Análisis
Los datos del desempleo: optimismo imposible
La población activa no ha dejado de caer desde que Mariano Rajoy está en La Moncloa. Miles de trabajadores han sido expulsados del mercado laboral y el nuevo empleo es precario, con salarios bajos y de muy corta duración
Paula Moreno / Iván H. Ayala 4/11/2016
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Los últimos datos de la EPA y del paro pueden suponer una tentación para mantener el discurso de la recuperación económica. Sin embargo, profundizando en ellos, se pueden observar problemas estructurales que no están mejorando, sino todo lo contrario.
La tasa de temporalidad
La proporción de contratos temporales se ha mantenido constante desde que Mariano Rajoy accedió a la presidencia en 2011, y las últimas cifras muestran incluso un ligero crecimiento. La tasa de temporalidad de las mujeres es un 20% superior a la de los hombres, mientras que la de estos últimos se ha reducido desde el inicio de la crisis. La explicación a esta situación guarda poca relación con la recuperación económica. La precarización se ha instalado en el mercado laboral.
La tasa de temporalidad de las mujeres se ha incrementado, principalmente, debido a la caída de rentas familiares. Muchas mujeres se han visto obligadas a incorporarse al mercado laboral en condiciones precarias con contratos temporales. En parte, esto se explica porque las tareas de cuidados –a niños, ancianos, dependientes o parejas– recaen mayoritariamente en las mujeres. Compaginar el trabajo y este tipo de tareas implica, en muchas ocasiones, tener empleos precarios. A esto se une la situación de crisis generalizada y el deterioro de las rentas familiares y de los servicios públicos, muy reducidos tras los recortes. Muchas de estas tareas de cuidados vuelvan a los hogares, ya que las familias no pueden costear centros de día, residencias, guarderías o actividades extraescolares. Esta precarización de la vida laboral y familiar de las familias es asumida principalmente en las mujeres: entre las personas con educación superior, ellas sufren una tasa de subempleo un 70% superior a la de los hombres.
Este fenómeno, denominado el “suelo pegajoso”, implica trabajos muy precarios, de pocas horas a la semana, con pocas posibilidades de ascender y de mejorar las condiciones. Las mujeres se ven “atrapadas” en puestos de trabajo de muy baja cualificación y con pocas opciones de mejora. Esto no solo supone una precarización anclada en el género, sino un problema de eficiencia en el mercado de trabajo y una pérdida de potencial productivo.
La caída en la tasa de temporalidad de los hombres se produce principalmente por la destrucción de empleo. Tras una primera fase de descenso (hasta 2013), la tasa vuelve a tomar una tendencia creciente porque la mayor parte de los empleos que se crean son temporales. La generación de la temporalidad no se debe solo al modelo productivo, centrado principalmente en el turismo, sino a los enormes incentivos que existen para abusar de este tipo de contratos.
Productividad
Esta situación configura un problema potencial para nuestra economía, pues genera una dependencia de la precariedad y la temporalidad en nuestro modelo productivo. Uno de los impactos más relevantes de la inusual tasa de temporalidad en términos económicos se da sobre la productividad, y supone uno de los mayores problemas actuales.
Fuente: Eurostat
Como se observa en el gráfico, la productividad en España ha evolucionado de manera contraria a la del resto de los países europeos. En estos, cuando crece el empleo, también lo hace la productividad, mientras que en España se estanca, o crece muy por debajo de la media. En periodos de crisis, la productividad en los países europeos se hunde –porque no se destruye tanto empleo--, mientras que en España, por el contrario, esta se dispara. De esta forma, la principal fuente de crecimiento de la productividad es la destrucción de empleo. Como los trabajos que más rápido se destruyen son aquellos con mayor precariedad y menor productividad –sector servicios principalmente-- la productividad total se incrementa. La tendencia que se presenta en el último informe del Servicio Público Estatal de Empleo (SEPE) es devastadora, pues afirma que los contratos “de duración inferior a un mes han pasado del 29,44% en 2006 al 40,87% en 2015; los de duración inferior a 7 días que suponían en 2006 el 16,10% en 2015 llegan al 26,72%. Los contratos de duración superior a los doce meses en los diez últimos años no llegan al uno por ciento”.
El BCE apunta que las reformas laborales han hecho que España sea uno de los países donde las empresas encuentren más facilidad para “ajustar” su plantilla
El modelo productivo, basado principalmente en servicios de bajo valor añadido, puede explicar una tasa de temporalidad elevada. Pero España tiene la tasa más alta de la OCDE o de la Eurozona. Algunos países especializados en sectores como el turismo (Francia) o con un sector de la construcción importante (Reino Unido) no tienen estas tasas de temporalidad tan elevadas, ni un comportamiento de la productividad de este tipo. Decir que el desempleo en España tiene como motivo la rigidez laboral es ignorar los hechos, o peor aún, tergiversarlos. La elasticidad del empleo en España –que mide cuánto empleo se crea o se destruye como consecuencia de una caída o subida del PIB-- no solo era la más alta de todas las economías avanzadas hace 25 años –según datos de la OIT-- sino que además se ha incrementado casi un 180% desde los años noventa.
El BCE apunta además que las reformas laborales de los últimos años han hecho que España sea uno de los países donde las empresas encuentren más facilidad para “ajustar” su plantilla. Si la rigidez laboral se define como la incapacidad de ajustar el empleo debido a una caída de la actividad, parece claro que España representa un ejemplo exactamente de lo contrario.
Población activa
La población activa tampoco ha dejado de caer desde que Mariano Rajoy está en La Moncloa. Este se puede explicar en parte por el envejecimiento natural de la población. Sin embargo, en otros países de la Eurozona con similar envejecimiento, la población activa no solo no cae sino que se incrementa. Las políticas de austeridad han expulsado del mercado de trabajo a millones de personas. España dejó de ser un país emisor de emigración a mitad de los años ochenta, y hemos vuelto a saldos migratorios negativos durante la pasada legislatura debido a los años más duros de la austeridad. Los llamados exiliados económicos –que no eligen abandonar el país, sino que son expulsados del mercado de trabajo español-- son el reflejo de esta situación. A esto habría que añadir el inusual incremento de los parados de larga duración y de muy larga duración.
España es el país donde más han aumentado este tipo de desempleo. Casi la mitad son personas de más de 45 años. Esto supone un enorme problema social (en muchos casos ya han agotado todas las ayudas), que puede generar bolsas de pobreza difíciles de resolver. También un problema económico, pues es una pérdida de recursos y trabajadores con experiencia que el país no se puede permitir en estos momentos. Además de las reformas, la “tasa de cobertura” no ha dejado de caer desde el inicio de la crisis: un 42% de los desempleados no perciba ninguna prestación. CC.OO. alerta de que la “tasa de protección por paro” es prácticamente la mitad de esta cifra, lo que hace que muchas personas estén pasando de percibir rentas contributivas a rentas asistenciales. Son datos con rostro de mujer. Según el último Informe de los Servicios Sociales en España del Consejo General del Trabajo Social, el perfil medio de la persona usuaria de servicios sociales es una mujer de 36 a 50 años, con estudios primarios, con hijos e hijas a cargo, en desempleo y con unos ingresos medios mensuales entre 300 y 500€.
Las últimas reformas laborales han supuesto una verdadera transformación del empleo que se genera en España
Se está transformando la naturaleza del trabajo, y las últimas reformas laborales, si bien iban en el mismo sentido que las anteriores que se han implementado desde la aprobación del Estatuto de los Trabajadores, han supuesto una verdadera transformación del trabajo que se genera en España: muy precario, con muy bajos salarios y de muy corta duración; se estructuraliza el desempleo de larga duración, y los jóvenes cada vez tienen una vida más compuesta por retales laborales precarios.
Esto tiene una implicación sobre la productividad, que necesita de trabajadores cualificados, con carreras laborales suficientemente estables como para poder cualificarse, y unos salarios que la retribuyan dignamente. Dado que la productividad en última instancia determina la tasa de crecimiento a largo plazo, con la presente tendencia del mercado laboral español estamos perdiendo capacidad de crecimiento potencial ,y sobre todo, estamos precarizando las condiciones de trabajo a gran velocidad. En no mucho tiempo podremos ver las consecuencias.
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Paula Moreno e Iván H. Ayala trabajan en la Secretaría de Economía de Podemos.
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Paula Moreno / Iván H. Ayala
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