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Michael M. Nybrandt, natural de Frederiksberg, Dinamarca, viajó a Nepal en 1997 junto a un amigo para recorrer el Himalaya y en una noche de tormenta acabó refugiándose en un monasterio de monjes tibetanos. Allí descubriría dos cosas: que les apasiona el fútbol y que su cultura lleva décadas en peligro debido a la ocupación china, que les impide incluso aprender su propio idioma. Formado en cooperación internacional, el danés tomó la decisión de unir ambas circunstancias, acabando por fundar la Selección de Fútbol de Tíbet, una historia que luego reflejó en una novela gráfica, Un sueño hecho realidad, que ahora publica por primera vez en castellano Editorial Base, con ilustraciones de Thomas E. Mikkelsen.
El cómic es la historia de cómo Nybrandt y las autoridades tibetanas en el exilio consiguieron celebrar el primer partido internacional de Tíbet, contra la selección de Groenlandia y en territorio danés, ya en 2001. Las dificultades fueron más allá que las de un partido corriente. Por ejemplo, al no ser federaciones reconocidas por la FIFA, ningún árbitro federado podía pitar el partido sin recibir sanciones. Y, por supuesto, las presiones del gobierno chino.
El danés Nybrandt, de 45 años, cuenta cómo “lo más complicado fue conseguir jugadores. Cuando ya teníamos un equipo completo, que entrenaba en Dharamsala, India [la capital del gobierno de Tíbet en el exilio], les negaron los visados a la mayoría por presiones chinas”. Conseguir jugadores tibetanos en Europa, conseguir un estadio, forzar las presiones económicas sobre de Groenlandia… “En mi país también fue polémico, pero quería que fuese Groenlandia por las similitudes de los dos países y sus culturas”, explica Nybrandt.
La mala imagen que podía dar China en plenas votaciones para la sede de los Juegos Olímpicos de 2008, que acabaría ganando Pekín, contribuyó a lograr que se celebrase el partido a condición de que no ondeasen las banderas de Tíbet ni de su rival.
“La vida de los tibetanos ha empeorado desde 2001”
"Lo más complicado fue conseguir jugadores. Cuando ya teníamos un equipo completo, les negaron los visados a la mayoría por presiones chinas", denuncia Nymbrandt, autor de la novela y fundador del equipo
Nybrandt quiere que resucitar la selección tibetana a través del cómic sirva para seguir denunciando la situación de los refugiados tibetanos, la mayoría repartidos en India o Nepal. Desde hace casi 20 años que visitó la zona por primera vez “no hay un progreso en la situación, lo que quiere decir que va a peor. Los tibetanos son una minoría dentro de su país que ni siquiera puede aprender su propia lengua mientras la zona se llena de colonos chinos. La diferencia entre un tibetano que sale de Tíbet y un refugiado que viva en India o Nepal ya es tan grande que no pueden ni comunicarse en el mismo idioma”.
Curiosamente fue esta situación de refugiados la que puso en contacto a los tibetanos con el deporte rey. “En los años 60 del siglo pasado, en los primeros campamentos de refugiados en la India, fueron los voluntarios suizos que trabajaban con ellos los que les descubrieron el fútbol”, explica el voluntario danés. En su novela gráfica hay un momento en el que un monje le explica que el críquet que practicaban los vecinos indios era “demasiado lento para nosotros los tibetanos. Necesitamos liberar adrenalina y quemar un poco de energía. El fútbol encaja a la perfección en el temperamento tibetano”.
En busca de patrocinadores
Tras su debut en 2001 contra Groenlandia, los tibetanos jugarían otros doce partidos en Europa –con rivales como Mónaco o Gibraltar– y participarían en varias competiciones amistosas hasta 2008, cuando la crisis económica afectó tanto a la autoridad tibetana en el exilio como a los patrocinadores europeos de la selección, como la firma deportiva danesa Hummels. Desde entonces, virtualmente, no existen.
Proyectan recuperar las giras internacionales. Ahora mismo, el equipo femenino es la mejor baza de la selección para seguir difundiendo la situación del Tíbet
“Seguimos buscando patrocinadores para recuperar a la selección y la visibilidad que daba a los refugiados tibetanos, pero no es fácil”, explica Nybrandt por Skype, desde su residencia en Dinamarca. “Que un jugador tibetano pueda abandonar India o Nepal es muy caro. Es una pena, porque el nivel deportivo cada vez es mayor y se organizan torneos o los jugadores participan en la SuperLiga India, pero reunir a la selección se nos complica. El interés de los tibetanos por el fútbol también ha aumentado, y ayuda a cohesionar a los exiliados”.
Las mujeres toman el relevo
Hace 15 años, en su primera reunión con dirigentes tibetanos para diseñar la futura federación de fútbol, Nybrandt apuntaba ideas en una pizarra que eran contestadas por estos, hasta que escribió Women Football. El silencio que siguió a su propuesta le hizo ser consciente de que sólo había hombres en la habitación. “Por suerte, la situación ha cambiado mucho”. En 2010, Cassie Childers, una cooperante de EEUU, llegó a India para fundar la sección femenina de la selección de fútbol de Tíbet “y han mejorado a mucha mayor velocidad que los chicos”, admite el danés, “cada vez compiten a mayor nivel”.
Está en proyecto recuperar las giras internacionales de la selección de Tíbet, si no en 2017, en fechas próximas, si no en Europa, con Francia, España o Suiza como destinos probables, a través de Canadá, EEUU y Gran Bretaña, un viaje este último pensando sobre todo para el equipo femenino. “Ahora mismo son nuestra mejor baza para difundir la situación del Tíbet que pretendíamos dar a conocer con el primer equipo masculino hace 15 años”.
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Autor >
José A. Cano
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