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La señora Van Duin en un momento de su intervención en la televisión pública holandesa para defender su derecho a elegir cuando morir.
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La señora Van Duin carga con 91 años a sus espaldas y vive sola en Oegstgeest, un pequeño municipio cerca de la ciudad de Leiden, en el suroeste de Holanda. Se queja de los achaques típicos de su edad y teme que un día, si se cae al suelo, no se pueda volver a levantar. Sentada en su sofá con un perro blanco en su regazo, defiende frente a la cámara de la televisión pública holandesa Nos su derecho a elegir cuándo dejar este mundo.
Con un tono de voz firme, habla de la muerte como algo deseable. “No despertarme me parece la mejor medicina. Cuando me levanto cada mañana pienso: uf, otro día”. Su vida, afirma, “ya no tiene sentido”. Ha tenido una vida, pero lo que tiene ahora es “es algo nulo, sin valor”.
-- ¿Y sus seis hijos?
-- Tienen sus trabajos, sus vidas y sus familias. Mientras, yo estoy aquí, sola. Y no puedo estar sola.
La mayoría de sus vástagos viven en Amsterdam, a 40 kilómetros de Oegstgeest, y la visitan de vez en cuando. “Después se van”, se queja ella.
En estos momentos la señora Van Duin tendría casi imposible conseguir ayuda legal para morir porque la ley actual considera imprescindibles ciertos criterios médicos, como sufrimiento insoportable y sin perspectivas de mejora. La última propuesta del Gobierno holandés abre, sin embargo, la puerta a que personas como Van Duin, si realmente están decididas, puedan pedir un final digno para sus vidas.
Hablar de eutanasia en Europa significa dirigir la mirada hacia el norte. En 2002 Holanda se convirtió en el primer país del mundo que la legalizó, actuando como avanzadilla de otros. Le siguieron Bélgica y Luxemburgo, mientras que Suiza aprobó el suicidio asistido. Fuera del viejo continente, Colombia, Canadá y algunos Estados de Estados Unidos han imitado el ejemplo. En España el Código Penal prohíbe la eutanasia activa y el suicidio asistido.
La nueva propuesta del Gobierno holandés se dio a conocer hace dos semanas y se basa en una pregunta extraña, incluso incómoda, para unos oídos mediterráneos: ¿Debe seguir viviendo alguien que, por los motivos que sean, considere que ya ha tenido “una vida completa” y quiera por ello morirse?, se lee en la carta conjunta, dirigida al Parlamento, de la ministra de Sanidad, Edith Schippers, y el ministro de Justicia, Ard van der Steur.
En 2002 Holanda se convirtió en el primer país del mundo que legalizó la eutanasia. Le siguieron Bélgica y Luxemburgo, mientras que Suiza aprobó el suicidio asistido
La cuestión obliga a aclarar un término que, de entrada, resulta confuso. ¿Qué significa haber tenido “una vida completa”? Los ministros responden en la misiva: aquellas personas “a menudo de edad avanzada que, desde su punto de vista, consideran que ya no tienen más perspectivas en la vida, desarrollando como consecuencia un deseo de morir persistente y activo”. Los ministros cierran así una puerta, pero al mismo tiempo abren una ventana de dimensiones impredecibles.
La puerta es la referencia a la gente “de edad avanzada”, aunque de momento aún no se haya establecido una edad mínima. El director de la Asociación Holandesa para un Final Voluntario de la Vida (NVVE), Robert Schurink, recuerda que los jóvenes no podrían acogerse a este proyecto de ley. “Los chicos con impulsos suicidas pueden recibir ayuda profesional. Existe un teléfono especial para muchachos con este tipo de problemas”.
La ventana es que las personas mayores podrán solicitar un suicidio asistido si defienden con argumentos sólidos que están cansadas de vivir. Hablando en plata: no necesitarán estar enfermas.
Dos términos se repiten entre los defensores de la eutanasia: “morir con dignidad” y “autonomía”. El director de la NVVE señala que, de no aprobarse la propuesta de los ministros, la alternativa sería que estas personas “dejasen de comer y de beber” e insiste: “Mucha gente mayor vive en esta situación, ya no ven un capítulo más en sus vidas”.
La nueva ley supondría además la creación de una nueva profesión, una especie de orientador social con formación en Psicología, Enfermería y Medicina. Se encargaría de evaluar y aprobar o rechazar las solicitudes de muerte por cansancio vital. También garantizaría que estas no se deben a una simple depresión o a un problema médico tratable.
“Revisarían todas las opciones disponibles para intentar darle al solicitante un significado a su vida”, puntualiza Schurink. En caso de que el demandante insistiera, los orientadores podrían dar luz verde a la eutanasia. La medicina mortal se obtendría semanas después con una prescripción en una farmacia.
De momento, la Real Sociedad Médica Holandesa (KNMG), con sede en Utrecht, ha preferido guardar silencio. “Primero queremos evaluar de forma exhaustiva la carta (de los ministros) y sus consecuencias antes de dar una reacción oficial”, han dicho fuentes de la federación de doctores, que calculan para mediados de diciembre la toma de esa posición.
En 2015 se aplicaron 5.516, lo que supone una media aproximada de 15 al día y un 3’75% de las muertes en todo el país. Hace 10 años se practicaron 1.933
Por otro lado, el Gobierno ha recibido algunas críticas por ignorar las conclusiones del informe Schnabel, un documento redactado por un comité de expertos que estudió durante dos años el asunto. En él, desaconsejaron extender las posibilidades legales del suicidio asistido para personas “con una vida completa” porque consideraron que el actual marco jurídico “es suficiente”.
