Lectura
Legados del exilio más allá de la nación
Prólogo del libro 'Líneas de fuga.Hacia otra historiografía cultural del exilio republicano español'
Mari Paz Balibrea / Sebastiaan Faber 20/11/2017
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Se han cumplido en 2016 cuarenta años de la aparición de El exilio español de 1939, la monumental obra dirigida por José Luis Abellán y publicada por la editorial Taurus en seis tomos entre 1976 y 1978. La obra liderada por el estudioso de la filosofía hispánica era el primer intento con visos de garantía, una vez acabada la dictadura, de ofrecer una panorámica lo más completa posible de la riqueza cultural e intelectual que los integrantes del exilio republicano habían aportado al mundo y que la España postfranquista necesitaba reconocer como parte de su patrimonio. En aquel momento, la obra era un gran desafío a la pobreza de conocimiento fiable sobre el exilio, consecuencia de la censura y el sesgo ideológico del franquismo. La razón de ser de El exilio español de 1939 era tan sencilla como combativa: erigirse en orgullosa respuesta a todas las carencias políticamente motivadas de sus predecesores. Por oposición a ellos, esta obra podía enorgullecerse de ser un producto democrático. La dictadura había acabado y una España en libertad no podía permitirse seguir excluyendo la totalidad del exilio republicano como parte de su legado.
El proyecto entero del equipo de Abellán partía de una verdad aplastante, si bien implícita: el legado del exilio se había generado en el imperativo de un movimiento centrífugo. Su destino estaba marcado por una trayectoria que, originándose en el interior, irradiaba en una multiplicidad inabarcable de trayectorias vitales y profesionales que, a alturas de la primera Transición, en pocos casos desembocaba en una vuelta al país. En ese sentido, y sin perjuicio de la inmensa aportación que hacía a la historia del exilio republicano español, El exilio español de 1939 era también constatación y prueba fehaciente de los límites y retos a los que se enfrenta quien aspira a ofrecer una visión de conjunto de la realidad conocida como “exilio republicano español”. […]
Tan grande es la ambición de El exilio español de 1939 que nadie la volvió a hacer suya durante cuarenta años. Ha habido, eso sí, reflexiones sobre el lugar del exilio cultural en la historiografía española del siglo XX, y materializaciones concretas, más o menos explícitamente razonadas, de esta relación del exilio con España. Estas reflexiones las encontramos en historias de la cultura, filosofía y literatura españolas publicadas ya desde el franquismo. A diferencia del proyecto dirigido por Abellán, sin embargo, en ellas falta o bien la visión de conjunto o bien una consideración central del exilio que no esté supeditada a una categoría nacional. […]
Líneas de fuga aprovecha la labor realizada por cientos de investigadores en las últimas cuatro décadas. Pero también se reconoce heredero del proyecto de la Transición liderado por Abellán, tanto en su dimensión ética de poner en valor un corpus, como en la historiográfica de proporcionar una visión global sobre él. Retomamos así la voluntad de poner la categoría definida en los seis tomos de Abellán como “exilio español de 1939” en el centro conceptual de un proyecto historiográfico. Y al incorporar el camino de saber recorrido en los últimos cuarenta años, nos sentimos también llamados a actualizar el conocimiento que aquellos volúmenes proporcionaban. […]
Hoy entendemos que la capacidad de superar el desconocimiento y la invisibilidad del exilio republicano español no dependía sólo de la desaparición de las condiciones de censura política que imponía la dictadura franquista, como creían los autores de los tomos de Abellán. Para recuperar el exilio no basta con una ambición monumental o enciclopédica. Sin duda la erudición y el archivo son imprescindibles. Pero en ningún caso son suficientes. Con los años hemos podido comprobar que la presencia y visibilidad públicas como legado cultural y político del exilio dependían también —y siguen dependiendo— de las estructuras historiográficas y conceptuales en las cuales sus conocedores fueron —y somos— capaces de insertarlos. Ahora bien, las estructuras que han predominado para el estudio del exilio, en el parecer de los participantes en este volumen, no han potenciado al máximo la valoración y visibilidad del legado exílico de la Segunda República. Al contrario, han tendido más bien a minimizarlas y a estorbar el estudio de sus especificidades. De ahí que este proyecto pretenda revisar el corpus y el legado del exilio republicano español desde la reflexión sobre estos constreñimientos, y desde la voluntad de superarlos proponiendo nuevas categorías estructurales y temáticas de ordenación historiográfica. […]
Más allá de esta diversidad de aproximaciones e interpretaciones, los que contribuimos a este libro coincidimos en algunos presupuestos fundamentales. Quizá el principal de éstos sea la idea de que el exilio republicano español como un objeto de conocimiento está condicionado por una serie de factores cuya comprensión e incorporación metodológica son imprescindibles para valorarlo en toda su complejidad. Caben resumirse en cinco puntos:
1.-“Exilio republicano español” es un concepto intrínsecamente político en cuanto a su origen, origen que hace referencia al periodo más traumático, y por ello más definitorio, de la historia del siglo XX español: la guerra civil de 1936-39. La particular relación que el Estado español —sus instituciones y su sociedad civil, en la dictadura y después en democracia— estableció con este evento, ha condicionado hasta hoy mismo las posibilidades de producir saber sobre el exilio que fue uno de los resultados de la guerra. Factores similares condicionaron la relación de los exiliados con otros Estados, instituciones y sociedades civiles fuera de España. La naturaleza política del exilio y de toda su producción es en este sentido constitutiva y por tanto inescapable, más allá e independientemente de la ausencia o presencia de una actividad personal/colectiva de carácter político o de una producción de objetos en el exilio de temática política. Las evidencias y el impacto de lo político como factor constitutivo deben incorporarse a todo estudio de este exilio.
2.-El exilio republicano español es un objeto de estudio no sólo multidisciplinar, sino transdisciplinar. Como objeto de estudio define lo que podríamos llamar una situación, una realidad total que abarca lo personal, lo social y lo político, y todo lo que desde estas esferas se produzca, desde lo cultural, filosófico y artístico a lo tecnológico o científico. Producir saber sobre este exilio desde los compartimentos estancos de cada una de las disciplinas humanísticas y sociales reconocidas como asociadas a estas realidades (filosofía, política, antropología, literatura, arte, arquitectura, y sus respectivas historias) es sin duda un avance frente al desconocimiento. Pero es un avance limitado. La limitación de este proceder disciplinario consiste en que divide el saber de forma arbitraria, ajena a su naturaleza, en categorías heredadas como géneros literarios o campos académicos. Al compartimentalizar y separar la producción del exilio en estas áreas de conocimiento dificultamos su entendimiento complejo e interconexo. […]
3.-El exilio republicano es una anomalía historiográfica. La historia moderna se construye desde el molde espacio-temporal identificador de la nación(-estado). El exilio republicano es el resultado de la acción violenta llevada a cabo por el Estado franquista, que provoca el desplazamiento —la huída o la expulsión— de una parte de la nación que gobierna. Por tanto, no debe nunca en su conceptualización desligarse completamente de su condición de ex-nación, o sea, de criatura-históricamente-producida-por-la-nación-estado-moderna-que-es-España (ver punto 1). Como indicó Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, lo que constituye al Estado-nación moderno es su capacidad de expulsar a grupos no deseados y desentenderse de ellos. Pero al mismo tiempo, la realidad del exilio republicano se desarrolla más allá de la nación, en la multiplicidad de líneas de fuga construidas en tiempos y espacios ajenos a la nación de partida por los cientos de miles de sus protagonistas, en ciertos momentos o casos ajena incluso a toda temporalidad o espacialidad nacional reconocible, española u otra.
El problema más intratable de abordar la categoría “exilio republicano español”, por tanto, es conciliar la aporía que constituyen en este concepto el sustantivo (exilio) con su adjetivo calificador (español). En tanto que español, al exilio se le ha historiografiado, al menos en España, como parte de la nación de la que recibe el calificativo. Pero su componente sustantivo se desarrolla fuera del tiempo y el espacio de la nación española que la adjetiva. Sometido a la lógica espacio-temporal de la nación, el exilio y el exiliado están condenados a ser una incongruencia: un margen que acaba quedando fuera porque no es límite de nada comprensible; un despistado ciudadano-turista; un extranjero nostálgico aferrado a su identidad española; un ahora no contemporáneo; un presente que sólo en el pasado ve progreso y futuro; un despropósito de preocupaciones y prioridades; una presencia embarazosa. Urge, por tanto, dejar de determinar la relevancia y el significado del corpus de conocimiento que es el exilio español por su supeditación a las coordenadas culturales, políticas, históricas, que explican el siglo XX español. No se trata de negar las relaciones entre exilio y nación española donde las haya, ni siquiera se trata de desenfatizarlas; al contrario, la presencia del exilio en la cultura española es innegable y dejar constancia de ella inexcusable. Se trata de demostrar, en cambio, que la relevancia como objeto de conocimiento del exilio español no se agota en esa relación, que no todo termina con la interpretación exhaustiva de “el tema de la vuelta” en cada exiliado porque, para empezar, “el tema de la vuelta” se presta a mucho más que a una investigación psicológica de motivos individuales. Se trata de demostrar que la solución al problema historiográfico y ético de la cultura del exilio no está en decidir integrarla en la de España, o en explicarla en riguroso paralelo con ella. El exilio republicano generó muchas otras realidades que aún esperan que las ordenemos en narrativas interpretadoras.
Multinacionalidad, a-nacionalidad, supra-nacionalidad, multitemporalidad: hay que inventar neologismos que nos inviten a concebir la experiencia del exilio republicano al margen de la nación(-estado) española tal y como sus protagonistas se vieron obligados a inventarla, y al margen las estructuras de análisis y periodización que la sostengan. Y asimismo hay que asociarse a parámetros de análisis ya existentes para explicar el exilio: categorías trans-nacionales como modernidad (y su crisis), vanguardia, Guerra Fría, Europa, Hispanismo, revolución, antifascismo, anticomunismo, compromiso pueden dar razón y congruencia a realidades que, vistas exclusivamente desde la lógica de las prioridades ya definidas por la historiografía de la España del siglo XX, carecen de sentido, y por ello de relevancia. Nos falta mucho y de importancia por saber de ellas, pues desde su conocimiento se pueden extender conexiones a un entendimiento mucho más complejo del que tenemos ahora de la contribución de este exilio a la historia —cultural o no— del siglo XX. Insistir en ello es una llamada estratégica a desmarginalizar el exilio reconociendo el alcance geopolítico de su influencia en un momento de intensa globalización de los conflictos políticos, marcados por grandes movimientos diaspóricos. Contribuimos así a dignificar el legado del exilio republicano, haciéndole un lugar junto a los protagonistas ya reconocidos de ese tiempo —muchos de ellos también desplazados, por cierto— en Occidente, en Europa, en América Latina.
Miembro a la fuerza de una vanguardia histórica, el exilio fue abocado de lleno a la Historia, obligado a posicionarse frente a ella mucho más directa y visceralmente que la cultura del interior de España. Pensadas las cosas desde esta perspectiva, el exilio republicano deja de estar subordinado a los acontecimientos españoles durante los casi cuarenta años de dictadura franquista. Claro está que armar esta estructura historiográfica implica aceptar que “el exilio republicano español” no es únicamente un fenómeno español. Pero también implica cuestionar los límites de lo que debe considerarse relevante en la explicación de lo español en su siglo XX. Al poner el énfasis en lo global/supranacional en lugar de lo nacional/local, desestabilizamos las nociones recibidas de lo que es marginal y de lo que es central, de lo que está dentro y de lo que está excluído de las narrativas históricas. Con ello también desplazamos de su lugar preferencial naturalizado tanto a quienes aceptan el marco de España como contenedor exclusivo, como a quienes han definido categorías supranacionales prescindiendo de ciertas comunidades e intervenciones, haciendo visibles unas fronteras de influencia más porosas, más contradictorias, más ambiguas. Es en todos estos sentidos que el presente proyecto es una intervención historiográfica.
4.-La(s) historia(s) del exilio republicano no admite(n) clausura. ¿Dónde termina el exilio republicano? Las narrativas nacionales españolas, en especial las que fueron hegemónicas durante la Transición, nos presentaban el regreso a España de unos pocos intelectuales del exilio y la desaparición del impedimento político y legal de volver como prueba de que todo el fenómeno acababa en el final feliz de su reinserción en la nación democrática, que coincidía convenientemente con el final de la vida de sus protagonistas. Esta prisa por liquidar al exilio vía su normalización nacionalizadora ha servido para minimizar la riqueza de su especificidad histórica y ética, para disolverlo en la irrelevancia, a pesar de las esperanzas que alguien como Abellán en el “Epílogo” a El exilio español de 1939 ponía en su vuelta a alturas de 1978 […]. Aunque la casuística es inacabable y produce ejemplos de muchos y contradictorios tipos, el presente trabajo reivindica la importancia de mantener el exilio republicano —los exilios— como una categoría irreductible a lo nacional, sobre todo lo nacional español, y con ello subrayar la utilidad de su posición marginal, exterior, vencida, con potencial crítico. Su producción cultural incorpora un legado y una memoria de su relación como víctimas y testigos de la barbarie que los expulsó, desde las que se puede reflexionar tanto sobre el pasado como sobre el presente y el porvenir, nacional y transnacional. Desde el punto de vista español especialmente, en tanto que legado antifranquista, puede el exilio desde la consideración de margen crítico, ser restaurado eficientemente a posiciones de relevancia en la historia de la modernidad española.
Pero los exiliados no sólo se nos presentan en su relevancia histórica como víctimas y testigos. Otra manifestación de su legado la encontramos en cómo individuos y comunidades del exilio republicano contribuyeron con sus saberes y cualidades a las historias de sus espacios de llegada o de tránsito. Sus acciones en muchos casos han tenido una honda huella y están presentes, no sólo en la memoria, sino en las creaciones e innovaciones que —plasmadas en instituciones y sus espacios físicos, en genealogías de conocimiento, en intervenciones tangibles e intangibles— hoy por hoy forman parte de la cotidianidad de miles por todo el planeta. Esa estela duradera merece ser marcada y reconocida en un gesto que es de homenaje a sus protagonistas pero también de demostración de la multiplicidad de continuidades positivas que tienen origen en el conflicto español de 1936-1939. Por tanto, la noción de legado cultural contradice la interpretación preponderante de la biología como determinante fatal del final del exilio republicano: muerto el exiliado, acabado el exilio. El título del libro pretende evocar ese gesto de acompañar al exilio en sus obligadas líneas de dispersión en busca de su legado, sin forzar su integración de vuelta a la nación, y sin aceptar su desintegración sin huella recuperable en el magma de la Historia.
5.-Finalmente, el compromiso de recuperación que abiertamente alumbra este proyecto no debe ser confundido con ausencia de rigor crítico. La ventaja crítica que se propone para el exilio republicano, no es ni monopolio suyo ni de aplicación universal en todos sus representantes. El corpus cultural del exilio debe ser tanto sujeto como objeto de crítica. Reivindicar la relevancia del corpus exílico no es deshacerse en alabanzas de él, sino trabajar para demostrar que pertenece a la Historia, una historia que nos incumbe, sea cual fuere su papel en ella. […]
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De Líneas de fuga. Hacia otra historiografía cultural del exilio republicano español. Coord. Mari Paz Balibrea. Madrid: Siglo XXI, 2017. (Dossier, pdf)
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Autor >
Mari Paz Balibrea
Es profesora de Estudios Culturales en el departamento de Cultures and Languages en Birkbeck, University of London
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/ Sebastiaan Faber
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