Efectos del cambio climático
El riesgo de parto prematuro aumenta un 20% con temperaturas extremas
El calentamiento global afecta de forma significativa al bienestar de los niños y adolescentes, más vulnerables a las olas de calor, la escasez de agua o las alergias
ctxt 30/08/2017
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El avance del cambio climático es una realidad. Cada año presenciamos infinitas muestras del profundo impacto que este fenómeno tiene sobre el medioambiente, haciendo evidente la necesidad de implementar los mecanismos que transformen los actuales modelos de producción y consumo de nuestra sociedad. Según datos de la Organización Mundial de la Meteorología (OMM), dependiente de Naciones Unidas, 2016 ha sido el año más cálido desde que se tienen registros a nivel global –el cuarto más caluroso en nuestro país–, y 2017 va camino de superar estos índices, tal y como advierte la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) atendiendo a los datos de la pasada primavera y un inicio de verano que supera en 3ºC la media histórica sobre este mismo período de referencia.
La temperatura media del planeta ha sufrido un incremento del 0,07% por década desde 1880, viéndose acentuada esta tendencia a partir de 1970 con una tasa promedio del 0,17%. Se trata de una dinámica que, de no ser frenada a tiempo, provocará, previsiblemente, un aumento de la temperatura del planeta de en torno a 5ºC para el año 2050. Este extraordinario crecimiento de las temperaturas, unido a otro tipo de desequilibrios como el cambio en los patrones de precipitaciones o el incremento de plagas con efecto directo sobre la actividad agrícola, genera un impacto sobre el sistema de variables fisiológicas, económicas y sociales que determinan el nivel de adaptación de cada persona a las transformaciones del entorno. La traducción del impacto de estos fenómenos sobre la salud de las personas varía en función del nivel de adaptación de cada organismo, siendo los niños y adolescentes el grupo en el que se observa una incidencia más preocupante de los efectos del calentamiento global. El informe El Impacto del cambio climático en la infancia en España, presentado por el comité español de la organización UNICEF, aborda las consecuencias que el cambio climático está generando sobre el bienestar de los niños y adolescentes, así como las posibles las medidas a explorar a fin de revertir la actual situación.
el riesgo de tener un parto prematuro durante el último mes de embarazo aumenta un 20% en caso de que la madre haya estado expuesta a temperaturas extremas dos días antes del nacimiento, algo habitual en olas de calor
Uno de los primeros aspectos en los que hace hincapié el informe son las condiciones en las que se desarrolla el proceso de gestación de los bebés, poniendo de relevancia el riesgo al que se ven sometidas las mujeres embarazadas por las dificultades que sufren para mantener el equilibrio térmico durante el proceso de embarazo. Según estudios de la Universidad de Valencia acerca del impacto de las olas de calor durante el embarazo, el riesgo de tener un parto prematuro durante el último mes de embarazo aumenta un 20% en caso de que la madre haya estado expuesta a temperaturas extremas dos días antes del nacimiento, algo habitual en olas de calor. Temperaturas que provocan efectos inmediatos en la salud los pequeños, muy especialmente durante la primera semana de vida, y que en caso de nacimientos prematuros puede producir secuelas en el desarrollo neurológico, en el crecimiento y en las funciones respiratorias que en ocasiones continúan hasta llegar a la edad adulta.
Las transformaciones en el equilibrio de los ciclos del agua también suponen uno de los principales factores de riesgo para la salud de niños y adolescentes. La progresiva disminución de los recursos hídricos a disposición de la población, totalmente imprescindibles para nuestro bienestar a nivel sanitario, es uno de los principales problemas de las próximas décadas. Según alerta Ecologistas en Acción, hacia 2020 nuestro país habrá perdido alrededor del 20% de los recursos de los que disponía en los años 90, lo que provocará a un alto estrés hídrico de gran parte de la población española para el año 2040. De nuevo, los niños y niñas –en especial los menores de 1 año– serán los más damnificados por esta reducción de las precipitaciones producto del cambio climático: mientras en un adulto el porcentaje de agua corporal es de entre el 50% y 55%, en bebés lactantes es del 70% y en niños de un 60%.
Esta disminución del flujo de precipitaciones, así como la consecuente escasez de reservas hídricas y el aumento de temperaturas medias y máximas, se encuentra además directamente relacionada con el aumento del riesgo de incendios. Las partículas desprendidas durante los procesos de combustión generan un impacto notablemente mayor a largo plazo en los grupos más vulnerables en términos sanitarios. Entre estos sectores destacan niños y niñas cuyo riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias, particularmente asma y rinitis, se ve ampliamente agravado por las condiciones ambientales producidas por este tipo de polución.
Otro de los problemas respiratorios que resulta conveniente añadir a los anteriormente expuestos, y a los evidentes efectos de contaminación del aire por la creciente polución a causa de la quema de combustibles fósiles, es la creciente incidencia de alergias en la población más joven por motivos relacionados con el cambio climático. Tal y como se advierte desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica Alergología y Asma Pediátrica, los casos de alergias, en particular al polen, se han visto incrementados en niveles preocupantes durante los últimos años, aumentando los casos que afectan a niños y niños cada vez más jóvenes. Las transformaciones climáticas asociadas a los efectos del calentamiento global, en concreto el aumento e intensificación de los temporadas de floración como resultado del ascenso de las temperaturas y de los niveles medios de CO2, ha provocado la extensión de los períodos de riesgo y la acentuación de los factores relacionados con este tipo de problemas.
Además de esta serie de condicionantes relacionados exclusivamente con factores ambientales, no se puede dejar de advertir la importancia de los condicionantes socioeconómicos a la hora de determinar el impacto de estas alteraciones del medio sobre la población más joven. El aislamiento y regulación térmica adecuados de las viviendas ante las variaciones meteorológicas, el acceso a zonas verdes y sombreadas, así como a espacios libres de contaminación extrema y a piscinas o parques que permitan liberar a los más jóvenes de las altas temperaturas, resultan recursos fundamentales a la hora preservar la salud de este tipo de grupos de riesgo. En este sentido, las medidas propuestas por UNICEF apuntan a la articulación de mecanismos relacionados con la planificación urbana y la construcción de infraestructuras bioclimáticas, el desarrollo de sistemas de alerta in situ ante posibles extremos térmicos o la mejora de la eficiencia energética en viviendas y espacios públicos que permitan reducir el impacto de las transformaciones que afectan a la ciudadanía.
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Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”.