Los ministros discreparon. La ley aprobada en 2002 no cubre la “solicitud legítima” de aquellos que consideran que su vida ya está completa y que han sufrido “la pérdida de una pareja” o “de sus seres queridos”, replican en la carta enviada a la Cámara Baja. “Hay gente para la que que cada día que pasa es uno más en espera de la muerte. Estas personas preguntan cómo pueden poner fin a su vida de una manera digna”, mantienen.
La propuesta encontraría en el Parlamento actual un apoyo mayoritario: es defendida por los partidos de la actual gran coalición, el liberal VVD del primer ministro, Mark Rutte, y el socialdemócrata PvdA. También la ven con buenos ojos los social liberales del D66 y los Verdes de Izquierda. En contra están los socialistas del SP y los democristianos del CDA. Ambos critican que el Gobierno haya ignorado las conclusiones del informe Schnabel, aunque cada uno aporta sus matices. Los primeros relacionan la propuesta con las políticas de austeridad del Gobierno y piden que se destinen más recursos al cuidado de la gente mayor. Los segundos califican de mito la idea de que se trate una elección individual, añadiendo que una medida así afectaría también a la familia y a la sociedad.
No obstante, ya no hay tiempo para que se apruebe en la actual legislatura ya que en marzo de 2017 se celebrarán elecciones. Será labor del próximo gobierno desarrollar o no la propuesta de los actuales ministros.
La eutanasia en Holanda hoy
De momento, la ley holandesa que regula la eutanasia es tajante. No se permite a extranjeros y solo pueden acogerse personas que padezcan un sufrimiento insoportable y sin perspectivas de mejora. Si el paciente la solicita, el doctor debe informarle de qué otras posibilidades terapéuticas existen. Si el enfermo persiste en su idea, otro colega facultativo evaluará de nuevo su cuadro médico.
La nueva ley supondría la creación de una nueva profesión, una especie de orientador social que se encargaría de evaluar y aprobar o rechazar las solicitudes de muerte por cansancio vital
En caso de que ambos lleguen a la conclusión de que los dolores sufridos por el paciente son insoportables y su cura es imposible, la eutanasia se aprueba. Esto ocurre, según los expertos, en un 55% de los casos. En el 45% restante la solicitud es rechazada, el paciente cambia de opinión o muere antes de que se tome la decisión final.
Los médicos deben seguir todos los pasos del procedimiento de forma meticulosa. De hecho, si se saltan alguno y suministran una inyección letal de forma errónea, se arriesgan a una condena de hasta 12 años de cárcel.
Las estadísticas, frías e implacables, arrojan datos que contestan a dos preguntas clave para entender la magnitud del asunto. ¿Cuánta gente muere en Holanda por eutanasia o suicidio asistido al año? ¿Por qué motivos la piden?
Las respuestas, gracias a la transparencia de los Comités Regionales de Revisión de la Eutanasia, son precisas. En 2015 se aplicaron 5.516, lo que supone una media aproximada de 15 al día y un 3’75% de las muertes en todo el país. No es baladí, sobre todo teniendo en cuenta que hace 10 años se practicaron 1.933, menos de la mitad.
La legislación permite la eutanasia a partir de los 12 años de edad. Si el paciente tiene entre 12 y 15 años necesita del consentimiento de sus padres, pero entre los 16 y 17 años no es imprescindible
¿Los motivos? Varios, pero el año pasado el 72’5% se debió a un solo factor: el enfermo padecía cáncer. Muy por detrás quedaron otros trastornos como los del sistema nervioso (5.6%), las enfermedades cardiovasculares (4.2%) o las pulmonares (4%). También hubo casos por demencia (109 casos en 2015, 2% del total) y por trastornos psiquiátricos (56 casos, 1% del total).
La legislación holandesa permite la eutanasia a partir de los 12 años de edad. Si el paciente tiene entre 12 y 15 años necesita del consentimiento de sus padres, pero entre los 16 y 17 años no es imprescindible. Los progenitores son informados y se les implica en la toma de la decisión, pero la última palabra la tiene el menor. En 2015 se aprobaron eutanasias para dos adolescentes.
El expediente 2015-59 arroja luz precisamente sobre un caso que tuvo como protagonista a una chica de 16 años diagnosticada con leucemia mieloide aguda cuando tenía 14. Fue sometida durante 18 meses a tratamientos “pesados, dolorosos y nauseabundos”, indica el informe, e incluso se sometió a un trasplante de células madre que no dio resultado.
Finalmente, los médicos llegaron a la conclusión que a la chica le quedaban unas pocas semanas de vida, solo siendo posible la aplicación de tratamientos paliativos. Sufría herpes zoster, fatiga y náuseas y había descrito su sufrimiento como “insoportable” porque había “perdido el control de su vida”, describe el informe.
Tras comunicar su deseo de morir lo antes posible, el médico que la atendía constató que no había posibilidad de mejora. Añadió que, por razones de conciencia, él mismo no podía aplicar la eutanasia. Otro colega facultativo corroboró la gravedad del caso, comprobó que la adolescente era mentalmente competente y que entendía la naturaleza de su decisión. Sus padres fueron informados en todo momento del proceso. Días después, recibió una inyección que acabó con su vida.
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Autor >
David Morales Urbaneja
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