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TRIBUNA

No fue un golpe de Estado ni un pronunciamiento: respuesta a Santos Juliá

Abandonar la idea de que en Cataluña ha habido un golpe es imprescindible para pensar en soluciones democráticas al problema de la secesión

Ignacio Sánchez-Cuenca 24/04/2018

<p>Mariano Rajoy y Carles Puigdemont.</p>

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont.

Luis Grañena

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¿Qué sucedió realmente en Cataluña durante la fase final de explosión del procés, en los meses de septiembre y octubre de 2017? La respuesta a esta pregunta es clave para valorar políticamente tanto las estrategias del movimiento independentista como la respuesta del Estado a la crisis catalana. 

Hay una interpretación de los hechos de otoño de 2017 que se ha extendido en el establishment español y que muchos dan ya por supuesta, como si fuera una verdad auto-evidente: en Cataluña hubo un intento de golpe de Estado, frenado en seco por el Estado de derecho. Esta tesis aparece frecuentemente entre políticos y tertulianos de la derecha española, pero también ha alcanzado a autores “liberales” que, en otros asuntos, habían adoptado tesis más moderadas. Sirva como ejemplo el artículo que publicó Santos Juliá en el diario El País hace unos días, titulado “Doblegar al Estado”. El artículo condensa muchos de los errores de planteamiento que envenenan la crisis catalana.

El texto de Juliá se abre con una prolija introducción de corte generacional en la que habla de aquellos que, como él mismo, nacidos entre 1930 y 1939, fueron bautizados como los niños o los hijos de la guerra. En su opinión, fue una generación que entendió la necesidad de superar el trauma del enfrentamiento fratricida de nuestra Guerra Civil y que elaboró un proyecto político pensando más en el Estado que en la nación; dicho proyecto se llevaría a la práctica en la transición democrática, cuyo logro más valioso fue la Constitución de 1978. Como miembro de aquella generación, Juliá describe, con una mezcla de horror e indignación, los sucesos de la crisis catalana que, cuarenta años después de la aprobación de la Constitución, han supuesto el quebranto de esta. La aprobación de las leyes de referéndum y transitoriedad durante los días 6 y 7 de septiembre y la posterior declaración de independencia el 27 de octubre serían, desde su punto de vista, el equivalente a un “alzamiento” de las autoridades catalanas contra el Estado.

Juliá analiza las acciones del Gobierno y el Parlamento catalanes a la luz de un golpe de Estado. Dice en más de una ocasión que los nacionalistas catalanes se “alzaron” contra el Estado y utiliza términos como “sedición” y “pronunciamiento”. Admite, en cualquier caso, que se trata de un tipo muy especial de “pronunciamiento”, pues la propia definición de la RAE establece que un “pronunciamiento” es un “alzamiento militar contra el Gobierno”; por ello mismo, se inventa una nueva categoría, una categoría sui generis, la de “pronunciamiento civil”, que Juliá no explica en qué casos podría aplicarse más allá de Cataluña en octubre de 2017. Pero para que no haya dudas, compara la acción de los representantes del pueblo catalán con golpes de Estado como el del general Primo de Rivera en 1923, el (fallido) del general Sanjurjo en 1932 y el (también fallido) del teniente coronel Tejero en 1981.

¿Intentaron realmente las autoridades catalanas dar un golpe de Estado? ¿Fue un “pronunciamiento civil”? Un golpe de Estado supone siempre el ejercicio de la violencia o la amenaza de esta. La violencia es un elemento esencial de todo golpe de Estado. Así se reconoce en las definiciones habituales de los diccionarios y también en la literatura académica sobre golpes de Estado. Los “rebeldes” o bien ejercen la violencia o bien amenazan con usarla. En la historia hay numerosos casos de golpes incruentos en los que las autoridades legítimas abandonan el poder de forma pacífica porque saben que, de lo contrario, sufrirán violencia de manos de los golpistas. La violencia, pues, desempeña un papel crucial, es el medio coactivo mediante el cual los golpistas tratan de hacerse con el poder.

Se podrán mencionar casos puntuales de violencia en algunas movilizaciones populares, pero la violencia no ha formado parte de la estrategia política de las autoridades catalanas

El movimiento independentista catalán no ha sido violento ni se ha basado en una amenaza de violencia. Se podrán mencionar casos puntuales de violencia en algunas movilizaciones populares, pero la violencia no ha formado parte de la estrategia política de las autoridades catalanas. Si no hubo violencia, no pudo haber alzamiento, ni pronunciamiento, ni golpe. Utilizar estas categorías para entender la crisis catalana carece de rigor. Y, lo que es peor aún, nos condena a resolver el problema a través de la justicia penal, pues nada cabe negociar ni pactar políticamente con quienes participan en un intento de golpe. La defensa de la tesis del golpe de Estado o pronunciamiento legitima las acusaciones atrabiliarias de la Fiscalía y del Tribunal Supremo sobre la rebelión, que tanta extrañeza provocan entre analistas y periodistas fuera de España.

Afirmar que el proceso catalán ha sido violento es situarse en contra de la realidad. Sólo es posible percibir así los hechos utilizando unas gruesas lentes ideológicas que nos devuelven una imagen deformada de lo sucedido. Son las lentes de un nacionalismo español intolerante que parecía superado.

Si no fue un golpe, ¿qué fue? Según lo entiendo, y como he tenido oportunidad de argumentar en extenso en un libro reciente (La confusión nacional. La democracia española ante la crisis catalana, Catarata 2018), deberíamos hablar de una crisis constitucional profunda producida por un choque de legitimidades. En una crisis constitucional se desobedecen las normas, se cuestiona y desafía el orden jurídico, pero no se utiliza la violencia. Con ello no quiero minusvalorar o disculpar la conducta de las autoridades catalanas, las cuales, en mi opinión, cometieron errores graves por los que cabe exigir responsabilidades políticas y legales. La desobediencia de una parte del Estado es un asunto muy serio, pero no es un golpe de Estado, ni un alzamiento, ni un pronunciamiento (ni una rebelión) mientras no medie violencia o amenaza de la misma.

La crisis constitucional del otoño de 2017 es la consecuencia última de un proceso que se abre con la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 sobre la reforma del Estatut. En aquella sentencia, recuérdese, se niega de raíz toda posibilidad de desarrollo plurinacional de España. Según el Tribunal, la única nación que existe es la española, titular de la soberanía. Que la soberanía la hayamos troceado renunciando a competencias políticas básicas en beneficio de la Unión Europea (políticas monetaria, comercial y de competencia, por ejemplo) no es motivo de alarma para nuestro Tribunal Constitucional, ni tampoco lo es que el derecho europeo esté por encima del derecho español; sin embargo, que el preámbulo de un Estatuto de autonomía se haga eco de una declaración del Parlamento catalán sobre la existencia de una nación catalana es considerado por el alto Tribunal inadmisible en nuestro ordenamiento jurídico. La nación española puede compartir soberanía con holandeses, búlgaros y portugueses, pero no puede compartirla con la nación catalana o la vasca. 

Tras esta sentencia, el nacionalismo catalán fue radicalizando sus posiciones ante la indiferencia o la intransigencia, según el caso, de las autoridades españolas. A pesar de los múltiples e infructuosos intentos de establecer alguna vía de negociación con el Gobierno de España, nada se ha movido desde 2010 en la cuestión territorial, salvo una recentralización más o menos encubierta con el pretexto de la crisis económica. El Gobierno de España dejó pudrir el conflicto político a pesar de recibir numerosas advertencias de que, si no tomaba cartas en el asunto, el procés acabaría explotando.

A pesar de los múltiples e infructuosos intentos de establecer alguna vía de negociación con el Gobierno de España, nada se ha movido desde 2010 en la cuestión territorial

Como consecuencia de las irresponsabilidades cometidas por unos y otros, se ha consumado una crisis constitucional que surge de un doble conflicto sobre el “demos”. En primer lugar, un conflicto en el conjunto de España: una parte considerable de la sociedad catalana no se siente española y no quiere seguir tomando decisiones colectivas con el resto de España, así que no se considera vinculada por lo que ordene el Gobierno o el Tribunal Constitucional. En segundo lugar, un conflicto en el interior de Cataluña entre quienes desean y quienes rechazan la independencia.

Robert Dahl analizó en profundidad el problema político del cuestionamiento del “demos”. Mostró que no hay una solución clara, pues la democracia funciona en la medida en que hay consenso sobre quién pertenece al colectivo que toma decisiones conjuntamente. Cuando se produce una crisis de “demos”, no hay principios indubitables que sirvan de guía. Pero al menos podemos intentar encauzar el conflicto según valores democráticos, tratando de encontrar puntos de acuerdo que satisfagan a todas a las partes y, de este modo, eviten la ruptura. Eso es lo que distingue a las democracias de otros regímenes políticos. En España nos encontramos en una situación paradójica, pues, pese a ser el nuestro un país democrático, el Gobierno de España no ha querido hacerse cargo del problema, el Tribunal Constitucional ha cerrado toda vía de reforma plurinacional,y el Govern y el Parlament catalán han actuado con desprecio del principio democrático al realizar una declaración de independencia que no cuenta con suficiente apoyo popular.

Ante un problema de esta envergadura, lo lógico es que desde la sociedad civil intentemos preservar los principios democráticos buscando puntos de encuentro que desactiven la crisis constitucional y el enfrentamiento político que se ha creado tanto entre Cataluña y el resto de España como en el interior de la propia Cataluña. Pero lo que hemos visto en estos meses es algo muy distinto. Se ha producido un resurgir del nacionalismo español intransigente que se manifiesta en que jueces, políticos, periodistas e intelectuales hayan etiquetado de golpe de Estado o rebelión el desafío independentista y, en consonancia con ello, apuesten por el encarcelamiento de los líderes del independentismo catalán como solución al problema político de fondo. Para muchos de mi generación, la de los “nietos de la guerra”, que crecimos en democracia, resulta doloroso que tantos “hijos de la guerra” hayan acabado defendiendo la tesis endeble y falta de rigor según la cual en Cataluña ha habido un golpe de Estado fallido. Es como si, al final de sus carreras, hubieran perdido la sintonía con los valores democráticos (tolerancia, pluralismo, consenso, concordia) que hicieron posible la transición que ellos mismos protagonizaron.

Un primer paso para superar el problema consiste en no forzar los conceptos más de lo debido. Abandonar la idea de que en Cataluña ha habido un golpe es imprescindible para pensar en soluciones democráticas al problema de la secesión.

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Ignacio Sánchez-Cuenca

Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).

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45 comentario(s)

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  1. Carlos

    Tal vez leyendo al pie de la letra los textos legales nos metamos en un callejón sin salida en interpretaciones semánticas, y ahí es donde se deposita principalmente las defensas de los trasgresores de la legalidad catalanes. No nos engañemos: los trasgresores estudiaron y analizaron la ley para sonsacar paradojas y ambigüedades que les permitieron hallar las trampas que les consintieran llegar lo lejos que llegaron; pero el caso es que en Cataluña hubo y sigue habiendo trasgresiones legales gravísimas, con efectos económicos muy altos y que, al mismo tiempo, ha acabado por despertar el fascismo encarnado en VOX como contra-réplica a esas acciones. Que de aquellos polvos nos lleguen estos lodos, hasta el punto de que se esté poniendo en riesgo el régimen de libertades que hemos gozado hasta ahora y que ahora se pretenda, en definitivas cuentas, que todo esto quede impune a base de conceder amnistías me parece absolutamente intolerable. Estos trasgresores deberán cumplir cárcel y asumir multas. No se puede de manera unilateral constituir una CCAA en una república independiente saltándose la Constitución sin que luego hayan consecuencias.

    Hace 5 años 10 meses

  2. uno más

    Resurgir del nacionalismo español intransigente? El nacionalismo catalán es transigente y conciliador, un claro ejemplo fue la declaración unilateral de independencia. Un golpe de Estado es fundamentalmente un acto político de naturaleza inconstitucional que busca quebrantar el orden legal al margen de los procedimientos legalmente previstos (Hans Kelsen).

    Hace 5 años 11 meses

  3. CacoJonante

    La concepción del derecho y de la técnica del golpe de estado del autor es, simplemente, decimonónica. "Desde los peligrosos cañaverales de la Complutense, construyeron teorías contra el poder democrático........" decía Krauze a propósito de los "guerrilleros de salón".

    Hace 6 años 1 mes

  4. Juan Ignacio Sanz

    Por cierto, hy trampa. "Si no hubo violencia, no pudo haber alzamiento, ni pronunciamiento, ni golpe". Quitando pronunciamiento, tenemos la teoría de Kelsen citada en el comentario 25 que demuestra que como mínimo es opinable lo de que no puede haber golpe sin violencia y el art. del Código penal referente a la sedición.Artículo 544. Son reos de sedición los que, sin estar comprendidos en el delito de rebelión, se alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las Leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales. Que no exige fuerza si se hace fuera de las vías legales (la Rebelión exige Violencia) Vamos, que básicamente no es cierto que si no hubo violencia no pudo haber alzamiento ni golpe.

    Hace 6 años 2 meses

  5. Juan Ignacio Sanz

    Vale, si no nos gusta el pronunciamiento civil de Julia porque el pronunciamiento solo puede ser militar según el diccionario, aceptamos pulpo. pero la proclamación de la república catalana es un alzamiento como la copa de un pino. Si es con violencia, Rebelión y si no está claro, in dubio pro Reo, Sedición. 10 añitos a la trena. Pero si en lugar de huir como ratas, los nazionalistas acuden a sus despachos y tienen que ir a sacarlos los Geos , no hay amenaza de violencia ? Uds no tenían ninguna duda de que no iba a haber enfrentamientos entre policia autonómica y Nacional? Claro que hubo amenaza de violencia y pudo haber sido mucho más grave de lo que fue. (Eso sin contar como violecia, los coches de policía destrozads, las secretarias judiciales huyendo de la turba por las ventanas o la fuerza ejercida en la votación ilegal o contra los ciudadanos que querían desplazarse en los cortes de trenes y carreteras.) Y no, no creo ( o no quiero creer) que un profesor de ciencia política no sepa que si la legitimidad de la Generalitat catalana proviene de la Constitución, esta no tiene legitimidad alguna para una declaración unilateral de independencia, por lo que de choque de legitimidades, nada. Si habla de que el Estado tiene la legitimidad Constitucional legal y Democrática y los golpistas (alzados, o sediciosos, como prefieran ) tienen otro tipo de legitimidad (Divina, por ejemplo, o por ser una raza superior) ya sería otra cosa.Otra cosa si; pero nunca Democrática.

