1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

CTXT necesita 3.000 suscriptores más para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Testimonio

Mi historia, la de un refugiado con final feliz

Kawa Alhaj París , 5/10/2016

<p>​Kawa da clase de inglés en el campo de refugiados de Serres.​</p>

​Kawa da clase de inglés en el campo de refugiados de Serres.​

L.A.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agueros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Soy un refugiado sirio residente en Francia. Uno de los pocos afortunados a los que Europa ha dado una verdadera oportunidad. Aterricé en París el 22 de febrero de 2014. Pude viajar en avión desde Beirut, porque tanto la embajada francesa, como la australiana y la noruega me ofrecieron asilo. Desde que llegué, me he dedicado a aprender francés como un loco hasta obtener el certificado de nivel B2. Ahora soy estudiante de un máster en Ciencia Política en la Sorbona, gracias a una beca. Mi historia parece especial, pero por desgracia se parece a la de muchos otros que, sin embargo, no han tenido la misma suerte.

Nací en Qamishli, una ciudad del nordeste de Siria, en 1986. Mis padres son kurdos, pero puedo decir que en mi sangre llevo una mezcla de diferentes etnias y religiones. Una de mis abuelas era de origen nómada y la otra árabe, tengo antepasados armenios e iraquíes. Parte de mi familia es musulmana, otra, yazidí.

Las tensiones políticas de mi comunidad con el gobierno sirio hicieron que, en 2002, recién cumplidos los dieciséis, me afiliase al Partido de la Unión Democrática, el partido político nacionalista kurdo de Siria. Mi único papel en él fue dar clases de kurdo a niños en mi ciudad, una actividad inocente pero muy sensible, que debía mantener en secreto. Impartía las lecciones semanalmente en las casas de diferentes familias. A pesar de las precauciones, tan solo seis meses después de comenzar, recibí la primera llamada de atención: las fuerzas de seguridad del Estado fueron a buscarme a casa de mis padres. Por suerte, yo no me encontraba allí y me libré de una detención. Para mantener un perfil político bajo, decidí mudarme a Damasco a trabajar.

Dos años después, en marzo de 2004, durante una de mis visitas a mi familia en Qamishli, participé en varias manifestaciones masivas contra la represión de las autoridades gubernamentales. El tercer día de estas protestas, el gobierno envió al temido cuarto regimiento de la Armada a detener de forma arbitraria a todos los hombres jóvenes de la ciudad. Yo estaba entre ellos. Me encerraron en la prisión de la ciudad de Hassakeh durante dos meses. Me propinaron palizas durante el interrogatorio y me torturaron en la cárcel. Estuve semanas desnudo junto a un centenar de personas en una celda muy pequeña. Solían inundar el suelo de agua y aplicar corriente eléctrica sobre ésta. Tras dos meses, el presidente Al Assad dictó una amnistía general y nos dejaron ir.

Entre 2004 y 2008 estudié un grado en Literatura Inglesa en la Universidad de Damasco. A pesar del riesgo, cuando me lo pidió un colega de la facultad, reanudé las clases de kurdo. Enseñaba a algunos niños de los barrios kurdos de la capital. También comencé a dar clases de árabe a extranjeros.

En 2009, cuando ya estudiaba un máster en Literatura Inglesa, un miembro de la policía secreta me detuvo y llevó a la oficina de Seguridad Política, cerca de la plaza Miyasan. Me pegaron y acusaron de proveer de información a extranjeros poniendo en peligro la seguridad nacional. Durante los siguientes meses, los mismos agentes me arrestaron en numerosas ocasiones a modo de amenaza. Al final, dejé de dar clases, me centré solo en los estudios y me gradué en 2010.

En Grecia entendí que los gobiernos europeos están tratando de desalentar a quienes vienen a buscar refugio

En marzo de 2011, cuando comenzaron las manifestaciones contra el gobierno, participé en una serie de protestas en mi ciudad natal, todos los viernes, durante varias semanas, hasta que la policía militar fue a buscarme a casa para obligarme a alistarme en el servicio militar. Yo no podía aceptar conociendo el papel que estaba jugando el ejército en la represión de la revuelta. Por eso, en julio de 2011, decidí huir al Líbano. Lo logré con la ayuda de un amigo británico que consiguió los contactos necesarios para poder pagar a un guardia y que no me registraran en la frontera.

