Crónica parlamentaria
El (des)control de TVE
Crecen las tensiones en la cadena pública por las acusaciones de “malas prácticas” por parte de su Consejo de Informativos. Los trabajadores presentaron en el Congreso más de 2.000 firmas contra la utilización gubernamental de la televisión
Miguel Ángel Ortega Lucas 13/03/2017
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Es posible que la relación entre un gobierno y la televisión pública del territorio que gobierna (cuya naturaleza tiende a asemejarse a la del concubinato) no obedezca tanto a un retorcido juego de perversiones como a algo consustancial a la púrpura y el armiño –a la laca y la gomina– del poder; a una lógica natural, inocente de puro antigua, para quien gobierna: si yo gobierno Murcia, por ejemplo, Murcia soy yo; mi partido (es decir, yo) es toda Murcia, todo el Mar Menor, todo el censo regional. Me resultará por tanto impensable que la televisión pública de Murcia diga algo en mi contra: si me atacas a mí, atacas a todos los murcianos que en Murcia han sido. Se trata del mismo razonamiento por el cual una acusación jurídica contra el presidente de Cataluña, por ejemplo, se convierte automáticamente en un ultraje contra Cataluña entera.
Sin salir de Murcia, cabe recordar el reciente caso del director de su centro territorial de RTVE, Juan de Dios Martínez, quien, en una grabación filtrada desde la redacción y recogida por eldiario.es el pasado agosto, reconocía: “Las directrices las marco yo absolutamente”, “la información la doy yo como yo quiero darla”. “Ahora soy un cabrón –continuaba la mencionada lógica– y más que lo voy a ser”. En Murcia se contrata un equipo para cubrir una reunión habitual del PP mientras no se atiende a otras noticias porque se afirma que no hay recursos. En la misma comunidad se evita poner la imagen del presidente regional (PP) en la noticia que le involucra en un caso de presunta corrupción.
Esas cursivas pertenecen al reciente Informe de malas prácticas informativas en TVE (octubre, noviembre y diciembre de 2016), elaborado por el Consejo de Informativos de la cadena pública, el organismo que aún sobrevive con el fin de velar por el cumplimiento del Manual de Estilo y el Estatuto de la Información de RTVE, que establecen las normas deontológicas de la casa, así como por el cumplimiento de la ley vigente (17/2006 de la radio y la televisión estatales de junio de 2006). En él se recogen 48 episodios de malas prácticas. Sobre todo, “ejemplos de falta de pluralismo y objetividad, de doble rasero en la selección de la información dependiendo de si afecta positiva o negativamente” al partido en el gobierno, el PP; “innumerables casos detectados de censura” que excluyen de los informativos “las noticias que dan datos negativos sobre la economía” y sobre “los problemas de la sanidad o la educación (...), la subida de la luz o la pobreza energética”. También de manipulación, “práctica frecuente en informaciones sobre temas clave”, así como “la mezcla de información y opinión en noticias elaboradas por la llamada redacción paralela; la falta de pluralismo en las mesas de tertulianos; la utilización de invitaciones para recompensar a algunos redactores; la recuperación de un lenguaje oficialista que a veces recuerda al antiguo NO-DO; el uso de espacios informativos para la autopromoción de directivos”...
El texto es una suerte de cuaderno de bitácora de la tripulación sobre los bandazos del capitán:
6 octubre –se lee al comienzo– Mala praxis. ‘La Mañana’ informa sobre el intento de suicidio de José Bretón con un supuesto directo desde la cárcel de Herrera de la Mancha cuando el redactor en realidad está en Almuñécar, Granada. Este Consejo ya advirtió en el anterior informe correspondiente a los meses de julio, agosto y septiembre sobre la utilización espuria de los directos.
Pero la gran mayoría de las entradas tienen que ver directa o sutilmente con lo político: 12 octubre - Censura. Los telediarios no informan sobre el contrato de la ex ministra Ana Mato como asesora del grupo popular en el Parlamento Europeo. El nombramiento coincide con el juicio del caso Gürtel donde está inculpada como “partícipe a título lucrativo”. (...) 13 octubre - Poca sensibilidad social. El TD1 trata en colas el informe de la Red Europea contra la Pobreza. Según sus datos, más de 13 millones de españoles, un 28% de la población, está en riesgo de pobreza y exclusión social. El TD2 no lo da. (...) 19 octubre - ¿Publicidad o información? El TD1 emite una pieza elaborada por la jefa del área de Economía, Cecilia Gómez Salcedo, sobre la apertura de una nueva línea aérea entre Madrid y Tokio de la compañía Iberia. Para elaborar la información se desplazó un equipo durante una semana con cargo a la compañía aérea. El Consejo considera que la pieza se ajusta más a un vídeo promocional que a una información de interés público.
Y así día sí, día también; en ocasiones, varias incidencias por jornada.
“La estrategia de la Dirección de Informativos de TVE ha consistido en sustituir paulatinamente a los redactores veteranos por otros más afines"
Los miembros del Consejo de Informativos de TVE se personaron en el Congreso el pasado 16 de febrero para entregar un texto, respaldado por 2.225 trabajadores, en el que reclamaban a las Cortes “medidas urgentes para garantizar que la radiotelevisión pública del Estado sea un reflejo fiel de la sociedad y no sea utilizada como instrumento de propaganda partidista o gubernamental”. “Exigimos”, dicen, “un sistema que garantice la independencia de sus profesionales, defendiéndoles de decisiones discrecionales que hoy siguen relegando a muchos de ellos por criterios ideológicos, a pesar de su experiencia y saber hacer”: desde 2012, el 95% de los responsables editoriales (45 de 47) han sido “depurados”, y dos de cada tres periodistas de los telediarios ya no siguen en sus puestos. “La estrategia de la Dirección de Informativos de TVE ha consistido en sustituir paulatinamente a los redactores veteranos por otros más afines, en la mayoría de los casos con menor experiencia y contratados fuera de RTVE”.
El Consejo, explica a CTXT su vicepresidente, Xavier Fortes, es “un órgano ideado como contrapoder”, cuyos 13 miembros son elegidos por los profesionales de la misma televisión (7 de ellos fueron ratificados de nuevo en las elecciones del 2 de marzo, Fortes entre ellos). El periodista gallego, primer conductor de La noche en 24 horas, explica que se trata de “la mayor firma colectiva” del sector en España como denuncia de una situación que raya lo insostenible, a pesar del “apoyo total”, o general, que existe entre los compañeros. Pero se trata de una cuestión que atañe tanto lo propio como lo público: “Los ciudadanos no pueden percibir que se esté pagando con sus impuestos un instrumento de propaganda”, una televisión “domesticada, triturada en su independencia para favorecer las tesis del Gobierno”. Los informadores “deben mantener la distancia con todos los partidos políticos, absolutamente todos”. De lo contrario, el medio “sufre un deterioro brutal de su imagen: a fin de cuentas también defendemos nuestro propio puesto de trabajo”.
Para Fortes, “la gran etapa comienza en 2004, cuando Carmen Caffarel [directora general de TVE] nombra a Fran Llorente” como responsable de informativos, “y un comité de sabios para sentar las bases de los acuerdos, proponer a un profesional de reconocido prestigio y blindarlo para que no pueda sufrir las presiones del gobierno ni de otros partidos”. Ni de la inercia jerárquica que presupone siempre –en España al menos– que un subordinado debe ser un leguleyo de su inmediato superior, cumpliendo órdenes ideológicas antes incluso de que se formulen.
Entre los puntos reseñables de la primera etapa de gobierno de Zapatero, destaca en luminosos, aunque sólo fuera por su carácter inédito hasta la fecha en la historia, la ley de 2006
Pero, ¿tanta libertad había entonces para informar en TVE? Según Fortes, sí: “Todos hemos sufrido llamadas de responsables de comunicación”, pero dicha libertad depende mucho del margen que cada cual tenga en su puesto de trabajo para “mantenerse firme”. Entonces, asegura, sí se podía. “A mí me ha pasado con todos; con el PP, con el PSOE, con Podemos...”. Con el problema añadido de que, para muchos, el tratar bien o correctamente al miembro de un determinado partido político te puede hacer automáticamente afín a dicho partido. Y sin embargo “periodismo es darlo todo de todos. Ahí hay que plantarse, ser exigente, crítico; los medios tienen que resistir, y los periodistas individualmente también. El principal deterioro de la profesión proviene de ahí”, afirma: porque los periodistas también “nos hemos dejado llevar” cada vez más por las inercias del poder. No todo serían ríos de leche y miel, pero es cierto que, de entre los puntos reseñables de la primera etapa de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, destaca en luminosos, aunque sólo fuera por su carácter inédito hasta la fecha en la historia, la ley de 2006, por la cual el nombramiento del presidente de la nueva Corporación RTVE dependía del consenso de al menos dos tercios de la Cámara baja, para un mandato de seis años que no coincidiera con las elecciones generales (lo fueron Luis Fernández, durante casi tres años, y Alberto Oliart, apenas año y medio). Una etapa que puede calificarse objetivamente como la de mayor prestigio de la cadena pública en toda su historia: TVE cosechó más de 200 premios y sus servicios informativos, dirigidos por Fran Llorente, llegaron a ser reconocidos como uno de los mejores del mundo por profesionales de Europa y Estados Unidos.
Como consecuencia de aquella ley sucedió también algo sin precedentes: que la primera fuerza opositora, el PP por entonces, no tuviera, en teoría, razones para enzarzarse en pleitos sobre tendenciosidad de los medios públicos, al haber decidido ellos también al presidente. En teoría, porque siempre hubo pleito. De nuevo en el poder, el 20 de abril de 2012 [en uno de aquellos viernes de la crisis en que empezaban a hacerse costumbre los decretos-ley, mientras los españoles salían despavoridos al fin de semana para olvidarse precisamente de los decretos-ley], el Ejecutivo del PP aprobaba un decreto para poder elegir al presidente de la corporación contando sólo con (su) mayoría absoluta.
