Análisis
El socialismo francés, ante el abismo de la pasokización
Tras la renuncia de Hollande, el PS buscará en enero un nuevo líder y candidato presidencial. Pero los sondeos estiman que puede perder la hegemonía de la izquierda
Enric Bonet 14/12/2016
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“He decidido que no seré candidato a la elección presidencial”. Con estas palabras, el presidente François Hollande anunció el 1 de diciembre un hecho inédito en la historia contemporánea francesa: su decisión de no intentar la reelección en las presidenciales, que se celebrarán en la primavera 2017. Con unas cotas de popularidad inferiores al 5%, el dirigente socialista asumió de esta forma el fracaso de su presidencia. La parálisis de la economía, la incapacidad del gobierno para reducir el desempleo por debajo del 9% y la obsesión securitaria ante la ola de atentados que ha sacudido el país representan los principales puntos negros de una legislatura crepuscular, marcada por el gran retroceso electoral que ha sufrido el Partido Socialista (PS).
Tras la llegada de Hollande al Elíseo en 2012, el socialismo francés ha encadenado una derrota tras otra en las elecciones municipales, europeas y regionales. Y la historia amenaza con volver a repetirse en las presidenciales. El PS elegirá a su candidato en unas primarias abiertas que se celebrarán entre el 22 y el 29 de enero. Los favoritos son el ex primer ministro Manuel Valls y los representantes del ala izquierda del partido Arnaud Montebourg y Benoît Hamon. Según los sondeos, no solamente ninguno de ellos alcanzará la segunda vuelta de las presidenciales —en la que se confrontarán el candidato de la derecha republicana François Fillon y la líder ultranacionalista Marine Le Pen—, sino que el vencedor de las primarias socialistas podría quedar por detrás del candidato neoliberal y exministro de Economía Emmanuel Macron y del veterano líder de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon.
“Las primarias de la izquierda parecen un congreso del PS”
Pensadas inicialmente como unas primarias de la izquierda, con la voluntad de alinear a todas las formaciones progresistas detrás de un mismo candidato, las primarias se han convertido finalmente en un enfrentamiento entre las distintas corrientes del socialismo francés. El republicanismo autoritario de Manuel Valls se enfrentará con el discurso crítico con la globalización de Arnaud Montebourg y con el mensaje ecologista de Benoît Hamon. El eurodiputado y exministro de Educación Vincent Peillon ha decidido presentarse en el último momento, con la voluntad de encarnar una visión europeísta y de consenso de la socialdemocracia, que, según él, nadie representa tras la renuncia de Hollande.
“Me cuesta imaginar cómo el discurso autoritario de Valls puede conseguir el apoyo de los otros candidatos”, asegura Escalona
“Las primarias de la izquierda parecen más bien un congreso del Partido Socialista, donde los candidatos se presentan para medir cuál es su peso dentro del partido”, explica Fabien Escalona, profesor de Sciences Po Lyon. Este experto en socialdemocracia cree que “la renuncia de Hollande ha liberado muchas de las divisiones que ya existían antes en el PS”. Unas diferencias entre facciones que en algunos casos parecen irreconciliables. “Me cuesta imaginar cómo el discurso autoritario de Valls puede conseguir el apoyo de los otros candidatos”, asegura Escalona.
Igual que hizo durante sus años en la Rue Solferino, sede del PS, durante su periodo como secretario general, entre 1997 y 2008, Hollande saldrá del Elíseo con una izquierda francesa muy fragmentada. “No ha querido respetar la línea ideológica de su partido”, afirma el historiador político Jean Garrigues, “y esto ha provocado que muchas de las reformas aprobadas estuvieran vacías de contenido”. La ley Macron y la reforma laboral —dos de las normas más polémicas de su mandato— son una buena prueba de los juegos de equilibrio del presidente “normal”. Acusadas de vulnerar principios básicos del modelo social francés, como el descanso dominical y las 35 horas de trabajo semanal, estas medidas también incorporaron concesiones menores a la izquierda, como la reducción del precio del carnet de conducir o el incremento de las ayudas a los jóvenes.
Un viraje liberal decepcionante
La presidencia de Hollande se ha caracterizado “por haber gobernado de espaldas a su partido y a los diputados socialistas”, asegura Escalona. Tras la elección de Manuel Valls como primer ministro en abril de 2014, unos 40 diputados socialistas, conocidos popularmente como los frondeurs, se han ido oponiendo en la Asamblea Nacional a las medidas económicas más liberales. Incluso llegaron a intentar presentar en mayo de este año una moción de censura contra el gobierno de su propio partido. Un hecho inédito en la historia de la Quinta República.
“Muchos militantes socialistas están decepcionados con el viraje liberal que se produjo en enero de 2014 con el pacto de responsabilidad —que redujo en 41.000 millones los impuestos a las empresas—”, explica Garrigues. El PS ha sufrido una hemorragia en el número de afiliados durante estos últimos años. Actualmente, cuenta con poco más de 40.000, mientras que éstos eran más de 250.000 en 2007, según informa el semanario satírico Le Canard Enchaîné.
A finales de noviembre un manifiesto en defensa de la presidencia de Hollande no hizo más que ilustrar la pérdida de apoyos significativos entre los intelectuales. Muchos de los que le apoyaron en 2011 ya no estaban allí
El socialismo francés tampoco dispone del mismo respaldo que tuvo antaño entre las élites universitarias y culturales. Aunque un grupo de artistas y escritores firmó a finales de noviembre un manifiesto en defensa de la presidencia de Hollande, esto no hizo más que ilustrar la pérdida de apoyos significativos entre los intelectuales. Muchos de los 350 que le apoyaron en 2011 ya no estaban allí.
Las primarias socialistas difícilmente movilizarán en enero a los 2,7 millones de personas que participaron en la elección del candidato de la izquierda en 2011, y menos aún a los 4,3 millones que votaron en noviembre en las primarias de la derecha. Según el semanario Marianne, miembros del PS calculan que la participación podría situarse en torno a 300.000 votantes.
¿El fin de la hegemonía del PS sobre la izquierda francesa?
“Me cuesta mucho imaginar que las primarias socialistas puedan movilizar a un gran número de electores”, declara Escalona. Éste reconoce que “existe un verdadero riesgo de que el resultado del PS en las presidenciales sea muy negativo”. Según los sondeos, el aspirante socialista mejor posicionado actualmente es Valls, pero éste sólo obtendría un 10% de los sufragios, quedando por detrás de Macron (13%) y Mélenchon (12%) en la primera vuelta. Aunque ninguno de estos se clasifique para la segunda vuelta, uno de los principales interrogantes de las presidenciales será conocer cuál es el representante de la izquierda más votado.
Tanto Mélenchon como Macron aprovechan el descrédito actual del socialismo para intentar atraer a sus votantes tradicionales
Si al final el candidato socialista obtiene menos votos que Macron y Mélenchon “se trataría de una verdadera novedad histórica que terminaría con la hegemonía de la izquierda francesa que ha tenido el PS durante los últimos cuarenta años”, asegura Garrigues. Tanto Mélenchon como Macron aprovechan el descrédito actual del socialismo para intentar atraer a sus votantes tradicionales.
No obstante, la pasokización del socialismo francés no dependerá únicamente de su resultado en las presidenciales. “Habrá que ver cuál es su resultado en las elecciones legislativas de junio, en las que se elegirá a los diputados de la Asamblea Nacional”, explica Escalona. De hecho, el sistema electoral de doble vuelta y la elección de los diputados en cantones —pequeñas circunscripciones territoriales— favorecen a los partidos tradicionales. Según los sondeos, el PS será la segunda fuerza con un mayor número de diputados en el Parlamento tras las legislativas de 2017, sólo por detrás de la derecha republicana.
Aunque el declive del PS quede mitigado por el sistema electoral, resulta evidente la pérdida de apoyo popular de esta fuerza política. “Como ha sucedido en España, el sistema político francés también se encuentra inmerso en una crisis de régimen”, asegura Escalona.
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