Cuando la actividad humana causa terremotos
La minería, proyectos hidráulicos o el fracking han originado o potenciado al menos 500 seísmos en los últimos 50 años, según una investigación de las universidades de Durham y Newcastle
ctxt 31/10/2017
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Los terremotos se producen debido a la liberación de la energía producida por el choque de las placas tectónicas en las que se divide la Tierra. Esta formulación, o una similar, suele ser la forma más habitual de explicar las causas de los seísmos. Y, sin embargo, los temblores pueden tener otro origen: procesos volcánicos, impactos de asteroides o cometas o la acción del ser humano.
Esta última causa se halla detrás de al menos 500 seísmos en los últimos 50 años, según un catálogo publicado por un equipo de investigadores de las universidades británicas de Durham y Newcastle, por encargo de la petrolera holandesa NAM.
En este registro, el mayor realizado hasta ahora, se recopilan 720 proyectos humanos asociados con sismos antropogénicos, desde 1868 a 2016. Algunos de estos movimientos sísmicos han llegado a causar muertos y rozar los ocho grados de magnitud, una energía mayor a la de la bomba más potente.
Entre las causas de estos temblores destacan varias actividades humanas, muchas de ellas relacionadas con la extracción o producción de energía: la minería (37% de los proyectos registrados), el llenado de presas (23%), las actividades vinculadas al petróleo y gas convencional (15%) y las geotermales (8%), la eliminación de fluidos residuales (5%) y el fracking (4%).
En el estudio, dentro de la categoría de terremotos antropogénicos, se incluyen tanto la sismicidad inducida (aquella en la que mayoría de la energía que genera el temblor es de origen humano) y la sismicidad disparada (cuando la energía es predominantemente de origen natural, pero potenciada por la actividad humana).
Para la prevención de esta amenaza, los autores del estudio proponen medidas como estudios previos a la puesta en marcha de determinados proyectos para desarrollar mejores estrategias de seguridad; mediciones de pozo que permitan analizar qué fallas tienen más probabilidades de ser críticamente estresadas; modelos numéricos realizados por ordenador que permitan hacer estimaciones de los efectos probables de un proyecto; pruebas de inyección previas antes de poner en marcha inyecciones de fluidos a gran escala; o monitoreos sísmicos durante todo el proyecto.
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