Análisis
Los costes del día de hoy
Los protagonistas del golpe, tal vez no eran conscientes del ruido que provocaban. Vivían en otra época, sin ruido. Todo este ruido no previsto ilustra que una gran coalición no es sencilla, pues tiene costes electorales
Guillem Martínez 23/10/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?
---------------------------------
La solución más natural era la más violenta. Una gran coalición. Eso --derechas e izquierdas pactando una política única, ubicada muy lejos de la izquierda, incluso del Bienestar, que no fue una construcción de las izquierdas--, es lo que sucede, esta mañana a primera hora, en la RFA y en el Parlamento Europeo. Es lo que tendría que suceder, por tanto, aquí abajo, máximo cuando los dos grandes partidos --uno, ya no tan grande--, no sólo no difieren en sus políticas estructurales, sino que carecen de ideas, resortes y cuadros para practicar cualquier otro tipo de políticas. Ninguno de los dos grandes partidos, y eso ha quedado claro en la pasada y en la actual legislatura, posee una cultura diferente a la que poseían cuando no era necesario pactar gobiernos. Ninguno posee la capacidad, o su sombra, para modificar las políticas actuales, aún en sus aristas más anecdóticas. Si la gran coalición no sólo era lo más probable, sino que era el destino interno de los dos grandes partidos, la rareza es que aún no sea un hecho. Todo apunta --todo ha apuntado, en todo momento-- a que habrá una gran coalición, incluso en su forma más precaria, a través de la abstención del PSOE y de la negación misma del PSOE para intentar otro tipo de Gobierno, que excede a su cultura --por ahora--, que no entiende, no comprende, no visualiza y no puede negociar. Visto lo visto, la pregunta es: ¿qué ha sido necesario para acceder a la gran coalición? La respuesta ilustra el carácter --vuelvo a repetir la palabra-- violento de esa operación.
Enumeremos. Han sido necesarias dos elecciones y, por los pelos, casi tres. Ha sido necesaria una campaña de la prensa convencional, en la que se ha entrelazado la opinión y la información y los datos. Para ello, a su vez, ha sido necesario cambiar el accionariado de los medios, que hoy pertenecen, entre otras perlas empresariales, a la banca. Y, con ello, al IBEX, ese nuevo sujeto político. Ha sido necesario que Felipe González --un hombre fundamental en las relaciones exteriores y en la relación entre empresas y Estado, que sólo participa en la política local en momentos dramáticos-- participe desde el extranjero --el único topos, al aparecer, en el que puede participar--. Ha sido necesario un golpe en el PSOE, en el que un líder, el primero elegido por sufragio, poco diferenciado de cualquier otro, y que no había alcanzado --es posible que, ni tan solo, iniciado, las conversaciones para ello-- un pacto con el pack Podemos y con el pack indepes, fue defenestrado. Posiblemente porque su negativa a un gobierno PP, que respondía, se supone, a un cálculo electoral, conducía directamente a unas terceras elecciones. Para realizar ese golpe han sido necesarios, a su vez, más de treinta golpes en los últimos años en Andalucía, intervenciones en diversas agrupaciones locales del PSOE(A) que han modulado una líder, una idea de funcionamiento y una cultura del poder interno que compagina la lágrima --es decir, la instrumentalización de los medios que quieran ser instrumentalizados--, con el aplazamiento de la democracia interna.
Posteriormente al golpe, para cumplir con el periplo que debe acabar con un Presidente de Gobierno PP antes del día 31 de octubre, se ha tenido que celebrar un Comité Federal en domingo. Hoy. Según ha detallado El Confidencial, no se pudo hacer ayer, sábado, porque se entregaban los premios Princesa de Asturias --una disfuncionalidad propagandística de la cultura española; algo, por lo visto, muy importante, y a lo que no se puede dejar de asistir--, a los que tenía que acudir el actual presidente de la Gestora del PSOE. Para no dificultar al trayecto de Rajoy a la investidura se ha tenido que aplazar, por lo mismo, el Debate del Estado de la Región en Asturias. Y se tendrán que reducir al mínimo las conversaciones del rey con los grupos parlamentarios. En ese trance, por tanto, se ha visualizado que esas conversaciones no son importantes ni determinantes, que todo sucede en otro sitio, y que el papel del rey en todo esto es anecdótico, en el mejor de los casos. También, y por el apremio en el calendario, Rajoy ha tenido que cancelar su asistencia a la Cumbre Iberoamericana, a la que tendrá que asistir el rey en solitario. Es decir, otra vez, nadie.
¿Qué ha pasado? ¿Qué ilustra tanta violencia sobre un calendario, sobre un partido, sobre una decisión defendida en la última campaña electoral? No ilustra nada del partido. El PSOE, como cualquier partido antiguo, o no tan antiguo, es una mezcla de grandeza y de miseria. Aquel partido fundado siguiendo la directriz de la AIT de formar partidos obreros en sus Regiones, hecho a toda velocidad, con el material humano encontrado por Lafargue en Madrid, para evitar que los movimientos obreros peninsulares entraran en el campo de influencia del sector no autoritario de la Internacional, tiene su historia de grandeza. Pequeñas historias que explican cómo ganaron el primer cargo electo --muy tardíamente, cuando descubrieron cómo los caciques de Madrid marcaban los sobres de los votos no obreros, con un punto en un extremo; el PSOE comunicó ese dato a sus votantes; Paulino Iglesias fue elegido-. Historias que explican un sindicalismo dramático, fundamentado en la UGT, que no vio ganar una huelga hasta el siglo XX. Historias de autoinstrucción en Casas del Pueblo, no muy diferenciadas de los locales anarquistas, salvo por el hecho de que en una Casa del Pueblo se fumaba y se tomaba café. Cambios de velocidad como cuando Ortega lanza la proclama de entrar en el PSOE, escuchada por toda una generación de intelectuales, como Negrín, que hicieron algo no previsto: girar a la izquierda. Huelgas salvajes en Asturias, el único punto en el que el socialismo y el anarquismo fueron de la mano. Un Gobierno de la República, en plena guerra, en el que, para bien o para mal, se intentó la unión de todos los matices del antifascismo. Pero también Ilustra una historia oscura que explican un partido fascinado por el poder. La colaboración con la dictadura de Primo de Rivera en detrimento de la CNT, el rival político del PSOE y la UGT de aquel momento, la participación en intentos pactados de solución a la dictadura de Franco, muy tempranos, tal vez antes de lo estéticamente necesario. Una refundación, tal vez otro golpe, en 1974, en la que el PSOE se renueva con líderes cooptados por fundaciones alemanas, que modularían la Transición hacia tramos no previstos por la sociedad permeable al PSOE en aquel momento, más sensible al conflicto. La participación en las etapas previas al 23F, cuando no iba a ser un golpe ad-hoc cutre, sino un cambio de timón riguroso, sin sables visibles.
EL PSOE, por tanto, ha sido fiel a una parte de su tradición también en este trance. Lo que ha cambiado ha sido la recepción a su apuesta. Hace unos años, un golpe así no se hubiera producido, o se hubiera producido sin tanto ruido y estupor. Los protagonistas del golpe, tal vez no eran conscientes del ruido que provocaban. Vivían en otra época, sin ruido. Todo este ruido no previsto ilustra que una gran coalición no es sencilla, pues tiene costes electorales. Indica, por tanto, que por fin existen los costes electorales. O, lo que es lo mismo, que ha habido un cambio cultural enorme en la sociedad peninsular, de manera que un partido programado para la gran coalición, no puede hacerla, sin morir en ese trance.
Parece que mate. Pero, en realidad, muere.
---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí