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A/A Rafael Hernando Fraile
Muy señor mío
Sepa usted que, tras un curso sin duda movido en el que sus dentelladas quedaron algo nubladas por los bocaditos entre Susana y Pedro, al final consiguió volver a llamar mi atención. Se lo cuento ahora que se encontrará, imagino, descansando –¿descansa usted, señor Hernando?–. Y lo hago por esta voluntad mía de servicio para con sus señorías.
Comprendo que su altruista dedicación a los asuntos venezolanos, por otra parte la misma de todos los medios de comunicación españoles, le impide prestar el necesario cuidado a nuestro diccionario.
A nuestro diccionario y a la verga de los caballos, si se me permite.
Lo comprendo todo y por eso he decidido enviarle la presente.
Sabrá por experiencia, señor Hernando, lo tristísimas que transcurren las sesiones parlamentarias. Tediosas. Pues debo informarle que, desde que los partidos impusieron esa práctica llamada recitado de “argumentarios”,peores aún resultan las declaraciones a la prensa. De ahí mi regocijo al oír de sus labios, ya al borde de las vacaciones, el término “mamporreros”.
Esta fue exactamente su frase:
"El pleno que están esperando los españoles es aquel en el que el señor Iglesias explica a cambio de qué recibió 7,7 millones de dólares de la dictadura chavista. Ese es el pleno que están esperando los españoles y que deberían explicar los mamporreros del chavismo".
¿Estaba de verdad la cópula en su mente cuando la pronunció, señor Hernando? ¿Pensaba usted acaso en la erección equina, diputado?
Conste que a mí el trabajo del mamporrero me ha despertado siempre curiosidad y admiración a partes iguales, sin duda un ejercicio de fuerza, equilibrio y tino como pocos. Lejos de mí la burla. Sin embargo, le imagino en aquella rueda de prensa, con la atención de los medios de comunicación concentrada en sus expresiones, le imagino pronunciando la palabra “mamporreros”, con todas sus emes y todas sus erres y vuelve a mí el regocijo.
Sé que conoce su significado, el único significado de dicho término según el diccionario de la Real Academia Española. Pero se lo recuerdo:
De mamporro.
1. m. y f. Persona que dirige el miembro del caballo en el acto de la cópula.
En agradecimiento por ese buen momento, bestial momento, que me hizo pasar, he decidido recomendarle una lectura estival que creo le va a resultar útil.
La verdad es que al principio pensé aconsejarle el Manual de zoofilia de Wilson Bueno. Sin embargo, he visto que resulta difícil si no imposible dar con él. Así que he preferido un relato corto de Juan Rulfo incluido en su magnífico El llano en llamas. El cuento se titula No oyes ladrar a los perros. Más allá de lo adecuado del título, se trata de una pieza conmovedora y brutal capaz de sacudir el alma incluso de quienes no la tienen. Dos hombres y una sola sombra negra.
No me lo agradezca, señor Hernando. Es solo por los mamporreros y su ejemplar labor.
Un saludo.
Cristina.
En Madrid, a 2 de agosto de 2017
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El llano en llamas, Juan Rulfo, Ed. Anagrama, colección Compactos, 2006
(IMAGEN:)
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