa) es más estable que ningún amorío e infinitamente más duradera.
No seamos inocentes, es o ha sido una relación por interés mutuo, como el matrimonio por conveniencia que hasta el XIX funcionaba divinamente, pero, qué quieren, hay otros pretendientes y una, a pesar de las ventajas, si puede en un cabreo se va con otro. Gran Almacén, se entiende.
Y es una pena, porque aparte de la cosa meramente comercial es inevitable que fijemos una cierta relación identitaria cuando elegimos un comercio habitual, desde Harrods a Simago, una manera de hacer verdad el adagio torcido de “somos lo que consumimos”. Aunque parezca una obviedad, somos dueños de nuestro bolsillo. Por miserable que sea, lecciones nos da el mundo anglosajón donde la ancianita más dulce y conservadora es capaz de hacerle un boicot salvaje a un establecimiento por súbeme allá una libra o como respuesta al apartheid. Que le pregunten a De Klerk.
Será que los ultracatólicos son mejores pagadores o tienen en esas superficies su segundo Templo pero, y entro en el asunto al fin, la retirada de una publicidad por las presiones del grupúsculo HazteOír.org supone, aparte de una actitud muy poco liberal y escasamente comercial, un enorme paso atrás en las señales que la española compañía nos andaba dando.
Protesta de HazteOír.org y los grandes almacenes retiran el anuncio. Sin ruido, a la chita callando
Hace más o menos un año, por San Valentín, esta empresa hizo unos cortos publicitarios difundidos en la red que eran pequeñas obras de arte, tiernas, irónicas, preciosas. Tan inteligentes que a pesar de la inquina que provoca el baboso 14 de febrero te daban ganas de irte a vivir allí, en cualquiera de sus secciones. Y uno de esos cortos fue especialmente celebrado: aquel que contaba un flechazo entre dos chicos a cual más mono y a cual más adorable.
La escena es pícara, tiene contexto y los chavales son tan tiernos que adjuras de la animadversión que la fecha provoca y te ves sonriendo como una boba, no sin mirar si hay moros en la costa que cuesta mucho hacerse una reputación de mala baba. Qué monada. Dos chicos ideales y, siendo sincera, al estilo de Sidney Poitier, o sea, como decía una abuela, es tan guapo que no parece ni negro.
El spot fue un exitazo y allí caímos gentes de todas las ideas, colores y sabores porque de las cinco minipelículas ésta era la mejor y además rompía tabúes cetrinos y crueles. Faltaba un beso de tornillo pero hay que reconocer que en ningún episodio había el más leve contacto carnal. Era una publicidad rompedora pero blanca, que no molestaba a nadie, aunque hubo algún Pepito Grillo que recordó que hasta en la cosa gay las mujeres habrían de esperar.
Pues menos de un año después la citada Gran Cadena continúa en su celebrada línea de normalidad y realismo e incluye en su campaña de otoño a una pareja de hombres forrando los libros de sus hijos. Y por ahí no, vale que sean moñas, tú, ¡pero formar una familia! Protesta de los supongo que heteromilitantes de HazteOír.org y los grandes almacenes retiran el anuncio. Sin explicaciones, sin ruido, a la chita callando.
Los ultramontanos ya llevan un ministro hundido, y mira que el hombre tiraba para corcho flotante
O eso creían ellos porque se ha montado buena. La verdad, no tengo claro que les salga a cuenta la bajada de pantalones, con perdón. Dudo que la derecha reaccionaria e intolerante compre más que el resto; o sea, la gente normal que vive su vida sin querer mangonear en la ajena. Gais y lesbianas incluidos, y toda la tropa LGTB y sus derivadas. Recuerde la empresa que la fuerza de los ultramontanos ya lleva un ministro hundido, y mira que el hombre tiraba para corcho flotante.
Cuánto cuesta subir una cima, queridos herederos de Areces, y qué poco se tarda en caer dando trompadas desde ella. No pongo ejemplos por no pisar juanetes, pero por lo pronto estoy pensando hacerme socia del Aldi. Torres más altas han caído.
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Mercedes de Pablos
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