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A/ Gaspar Llamazares Trigo

Muy señor mío:

No tiene ni idea de cuánto le entiendo. Soy madre. Llevo dos días dándole vueltas a lo suyo y me he decidido a escribirle porque, como dijo aquel, todas las familias dichosas se parecen, pero en verano no voy a decirle a qué. A qué se parecen.

Sigo con interés lo que le sucede a usted con los garzones, y como mater sé que estas cosas de los chicos pueden llegar a mayores por un quítame ahí un millón de votos. Sin embargo, ya me perdonará, señor Llamazares, la familia es la familia. Los chicos vienen de fábrica con carácteres diferentes, eso pasa en todas las casas, unos salen al abuelo y otros a la rama de Pamplona. De la misma forma que cuando los críos crecen quieren matar al padre. Nada nuevo bajo el sol. Pero me parece usted ya pater viejo para entrar en peleas de gallos.

Cuide que tanta alharaca no se resuma en una triste y clásica trifulca de verano. Ya sabe, se junta el clan y se va liando, de manera que los cuñados parecen pútines y las hermanas, Fátima Báñez. Suele parecer entonces que la familia de uno es el centro del universo, y pasa lo que pasa, que acabas oyendo las risas del portero.

Hoy mismo le he oído decir: “No tenemos voluntad de ir en solitario, muy al contrario, nuestra preferencia es ir en común”; y asegurar que lo que busca es “proteger” a la familia. Pues claro que sí. Llegan novias nuevas, llegan novietes zarrapastrosos, melenudos, y a uno le parece que se le viene el mundo encima, pero quiá.

Eso sí, en casa estas cuestiones solemos lidiarlas de puertas adentro, que la abuela es muy suya con las intimidades familiares. Y, viendo que ustedes no tienen abuela, me he decidido a escribirle la presente: Reúna usted a los garzones, a las almeidas, a los mayores zaragoza, si es ese su deseo, por mi experiencia le advierto que se avanza poco convocando a tíos y abuelos. Los jovenzanos van ganando terreno y, si bien es verdad que en casa siempre se ha cenado merluza a la vasca, no va a conseguir convencerles. Ellos prefieren sushi. Ya ve, Llamazares, así vienen las cosas. ¡Sushi!

Cuando acabe el verano y se dispersen gorriones y mochuelos, se va a encontrar de nuevo con los vecinos de Génova, y le aseguro que no hay mayor piña, ni más arrojadiza, que los vecinos de Génova cuando se descojonan. Será que nunca han sido una familia feliz como para parecerse a algo. Entonces va a echar usted de menos no haberse marcado una tarantela en familia en lugar de este estival y candoroso combate de garzones.

Oiga, y si les hace falta, búsquense una mamma a la altura, que suele ser lo más adecuado para estas cosas de los chicos.

Siempre suya, la tarantela: