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En estos tiempos convulsos y cargados de incertidumbre, nuevas identidades políticas pugnan por establecer marcos de sentido que ofrezcan algún asidero y esperanza de orden frente a una realidad que se presenta como caótica, tornadiza y amenazante. Como consecuencia de ello, los partidos tradicionales encuentran dificultades aquí y allá, particularmente aquellos que son herederos de la vieja socialdemocracia y que parece ya no consiguen enlazar con buena parte de sus votantes históricos. La crisis de la socialdemocracia deja un extraordinario hueco simbólico e identitario que otros actores políticos están tratando de llenar elaborando propuestas de identificación que incorporan rasgos novedosos de cuyo análisis nos ocuparemos en esta serie de artículos que comenzamos hoy.

El malestar de la sociedad global en el viejo continente se expresa en formas diversas y hasta contradictorias, pero todas ellas comparten un mismo efecto: la perplejidad. Evocan (y a veces hasta invocan) los fantasmas más aterradores de nuestra historia, pero sabemos que nuestro mundo ya no es aquél. Populismos, extrema derecha, derecha extrema, nacionalismo radical y xenofobia, crisis de la democracia, profusión de fobias y términos con el prefijo post, todo ello parece combinarse caprichosamente en un cuadro de tintes alarmantes cuyos escenarios son los países de eso que de modo tan ventajista suele llamarse “nuestro entorno”.

Los artículos reunidos en esta serie pretenden aportar algo de luz sobre los porqués de estos fenómenos, la forma en que se están produciendo y su significado para los hombres y mujeres de nuestra época, más allá de las amalgamas y los estereotipos al uso. Las identidades políticas no pueden ser explicadas ni como el mero resultado de condicionantes locales ni como una consecuencia automática de lo global. De ahí sus afinidades y aires de familia, pero también su variedad.

Con esta iniciativa, nuestro propósito es abrir un espacio de debate que, de modo plural y cooperativo, dé cuenta de los procesos de constitución y reconfiguración de las identidades políticas a los que estamos asistiendo en nuestros días. Constituye un reto apasionante abordar la complejidad simbólica y afectiva presente en discursos y procesos tan plurales y diversos como el Movimiento 5 Estrellas italiano, el Frente Nacional de Marine Le Pen, el Partido de la Libertad en Holanda o el británico UKIP, entre otros.

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