La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, defendió la medida esgrimiendo el “muy grave” problema de gestión de la entidad: RTVE llevaba casi un año sin presidente tras la dimisión de Alberto Oliart y no podían aprobarse las cuentas anuales (es decir, el recorte de más de 203 millones de euros del ente público, derivado entre otras razones de la pérdida de ingresos por la supresión de la publicidad en la televisión en 2009). El Gobierno recortó asimismo de 12 a 9 los miembros del consejo de administración –los tres que nombraban los sindicatos–, y aquéllos ya no tendrían sueldo ni por tanto dedicación exclusiva. Contemplaba la elección de un representante sindical acordado por los trabajadores de la Corporación.
Cinco años después, las cuentas siguen siendo el rompeolas del PP en esta materia. El pasado 22 de febrero, el diputado socialista José Miguel Camacho preguntaba al ministro de Hacienda y Función Pública, Cristóbal Montoro, si tiene previsto el Gobierno “impulsar el fin de la manipulación informativa en RTVE”. Montoro respondió lo esperable (la “libertad de información es esencial en nuestra democracia”; “le puedo garantizar que el Gobierno no interviene en ningún caso en la formulación de la información ni en nada”...), y desvió rápido el tema a lo monetario: “Lo que sí tenemos que valorar es la gestión económica. El año pasado RTVE fue capaz de reducir su deuda a la mitad de la que tenía en 2015”. [Quizás en otro capítulo abordaremos de dónde procede y a qué intereses podría servir tal desequilibrio en las cuentas de la entidad.]
El Gobierno, dijo Montoro, “no interviene en ningún caso” en cómo se plantea la información en los informativos públicos. Probablemente no le haga falta: el actual presidente de RTVE, José Antonio Sánchez –ex Telefónica y Telemadrid–, ya explicó en comisión parlamentaria del Congreso, en junio de 2015, y para todo aquel que quisiera oírle: “Voto al PP y seguiré votando al PP” –ya había cobrado antes del PP como asesor–. Una frase, para Xabier Fortes, que por sí sola “sería motivo de destitución inmediata en cualquier país occidental”.
El actual presidente de RTVE explicó en comisión parlamentaria del Congreso, en junio de 2015: “Voto al PP y seguiré votando al PP”
Mientras tanto continúan las tensiones dentro de la casa. El pasado diciembre, el Consejo preguntó a Jenaro Castro, actual director de Informativos no diarios, “por qué el programa que dirige, Informe Semanal, no se había interesado por el aniversario del fin de la violencia de ETA”. Castro respondió: “Resulta curioso e inquietante observar que utilizáis con naturalidad el lenguaje de la banda terrorista ETA, cese de la violencia o cese de la actividad armada, para referirse a terrorismo puro y duro que causó más de 800 muertes”.
“Comparar nuestro lenguaje con el empleado en los comunicados por una banda terrorista que ha causado tanto dolor y muerte en nuestra historia reciente supera todo lo admisible”, le replicaron, entre otras cosas. El lenguaje empleado por Castro (quien ya se había referido a ellos en tono similar: “Empieza a dar pereza contestaros a lo que parece una acción reiterada de amedrentamiento”) recuerda vagamente al que cierto libelo viene utilizando contra los miembros del Consejo de Informativos, denominándoles los periodistas del soviet, o, más cariñosamente, la banda del lechero Fortes (agudísima imagen inspirada en una reciente pieza informativa de Xabier Fortes); al parecer sicarios a sueldo todos del comando Rubalcaba.
A finales de octubre el Grupo de Expertos en Radiodifusión (BREG en inglés) de la Federación de Periodistas Europeos celebró su reunión de trabajo anual en Torrespaña como muestra de apoyo al Consejo de Informativos de TVE, manifestando en un comunicado que “el principal problema” en RTVE “continúa siendo el descenso de credibilidad debido a la falta de imparcialidad. El gobierno del Partido Popular está ignorando todas las llamadas para que se eviten las injerencias políticas”. También (!) la Asociación de la Prensa de Madrid les ha trasladado su respaldo, instando al Congreso a que garantice cuanto antes la “despolitización” y la “independencia y profesionalización de RTVE”, recordándoles “los firmes compromisos electorales de trabajar en defensa de una radiotelevisión pública al servicio de los ciudadanos”.
“El nivel de deshonestidad de la prensa está fuera de control”, alertó también, hace poco, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Pero probablemente querría decir que está fuera de su control.
Autor >
Miguel Ángel Ortega Lucas
Escriba. Nómada. Experto aprendiz. Si no le gustan mis prejuicios, tengo otros en La vela y el vendaval (diario impúdico) y Pocavergüenza.
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