La participación cultural en España
En 2006, el 43% de la población total visitó espacios culturales, sobre todo las clases altas. En 2015, la tasa de visitantes de ese estrato social bajó al 30%, mientras que en la población con niveles de educación inferior era solo del 4%
Kathleen Franck 15/06/2017
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España es un lugar interesante para observar la asistencia de personas a museos y espacios culturales. Tiene una larga tradición, es culturalmente rica, y se posiciona detrás de Italia en la lista de sitios calificados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esto puede sugerir que las visitas culturales deberían ser altas. En 2006, España tenía una tasa de frecuentación similar a la de Europa, pero inferior a la de los países nórdicos. Desde entonces, el gasto público en servicios culturales se ha reducido significativamente, en particular tras la crisis económica y financiera, lo que ha conllevado mayores recortes que en cualquier otro país de la UE –en 2008, el porcentaje del PIB dedicado en España a servicios culturales era del 1.7%, frente al 1.0% de 2015–. La población más rica sigue visitando lugares culturales porque puede costearse los gastos, mientras los menos pudientes lo hacen en una medida mucho menor.
En 2006, el 43% de la población total visitó sitios culturales en España; este porcentaje incluía sobre todo a las clases altas. En 2015, la tasa de visitantes de ese estrato social bajó al 30%, mientras que entre la población con niveles de educación inferior era solo del 4%. Es cierto que el interés por la vida cultural depende del nivel de vida, del nivel social o de la identidad de grupo, pero demuestra también una forma de participación social. También hay que tener en cuenta que las que visitas culturales se realizan a menudo en familia. Por eso, el nivel de ingresos de los hogares es significativo.
Menos gasto público para la cultura significa menos interés cultural
La crisis de 2008 ha impactado fuertemente sobre el consumo de cultura en España, principalmente porque la pobreza se ha intensificado. El gasto público en sitios culturales también experimentó una fuerte caída en los últimos años, pasando de 384 millones de euros en 2006 a 261 millones en 2014. Entre 2008 y 2015, los hogares españoles redujeron en 100 euros su presupuesto para cultura.
Esto se explica porque los españoles perdieron un 9,2% de poder adquisitivo entre 2008 y 2014. Esta cifra es similar al descenso en el gasto público estatal en cultura. Las políticas de los gobiernos europeos, desde el inicio de la crisis, no han dejado de realizar recortes en el ámbito cultural. Eso demuestra un menor interés político, como si la cultura fuera un ámbito superfluo. Cuando el Estado no puede sostener a la cultura, los precios para el público suelen sufrir una inflación más fuerte, lo que, al final, no impacta excesivamente sobre las clases más altas pero desalienta a las clases menos favorecidas.
Las mujeres se interesan más por la cultura.
Un factor interesante de la nueva dinámica cultural está relacionado con el sexo de la población que visita galerías: aunque se haya dado una caída generalizada en el acceso, la evolución entre 2006 y 2015 destaca que las mujeres se interesan más ahora por la vida cultural que los hombres.
Por otro lado, la gran caída de la asistencia al cine frente a otros campos culturales, por ejemplo, muestra que estas dinámicas también pueden responder a un cambio de prácticas sociales. De esta forma, la gente no necesariamente deja de ir al cine solo a causa del precio, si no que podría estar influenciado por el poco atractivo que genera frente a la descarga –legal o ilegal–.
El acceso a la cultura de países nórdicos y España
Si bien los países nórdicos tienen una mejor participación en sitios culturales y la inversión pública en cultura es mayor, si se compara el acceso gratuito a los museos entre 2010 y 2014 en Europa, el 60.7% de los museos eran gratuitos en España, mientras Noruega tenía una tasa de 51% (hay que tener en cuenta los importantes recortes realizados en 2014 en el ámbito de la cultura español). Por esta razón, y aunque España tiene una tradición del acceso gratuito importante, la caída de frecuentación no solo puede explicarse por cuestiones económicas. El nivel de educación, por ejemplo, tiene un nexo importante con la participación en cultura. La relación de estos factores –económicos y formativos– con el acceso a la cultura es más fuerte en España que en los países nórdicos. A esto habría que añadir las diferencias en las políticas culturales de cada país, más o menos centradas en facilitar la participación cultural.
Por último, el factor del empleo también es importante. En los países del norte la tasa de desempleo es muchos menor, por lo que las diferencias que genera está situación en el acceso a la cultura puede ser muy distinta. España tiene una tasa de paro casi récord (17,8%) en Europa, muy alejada de la de los países nórdicos: 6,7% para Suecia y 4,5% para Noruega.
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Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”.