Macron, el presidente del 1% más rico
Tras haber financiado su campaña electoral mediante grandes donaciones, el joven dirigente prepara una bajada de impuestos de unos 5.000 millones de euros para las clases acomodadas
Enric Bonet París , 25/10/2017
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“Como lo observáis, nuestra start-up continúa avanzando. En los próximos días empezaremos con lo más duro, así que ahora necesitamos más que nunca su apoyo”. Christian Dargnat, el tesorero de la campaña presidencial de Emmanuel Macron, pedía con este correo electrónico ayuda económica al influyente coleccionista de arte Olivier Berggruen. Este respondió a su petición aportando en febrero 8.000 euros al movimiento En Marche!. Las grandes donaciones tuvieron un rol fundamental en la financiación de la plataforma electoral que propulsó a Macron hacia el Elíseo. Así lo demuestran los documentos del Macron Leaks. Filtrados el 5 de mayo, estos fueron analizados por el diario digital Mediapart y, en particular, por el periodista Mathieu Magnaudeix, que aborda esta cuestión en el libro Macron & Cie.
En septiembre de 2016, cuando Macron todavía no era ni candidato, Dargnat ya subrayaba la importancia de los grandes donantes. “Cuando sabemos que los gastos de la campaña presidencial están limitados a 22 millones de euros y que podremos pedir un préstamo bancario (de 9 millones) que el Estado devolverá si el candidato supera el 5% de los votos, sólo debemos encontrar 13 millones”, explicaba en un correo electrónico interno. “Si lo redondeamos a 10 millones, deberemos obtener donaciones de 1.333 personas de 7.500 euros cada una”, afirmaba.
En una cena privada en Londres, la campaña de Macron consiguió más de 280.000 euros. Según cuenta el periodista Mathieu Magnaudeix en ‘Macron & Cie’, al menos 631 personas dieron más de 5.000 euros, lo que representa un tercio del dinero obtenido
Exdirigente del banco BNP-Paribas, Dargnat estuvo al frente de la búsqueda de grandes donantes. Dirigió un grupo reducido de jóvenes altos cargos, como Emmanuel Miquel (inversor de riesgo del grupo Ardian y ahora consejero en el Elíseo) o Stanislas Guerini (directivo de la empresa Elis y ahora diputado en la Asamblea Nacional). Ellos utilizaron todos sus contactos para buscar personas que dieran la cantidad máxima de 7.500 euros anuales para el candidato y 4.600 para el partido.
Para ello, organizaron decenas de fiestas privadas en casas de particulares a las que sólo eran invitados aquellos capaces de dar un cheque con cuatro cifras. El candidato Macron intervino en numerosos de estos actos que tuvieron lugar en París, pero también en Londres, Nueva York o Uccle (una acomodada localidad en la periferia de Bruselas). En una cena privada en la capital británica, consiguieron más de 280.000 euros. Según explica Magnaudeix en Macron & Cie, al menos 631 personas dieron más de 5.000 euros, lo que representa un tercio del dinero obtenido por el movimiento En Marche!
El hecho de financiarse mediante grandes donaciones no es ilegal en Francia, pero refuerza la imagen de Macron como “el presidente de los ricos”. Esta polémica reputación ha consolidado el símil entre el joven dirigente y Nicolas Sarkozy. El polémico expresidente también dispuso de un grupo selecto de 544 ricos, apodado el Primer Círculo, que financiaron su campaña presidencial de 2007. Estos se vieron luego recompensados mediante numerosos regalos fiscales que el líder conservador ofreció a las clases acomodadas francesas entre 2007 y 2012. Esta rebaja de impuestos se repetirá ahora con Macron. Los primeros presupuestos del ejecutivo centrista incluyen una reducción de más de 5.000 millones de la fiscalidad de los más acomodados.
“No creo en la teoría del goteo, sino en la teoría de la cabeza de la cordada. Hay hombres y mujeres que triunfan porque tienen talento, quiero que lo celebremos”, afirmó Macron el 15 de octubre durante su primera entrevista como presidente en una cadena de televisión francesa. El presidente francés pretendía responder así a aquellos que le acusan de ser un defensor acérrimo de la polémica teoría del goteo. Según este dogma neoliberal, la desregulación de la economía permitirá un crecimiento económico tan grande y un enriquecimiento tal de las élites que las migajas percibidas por los pobres serán gigantes. Aunque aseguró estar en contra de esta teoría, Macron defendió que “si empezamos a lanzar piedras a la cabeza de la cordada, es toda la cuerda la que tiembla”.
Un regalo fiscal de 3.200 millones a los más ricos
Pese a las justificaciones del presidente francés, las cuentas que el ejecutivo galo prepara para el año que viene han reforzado la reputación de Macron como “presidente de los ricos”. Según un sondeo del instituto Viavoice, publicado en septiembre en el diario Libération, el 53% de los franceses considera que la política económica de Macron beneficia a las clases pudientes.
La medida más polémica de las nuevas cuentas es la supresión parcial del Impuesto sobre la riqueza (ISF) que pagaban los franceses con un patrimonio superior a 1,3 millones de euros. Después de su reforma, aprobada el 20 de octubre en la Asamblea Nacional, este impuesto dejará de tasar las acciones y bienes de lujo, como yates, caballos o aviones privados. Sólo lo pagarán las fortunas con un patrimonio inmobiliario superior a 1,3 millones.
