Tribuna
¿Por qué se suicidan los partidos?
El inevitable camino hacia la insignificancia de PSOE y Podemos forma parte de la autodestrucción de la izquierda, un desastre de dimensiones históricas por el que nadie va a pedir responsabilidades
Fernando Broncano 1/02/2017
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Los suicidios del PSOE y Podemos, y su inevitable camino hacia la insignificancia (como ya ocurrió antes con el PCE y después con Izquierda Unida), plantean un caso intrigante de psicología política que habrá de ser estudiado en los próximos años. En estos dos casos se observa claramente un Síndrome de Sansón: “Caiga conmigo todo el templo y hundámonos todos antes de permitir tu victoria, malvado”.
Es difícil comprender cuáles son los mecanismos psicosociales que conducen a este síndrome. Me atrevo a hacer una conjetura (quizás falsa): En primer lugar, nunca hay que despreciar ni el azar ni la contingencia ni los factores personales. Aunque se crea mucho en las fuerzas históricas, lo cierto es que la psicología personal sigue siendo un factor fundamental. El carácter y temperamento de los cuadros y líderes sigue siendo central para explicar ciertas derivas. En segundo lugar, me parece que el mecanismo básico es una realimentación epidémica de a) miedo al otro, b) imaginario estereotípico sobre el otro, c) terror a perder el propio estatus.
El miedo generado por la imaginación, que a su vez produce estereotipos, que a su vez produce desequilibrios en los planes de vida, es un circuito vicioso que se extiende rápidamente desde los vértices a las bases de las organizaciones. Lo objetivo, los factores desencadenantes, al menos en el caso de Podemos, fueron la no satisfacción de las expectativas de voto en dos elecciones sucesivas. El fracaso no había sido muy grande, de hecho fue un éxito pasar de la nada a bastantes diputados. Lo suyo hubiera sido decir: hemos logrado más de lo que merecíamos. Ahora pongámonos a devolver el préstamo oyendo con claridad lo que se pide de nosotros y buscando los mejores medios de ponerlo en marcha.
Curiosamente, a las dos semanas ya estaba resuelta la explicación de los fracasos, cuando el misterio de por qué tantos votos/por qué tan pocos seguía sin resolverse. Aquí hay que acudir a los sesgos psicológicos: aversión al riesgo. Los dirigentes acudieron a la explicación más reconfortante. Lo que ocurrió, como ocurre con todas las explicaciones ad hocpara tranquilizarse, es que producen inestabilidad psicológica. Y así comenzó el mecanismo de realimentación negativa.
Un segundo factor objetivo es que Podemos no existía como partido y tuvo que inventarse. En los primeros momentos se sostuvo sobre el trabajo voluntario y generoso de mucha gente perteneciente a un espectro intergeneracional. En el intermedio ya no: había muchos cargos, asesorías, trabajos, poder, etc. implicados y se formó rápidamente una carrera por las colocaciones, un cursus honorum donde lo que contaba era el curriculum vitae de activismos, no la competencia para el puesto. Pero esto tampoco es malo: era previsible y la política es así. Una nueva generación de políticos y funcionarios de partido entra en liza. De eso está hecha la política realmente existente. Pero el miedo a perder lo conseguido es un potente desencadenante del mecanismo del odio al otro. Pese a todo, me parece, ninguno de los dos factores objetivos explica el suicidio. Tampoco el mecanismo psicológico del terror a perder lo obtenido.
Mi hipótesis es la siguiente: la autodestrucción de la izquierda es un desastre de dimensiones históricas para España, pero más aún para Europa y diría que para el planeta. La posibilidad de un cambio en el sur de Europa, en un país industrializado, habría sido un elemento desencadenante de nuevas posibilidades en Europa. El problema es que nadie va a pedir responsabilidades por este desastre. La derecha sí lo puede hacer porque es responsable ante los poderes fácticos. A la izquierda le salen gratis los fracasos. Perderán poco a poco puestos, unos se irán a sus casas (y trabajos quienes los tuvieran), otros quedarán lamentándose y acusando al otro, pero nadie les pedirá responsabilidades históricas.
El no voto no es una petición de responsabilidades. No es suficientemente temible. Nunca lo ha sido en la izquierda (ni Anguita ni Rubalcaba han pedido perdón por la destrucción de sus respectivos partidos. Siguen por ahí conspirando). Los partidos de izquierda se suicidan porque les sale gratis. Porque consideran la política un juguete y no les importa romperlo.
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