Lo que pudo haber sido y no fue
El Procés, fondón y gagá, pero en forma
Empieza el juicio, esa victoria comunicativa del Procesismo, que venderá pulpo como desobediencia. Comienza así la campaña de Mas, mientras Rajoy intoxica a los corresponsales y valora suspender la autonomía
Guillem Martínez Barcelona , 6/02/2017
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Juicio a Mas, Joana Ortega e Irene Rigau. Inmediaciones de la Audiència de Barcelona. No se cabe. La llegada de los acusados hasta aquí ha parecido el final de El Perfume, the movie, pero con pensionistas. Es el prólogo de lo que será un día lucido para el Procesismo. Tal vez, incluso, un juicio lucido. Pero, a la vez, es la sombra de lo que podía haber sido y no fue. El día de hoy, en fin, estaba previsto que fuera la bomba. En el caso de que Mas hubiera sido Presi, claro.
Con Mas de Presi es posible colegir que la legislatura hubiera sido la misma --se hubiera omitido la declaración indepe unilateral prometida en campaña, y se hubiera cambiado por un referéndum a no realizar y, en el ínterin, se hubiera proseguido con la austeridad--. Pero hubiera sido, en todo caso, una legislatura más ordenada, más vertical, con una propaganda más nítida y con una salida más airosa. Que culminaría, tal vez, hoy. Un día tan eléctrico hubiera podido suplir, debidamente modulado, la no realización del referéndum. Tras la amortización patria del juicio, es posible que se hubieran convocado elecciones. Épicas. El día de hoy es, por tanto, una sombra. Y, lo que es peor, algo que no se ve. Una improvisación, que dibuja, a su vez, la improvisación de la legislatura y su dudoso desenlace. Concepto 'dudoso': no es una duda que el referéndum no se hará, sino cómo se lo harán para salir airosos de esa renuncia. A fecha de hoy, no tienen ninguna idea al respecto. Así como suena. Si bien, me juego una copa a que, aunque aún no sepamos cómo ni por qué, saldrán airosos y a hombros del público, que les pagaría una copa si no fuera porque, ha quedado dicho, la pagaré yo.
El día de hoy es una sombra. Y, lo que es peor, algo que no se ve. Una improvisación, que dibuja la improvisación de la legislatura y su dudoso desenlace
El juicio es, de hecho, una muestra de varios productos de esta legislatura sin Mas. Es decir, con los mareos de la CUP, que zozobran la nave sin provocar el vómito en la tripulación. Se trata de la improvisación aludida, la ausencia de discurso propagandístico nuevo, de falta de operatividad y de capacidad para crear una narrativa rápida y sólida. Sí, el Procés sigue siendo una máquina de propaganda llamativa. Si no, no podría intentar la pirueta comunicativa de hoy: plantear que lo de Mas el 9N fue un acto de desobediencia frente al Estado, mientras la defensa consistirá en, zas, todo lo contrario. Con un par. Y eso no es de aficionados. Tiene mérito. Pero han sucedido más cosas que empiezan a esbozar estrés procesista. Hasta el viernes, verbigracia, el pack Mas había apostado por la rebeldía. Con todas las letras y consecuencias. Hasta que se enteró de las consecuencias. La idea inicial era no acudir al juicio. Me dicen que, a tal fin, se convocó la asistencia de público --al final, han sido cerca de 200 autobuses y unas 40.000 personas--. La cosa era que esos manifestantes impidieran, con indignación democrática king-size y surround, la llegada a la sala de los acusados. Es decir, que limitaran la responsabilidad de los acusados, que no acudirían al juicio no por decisión propia, sino por imposibilidad física, en ausencia del helicóptero con el que Mas se desplazaba al Parlament cuando había manis.
El viernes, empero, descubrieron que eso podía tener tres reacciones judiciales. La primera molaba mucho --aplazar la causa a otro día, o enviar la poli a Mas et al., que tendrían que ir a la sala esposados, como héroes o parejas liberales un sabadete--. La segunda molaba poco --ser encausados por rebeldía después de la causa actual, con posible pena de cárcel--. La tercera, pues ya no molaba nada --básicamente porque implicaba pasar tanto tiempo en la trena que Mas ocuparía el espacio semántico del de en medio de los Chichos--.
