Facebook trata de pinchar la burbuja de noticias falsas que ha estado alimentando
La red social de Mark Zuckerberg empieza a tomar conciencia de su poder de desinformación. Lo hace tras las críticas recibidas por haber podido influir en la decisión del voto durante las pasadas elecciones estadounidenses
Manuel Gare 18/01/2017
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Mark Zuckerberg durante una conferencia en 2015.
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El lamentable episodio de Donald Trump llamando “fake news” a la CNN por la difusión del informe que relaciona al próximo presidente de los Estados Unidos con los rusos, es la última y más irónica referencia al problema de las noticias falsas que atraviesan los medios de comunicación y la difusión de noticias a través de internet. Una situación que se ha descontrolado en los últimos meses y que atañe directamente a Facebook, red social que ha sido y continúa siendo un claro foco de noticias falsas, favoreciendo su difusión y connivencia con determinados grupos de población.
Según un estudio de BuzzFeed News, durante las elecciones a la presidencia de EE.UU. se llegaron a difundir a través de Facebook hasta veinte noticias falsas que se compartieron, generaron reacciones y comentarios, en más de 8.7 millones de ocasiones. Su procedencia: webs dedicadas a compartir bulos y blogs, principalmente, de derecha. Tras elegir las veinte historias falsas con un mejor “rendimiento”, el análisis las comparó con las veinte noticias relacionadas con las elecciones que mejor habían funcionado en diversos medios digitales. Los resultados lo dicen todo: más de 7.3 millones de interacciones. Las noticias falsas habían logrado un mayor alcance que las reales.
De entre las veinte noticias falsas con mayor difusión, tan solo tres no tenían un enfoque anti-Clinton o pro-Trump
De entre las veinte noticias falsas con mayor difusión, tan solo tres no tenían un enfoque anti-Clinton o pro-Trump. Las cinco con mayor alcance (en shares, comentarios y reacciones) incluían informaciones como la “relación” de Hilarry Clinton con el grupo terrorista ISIS y la venta de armas al mismo, varias “informaciones” provenientes de emails filtrados que pretendían desacreditar a la candidata demócrata, o las supuestas declaraciones del Papa Francisco apoyando a Trump. Entre todas ellas, claramente favorables a la candidatura de Donald Trump, se contabilizó un alcance de casi cuatro millones de interacciones.
Una vez conocidos los resultados de las elecciones estadounidenses, Facebook recibió un sinfín de críticas relacionadas con su gestión de las noticias falsas y cómo estas podían haber influido en los resultados de la votación. Mark Zuckerberg, fundador y director ejecutivo de Facebook, salió al paso de las críticas con una publicación en su muro de la red social en la que negaba que la difusión de noticias falsas a través de Facebook pudiera haber influido en el voto. "De todo el contenido de Facebook, más del 99% de lo que ve la gente es auténtico. Solo una pequeña parte son noticias falsas y bulos, y los que hay no se limitan a la política. Esto hace extremadamente improbable que dichas informaciones alteraran el resultado de estas elecciones en una dirección u otra", escribía Zuckerberg.
Tras estas declaraciones, distintos grupos de fact-checkers (verificadores de contenido) entre los que se encuentran, entre otros, PolitiFact o El Objetivo de La Sexta, publicaron una carta abierta a Mark Zuckerberg en la que pedían que Facebook formara parte de una serie de conversaciones enfocadas a paliar el efecto de las noticias falsas virales. “Facebook debe aumentar la capacidad de los usuarios para identificar noticias y publicaciones falsas por ellos mismos”, decía la carta.
Desde entonces, Facebook ha ido incorporando nuevas características a su red social destinadas a la identificación de noticias falsas. En diciembre, tras la ola de críticas, y en colaboración con cinco organizaciones de verificación de contenido (ABC News, AP, FactCheck, PolitiFact y Snopes), lanzó una nueva funcionalidad que permite a los usuarios alertar a Facebook cuando se encuentren con publicaciones de dudosa veracidad. “Es importante para nosotros que las historias que ves en Facebook sean auténticas y útiles”, se leía en la nota de prensa. Su último movimiento, desvelado este mismo año, es The Facebook Journalism Project, un proyecto con el que la red social pretende unir lazos con los medios y ofrecer mejores herramientas de publicación.
En general, un lavado de imagen con el que Facebook pretende hacer frente a un problema que la propia red social ha ido dejando pasar. El resultado es una burbuja demasiado grande, incluso para sus algoritmos, y que contrasta con otro aspecto que los de Zuckerberg sí se han dejado la piel en desarrollar: la censura. A nadie se le escapa que los mecanismos de censura de ciertos tipos de publicaciones (especialmente aquellas que contienen pechos femeninos) funcionan a la perfección.
Para permitir su entrada en China, han llegado a desarrollar un software de censura que se adapta a los requerimientos del gigante asiático
Esto se debe, principalmente, a la tarea que Facebook emprendió hace algún tiempo para satisfacer las demandas y doctrinas de algunos de los gobiernos en cuyos países se utiliza el servicio. Sin ir más lejos, para permitir su entrada en China (donde Facebook fue prohíbido en 2009), han llegado a desarrollar un software de censura que se adapta a los requerimientos del gigante asiático. Así, la herramienta podrá evitar que ciertas publicaciones se extiendan a través de determinadas zonas geográficas.
En declaraciones a CTXT, Aaron Sharockman, director ejecutivo de PolitiFact, asegura que las medidas adoptadas por Facebook para erradicar las noticias falsas son “un gran primer paso para abordar el problema y tratar con él”. “Aunque creo que todo el mundo admite que son solo primeros pasos. Necesitamos trabajar juntos como una comunidad para tratar de solucionar la propagación de desinformación en internet, al mismo tiempo que se refuerza la libertad de la gente para decir lo que quiera, sobre lo que quiera”, añade Sharockman.
Según explica, existen dos principales motivaciones para la difusión de noticias “fabricadas”. “La primera de ella es económica. Creo que, si trabajamos juntos, podremos eliminar esa motivación económica”, explica. La segunda, “es política. Es una cuestión mucho más complicada de abordar”. Sharockman dice no estar seguro de que podamos llegar al punto en el que eliminemos completamente las noticias falsas, sin embargo, cree que “podemos minimizar su efecto e impacto”.
No se trata de un problema de fácil solución. Facebook se ha ido convirtiendo en un vertedero de desinformación que se genera tanto dentro como fuera de la red social, compartida en forma de enlaces, imágenes o vídeos. La viralidad, directamente relacionada con el componente económico del que habla Aaron Sharockman, ha llevado a un momento en el que los generadores de contenido aprovechan la credulidad y la pereza de un usuario que da por válida cualquier información sin detenerse a comprobar si es verdadera o no. Es urgente que Facebook y otras redes y plataformas de difusión de contenido tomen medidas. Tan urgente como que los usuarios tomen conciencia del valor y el precio de la información: quizá sea un buen momento para suscribirse a su cabecera favorita.
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Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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