1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

La sombra más oscura de la pobreza

Con 13 millones de pobres y más de 40.000 personas viviendo en la calle, España sigue en la cola de la UE en la lucha contra la desigualdad pese a que el gobierno se comprometió a sacar de esa situación a 1,4 millones en 8 años

Gorka Castillo Madrid , 30/05/2017

Ben_Kerckx/Pixabay

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Espacio realizado con la colaboración del
Observatorio Social de “la Caixa”.

La ciudad de los pobres no figura en los mapas pero tiene sus habitantes. En España son casi 13 millones, 29 de cada 100 ciudadanos, una cifra que pone en cuestión el grado de cumplimiento con el plan europeo contra la pobreza que el Gobierno firmó hace 5 años. Si el objetivo fijado para 2020 era recuperar a 1,4 millones de personas que entonces vivían en situación de exclusión, los últimos datos aportados por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN-ES) demuestran que aquella meta fue el resultado de unos cálculos equivocados. La cruda realidad es que la penuria ha seguido en la línea de ascenso que inauguró la crisis en 2008. Y así ha continuado, incluso durante el esperanzador ejercicio del pasado año cuando los responsables económicos echaron las campanas al vuelo por el crecimiento de más del 3% experimentado por el PIB, dígitos que parecían cantar el final de la recesión. Sin embargo, nada ha cambiado y más de tres millones de personas continúan subsistiendo con menos de 300 euros netos al mes, un millón más de los que había en 2012.

Estas cifras colocan a España en el furgón de cola, sólo superado por Chipre y algo mejor que Lituania, de todas las estadísticas sobre exclusión, desempleo y desigualdad que elabora la Unión Europea periódicamente. Y lo más preocupante, en opinión de la gran mayoría de los expertos, es que siembra de dudas el porvenir de miles de personas. El de los jóvenes, por ejemplo.

Según destaca el último informe sobre juventud y pobreza elaborado por el Observatorio Social de la Fundación La Caixa, el 79% de los españoles entre 19 y 30 años, un porcentaje estratosférico en comparación con el 58% de la media europea, está convencido de que el sistema ya les ha excluido de la vida económica y social para los próximos años. Un jarro de agua fría para los redoblados esfuerzos del ejecutivo por propagar la vieja consigna aznarista de que España va bien. “La impresión general de que la pobreza crece en las recesiones y se corrige en las expansiones no funciona en España como sucede en otros estados de la OCDE. Esto sucede porque el sistema fiscal redistribuye menos que en otros países del entorno y porque el gasto social, que ya era bajo antes de la crisis, se ha deteriorado aún más. Si además añadimos la debilidad de la estructura productiva nacional, el resultado es que el problema de desigualdad español va más allá del ciclo financiero”, afirma el economista Luis Ayala, autor de varias investigaciones sobre la exclusión en España para la Fundación Alternativas.

Más de tres millones de personas continúan subsistiendo con menos de 300 euros netos al mes

María está sentada en uno de los bancos que hay en la céntrica plaza de Tirso de Molina de Madrid. Es de baja estatura y muy delgada. Mira con ojos consternados mientras extiende la mano sin ninguna confianza en la caridad pública y mucho menos en la revolución de los pobres de la Tierra. Envuelta en un chaleco ajado trata de cubrir su rostro, arrugado como una nuez. Dice con voz ronca que nació en Fuenlabrada y que es tan vieja que ya no recuerda ni su edad. “Duermo en una caja de cartón, donde puedo. Tengo dos hijos, pero no sé dónde andan. Estuve trabajando en la limpieza de portales y haciendo camas. Toda la vida. En Madrid, en Munich...”, explica con aflicción. Tampoco sabe cuándo durmió en la calle por primera vez. “Hace tiempo, no me acuerdo, pero es duro estar así. La calle trae enfermedades pero eso de ir a los albergues, que están en el quinto coño, o a las camas abiertas, donde el horario es estricto y como te pases ya no entras. ¿Para qué? Para nada. Gastas en el metro lo que vale algo de comida en el super y allí no te dejan tranquila. Estoy mejor aquí”, afirma con una leve sonrisa que acentúa sus pómulos hundidos, labrados por surcos profundos como raíces.

Algunos estudios calculan que en España hay 40.000 personas en situación de extrema vulnerabilidad como María. Otras fuentes aseguran que esa cifra se queda corta porque hay 10.000 más. Nadie lo ha comprobado. No se puede. La crudeza de vivir en la calle es una magnitud tan fluctuante que es imposible de determinar. En la Plaza de Tirso de Molina, la asociación Casa Solidaria mitiga la desventura de muchos de ellos. En concreto de 150, cada día. Un joven de origen rumano guarda cola con un número en la mano, como el resto que espera recoger su ración de comida antes de buscar un lugar protegido donde dormir: un bocadillo, un bollo, un plato caliente, algo de fruta y un zumo procedente de la despensa generosa de los vecinos. “Lo que creo es que los pobres no tenemos nacionalidad. Citan el origen por una cuestión de estadística, para justificar que la pobreza llega de fuera”, dice enojado el joven. Los que esperan su turno para recibir alimentos parecen extraviados aunque lo que les sucede no sólo les concierne a ellos. “Hay muchos dramas humanos aunque yo no pregunto. Por ejemplo, el de dos jóvenes árabes que son gais y que, probablemente, hayan llegado aquí marginados por los de su propia cultura”, confiesa María, voluntaria de Casa Solidaria desde hace dos años, que manifiesta su certeza de que esta iniciativa, además del hambre, combate la soledad y el desaliento. Pero no basta, nunca es bastante. “Mientras existan personas viviendo en la calle, ninguna ayuda es suficiente”, concluye.

Los casos extremos de pobreza, como el de María o la del joven rumano, han intentado ser contrarrestados con ordenanzas municipales destinadas a convertirlos en ‘invisible’

Los casos extremos de pobreza, como el de María o la del joven rumano, han intentado ser contrarrestados con ordenanzas municipales destinadas a convertirlos en ‘invisible’. El argumento siempre ha sido el mismo: los problemas de convivencia suscitado entre pobres, vecinos y comerciantes de las zonas más concurridas de las ciudades. La pregunta que ahora se hacen algunas organizaciones es si las administraciones públicas hacen lo suficiente por combatir con eficacia la mendicidad en España. Hay quien piensa que no. “Los recursos cumplen su función pero está claro que se necesitan otras medidas complementarias si se quiere combatir una situación que suele estar motivada y que no sería tan compleja de minimizar si hubiera voluntad”, comenta Roberto Bernad, director de la unidad de desarrollo estratégico de la Fundación Rais, un patronato volcado en evitar que nadie viva en la calle a través de programas integrales que superen la gestión asistencial ordinaria de la exclusión. Bajo el nombre de Housing First, Rais propone la integración de estas personas que se encuentran en peor situación en viviendas accesibles de forma permanente y el resultado está siendo exitoso. No sólo en España, sino también en otros países como Holanda, Canadá, EEUU o Francia donde desarrollan planes similares. “Las primeras 38 viviendas se pusieron en marcha en 2014 en Málaga, Barcelona y Madrid con una respuesta tan positiva que decidimos ampliar el programa a Avilés, Córdoba, Sevilla y Zaragoza. Hoy contamos en total con 117 viviendas en España”, explica Bernad.

Este modelo empieza a servir de referente a aquellos que piden una solución colectiva a las personas sin hogar (PSH) que incluya el derecho a una vivienda digna. Su punto de partida es el convencimiento de que no existe un trasfondo económico para corregir la mendicidad. O, al menos, que no es el más importante. Más bien se trata de un problema político. De voluntad. Todos los informes realizados sobre las personas sin hogar detectan coincidencias en sus comportamientos. Son los mismos desheredados de un sistema insostenible en el que la fortuna de las tres personas más ricas equivale a los ingresos de 14 millones de personas, como sucede en España. Y las personas que viven en la calle ocupan el último escalón. Son los que comen en las aceras, mendigan agresivamente, se apiñan en las bocas de metro y duermen bajo los puentes. En gran parte inadaptados y psicológicamente desordenados, sólo son abordables cuando su situación se encara como un problema social y como el fracaso mismo del economicismo imperante. Un drama sobre el drama. Aunque el 66,9% de ellos dispone de tarjeta sanitaria, según los datos oficiales en España, el 15,6% declara superar sus dolencias en la calle. El 29% tiene una enfermedad grave o crónica y el 10% asegura tener problemas de alcoholismo o drogodependencias.

En 2003, se realizó en EE. UU. uno de los estudios más completos realizados sobre el gasto que supone para la administración pública una persona sin hogar. “Cuando se hace una admisión médica a estas personas, lo más probable es que presente cuadros realmente complejos”, escribió James Dunford, director de unidad de la emergencia del hospital de San Diego y autor del estudio publicado en la revista The New Yorker. “Muchos son bebedores y desarrollan un absceso pulmonar al aspirar restos del vómito. O presentan cuadros de hipotermia derivados de vivir en la calle bajo la lluvia y el frío. Al final, muchos acaban en la unidad de vigilancia intensiva con infecciones médicas muy complicadas. A menudo, también pueden tener trastornos neuroquirúrgicos graves, por golpes en la cabeza que pueden derivar en hematomas cerebrales que, si no son drenados, les pueden matar. Además, el alcoholismo provoca afecciones hepáticas devastadoras que les incapacitan para luchar contra las infecciones. Y todo lo que hacemos con ellos es recuperarlos para volverlos a mandar a la calle”, explicaba. El estudio de Dunford se basó en el seguimiento a 15 personas sin hogar alcohólicas. Y descubrió que en los 18 meses posteriores habían sido tratados 417 veces en urgencias del hospital, con dolencias complicadas y tratamientos muy caros. “Probablemente hubiera sido más económico ponerles una enfermera a jornada completa y un apartamento propio”, concluye.

El resultado es trasladable a España. Como en EE.UU., la solución de los albergues no convence a los expertos. Ni siquiera entre los servicios sociales encargados de vigilar su situación. Muchos creen que estos centros tienen utilidad si la mendicidad fuera un problema inmanejable pero en la actual situación sólo contribuyen a perpetuar la situación de estas personas. En 2005, Nueva York invirtió 62 millones de dólares en centros asistenciales que la mayoría de sus usuarios potenciales rechazaban y cuyo periodo de estancia casi nunca superaba los dos días. Un fracaso en toda regla.

En España hay 714 refugios con 16.687 camas para personas sin hogar. La ocupación media diaria es del 80%

En España hay 714 refugios con 16.687 camas donde las personas sin hogar pueden dormir, asearse e incluso guardar sus enseres, aunque con algunas limitaciones. Sin embargo, la media de ocupación diaria es del 80%. El director de la unidad de desarrollo de la Fundación Rais, Roberto Bernad, considera que la recuperación social de este tipo de personas no es abrir albergues, “sino habilitar programas que les permita estabilizarse, devolverles la autoestima en un hogar que gestionan bajo su responsabilidad para volver a coger las riendas de sus propias vidas”, añade. Es la única manera de combatir la mendicidad crónica. Y los datos le dan la razón. El estudio realizado por la Fundación Rais a un grupo experimental de personas sin hogar en Londres durante 24 meses reflejó que 89% recuperó el contacto con sus familias, el 40% empezó a recibir la visita de sus hijos en sus casas y el 15% tienen un empleo o se encontraban participando en cursos de formación.

Pero la medida choca con múltiples escollos. El más importante es que puede ser válida desde una perspectiva política, pero en la actual situación económica donde los recortes del gasto social y la alta tasa de desempleo parece difícil de asumir. “¿Por qué va obtener ventajas un persona sin hogar y no otra cualquiera con hijos que lo ha perdido todo durante la crisis?”, se pregunta un comerciante del centro de la capital de España. La derecha lo rechaza porque supone dar un tratamiento especial a personas que no lo merecen; y la izquierda, porque su concepto universal del bienestar exige cálculos numéricos fríos del costo y del beneficio. Y las cifras aportadas no compensan por completo tanto esfuerzo. Hay demasiados problemas que afrontar en estos tiempos.

Fernando tiene apellido pero se lo reserva. Nacido en Miranda de Ebro, ha vivido 15 años a caballo entre Madrid y Vitoria, y llega puntualmente a la cita en el restaurante donde trabaja su hija. Fernando es una de esas almas invisibles que la última Encuesta sobre Pobreza y Desigualdades Sociales que el Departamento de Justicia del Gobierno Vasco ha sacado a la luz. “No es lo mismo vivir en Madrid o en Eibar, como tampoco es lo mismo hacerlo en Bilbao o en Villalva. Las cosas como son. El alcance de las ayudas es distinto, también el de las políticas de protección y los programas de integración están mejor dirigidos. Mejor los pueblos que las ciudades, el contacto con los servicios sociales es más personalizado y también es más fácil empezar a trabajar”, asegura. Se refiere a la existencia de la brecha que separa la frialdad de la ciudad con la hospitalidad del campo. 

“La pobreza monetaria ha crecido más en las zonas urbanas durante la crisis que en las rurales. El motivo es que las tasas de desempleo han afectado mucho más a las ciudades. Pero si en lugar de utilizar los indicadores monetarios analizamos otros indicadores sobre el nivel de vida, vemos que el deterioro en ambas franjas geográficas ha sido altísimo pero se acorta la diferencia”, apunta el investigador Luis Ayala. En España, 4,2 millones de personas residentes en zonas rurales, el 34,8% del total, se encuentran en riesgo de caer en la pobreza. Son las últimas cifras aportadas por el Eurostat siguiendo los indicadores más crudos de la pobreza colocan al país en el séptimo puesto entre las tasas más altas de la UE. “Esto echa por tierra esa imagen idílica que tenemos del campo como refugio contra la crisis”, confirma Ayala.

Discurre lenta esta tórrida primavera como una guillotina tan afilada que hasta las sombras de los gatos parecen haber desaparecido de las calles de la ciudad. Pero es aquí, en sus plazas a la intemperie donde algunas personas sin nombre cargan alforjas y se cobijan del calor. Y también de sus penas, que cuando no se entiende es mucho más oscura. 

------------------

Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”

Espacio realizado con la colaboración del
Observatorio Social de “la...

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

4 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Santi Ochoa

    POBREZA Y MENDICIDAD en las calles del centro de Madrid. http://www.vadillopedroso.com/tienda_de_titulos_publicados/item/pobrezaymendicidad

    Hace 7 años 5 meses

  2. Antoni Ferret

    Es que no se trata de que no se llegue a mejorar por algún motivo. Es que se trata, precisamente, de conseguir esto: que haya pobres, para que el resto de los trabajadores tengan miedo y no se muevan. Es un objetivo conscientemente buscado por parte del gran capital y de sus esclavos: empresarios, bancos, PP, C's, Gestora, medios de comunicación, altos mandos de lo que sea...

    Hace 7 años 5 meses

  3. PAGAFANTAS

    Es muy curioso que el artículo no menciona ni una sola vez la labor que hace Cáritas para ayudar a quienes están en la calle.

    Hace 7 años 5 meses

  4. Desechabilidad masculina

    En este artículo que curioso, no hay perspectiva de género, ¿adivináis por qué? Cunado una problemática como por ejemplo, los sin techo afecta mucho más a los hombres, casualidad eso se omite.

    Hace 7 años 5 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí