José Antonio Sánchez, ‘ese modesto presidente’ de RTVE
El directivo compareció en el Senado para explicar que Ignacio González no “colocó” a nadie en el ente público, pero él sí
Miguel Ángel Ortega Lucas Madrid , 9/05/2017
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El señor José Antonio Sánchez, presidente de la Corporación Radio Televisión Española, es “este presidente que tiene el honor de hablarles”. Este presidente que tiene el honor de hablarnos podría tener el honor de hablarnos desde el palco del Bernabéu, la inauguración de un campo de golf en La Manga o la tarima de cualquier festividad solemne de su pueblo y del mío, a lo Bienvenido Mr. Marshall (“como alcalde suyo que soy...”); nadie notaría la diferencia.
El señor José Antonio Sánchez es este presidente que tiene el honor de hablarnos con frases como ‘Usted, que es más listo que yo...’, ‘Usted, que además es amigo mío...’ o ‘De forma modesta le voy a decir una cosa...’
“De forma modesta le voy a decir una cosa...: el José Antonio Sánchez de la BBC [sic] gana 560.000 euros. El director general de la RAI italiana gana 650.000 euros. La presidenta de France Televisión [sic], 400.000 euros. El de la televisión alemana, 367.000 euros... Este modesto presidente, 197 [ciento noventa y siete mil euros, debemos entender]”.
Aquel más listo que él, ése que, además, es amigo suyo, era Guillermo Díaz, joven senador de Ciudadanos –se le notaban los nervios del novicio– que en la tarde del jueves 4 de mayo preguntó a Sánchez por las retribuciones que perciben los altos cargos de RTVE. Tal y como explicó, el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno y la Agencia de Protección de Datos dictaminaron que los titulares de organismos públicos que tengan atribuidas la condición de directivos en los estatutos deben hacer públicos sus sueldos en los portales de transparencia, prevaleciendo ésta por encima de cualquier otra consideración. “¿Es personal de alta dirección el personal de alta dirección de RTVE?”, preguntó al presidente de RTVE. Éste respondió que tienen recurrido tal dictamen en el Supremo (“alguna razón nos da” cuando lo admite, dijo), y que “ninguna empresa pública tiene publicados los sueldos de sus directivos, ninguna”. En este punto no habló de lo que hacen los josé antonio sánchez que en la Europa del norte son.
De él sabemos que prestó servicios en EFE, en ABC, en La Razón, en la cadena COPE, y que la primera vez que estuvo al frente de RTVE fue entre 2002 y 2004, gloriosa etapa del ente
Pero es que José Antonio Sánchez Domínguez (1953) nació en el Mediterráneo, aunque Huelva mire ya al océano. Se palpa, se respira de lejos en él esa brisa que trae toda la paz del Mediterráneo, como en las novelas de Chirbes. De él sabemos que prestó servicios en EFE, en ABC, en La Razón, en la cadena COPE, y que la primera vez que estuvo al frente de RTVE (Sánchez no es de los que dirigen, sino de los que ya dirigieron) fue entre 2002 y 2004, gloriosa etapa del ente público (Prestige, Irak, 11-M, Urdaci...); puesto que solapó sin problemas con el de director general de la filial de Telefónica para medios de comunicación, Admira Media. Allí se quedó cuando cayó el Gobierno del PP en 2004, pasando a dirigir la División Latinoamericana de Telefónica Internacional, y de allí volvió en 2011 para dirigir la Telemadrid de Esperanza Aguirre, que dejó en 2014 para ser de nuevo “este modesto presidente” de RTVE que les hablaba desde el Senado.
Se supone que es periodista, pero su apostura, su verbo y su bravío denotan que no nació para informar, sino para que informaran sobre él. Por ejemplo cuando en junio de 2015 dijo, en otra comparecencia en el Congreso: “Voto al PP y seguiré votando al PP”.
El señor José Antonio Sánchez recuerda a ese tío-abuelo súbito que reparte puros en las bodas y las comuniones con ademán de propietario, pero que luego no lleva suelto nunca para comprarte un chicle. Eso sí: te hace sentir como en su casa, aunque la casa sea la tuya. Con similar cordialidad que con Guillermo Díaz (que es más listo que él) respondió a Ricardo Sixto, de Unidos Podemos, cuando éste reincidió en las acusaciones que vienen haciendo los sindicatos sobre “falta de transparencia” de la corporación, también respecto a la política de contrataciones o a la publicación de auditorías: “Carecen de fundamento”, respondió Sánchez, para quien “no es prueba de validez que la razón esté de esa parte”. Y añadió –así, entre tú y yo, muchacho, entiéndelo– que la cuestión de los sueldos “afecta a terceras personas, afecta a su vida, a su intimidad y tal...”. Si el Supremo dictamina que se publiquen, los publicarán, pero “yo no puedo darlo porque me lo pida un sindicato”. Tiene que ser una orden judicial la que obligue a Sánchez a revelar los sueldos públicos, porque, como todos deberíamos entender, un sueldo pagado con los impuestos de todo el mundo es un asunto que pertenece a la sagrada intimidad de quien recibe dicho sueldo.
El señor José Antonio Sánchez utiliza esa lógica aplastante y esas maneras, entre campechanas y de proba honestidad, para explicar asimismo que “no es que lo piense, es que estoy convencido de que no hay censura” en los servicios informativos del ente público. Se lo explicaba a Noelia Vera, también de Unidos Podemos, con la terminante prueba de la medición de audiencias: en abril, dijo, los telediarios fueron los noticieros más vistos de España: “¿Usted cree –ahora parecía un entrenador de la selección española de fútbol, contrariado, reclamando al árbitro desde la banda– que los españoles van a ver una cosa censuraaada....?”. “¡¡Vamossss...!!”, se oyó clamar a un senador del PP, casi gritando gol, sin poder reprimir la euforia en la vetusta sala, mientras sus correligionarios aporreaban con igual pasión las mesas (en este tipo de comparecencias institucionales de sala no se permite aplaudir, pero sí partir en dos el mobiliario).
José Antonio Sánchez es un señor que, como demoledora prueba de la sinceridad de Su Palabra, suele utilizar fórmulas como ‘Yo le garantizo’, ‘Yo le aseguro...’. “No puedo abrir ninguna investigación porque yo le garantizo y le aseguro que Ignacio González no ha colocado a ninguna periodista de su confianza ni de su desconfianza” en RTVE. “No ha colocado absolutamente a nadie”, le garantizaba y aseguraba al socialista José Miguel Camacho. Se refería a las informaciones conocidas recientemente, según las cuales Libertad Martínez, exdiputada por IU de la Asamblea de Madrid, sería la persona “de confianza” que el expresidente de dicha Comunidad, Ignacio González (PP), quiso colocar en las tertulias del ente público para que defendiese su imagen por el caso Lezo, recogido todo ello en el auto del juez Velasco. (Libertad Martínez pasó de diputada a tertuliana y luego periodista: hoy es adjunta al director de Estrella Digital y asidua en programas de Telemadrid y 13TV).
A esta persona la coloco yo, señor Camacho, yo y sólo yo cuando me llama ella y me lo pide. Jamás Ignacio González. Se lo garantizo
Explicó José Antonio Sánchez: “A mí hay una señora que me llama el 13 de agosto del año pasado; yo en bañador en una piscina... Una señora que sólo me conocía de atacarme, no ha habido nadie más cruel con éste que le habla, una persona en las antípodas ideológicas mías. Me ponía a parir cada 15 días en la Asamblea de Madrid [cuando comparecía como director general de Telemadrid]. Y me pide que a ver si le puedo echar una mano y colocarla en una tertulia en radio o en televisión española. Bueno, (...) después de las vacaciones le hice la gestión para que la metieran de tertuliana. Y empezó el 7 de septiembre”, en Radio Nacional porque “el tema de la televisión es más complicado”. En TVE empezó en enero: “Ha ido cuatro veces, a 75 euros cada vez... A esta persona la coloco yo, señor Camacho, yo y sólo yo cuando me llama ella y me lo pide. Jamás Ignacio González. Se lo garantizo”.
Es decir: este modesto presidente que les habla (que “votó al PP y seguirá votándolo”) se apresuró, nada más salir de la piscina, a buscar ubicación a una adversaria política (“la más cruel”) en RTVE porque –dijo– “cada uno es como es, y yo soy así”, no por intermediación de Ignacio González ni nadie del PP. Y como cada cual es como es y él es así, no nos hace ninguna falta saber de los sistemas de contratación que puedan llevarse a cabo en RTVE: ya es él mismo el que utiliza sin complejos la expresión colocar.
Pero, mientras sea él el que coloque, todos estamos a salvo: si se le mira bien, los ojos de rapaz, la nariz picuda y la piel de claustro del señor José Antonio Sánchez hacen recordar a un obispo. El pasado mes de abril, en la Casa de América, pronunció un discurso –por supuesto, con polvareda– en el que dijo que la labor de España en la conquista de América fue “evangelizadora y civilizadora”. Y eso es: el modesto presidente de RTVE no manda, no dirige: evangeliza. De ahí que, cuando termina de hablar, el silencio que queda flotando en el ambiente parezca decir: Y aquí paz y después gloria.
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Miguel Ángel Ortega Lucas
Escriba. Nómada. Experto aprendiz. Si no le gustan mis prejuicios, tengo otros en La vela y el vendaval (diario impúdico) y Pocavergüenza.
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