En Beirut me alojé en casa de un amigo estadounidense y traté de encontrar trabajo. Una misión imposible siendo ilegal. No me sentía seguro, pero finalmente me uní a la sección libanesa de la Unión de Estudiantes Libres de Siria. Enseguida me convertí en el presidente. Éramos una veintena de activistas apoyando la revuelta contra el gobierno de Damasco como podíamos: ayudabamos  a refugiados procedentes de nuestro país, dábamos clases y participábamos en manifestaciones que se organizaban contra el gobierno de Assad. Durante esos años también ayudé a  corresponsales de medios internacionales a acceder a las áreas de la oposición, poniéndolos en contacto con mis compañeros de la Unión de Estudiantes y con otros activistas dentro de Siria.

En 2013 me detuvieron tres veces en las calles de Beirut. En febrero, en marzo y por última vez en abril, cuando miembros de las fuerzas de seguridad libanesas me cubrieron la cabeza y metieron en un todoterreno para llevarme a un lugar desconocido. Permanecí en aislamiento durante lo que creo que fue una semana. En mi móvil encontraron contactos de activistas y de miembros del Ejército Libre de Siria. Los tenía por mi trabajo de apoyo a los periodistas internacionales. Fui acusado de usar un sello falso al entrar en Líbano y de ser miembro de la oposición siria. Me trasladaron a la cárcel de Roumieh, donde estuve prisionero cinco meses y medio.

Roumieh es la cárcel más conocida y temida de Líbano. Retiene a alrededor de 5.500 prisioneros, incluyendo a algunos de los considerados más peligrosos del país: exespías israelíes y salafistas relacionados con la insurrección contra el Estado libanés. Roumieh no cumple con los estándares mínimos de la ONU. Existen  numerosas acusaciones de corrupción y los guardias y doctores han sido acusados de traficar con drogas en el interior del penal.

Durante el interrogatorio me hicieron sentir que era un criminal. Pensé que estaría en Roumieh años. Intenté usar todas las conexiones que tenía, a través de diferentes partidos y políticos de Líbano, mediante activistas con poderosos contactos y abogados, pero no funcionaba nada. Finalmente, a través de un amigo que hice en prisión, conocí a un cura anglicano que, aún hoy no sé cómo, logró que me dejaran salir de la cárcel a cambio de pagar mil dólares, cantidad que entonces podía cambiarse por un millón de libras libanesas.

El 20 de septiembre de 2013 fui puesto en libertad. Salí, aunque con una orden de deportación pendiendo sobre mí y mi pasaporte confiscado por las autoridades. Estaba literalmente atrapado. Además, la experiencia de la tortura fue extremadamente traumática. Aún hoy, tengo importantes dificultades a la hora de recordar aspectos específicos de mi tiempo en prisión. Los meses siguientes compaginé las visitas al psicólogo con el trabajo en varias embajadas de Beirut. En ellas di clases de árabe a los trabajadores y en ocasiones lecciones de kurdo a periodistas. Vivía con muchísimo miedo. Fue mediante estas instituciones como conseguí acelerar mi petición de asilo político y me salvé de… a saber de qué.

Desde que vivo en Francia he recibido el apoyo de muchas personas. Además de estudiar, voy a dar clases de árabe en varias escuelas de París. Mi familia está lejos, pero en relativa seguridad, refugiada en Iraq. Gracias al pasaporte francés para refugiados, en marzo de este año pude volver a ver a mis padres y hermanos seis años después de la última vez. Mis nuevos papeles me permiten visitar todos los países del mundo excepto Siria, pero aún estoy tenso en los controles de seguridad de los aeropuertos.

