La educación, frente a los recortes y la desigualdad
La crisis ha empujado a los jóvenes a permanecer en el sistema educativo. Las familias gastan un 30% más en enseñanza: la inversión pública total bajó 9.000 millones entre 2009 y 2014, mientras que la de la concertada permanecía estable
José Luis Marín 19/04/2017
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A finales del pasado mes de marzo, el exministro José Ignacio Wert defendió, en la comisión de Educación que busca un pacto de Estado en esta materia, su gestión al frente de la cartera de Educación durante la primera legislatura de Mariano Rajoy (que abandonó prematuramente, en junio de 2015, como el ministro peor valorado), e hizo un repaso de los resultados de su gestión y de su controvertida ley (LOMCE). El exministro –ahora acomodado en París– expuso unos datos que, tal y como la oposición se ocupó de recordarle, eran difícil resultado de su gestión; menos aún de su ley, que se puso en marcha hace apenas un año y ha visto cómo se frenaban algunos puntos.
Entre otras cuestiones, Wert defendió el descenso del abandono escolar y la mejora de otros indicadores vinculados a la educación, especialmente aquellos que aporta cada cinco años el informe PISA de la OCDE y que aluden a las competencias de los alumnos en distintas materias.
Esta mejora de los resultados educativos de los últimos años contrasta con otras tendencias dentro de la educación, más alargadas en el tiempo y vinculadas a los importantes recortes en el sector –que ya tenían lugar con el último Gobierno socialista de Zapatero– y la situación de la infancia y la juventud, muy degradada en los últimos 10 años –especialmente en cuestiones de desigualdad y precariedad asociada al mercado laboral–. También derivadas de coyunturalidades relacionadas con la recesión: ha sido la crisis la que ha terminado, por ejemplo, por inclinar la predisposición de los jóvenes a continuar con los estudios. De hecho, el abandono escolar lleva bajando de forma continuada desde el año 2008; casi una década.
La educación es la principal herramienta de la sociedad para eliminar las desigualdades de origen y para generar equidad desde las edades tempranas. Los recortes de gasto público y la intensificación de la desigualdad en los últimos años ponen en peligro la estabilidad de esta herramienta social. Y esto también tendrá consecuencias en el futuro laboral de los estudiantes al alcanzar la edad de trabajar.
El abandono educativo prematuro descendió entre 2008 y 2015 en España en todos los estratos de la sociedad, excepto en el 20% que posee menos renta
Pese al descenso continuado de la tasa de abandono escolar, el origen social sigue siendo determinante a la hora de permanecer más o menos tiempo en el sistema educativo. Una situación que, además, ha empeorado para las clases más desfavorecidas. Según el informe Necesita mejorar, que Save The Children publicó en septiembre de 2016, el abandono educativo prematuro descendió entre 2008 y 2015 en España en todos los estratos de la sociedad, excepto en el 20% que posee menos renta. El estudio, que usa datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, señala que en ese quintil, el más pobre, el 43% de los niños abandona de forma temprana la escuela.
Es decir, durante los últimos años, si bien la crisis ha empujado a los jóvenes a permanecer en el sistema educativo, las personas con menos recursos se han visto excluidas de esta tendencia. Detrás de un dato relativamente positivo –pese a todo, España sigue siendo, con cerca del 20%, el país de la UE con mayor tasa de abandono escolar, muy lejos de la media del 11% en 2015–, se halla también un aumento de las desigualdades asociadas a la educación.
Entre otras cuestiones, el descenso de la equidad ha venido provocado por los devastadores recortes en el sector. Estos han llevado a que en 2014 los hogares tuvieran que gastar un 30% más en educación que en 2008 –11.560 millones de euros frente a 8.729–, según datos del propio Ministerio de Educación. Estas cifras incluyen los pagos de las familias por servicios educativos a centros, academias y clases particulares (y excluyen los gastos en servicios complementarios y en bienes educativos). Aquellos hogares con menos renta, o que se hayan visto especialmente afectados por la crisis, tendrán menos posibilidades de hacer frente a unos gastos relacionados con oportunidades educativas, sometidas a los recortes de los últimos años.
Descenso del abandono escolar, más alumnos y menos recursos
El descenso del abandono escolar de los últimos años ha venido acompañado de un descenso del gasto público en educación. Desde 2009 hasta 2014 el abandono temprano bajó nueve puntos, del 30,9% al 21,9%. Al mismo tiempo, se recortaron casi 9.000 millones de euros en educación, según cifras –las últimas definitivas son de 2014– del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
Desde 2009 y en los siguientes cinco años, por cada punto de descenso en el abandono escolar se recortaron cerca de 1.000 millones de euros en educación
De esta forma, desde 2009 y en los siguientes cinco años, por cada punto de descenso en el abandono escolar se recortaron cerca de 1.000 millones de euros en educación. Los datos de 2015 –cifra provisional– y 2016 –estimados– elevan el gasto, dejando el recorte en cerca de 6.000 millones. Pese a que estas cifras dependerán de la ejecución real de los Presupuestos de los dos últimos años –uno de ellos bajo un Gobierno en funciones–, no parecen compensar el aumento del alumnado en el país, que ha crecido en cerca de 900.000 personas entre 2007 y 2016 en todas las escalas del régimen general de educación.
De ellos, más de 630.000 llegaron a la enseñanza pública, que además es la única que sufrió los recortes de gasto. Según los últimos datos del Ministerio de Educación, la inversión del Estado en conciertos y subvenciones apenas varió entre 2009 y 2014 (5.891 millones frente a 5.768). Si se amplían los años de análisis, esta partida de los presupuestos creció 1.000 millones de euros entre 2007 y 2015 (cifra provisional en el último año). En términos equitativos, esta situación supone un doble problema para la educación: España sigue siendo uno de los países con mayor porcentaje de escuela privada-concertada; pese a ello, el mayor aumento del alumnado, así como los recortes, llegaron por el lado de la educación pública, dejando en una situación aún más vulnerable a los alumnos con menos recursos.
A esto se unen a unos ratios de inversión en educación por alumno y como porcentaje del PIB muy por debajo de la media de los países del entorno, independientemente de si la educación es pública o privada.
Los indicadores que la OCDE publicó el año pasado –con datos de 2013– señalan que, en España, el gasto en educación como porcentaje del PIB (4,3%) está por debajo de la media de la OCDE (5,2%) y de la de los 22 países de la UE que forman parte de la organización (5%).
Ocurre lo mismo con el gasto en educación como porcentaje del gasto público: en España es del 8,2%, casi tres puntos por debajo del de la OCDE y 1,7 inferior al de los países de la UE que la conforman.
El gasto medio por alumno también es inferior al de los países del entorno: la inversión media por alumno –de educación primaria a superior– es de cerca de 8.750 euros, mientras que la media de los otros dos indicadores regionales está alrededor de los 10.500 euros.
La transición escuela-trabajo, en peligro
La fuerte correlación entre el nivel educativo y la actividad laboral y las tasas de paro supone que la educación ha sido –y sigue siendo– un motor importante para escapar del desempleo y asegurar la transición escuela-trabajo. Esta es más segura cuanto más se asciende en el nivel formativo: en 2015, solo una de cada dos personas (mayor de 25 años) con un nivel de estudios inferior a la secundaria estaba empleada. Entre los que tenían estudios superiores, ocho de cada diez tenían trabajo.
Estas diferencias entre las oportunidades que generan los distintos niveles educativos no significan que la crisis les haya afectado de forma diferente. De hecho, las tasas de variación en los tres niveles fueron muy fuertes entre 2007 y 2015: para aquellas personas con estudios inferiores a la secundaria la tasa de paro aumentó casi 20 puntos, pasando del 9% en 2007 al 28,9% en 2015; para los que tienen educación secundaria, el paro subió más de 12 puntos, dejando la tasa en el 19,2%; aquellos con enseñanza superior pasaron de una tasa de desempleo del 4,8% al 12,4%, según datos del Ministerio de Educación.
La tasa de sobrecualificación en España alcanza al 56,3% de los asalariados de menos de 30 años que no cursa estudios
Algo parecido ocurre con las tasas de empleo, cuyo empeoramiento fue similar independientemente del nivel de estudios. A esto habría que añadir que la calidad del empleo al que se aseguran acceder los jóvenes que siguen ascendiendo educativamente es cada vez peor. La tasa de sobrecualificación en España alcanza al 56,3% de los asalariados de menos de 30 años que no cursa estudios, según datos del Consejo de la Juventud de España. En el caso de los trabajadores con estudios universitarios, el estudio La formación y el empleo de los jóvenes españoles, de la Fundación BBVA, señala que la sobrecualificación afecta al 22% de estos.
Si bien la educación sigue siendo una herramienta importante de inserción laboral, el incremento de la desigualdad para acceder a niveles educativos más altos y el deterioro del empleo cualificado para los jóvenes que terminan sus estudios suponen una barrera importante de transición. Más aún cuando el punto de partida es manifiestamente mejorable: según el índice de empleabilidad de graduados recientes de la Comisión Europea, en España encontró empleo un 65,2% de las personas entre 20 y 34 años que terminaron los estudios entre uno y tres años antes de 2015. Pese a que el indicador ha mejorado desde 2012 –subiendo 1,6 puntos–, la distancia con la media europea –76,9%– es de más de diez puntos.
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Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”.