El terror a las opciones dos y tres ilustra que, en fin, esta gente no está por superar la legalidad, sino para ir tirando millas con un Procés que siempre conduce a otras elecciones. También dibuja cuál será la salida al referéndum al que se han comprometido. Será legal. Es decir, no habrá referéndum, montarán un pollo y simularán que eso es desobediencia épica. Los medios públicos y concertados podrán explicar eso, igual que lo han estado explicando hoy como posesos.
Es importante constatar, en todo caso, la pésima información y conocimiento legal del Procesismo. La información de las consecuencias legales de no llegar a juicio, me dicen, ha llegado al Procesismo desde fuera de él. Es decir, que el Procesismo no se entera. Quizás esto --meter la pata, sin voluntad de hacerlo, por ignorancia-- empieza a ser una variable a tener en cuenta en el desenlace de esta entrega del Procés. Quizás sea una de las dos variables serias y reales. La otra es, glups, el papel del Gobierno. Porque la fundación del día de hoy, con el que se da inicio la campaña electoral de las próximas elecciones catalanas, fue del Gobierno. Tráiler. Se pactó la consulta del 9N. Debía ser, como lo fue, inocua. Pero Mas rompió el pacto al hacer declaraciones al final del día. Rompió el pacto, que no ninguna ley. Rajoy, por una vez en su vida más caliente que un mechero, encargó al Fiscal General que estudiara si había delito. En reunión con los fiscales catalanes, se apuntó que no. En lo que es una prueba de que el vino de la casa de un restaurante chino tiene más crédito que la separación de poderes por aquí abajo, Rajoy volvió a insistir al Fiscal. Y el Fiscal, antes de dimitir, volvió a pasar la papeleta a los fiscales catalanes. Que en esta presión gubernamental dijeron que había delito, y por un tubo.
La Moncloa convoca a los corresponsales, y les miente
¿Es una torpeza combatir un problema político con fiscales? Sí. Mucho. Y con consecuencias graves. Pero lo más divertido es que el Gobierno, una vez animado en esa dirección, no puede parar. La semana pasada, justo cuando Mas descubrió que podía ir adonde siempre ha evitado ir si no iba a juicio, Moncloa reunió a varios corresponsales internacionales. Se les habló del juicio. Se les explicó que se estaba valorando suspender la autonomía --intervenida, por otra parte-- catalana. Algo que no tiene nada que ver, en principio, con el juicio. Para relacionarlo más y mejor, en la exposición de los delitos a los que se enfrenta Mas, también se mintió, y se presentaron delitos penales retirados ya por Fiscalía. Como me explicó una corresponsal dicharachera, "es difícil informar sobre lo de Catalunya porque todos te quieren instrumentalizar". Por aquí abajo, siempre, y sea cual sea el gobierno, acostumbra a ser, en fin, 11M.
¿Es una torpeza combatir un problema político con fiscales? Sí. Mucho. Y con consecuencias graves
El Gobierno del PP está siendo con el Procés más peligroso que un mono --católico-- con una pistola. Más ejemplos. El gran efecto político del Procés ha sido la ruptura entre la élite estatal y la catalana, de manera que el Estado ha filtrado información financiera de CDC y de la familia Pujol. Sin muchas consecuencias --el Procés ha limpiado de Pujol a CDC, que ya ni se llama así--, y con gran peligro para el Régimen. Ha quedado vislumbrada, en fin, la relación profesional de los Pujol con los all-stars del PP y de la Corona. Lo mismo que, con la investigación del 3%, ha quedado visualizado el funcionamiento creativo de un gran partido del Régimen del 78. Y, además, con detenciones de empresarios. Algo que no ha pasado, ni pasará, parece ser, con el caso Bárcenas. Que es lo mismo pero con un partido estatal. Vamos, que movía pasta gansa. Vamos (II), que la erosión provocada puede ser mayor que la calculada y en otra dirección.
Bueno. Empieza el juicio, esa idea del Gobierno, y esa victoria comunicativa del Procesismo, que venderá pulpo como desobediencia. Podría haber sido un triunfo mayor, y más ancho y más largo, si Mas hubiera sido Presi. Con el juicio, Mas, posiblemente, empieza su campaña para volver a serlo. El Referéndum, a todo esto, ni está ni se le espera. Rayos, ya llevan 5 años. Plas-plas-plas. Acabarán ganando el Príncipe de Asturias al Procesismo en 2234. Me juego otra copa.
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Autor > Guillem MartínezEs autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios). Suscríbete a CTXT
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