​Kawa, acompañado de un amigo, se marcha del campo de refugiados de Nea Kavala tras su último día de clases 

​Kawa, acompañado de un amigo, se marcha del campo de refugiados de Nea Kavala tras su último día de clases 

En junio de este año, cuando planeaba cómo pasar mi segundo verano en Francia, decidí que volaría a Grecia. Me lo pensé mucho, porque no sabía si estaría preparado para ver de cerca el sufrimiento que me transmiten mis padres, hermanos y amigos cuando nos llamamos, y las noticias que me llegan cada día sobre la guerra. Pero también sentía la necesidad de hacer algo, y para ello necesitaba conocer la situación de los míos, los que huían de la guerra y ahora estaban en un campo de refugiados aquí cerca, en la misma Europa que yo estoy conociendo de una manera tan diferente.

Fue mucho peor de lo que esperaba. Fue extremadamente duro psicológicamente ver con mis propios ojos las calamitosas condiciones en las que la misma Europa que tanto me ayuda a mí deja que otras personas malvivan. Fue también particularmente difícil percibir cómo esas personas veían una esperanza en mí y en mi historia; y sentir la impotencia de no poder corresponderles, de no tener el poder para hacer casi nada por ellos.

Trabajé de voluntario durante cinco semanas, en junio y julio, y he vuelto diez días en septiembre, antes de que el comienzo de curso me obligara a volver a París. Aunque aún tengo problemas de memoria desde que salí de la cárcel en Líbano, recuerdo perfectamente el primer día que accedí a ese campo de refugiados al norte de Salónica. Tras conocer el centro comunitario que habían construido voluntarios independientes de todo el mundo, me di un paseo entre las tiendas. Un hombre joven me invitó a tomar té en su tienda, con su familia. Eran de Qamishli. Unos días más tarde, me presentaron a un vecino, que también venía de nuestra ciudad natal. Tras cinco minutos de conversación, averiguamos que éramos primos. Habíamos perdido el contacto cuando éramos adolescentes. Nos reímos y abrazamos, aunque la situación era profundamente triste. Esa noche fue la primera de muchas en las que me costó dormirme.

Fue duro psicológicamente ver las calamitosas condiciones en las que la misma Europa que me ayuda a mí deja que otras personas malvivan

Yo ya había estado en campos de refugiados en Líbano, como traductor, acompañando a periodistas, pero por mi situación personal y mis propias dificultades en aquel momento, no había sido capaz de acercarme más y de escuchar de verdad las historias de quienes vivían en ellos. En Grecia fue diferente. Quería ayudar y entender.

Entendí que los gobiernos europeos están tratando de desalentar a quienes vienen a buscar refugio. La única explicación que encuentro a las deplorables condiciones que observé en Grecia es que quieren hacer que los propios refugiados desaconsejen a sus seres queridos el viaje, que les digan que no hay manera de estar a salvo, en condiciones dignas, en Europa.

Incluso en Iraq, me pareció que los campos están mejor equipados. Allí al menos se les asegura verdaderamente el derecho a la educación y muchos pueden trabajar. Por lo que he podido ver, en Grecia no es así. Mi papel en Nea Kavala, donde conviven kurdos, sirios e iraquíes, fue, sobre todo, actuar como traductor y, a veces, incluso, como mediador para evitar malentendidos. Esto lo hacía tanto entre los refugiados como entre estos y el médico o los trabajadores de  ACNUR, la institución que gestiona el campo. Yo tenía otra imagen de Occidente.

Lo único positivo que escuché sobre el  campo fue el agradecimiento de los habitantes a los voluntarios independientes de las grandes organizaciones. Me decían que el hecho de que alguien se preocupara por sus hijos, que mostrase interés y jugara con ellos, era el único acto de verdadera generosidad y apoyo humano que habían sentido en mucho tiempo.

Me volví de Grecia con un recuerdo, el de las clases de inglés que di por las tardes a grupos de hombres y mujeres. Vi en ellos  unas ganas inmensas de mejorar.  Recuerdo tener a las mujeres frente a mí con sus hijos pequeños en brazos, concentradas, riendo y soñando con el futuro que les espera. Y por supuesto, recuerdo charlar con todos ellos, escuchar sus historias, que me recordaban una y otra vez  la mía.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agueros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Kawa Alhaj

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí