EL HACHA
Perfume frente a roca
Barça y Atlético. Un carrusel imparable de emociones, dos estilos tan eficaces como opuestos y dos maneras antagónicas, pero legítimas, de entender el fútbol
Rubén Uría 31/01/2017
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Fino estilista contra duro fajador. Posesión ante espacios. El toque eterno o la contra eléctrica. El fútbol más pop o el sórdido heavy del barrio. Barça o Atlético. El guión adaptado de la saga ya está escrito: un carrusel imparable de emociones, dos estilos tan eficaces como opuestos y dos maneras antagónicas, pero legítimas, de entender el fútbol. El Barça necesita la pelota para atacar. El Atlético, los espacios para apuñalar. El Barça vive de la precisión. El Atlético, del error. La inspiración del Barça consiste en hacer poesía con la bola. La del Atlético consiste en un arte más práctico: cobrar derechos de autor. Nada más salir la bola del sorteo de Copa, culés y atléticos se encogieron de hombros. Alea jacta est. La suerte está echada. Final anticipada, choque de trenes, dificultad máxima y eliminatoria sin dueño claro. Ni habrá tregua, ni se concederá. Unidos por el vínculo de su enemigo común, atléticos y azulgranas volverán a dirimir una disputa que, en los últimos tiempos, empieza a ser algo más que legendaria. Hay cuentas pendientes, recuerdos que se agolpan, nombres propios que intimidan al rival y, sobre todas las cosas, un respeto reverencial entre ambos. El peor rival posible para el estilo del Atlético es el Barcelona. Y viceversa. Ninguno se siente cómodo ante el otro. El aficionado espera que gane el espectáculo, que uno y otro accedan a intercambiar golpes en el ring y que, naturalmente, sólo quede uno en pie. Y así va a ser.
Dos equipos curtidos en mil batallas que siempre han dado lo mejor de sus diferentes estilos en eliminatorias igualadas, apasionantes y vertiginosas
La historia encumbra los clásicos entre colchoneros y blaugranas con toda suerte de epopeyas. Ningún culé de bien podría olvidar jamás la noche tremenda donde el Barça ganó 5-4 logrando un remonte increíble después de cuatro goles de Milinko Pantic. Y no hay atlético sobre la faz de la tierra que haya enterrado en el olvido aquella noche épica en la que su equipo, convertido en una furia incontenible, levantó un 0-3 después de un hat-trick de Romario. En la retina de unos y otros, la elástica de Ronaldo, las faltas de Pantic, le chilena de Ronaldinho, el estacazo mortal de Vieri, la vaselina sin ángulo de Messi o el regate brutal de Caminero a Nadal que decidió una Liga. O más recientemente, esa Liga del Atlético en el Camp Nou, gracias a un testarazo de Godín, y esa Liga del Barça todopoderoso en el Calderón, exhibición mediante. La historia no miente. Habla de dos equipos curtidos en mil batallas que siempre han dado lo mejor de sus diferentes estilos en eliminatorias igualadas, apasionantes y vertiginosas. Esta no será menos. Los precedentes así lo atestiguan. Ambos se respetan y se temen, pero se tienen demasiadas ganas como para no agredirse con la pelota desde el minuto cero.
Ingredientes del menú degustación: Messi y Simeone. En este Barça manda un argentino con el diez. En este Atlético, otro argentino que, en su día, lucía el catorce. Lio es el mejor de la historia del Barça en el verde. Cholo, el mejor de la historia del Atlético en el banquillo. Sus liderazgos son incuestionables. Y su capacidad para desnivelar en esta eliminatoria, decisiva. Nadie como Messi para destrozar la granítica defensa del Atleti. Y nadie como Simeone para enjaular al diez y generar el caos en el Barça. Ambos son tipos de eficacia probada. El Barça, lo entrenase Guardiola, Martino, Vilanova o Luis Enrique, siempre ha sido el Barça de Messi. El Atlético, juegue Falcao, Costa, Mandzukic o Griezmann, siempre ha sido el Atleti de Simeone. Ambos saben cómo dañarse y ambos se han sufrido. Los dos presentan cicatrices imborrables. Desde que llegó Luis Enrique, el club azulgrana ha pasado en 15 de las 16 eliminatorias que ha jugado en estas tres temporadas. La única en la que cayó fue, sí, ante el Atlético del Cholo. Ese equipo que, por cierto, le eliminó en las últimas dos veces que ambos se cruzaron en Champions. Hay más: desde que Simeone heredó un muerto y devolvió un campeón, sólo Celta y, precisamente, Barça han podido eliminarle en competición copera. Nadie podrá asombrarse si Atlético y Barça, con cuitas que resolver y un pleito fenomenal que dirimir con el premio mediante de una final, no entregan lo mejor de su repertorio. Así va a ser. El Barça es uno de los mejores equipos del mundo –el mejor, de largo, cuando Messi la rompe–, y el Atlético –cuando el Cholo ruge-- es el equipo más molesto y difícil de batir del mundo. El Barça, rey de Copas, es ligeramente favorito. Entre otras cosas, porque tiene a Messi de su parte. Y sólo ligeramente porque enfrente tendrá a Simeone, el tipo que convirtió el Calderón en un barrio de Esparta. Habrá calidad, goles, vértigo, polémica y, sobre todas las cosas, un apasionante intercambio de golpes entre dos estilos tan opuestos como extraordinarios. Sería maravilloso que pudiéramos hablar de fútbol y no de árbitros. Y aún más extraordinario que, por una vez, en mitad de este fútbol que cada día tiene más ruido y más negocio, pudiéramos disfrutar, hasta el último segundo, de un choque de estilos tan delicioso como brutal. Este será el penúltimo episodio de una serie en la que todos conocen de primera mano el guión y los protagonistas, pero donde el final va a ser imprevisible. Perfume frente a roca. Hagan juego señores.
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Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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