“El gobierno ha anunciado que dejará de recaudar 3.200 millones. Pero si miramos los documentos al detalle, vemos que tendrá un coste de al menos 4.000 millones para las arcas públicas”, asegura Philippe Légé, catedrático de Economía en la Universidad de Amiens y miembro del colectivo Économistes atterrés. “Los regalos fiscales son una de las razones que explican el incremento de la deuda y el déficit del Estado francés”, explica el economista Frédéric Farah, coautor de la obra Introduction inquiète à la Macron-économie. Según este profesor de la Sorbona, la bajada de impuestos a los más ricos de Macron “guarda una gran similitud con el escudo fiscal de Sarkozy”. Aprobada en agosto de 2007, esta medida limitó a un 50% de sus ingresos los impuestos máximos que pagaría cualquier persona.
El gobierno de Macron justifica la supresión parcial del ISF por la necesidad de frenar la fuga de las grandes fortunas francesas e impulsar la inversión privada. Lejos del mito del gran enfermo económico de Europa, Francia dispone de unos niveles de inversión superiores a los de la media de la zona euro. El porcentaje francés de la Formación bruta de capital fijo (indicador para medir la inversión) es del 22,4%, por encima de Alemania (20,4%) o España (20,3%). Y tampoco sufre una huida constante de jóvenes emprendedores ahogados por una fiscalidad demasiado elevada. “Cada año hay 800 personas ricas que se van y 300 que vuelven a Francia. Esto representa un 0,3% de los contribuyentes del ISF”, explica Légé, quien subraya que la mayoría de ellas son personas mayores de 50 años.
Según un sondeo del instituto Viavoice, publicado en septiembre en el diario Libération, el 53% de los franceses considera que la política económica del Ejecutivo beneficia a las clases pudientes
Según este economista experto en temas fiscales, la supresión parcial del ISF “beneficiará a los más ricos de los ricos franceses, puesto que el 71% de la fortuna del 1% está basada en activos financieros”. Por este motivo, favorecerá probablemente un incremento de las desigualdades en un país donde las diferencias entre los más ricos y los más pobres son inferiores a la media de la zona euro. Según el coeficiente de Gini, que mide las desigualdades en función de los ingresos, Francia (29,3) es un país más justo que Alemania (29,5), España (34,5) o Italia (32,4).
La dinámica del gobierno francés, “a contratiempo y anacrónica”
Además de la supresión parcial del ISF, el gobierno centrista favorecerá a las grandes fortunas al limitar al 30% la fiscalidad del capital (dividendos, plusvalías de acciones, etc). Antes de su reforma, aprobada el 20 de octubre, esta alcanzaba el 60% en las cuentas corrientes más elevadas. “Macron prometió durante la campaña que esta medida no tendría ningún coste para las arcas públicas. Pero ahora la ha cifrado en una pérdida de ingresos del Estado de 1.900 millones de euros”, explica Légé. Según este catedrático de la Universidad de Amiens, “esta medida promoverá la economía especulativa, ya que eliminará las ventajas que tenían los ahorradores a largo plazo, cuya fiscalidad ya estaba limitada al 30%”.
Con su bajada de impuestos a los más ricos, Macron aspira a que París se convierta en la nueva capital financiera de Europa. Su gobierno pretende atraer buena parte de los 10.000 empleos que la City de Londres perderá a causa del Brexit. Para ello, ofrece condiciones fiscales ventajosas a las entidades bancarias que se instalen en la capital francesa. Unas medidas que, de momento, están siendo insuficientes para que París se imponga a Frankfurt, la sede del Banco Central Europeo, en la carrera para erigirse en la nueva capital financiera europea. Es en esta localidad alemana donde ya han instalado su nueva sede europea entidades internacionales, como el banco japonés Nomura o los estadounidenses Goldman Sachs y JP Morgan.
“Las rebajas de impuestos a los más ricos van de la mano de medidas poco sociales como la reforma laboral —aprobada por decreto el 22 de septiembre—. Como el capital se mueve más deprisa que el trabajo, los esfuerzos se concentran en el mundo del trabajo”, lamenta Farah. Los regalos fiscales a las grandes fortunas se verán compensados con unos recortes de 15.000 millones de euros del gasto corriente del Estado, las administraciones locales y de la Seguridad Social. Estos se verán reflejados en una reducción notable de las ayudas al alquiler o la supresión de decenas de miles de empleos subvencionados.
Para compensar estas medidas, el gobierno centrista espera incrementar el poder adquisitivo de los franceses con la supresión del impuesto a la vivienda para el 80% de los hogares más humildes. Además, Macron confía en que su reforma fiscal impulsará la inversión privada y reforzará los brotes verdes de la economía francesa. El PIB galo crecerá este año un 1,7%, la cifra más elevada de los últimos cinco años.
“Macron cree que las desigualdades favorecen el crecimiento. Como defendía el canciller alemán Helmudt Schmidt a mediados de los setenta, considera que las ganancias de hoy representarán las inversiones de mañana”, afirma Farah. Este economista keynesiano advierte de que “no hay ninguna certeza de que los regalos fiscales se verán recompensados con una mayor inversión en el tejido productivo francés”. De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el 11 de octubre un informe sobre la lucha contra las desigualdades en el que defendía el restablecimiento de un sistema de impuestos progresivo. “No hay pruebas empíricas sólidas que muestren que la progresividad sea perjudicial para el crecimiento”, asegura el estudio titulado Tackling Inequality. Una afirmación que no deja de ser significativa teniendo en cuenta la reputación más bien conservadora del FMI.
“El actual gobierno francés piensa que finalmente podrá aplicar las políticas neoliberales. Pero su dinámica es a contratiempo y anacrónica”, asegura Légé, quien lamenta que “el espacio que la crisis económica de 2008 ocupa en el pensamiento de los dirigentes franceses es cero”. “Aunque sea un hombre joven, Macron piensa como un viejo liberal”, recuerda Farah. Según el autor de Introduction inquiète à la Macron-économie, “no hay que olvidar que el presidente es un producto de una franja estrecha de la población francesa. Sus apoyos vienen del mundo de las élites empresariales”.
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