    Hace 6 años 2 meses

  6. Manuel

    Hay quien ha escrito por aquí, algo sobre los derechos de unos (los catalanes) y los demás (el resto de "españoles"), diciendo en su escrito, que los derechos deben ser iguales para todos, y eso que dicho así suena bién, resulta que no es así en la realidad, tomemos de ejemplo, y solo es un ejemplo, los derechos linguísticos, si todos tenemos los mismos derechos, porqué si yo tuviera que residir en cualquier lugar del estado español fuera de las nacionalidades con lengua que no es el Castellano, siendo como son todas las lenguas oficiales, podría exigir que al menos en parte, en la educación pública mis hijos fuera en la engua cooficial que fuera, eso seguro muchos de los comentaristas en contra de la lógica y la justícia que deviene de ser un estado plurilingue, no admitirán, cosa que sí pasa en Suiza, en Canadá o en Bélgica por ejemplo, por lo tanto ya no tenemos los mismos derechos, los castellano parlantes, no tienen esa falta de derecho, en todas las nacionalidades, al menos en parte se imparte la educación obligatoriamente en castellano. Cuando de la misma manera fuera preciso acceder a cualquier servicio de las administraciones del estado y a la administración de justícia, debería tener derecho a emplear cualquier lengiua cooficial, si no es así tampogo tengo los mismos derechos, en el parlamento, sucede lo mismo, no se permite, en el senado tres cuartos de lo mismo, también se discute que los funcionarios deban poder atender en las nacionalidades de habla no castellana en la lengua propia y otro caso que deberian ustedes reformar es el empleo de la palabra "español" para referirse al castellano, o implícitamente y explícitamente, ese concepto nos define a los demás y a las diferentes lenguas como "no españolas", por lo que el sentimiento de no pertenencia al estado español está servida. Piénsenlo, recapaciten, y si realmente quieren que el estado español sea un proyecto en común, y no el supremacismo de una parte sobre el todo, sean consecuentes, pero si lo que quieren es "una grande y libre, arriba españa" y el "a por ellos" con su pan se lo coman.

    Hace 6 años 5 meses

  7. Francisco de la Torre

    Sin violencia y con avasallamiento: Como la manada ! Violación y golpe, o abuso y pronunciamiento?

    Hace 6 años 6 meses

  8. ESfederal

    Totalmente de acuerdo con el problema de la "recentralización". Fué precisamente el modelo federal que “catapultó” a la sociedad y economía española a niveles europeos en tan sólo 20 años. El sentimiento de autonomía y cercanía a las instituciones aumenta de forma considerable la identificación y el vínculo de cada ciudadano a su Estado. Por lo demás lo veo de otra forma: en 30 años (20 desde “el plan”) sólo rodeando por un 15 %… luego, en tan sólo 6 años, se triplica y se amplía ese "movimiento" tanto en vertical como en horizontal: edades, clases sociales e orientaciones políticas. ¿Y la explicación es “conspiración”, “manipulación”, “indoctrinación” o la crisis financiera? No me convence, no, aquí algo chocó de forma muy violenta y daño al “vínculo” ciudadano: La debilitación del Estado federal, la fórmula mágica para el encaje de TODOS en España.

    Hace 6 años 6 meses

  9. zyxwvut

    Me parece que antes de hacer un diagnóstico el profesor Sánchez Cuenca debería documentarse sobre las maniobras del nacionalismo catalán desde 1990 para "copar" instituciones, medios de comunicación y tejido social en sentido patriótico identitario. El documento básico fue publicado en "el periódico" y "el país". Paralelamente se desplegó la estrategia de "recentralización" del nacionalismo español, impulsada por Aznar y la FAES. La tesis de la sentencia del Constitucional sobre el Estatut como detonante ( la favorita del nacionalismo catalán ) ya hace tiempo que fué desmontada recurriendo a los hechos y la cronología. Dar apoyo al nacionalismo catalán no es síntoma de democracia, como la escalada de atropellos, imposiciones, mentiras, medias verdades y manipulaciones historicistas desarrolladas del 2012 al 2017 ha evidenciado. La división social y política de Cataluña es la prueba de que ambos nacionalismos han conseguido sus objetivos.

    Hace 6 años 6 meses

  10. Santi Caneda

    Me ha parecido muy interesante el artículo, y creo que es loable el esfuerzo por aclarar conceptos e intentar, en la medida de lo posible, “quitar hierro al asunto”. Sin embargo, en tu esfuerzo por, valga la redundancia, no forzar los conceptos, o reforzarlos en sus posiciones más, digamos, “dialogantes”, hay algunas cuestiones que merecen mayor reflexión. En primer lugar, una parte central de tu argumento es la cuestión de la violencia. Este concepto (y hasta sabe mal hablar de “concepto” con tantísima distancia académica, pero qué le vamos a hacer, a eso hemos venido), no funciona de la misma manera en todo el artículo, muta y se articula en torno a un refuerzo de cada una de las posiciones enfrentadas; y la violencia es un tema clave de la política estatal de nuestro tiempo (y su relación con la soberanía no deja de transformarse de formas insospechadas). Dejemos de lado lo del “pronunciamiento civil”, porque es una idea a la que le falta más de un hervor o, mejor dicho, está ya bastante pasada y pegajosa. Cuando dices que no ha habido violencia en Cataluña, te refieres casi exclusivamente a la violencia física (le das un par de argumentos al enemigo con eso de “casos puntuales de violencia”, que suena muy a “casos aislados”, y estoy seguro de que tu mismo oirás las resonancias. No cabe duda de que el Estado, al que hemos visto muy weberiano en su monopolio del uso de la violencia, sabe bien de qué se trata eso de la violencia física; mala jugada, no debería haber pasado y, sorprendentemente para lo que nos tiene acostumbrados Rajoy y su arte de la bruma (brétema, vamos a decirlo en gallego que suena precioso), en lugar de confundir al público (porque poco hemos mediado el resto más que como público), despejó y dejó un esquema fácilmente identificable: en general, los que pegan, sobre todo si pegan como nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado cuando olisquean el napalm (qué bien lo cantaba Ska-P: “se siente orgulloso de colaborar con esta sociedad”.). En esta parodia del goyesco duelo a garrotazos, aunque uno acude sin garrote. Bien, vale, la violencia física es exclusiva del Estado español, hasta ellos lo concedieron pero, ¿de verdad la violencia es solo un tema de palos, de golpes? Creo que todos y todas vamos a estar de acuerdo en que no, que la violencia no es solo física, que la violencia es cambiante, que la violencia institucional, principalmente, adopta formas que no necesariamente dejan moretones o caras ensangrentadas, a veces son las peores, precisamente porque no llenan telediarios ni se convierten en virales gracias al morbo que muchos, tristemente para ellos, sienten por la sangre. Es más, y en una línea que este medio sigue y defiende, y con mucha razón, la incursión política y mediática de Podemos es casi directamente dependiente de la denuncia de múltiples violencias políticas, sociales, económicas, de género, simbólica, etc., etc., etc.; ninguna de ellas es exactamente física, ninguna amenaza; al contrario, comparten con lo que pasó en Cataluña una de las cosas que dan más miedo: pasan desapercibidas. Es normal, no suenan como golpes, no duelen inmediatamente, tienen efecto acumulativo y encima son de muy difícil solución. Agradecemos, políticamente, el descubrimiento de “cosas” que, antes, quizá ni veíamos, y es muy muy fácil denominarlas violencia. Es más, me la juego a que incluso desde Podemos se ha usado el, vamos a denominarlo así, argumentum ad colpum. Y aún tendremos que oír cosas que, en fin, no merecen mejor calificativo que “chorrada”, como que pitar una canción es violencia. No, no tenemos la piel muy fina, pero la piel es muy selectiva, se junta con los suyos, retwiteamos a los nuestros y hablamos, en general, entre nosotros; no es una buena costumbre. Quizás el problema de la deriva conceptual de la violencia en tu texto tenga mucho que ver con la imagen clásica del golpe de Estado (y ya me cansa tener que mayuscularlo, así que paso), militares, muchos militares, tiros, palos, y todo muy muy mal. Pero vamos a ver, ¿no era un golpe de estado lo de la troika a Grecia? ¿Y el FMI? ¿Blackrock y su extraña adicción con quebrar países? Una mínima búsqueda en la misma CTXT hace flaquear a esa idea tan clásica del golpe de estado. Otro problema entonces, o bien actualizamos el concepto y lo hacemos representativo de un pisoteo (simbólico y político, quizás no tan físico, pero real en sus consecuencias, terroríficamente real) a la soberanía popular; o bien llamamos a todo de una manera diferente, y asumimos que las palabras tienen, como tu propio artículo se esfuerza en demostrar, más importancia de la que pensamos, y a ciertas cosas quizás no convenga, aunque solo sea por amor a la claridad, aplicarles ciertas palabras para todo, para lo que nos caiga mal, o para quitárselas a lo que nos caiga menos mal que aquellos que sí nos caen mal. Malgré, la violencia no es exclusiva del estado y su baraja de instituciones, es algo que a veces pueden ejercer las minorías (seremos el 99%, pero vaya cómo aprieta el 1%, se diría que abusan, violentamente, de su poder). Sin embargo, no voy a culpar de nada de esto a la población catalana, tiene todo su derecho a sentirse como quiera, tiene incluso derecho a no saber lo que quiere, y mucho más a intentar averiguar lo que realmente quiere, y buscarlo, y defenderlo, e incluso quemar un par de contenedores para dejar claro lo seguros que están de que han encontrado lo que quieren. La culpa de estas cuestiones la tienen quienes las impulsan, que estén ahora en la cárcel solo es una continuación del despropósito armado por una camarilla, con la excusa de la mayoría (y qué violentas pueden ser para algunas cosas las mayorías, aunque no peguen a nadie, ni amenacen). Y esto me lleva a otro de los argumentos clave de tu artículo, que es el tema de la crisis constitucional (por un choque de legitimidades). ¿Legitimidades? Esperemos que no, pero si acaso lo aplicamos en términos de lex, pues iba a estar bastante claro cuál iba a ser el choque. Ahora bien, también hay un choque de legitimidades cuando la troika intenta imponer sus condiciones, “intenta”, qué eufemismo, y vaya si hay crisis constitucional en esos casos. Es raro, de hecho es hasta necesario, reclamar el legítimo ejercicio de la soberanía para esos casos, pero claro, el estado español, que ha sido el malo en esta peli, pegó primero, y perdió, y con razón, el derecho a sacar pecho en materia de soberanía (lo perdió con razón, porque lo perdió moralmente, una no se separa de la otra, quiero creer). Pero a pesar de todo, la constitución española (sin mayúsculas), tiene derecho a ser defendida, de hecho lo inscribe en sí misma, escribir por ahí, con mayúsculas, constitución española, es casi un speech act en términos de derecho a la defensa de la soberanía. Si es una crisis constitucional, como tú dices, entonces quizás estés amparando la legítima defensa de la constitución a defenderse ante cualquier sensación de inseguridad que pudiera tener; porra o 155 en mano. Desgraciadamente, no se me ocurre un concepto un poco más útil. Tengo claro que sí, hay crisis constitucional, pero la había hace unos años, cuando estábamos más preocupados por los desahucios, por los rescates de los bancos. Se diría que la constitución está en crisis permanente que, de hecho, no hay nada más beneficioso para la constitución que quedarse anticuada, mostrarse en retraso con respecto a la sociedad que le rodea, que suele ser mejor que sus instituciones. Es más, querido amigo, la crisis constitucional ya lleva años, y es mucho más importante, y violenta, con los que no formamos parte de las élites, ni en general, ni élites nacionalistas (que sí, que existen). ¿Qué tal si dejamos eso de la crisis constitucional para los problemas sociales acuciantes como el paro, la falta de gasto en educación, la huída de nuestros mejores jóvenes? No lo convirtamos en un problema de “príncipes”, sobre todo eso. ¿Cómo arreglamos un poco este entuerto? Con datos, datos pero en serio, datos de participación fiables, contrastables (en eso estuvieron sagaces ambos príncipes, nadie se fía de los resultados), y datos de cantidades de gente, encuestas bien hechas, preguntas a la gente de verdad, sin tanta cocina. Y digo esto por una razón muy clara, cuando los conceptos fallan, cuando los conceptos derivan, no suele ser culpa de los datos, sino culpa nuestra. Es cierto, los datos son muy muy susceptibles de orientarse en determinadas direcciones, casi tanto como las imágenes (que ambos príncipes han usado muchas veces, y si las imágenes son de violencia, entrar a juzgar cantidades o legimitidades de violencias es una apuesta, creo, demasiado arriesgada). Pero los datos tienen una ventaja: no acostumbran a aceptar muchas preguntas, no son muy dialogantes, hablan pero no escuchan. Pero al menos permiten tomar distancia en momentos en los que todo parece estar muy embarullado. Con datos se puede saber algo mejor lo que hay, lo que ha pasado, a veces hasta lo que podría pasar. Dejando claros al menos esos dos primeros aspectos, es muy difícil que, en el reestablecimiento del diálogo, alguno de los príncipes se ponga un poco quejica (y datos no son solo números, también son leyes, también son situaciones de partidos, acumulaciones de casos de corrupción…). En conclusión, me ha gustado tu artículo, es necesario intentarlo, pero la violencia no se puede aclarar ni en un artículo ni en una respuesta, por larga que sea. Pero si vamos a usarlo, por lo menos, que se parezca a un dato, que funcione siempre igual, a largo de toda la argumentación. El riesgo de que esto no sea así es enorme, porque deja a una parte de la población fuera del tema. Si hablamos de violencia va a ser imposible ponernos de acuerdo, porque ninguno de los dos príncipes en liza va a querer reconocer la violencia ejercida, sea del tipo que sea.

    Hace 6 años 6 meses

  11. Santiago Caneda

    Me ha parecido muy interesante el artículo, y creo que es loable el esfuerzo por aclarar conceptos e intentar, en la medida de lo posible, “quitar hierro al asunto”. Sin embargo, en tu esfuerzo por, valga la redundancia, no forzar los conceptos, o reforzarlos en sus posiciones más, digamos, “dialogantes”, hay algunas cuestiones que merecen mayor reflexión. En primer lugar, una parte central de tu argumento es la cuestión de la violencia. Este concepto (y hasta sabe mal hablar de “concepto” con tantísima distancia académica, pero qué le vamos a hacer, a eso hemos venido), no funciona de la misma manera en todo el artículo, muta y se articula en torno a un refuerzo de cada una de las posiciones enfrentadas; y la violencia es un tema clave de la política estatal de nuestro tiempo (y su relación con la soberanía no deja de transformarse de formas insospechadas). Dejemos de lado lo del “pronunciamiento civil”, porque es una idea a la que le falta más de un hervor o, mejor dicho, está ya bastante pasada y pegajosa. Cuando dices que no ha habido violencia en Cataluña, te refieres casi exclusivamente a la violencia física (le das un par de argumentos al enemigo con eso de “casos puntuales de violencia”, que suena muy a “casos aislados”, y estoy seguro de que tu mismo oirás las resonancias. No cabe duda de que el Estado, al que hemos visto muy weberiano en su monopolio del uso de la violencia, sabe bien de qué se trata eso de la violencia física; mala jugada, no debería haber pasado y, sorprendentemente para lo que nos tiene acostumbrados Rajoy y su arte de la bruma (brétema, vamos a decirlo en gallego que suena precioso), en lugar de confundir al público (porque poco hemos mediado el resto más que como público), despejó y dejó un esquema fácilmente identificable: en general, los que pegan, sobre todo si pegan como nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado cuando olisquean el napalm (qué bien lo cantaba Ska-P: “se siente orgulloso de colaborar con esta sociedad”.). En esta parodia del goyesca duelo a garrotazos, uno Bien, vale, la violencia física es exclusiva del Estado español, hasta ellos lo concedieron pero, ¿de verdad la violencia es solo un tema de palos, de golpes? Creo que todos y todas vamos a estar de acuerdo en que no, que la violencia no es solo física, que la violencia es cambiante, que la violencia institucional, principalmente, adopta formas que no necesariamente dejan moretones o caras ensangrentadas, a veces son las peores, precisamente porque no llenan telediarios ni se convierten en virales gracias al morbo que muchos, tristemente para ellos, siente por la sangre. Es más, y en una línea que este medio sigue y defiende, y con mucha razón, la incursión política y mediática es casi directamente dependiente de la denuncia de múltiples violencias políticas, sociales, económicas, de género, simbólica, etc., etc., etc.; ninguna de ellas es exactamente física, ninguna amenaza, al contrario, comparten con lo que pasó en Cataluña una de las cosas que dan más miedo: pasan desapercibidas. Es normal, no suenan como golpes, no duelen inmediatamente, tienen efecto acumulativo y encima son de muy difícil solución. Agradecemos, políticamente, el descubrimiento de “cosas” que, antes, quizá ni veíamos, y es muy muy fácil denominarlas violencia. Es más, me la juego a que incluso desde Podemos se ha usado el, vamos a denominarlo así, argumentum ad colpum. Y aún tendremos que oír cosas que, en fin, no merecen mejor calificativo que “chorrada”, como que pitar una canción es violencia. No, no tenemos la piel muy fina, pero la piel es muy selectiva, se junta con los suyos, retwiteamos a los nuestros y hablamos, en general, entre nosotros; no es una buena costumbre. Quizás el problema de la deriva conceptual de la violencia en tu texto tenga mucho que ver con la imagen clásica del golpe de Estado (y ya me cansa tener que mayuscularlo, así que paso), militares, muchos militares, tiros, palos, y todo muy muy mal. Pero vamos a ver, ¿no era un golpe de estado lo de la troika a Grecia? ¿Y el FMI? ¿Blackrock y su extraña adicción con quebrar países? Una mínima búsqueda en la misma CTXT hace flaquear a esa idea tan clásica del golpe de estado. Otro problema entonces, o bien actualizamos el concepto y lo hacemos representativo de un pisoteo (simbólico y político, quizás no tan físico, pero real en sus consecuencias, terroríficamente real) a la soberanía popular; o bien llamamos a todo de una manera diferente, y asumimos que las palabras tienen, como tu propio artículo se esfuerza en demostrar, más importancia de la que pensamos, y a ciertas cosas quizás no convenga, aunque solo sea por amor a la claridad, usar ciertas palabras para todo, para lo que nos caiga mal, o para quitárselas a lo que nos caiga menos mal que aquellos que sí nos caen mal. Malgré, la violencia no es exclusiva del estado y su baraja de instituciones, es algo que a veces pueden ejercer las minorías (seremos el 99%, pero vaya cómo aprieta el 1%, se diría que abusan, violentamente, de su poder). Sin embargo, no voy a culpar de nada de esto a la población catalana, tiene todo su derecho a sentirse como quiera, tiene incluso derecho a no saber lo que quiere, y mucho más a intentar averiguar lo que realmente quiere, y buscarlo, y defenderlo, e incluso quemar un par de contenedores para dejar claro lo seguros que están de que han encontrado lo que quieren. La culpa de estas cuestiones la tienen quienes las impulsan, que estén ahora en la cárcel solo es una continuación del despropósito armado por una camarilla, con la excusa de la mayoría (y qué violentas pueden ser para algunas cosas las mayorías, aunque no peguen a nadie, ni amenacen). Y esto me lleva a otro de los argumentos clave de tu artículo, que es el tema de la crisis constitucional (por un choque de legitimidades). ¿Legitimidades? Esperemos que no, pero si acaso lo aplicamos en términos de lex, pues iba a estar bastante claro cuál iba a ser el choque. Ahora bien, también hay un choque de legitimidades cuando la troika intenta imponer sus condiciones, “intenta”, qué eufemismo, y vaya si hay crisis constitucional en esos casos. Es raro, de hecho es hasta necesario, reclamar el legítimo ejercicio de la soberanía para esos casos, pero claro, el estado español, que ha sido el malo en esta peli, pegó primero, y perdió, y con razón, el derecho a sacar pecho en materia de soberanía (lo perdió con razón, porque lo perdió moralmente, una no se separa de la otra, quiero creer). Pero a pesar de todo, la constitución española (sin mayúsculas), tiene derecho a ser defendida, de hecho lo inscribe en sí misma, escribir por ahí, con mayúsculas, constitución española, es casi un speech act en términos de derecho a la defensa de la soberanía. Si es una crisis constitucional, como tú dices, entonces quizás estés amparando la legítima defensa de la constitución a defenderse ante cualquier sensación de inseguridad que pudiera tener; porra o 155 en mano. Desgraciadamente, no se me ocurre un concepto un poco más útil. Tengo claro que sí, hay crisis constitucional, pero la había hace unos años, cuando estábamos más preocupados por los desahucios, por los rescates de los bancos. Se diría que la constitución está en crisis permanente que, de hecho, no hay nada más beneficioso para la constitución que quedarse anticuada, mostrarse en retraso con respecto a la sociedad que le rodea, que suele ser mejor que sus instituciones. Es más, querido amigo, la crisis constitucional ya lleva años, y es mucho más importante, y violenta, con los que no formamos parte de las élites, ni en general, ni élites nacionalistas (que sí, que existen). ¿Qué tal si dejamos eso de la crisis constitucional para los problemas sociales acuciantes como el paro, la falta de gasto en educación, la huída de nuestros mejores jóvenes? No lo convirtamos en un problema de “príncipes”, sobre todo eso. ¿Cómo arreglamos un poco este entuerto? Con datos, datos pero en serio, datos de participación fiables, contrastables (en eso estuvieron sagaces ambos príncipes, nadie se fía de los resultados), y datos de cantidades de gente, encuestas bien hechas, preguntas a la gente de verdad, sin tanta cocina. Y digo esto por una razón muy clara, cuando los conceptos fallan, cuando los conceptos derivan, no suele ser culpa de los datos, sino culpa nuestra. Es cierto, los datos son muy muy susceptibles de orientarse en determinadas direcciones, casi tanto como las imágenes (que ambos príncipes han usado muchas veces, y si las imágenes son de violencia, entrar a juzgar cantidades o legimitidades de violencias es una apuesta, creo, demasiado arriesgada). Pero los datos tienen una ventaja: no acostumbran a aceptar muchas preguntas, no soy muy dialogantes, hablan pero no escuchan. Pero al menos permiten tomar distancia en momentos en los que todo parece estar muy embarullado. Con datos se puede saber algo mejor lo que hay, lo que ha pasado, a veces hasta lo que podría pasar. Dejando claros al menos esos dos primeros aspectos, es muy difícil que, en el reestablecimiento del diálogo, alguno de los príncipes se ponga un poco quejica (y datos no son solo números, también son leyes, también son situaciones de partidos, acumulaciones de casos de corrupción…). En conclusión, me ha gustado tu artículo, es necesario intentarlo, pero la violencia no se puede aclarar ni en un artículo ni en una respuesta, por larga que sea. Pero si vamos a usarlo, por lo menos, que se parezca a un dato, que funcione siempre igual, a largo de toda la argumentación. El riesgo de que esto no sea así es enorme, porque deja a una parte de la población fuera del tema. Si hablamos de violencia va a ser imposible ponernos de acuerdo, porque ninguno de los dos príncipes en liza va a querer reconocer la violencia ejercida, sea del tipo que sea.

    Hace 6 años 6 meses

  12. Javier Paniagua

    La historiografía de Santos Juliá es un buen exponente del conservadurismo, revestido de un progresismo asumible por ciertos sectores sociales, surgido después de la Transición. No es una historia reaccionaria como se hacía por algunos en el franquismo, está además presuntamente documentada y bien escrita, pero refleja la concepción de que España es un país ya equiparable a cualquiera de la Europa democrática y desarrollada que tuvo una oportunidad durante la II República que no fue capaz de consolidar, con un PSOE escindido y una derecha antidemocrática. Su libro de La Transición (2017) es en el fondo una defensa del franquismo porque las disputas políticas tuvieron que pactar en un proceso que comenzó en los años 50 d el siglo XX y culminó en la Transición. De tal manera que al parecer el franquismo sería una etapa necesaria para que las derechas e izquierdas llegaran a consensos que permitieran la estabilidad política después de 1975. Es parecido a la interpretaciones de Tusell. Y refleja ese "madrileñismo" intelectual que no entiende los nacionalismos españoles. Permítaseme la boutade: En Madrid, en cada esquina, citan a Ortega como el único intelectual español que tiene patente para interpretar los problemas de la España contemporánea

    Hace 6 años 6 meses

  13. Fernando

    Esta frase, "el Tribunal Constitucional ha cerrado toda vía de reforma plurinacional", no tiene ni pies ni cabeza y es el principio de muchos males. El Constitucional no tiene porque abrir o cerrar la via a la reforma plurinacional, eso es cosa del Parlamento, y el problema, el de verdad, es que no tienen los números para hacerlo. Yo vivo en Andalucía, y hubiera votado una reforma constitucional para hacer un estado plurinacional, pero quiero votarlo yo también, no que me lo impongan por la puerta de atrás en la reforma de un estatut, votado solo por los catalanes, entre fuerzas políticas cuyo primero acuerdo (el del tinell), implicaba aislar al 50% de este pais. Y ya el colmo es que los mismos que partieron del aislamiento de fuerzas politicas muy signficativas, ahora vayan pregonando que es que no quieren negociar con ellos. Apoteosico.

    Hace 6 años 6 meses

  14. ESfederal

    Todo defensor del cumplimiento de la ley estará de acuerdo que lo enumerado a continuación tiene que tener consecuencias: El expolio anticonstitucional del fondo de las pensiones (para rescatar bancos = malversación), aplicación indebida del 155 como medida de "todos los poderes" sin control parlamentario cuando solo sirve para imponer normas puntuales. No respetar el derecho constucional al trabajo, a la libertad de expresión (en una urna o en un rap), al alojamiento (desahucios). Envío de tropas al extranjero sin (!) permiso previo del senado. Privar de libertad a representantes del pueblo sin pruebas contundentes y caben dudas sobre la acusación (más de 100 profesores de derecho penal y el mismo “ponente” del artículo 472 de rebelión, Diego López Garrido). Se vulnera la Constitución y el Estatut al no admitir un político al debate de investidura en plena posesión de sus derechos civiles (ausencia de sentencia firme). El partido del gobierno tiene 900 casos abiertos de corrupción y ha sido caracterizado como “semejante a una organización criminal”… Lo dejamos aquí y, por favor, ¡coherencia! Todo esto tiene que tener consecuencias políticas y penales al igual que ciertas actuaciónes del Govern. Pero todo con medida y sentido común. No hay violación de la Constitución en Cataluña, ni se alteró su contenido ni hubo un "alzamiento violento". La DUI fue una "mera declaración" (muy discutible pero sin efectos jurídicos) y los Mossos no son los “Navy Seals”... Es una realidad que la "percepción" y el "sentimiento" (orgullo) de muchos sea otro y se debe respetar, pero jurídicamente no hubo golpe de Estado. El aspecto moral es discutible – de eso se trata ¡de discutir! y empezar a buscar soluciones políticas, que las hay y quiero creer que estamos en una democracia FUERTE.

    Hace 6 años 6 meses

  15. Munty

    Me encanta leer los comentarios: hay alucinados que pretenden que "violencia" es simplemente pensar distinto de pensamiento único monolítico del trío monárquico (PP+PsoE+C's). En este país ha habido cientos de huelgas bastante más violentas, y jamás fueron un "golpe de estado" ni mucho menos "terrorismo", ese palabro que tanto les gusta lanzar a la cabeza del adversario. Pero cuando uno tiene TODO el poder de un estado detrás, por muy corruptas y podridas que estén sus instituciones, se puede permitir decir esas simplezas, porque saben que jueces, fiscales, tribunales, cuerpos policiales y militares, les respaldan. Es así de simple y así de triste: no hemos avanzado, la noción de democracia no entra en sus estrechas seseras. Gracias sr Cuenca por poner los puntos sobre las íes, pero no espere que los catetos lo entiendan.

    Hace 6 años 6 meses

  16. Nepas

    Y no estoy de acuerdo con el encarcelamiento provisional, pero sí con su procesamiento, pues han quebrantado leyes. Por lo demás, también pienso que el PP, y Rajoy, han dejado pudrir el asunto a la espera de coger votos en el resto de España, han dejado el asunto en manos de la justicia, no han hecho (el PP) ni un solo movimiento político (salvo recoger firmas contra un Estatut aprobado en Cortes, en el Parlament y en referéndum) y todo ello ha servido para paralizar al Congreso de los Diputados y evitar que tumbara y cambiara la ley mordaza, el código penal -penoso- del 2015 y la reforma laboral de 2012 que condenó a millones de trabajadores a perder un 305 de salario y a perder los derechos de negociación colectiva. ¿Choque de legitimidad, Cuenca? Ni por asomo.

    Hace 6 años 6 meses

  17. Nepas

    El artículo de Santos Juliá en ningún sitio afirma que el proceso catalán fuera violento. Dice, y le doy la razón, que esa minoría de escaños y votos en el Parlament, quebrantó un acuerdo de 1978, que ellos firmaron, usando los poderes de una parte del Estado del que formaban, y forman parte. Ha sido una traición en toda regla, y si a Cuenca no le gusta lo de "pronunciamiento civil", a mí me parece muy, pero que muy ajustado a lo que sucedió en Cataluña, y que se mantiene por desgracia.

    Hace 6 años 6 meses

  18. Pasturo

    Luis casas luengo, no hay absolutamente ninguna soberania más importante, capaz de generar tanto sufrimiento en la poblacion, como la monetaria y esa se ha cedido totalmente a terceros no sujetos a dar explicaciones a nadie. No nos vengas con milongas.

    Hace 6 años 6 meses

  19. Luis

    Que fuerte!!!! ¿incumplir las leyes no es un delito? ¿negarse a cumplir las sentencias del TC no es rebelión? Vaya pedazo de análisis Ignacio. Vaya mierda de artículo...

    Hace 6 años 6 meses

  20. Redgauntlet

    Menos mal por Ignacio Sanchez-Cuenca, de los pocos coemntaristas lúcidos que escribe sobre Catalunya en todo el pais... Es que, la democracia no consiste solo de respetar las reglas, sino también de cierta ética que brilla por su ausencia en España estos años. ¿Quien, siendo demócrata, puede tomar en serio una DUI con menos de 50% del voto de los ciudadanos? ¿ Quien, siendo demócrata, puede tomar en serio unas elecciones en las que un bloque pólitico puede presentarse pero no implementar su porgrama electoral? ¿Quien, siendo demócrata, puede tolerar en encarcelamiento de unos señores elegidos en urnas por el pueblo catalán, que se enfrentan a penas de carcel superiores al etarra más sangiento? España se está haciendo un ridiculo internacional de nivel... pero un ridiculo total... Una Constitución que no se puede tocar... Un Jefe de Estado que no se puede votar... Blogueros y cantantes de rap en la carcel.. Políticos corruptos campando a sus anchas... ¿Y al respuesta de la clase intelectual politica española? Nada. Patético... del todo patétic... dos o tres casos aislados aparte...

    Hace 6 años 6 meses

  21. Carioca

    ¿Qué tal si incorporamos entre los comportamientos democráticos e insoslayables la premisa de que los catalanes tienen exactamente los mimos derechos y los mismos deberes que todos los demás? ¿Por qué no les pedimos esto, Ignacio? ¿O tú también consideras que si naces en Cataluña tienes más derechos que si naces en Almería, Burgos o Cuenca? Por otra parte, ¿Puigdemont y su gobierno han incumplido la ley o no? Yo también tengo muchas dudas de que haya habido rebelión, pero no las tengo sobre que ha habido vulneración de la legalidad que debe ser sancionada por los jueces. Ignacio, ¿estás a favor de que los gobernantes catalanes incumplan las leyes que les permitían gobernar? ¿Por qué no dices nada?

    Hace 6 años 6 meses

  22. Manuel Rivas

    Encuentro muy interesante, que se debata de todo lo que se quiera. Me gustaría encontrar a alguien que toque el tema "porqué se quieren ir los catalanes, del Reino de Espanya?

    Hace 6 años 6 meses

  23. Iñaki

    Joder... es que es leer un sólo comentario de los nacionalistas españoles y entrarle a uno ganas de vomitar. Sólo expelen mierda legalista con aire de superioridad. Un sistema político decente debiera prohibir cualquier forma de Derecho, que no son más que las formas en las que los poderes establecidos se metamorfosean para ejercer su opresión sobre los ciudadanos.

    Hace 6 años 6 meses

  24. Alfonso Ruiz Miguel

    Dos breves anotaciones: (a) constato que, para Sánchez Cuenca, quienes defendemos que en Cataluña se ha producido un golpe de Estado o somos de la derecha española, o "liberales" entre comillas o nacionalistas españoles sin más, esta vez sin comillas, lo que me resulta sectarismo miope sin comillas; (b) anímese el lector a sustituir en el texto de SC el término 'violencia' por 'coacción' y verá qué mal rueda el discurso (me viene a la memoria la Marcha Verde de 1975, en la que una un masa de civiles marroquíes, animados por su Gobierno, entraron en el entonces Sahara español arrebatándoselo sin aparente violencia a los saharahuis). Como se dice que dijo en una asamblea universitaria Carlos Moya ante una joven que le interpelaba, "más rigor semántico".

    Hace 6 años 6 meses

  25. ESfederal

    ¡Don Ignacio, muchas gracias! Por fin un análisis sobrio y libre de sentimientos heridos. Porque en una democracia FUERTE se puede HABLAR de todo incl. de independentismo. Pero tengo la impresión que como alguien roce ese tema (y peor si son catalanes), le saltan los plomos al gobierno, los jueces y a millones de ciudadanos... se va la luz (democratica). Se empieza a vulnerar derechos fundamentales, a criminalizar un referéndum (cuando simplemente ha sido considerado "sin base legal" y por lo tanto "sin efectos" su resultado). Recordemos, un referéndum es la BASE de cualquier democracia, una forma de libremente expresar su opinión en una urna. Es una libertad, un derecho fundamental y lo garantiza la Constitución. Pero como en España parece ser que se confunde "indivisibilidad" con “fin de la dictadura” y “convivencia pacífica” se mandan 27.000 fuerzas del orden, hay acusaciónes alucinantes, prisión preventiva desmesurada... es decir hay de todo, menos ¡diálogo! Lamentablemente al PP (AP) nunca le gustó el principio del Estado federal, elemento fundamental en 1978 para el encaje de las nacionalidades y regiones en el Estado y base de aceptación de la CE (particularmente Cataluña y P. Vasco). La visión del PP (y Cs) es la de un Estado muy centralizado y el golpe más fuerte contra la autonomía regional fué en 2010 contra el Estatut. ¡El PP nunca quiso dialogar, tiene otra visión! Torpedeó al Estado federal y con él la “fórmula mágica” de 1978. Javier Pérez Royo lo está explicando desde 2007 en una serie de artículos en El País (cesaron en 2015…). ¡Hace 11 años ya analizó que iba a haber una crisis constitucional! Me recuerda a las pocas voces que habían alertado de la crisis financiera y que nadie quiso escuchar… Veo que cada vez hay más gente que abre los ojos y encuentra su voz. ¡Gracias!

    Hace 6 años 6 meses

  26. Enrique

    Me avergüenzo de ser español, de ministros que cantan "soy el novio de la muerte", de políticos de roban en supermercados, que nos roban la sanidad y en la educación...me avergüenzo de los políticos que nos roban y encima nos gobiernan. En cambio, veo políticos que son hombres honrados, trabajadores, creativos, ilusionados que están en la cárcel y en el exilio...

    Hace 6 años 6 meses

  27. Semprun

    La democracia es :Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. Que es Constitución: Manera en que está compuesto algo o forma en que se estructuran sus elementos constituyentes. Más claro el agua. La democracia es ejercer el derecho a elegir y controlar a sus gobernantes y no al contrario. Dejaros los nacionales españoles de dar la lata.

    Hace 6 años 6 meses

  28. Pablo Casado

    Desde mi punto de vista, claro que no hubo golpe de estado por parte de los gobernantes, pero pongo en duda que no hubiera habido golpe de estado en Cataluña por parte del estado Español al imponer el art.155. pero vamos a la cuestión, Los partidos Independentistas en el mundo son democraticos y sus fuerzas se miden por su electorado, en eso consiste la democracia en el mundo entero, a excepción de estado autoritarios. Puestos en cuestión, votar a partidos independientes en España no puede estar prohibido, ni tampoco ser constitucionalista Español, tiene que haber un acuerdo entre ambas partes para que todos salgan ganando más democracia y más constitución. Saludos.

    Hace 6 años 6 meses

  29. Miguel Ángel Santamaría

    ¿Habrá que recordrle a este funambulista algo tan básico como Kelsen? Hans Kelsen: A propósito de golpes de Estado (Teoría Pura del Derecho) “...Un golpe de estado, es toda modificación no legítima de la constitución, es decir, no efectuada conforme a las disposiciones constitucionales . Visto desde un punto de vista jurídico, es indiferente que esa modificación de la situación jurídica se cumpla mediante un acto de fuerza dirigido contra el gobierno legítimo, o efectuado por miembros del mismo gobierno; que se trate de un movimiento de masas, o sea cumplido por un pequeño grupo de individuos. Lo decisivo es que la constitución válida sea modificada de una manera que no se encuentra prescripta en esa constitución... "

    Hace 6 años 6 meses

  30. Fermi

    Por cierto, como en "Patria" de Aramburu: ya se empieza a pasar lista en las manifas de los amarillos. La revolución de las sonrisas ya señala a los "anticatalanes". ¡a ver si es que no es más que otro nacionalismo como todos los demás, y no tiene nada que ver con la democracia! (!)

    Hace 6 años 6 meses

  31. Fermi

    Añado notas de desquiciamiento: Que Turull persiguiera a manifestantes hasta el Supremo hasta encerrarlos y ahora se declare preso político, tiene guasa. Que los que van de demócratas-Pdcat pidieran carcel para una periodista (Gemma Galdón) y que ahora -absuelta- las costas las paguemos todos, tiene guasa. Que los del derecho a decidir se opongan a que la gente vote sobre la remunicipalización del agua en Barcelona, tiene guasa. Y que la gente cante himnos a Puchi (¿quién quiere Patria con un buen querido lider que adorar?) tiene mucha guasa. ¡hala, todos de amarillo!

    Hace 6 años 6 meses

  32. Fermi

    Jordi: se presentaron diciendo que eran elecciones plebiscitarias, pero "ya veremos qué mayoría hace falta". Luego dijeron que aunque habían perdido el plebiscito, mejor contaban diputados. Luego no tenían mayoría suficiente para cambiar las leyes, pero las cambiaron e hicieron la ley de transitoriedad (que daba los 3 poderes al Puchi). Luego montaron un referendum sin ningún tipo de garantíay sin que supiéramos exactamente qué se estaba votando. Y ahora nos cuentan que lo han ganado, pero que no tenían un plan. Y encima nos dicen que representan "a un sol poble". Creo que es un poble desquiciado...

    Hace 6 años 6 meses

  33. Carlos

    El procés catalán implica violencia, claro que sí. ¿Cómo pueden proclamar una República sin que eso implique echar de Cataluña a la guardia civil y al ejército? ¿Y no es violencia convertirnos a la mitad de los catalanes en traidores porque no respaldamos sus delirios? La violencia no solo es física, también es simbólica. Y solo hace falta ver TV3: todo lo español es ridículo, todo lo catalán es malo. La ceguera de la izquierda en este punto es similar a la de los años setenta, cuando no aceptaban como válido Archipiélago Gulag.

    Hace 6 años 6 meses

  34. Francesch Haro

    Si utilizar un cuerpo armado (los mossos) como uno de los instrumentos del golpe, situándolo de entrada al margen de la legalidad vigente, desoyendo las ordenes de los jueces, y planificando su utilización, entre otras, para el control de fronteras, no es una planificación de utilización de violencia ¿que es?. Si en la hoja de ruta ya explicitan una respuesta cada vez más fuerte y progresiva ante las intervenciones del Estado, ¿eso que es?. ¿O solo contamos violencia si hay muertos en la calle?.

    Hace 6 años 6 meses

  35. Jordi

    El 30 de septiembre de 2005 el Parlament de Catalunya votó la nueva propuesta de reforma del Estatut de Catalunya con 120 votos favorables de los 135 totales. En el texto se decía que Catalunya era una nación, dejando atrás el concepto de nacionalidad. Doce años más tarde, el día 1 de octubre de 2017, la sociedad catalana fue a votar si quería ser un nuevo estado independiente dentro de la Unión Europea y, a pesar de los palos, más de 2 millones votaron afirmativamente. No se tanto como ustedes, pero cuando votar es sinónimo de violencia, lo que hay es un problema. Los que encarcelan y tildan de "colpistas" son gente elegida por sufragio para realizar lo dice el programa electoral con el que se presentaron. Si se empeñan en culpabilizar a las víctimas de la violencia que el estado ejerce no conseguirán más que enquistar el problema. Un consejo, vota y deja votar!

    Hace 6 años 6 meses

  36. ESTELLA

    Si todas las disquisiciones sirven para conseguir las matizaciones necesarias para salir del maniqueísmo, del blanco o negro, me valen todas las reflexiones que contribuyan a ampliar el panorama y no caer en los frentes opuestos que ahondan en la contradcciones porque les conviene electoralmente. Aunque se critique de forma contundente la acción de los independentistas hay que condenar con la misma fuerza la pasividad de un gobierno que especula y alimenta el nacionalismo español. Hace falta una tercera, cuarta y quinta vía para que se pueda dialogar y consensuar salidas racionales

    Hace 6 años 6 meses

  37. R. de Muñoz

    En efecto, conviene "no forzar los conceptos", tanto como evitar la concepción reduccionista de los mismos. Hablar de "la violencia" en los términos en que lo hace Sánchez-Cuenca implica, por ejemplo, negar la existencia de la violencia simbólica (Bourdieu), una de las violencias que sirven de medio al ejercicio del poder en una concepción tridimensional de este (Lukes). La violencia simbólica también es violencia, como lo es la violencia sistémica y, formando parte de ella, la institucional, no siempre legal. Y es violenta la fuerza que alimenta la espiral del silencio (Neumann), aunque esa espiral, de la mentira prudente, pueda romperse (Kuran). No solo se ejerce violencia cuando la violencia que se ejerce es física ni tiene esta que ser militar para ser golpista. Tampoco se entiende la crítica a Santos Juliá por acuñar el concepto "pronunciamiento civil", aunque sea más propio de las Ciencias Sociales, de las que tanto sabe Sánchez-Cuenca, que de las Humanidades. Por Fujimori, por ejemplo, se acuñó (al menos, se popularizo) el "autogolpe". Desconozco si ha habido violencia penalmente punible en Cataluña; es cuestión de juristas y, en última instancia, de jueces. Pero sí ha habido violencia en el proceso secesionista catalán. También ha habido desobediencia, claro, pero una desobediencia activa, no meramente pasiva. La desobediencia institucional ("de una parte del Estado", en palabras de Sánchez-Cuenca) ha sido violenta porque violentaba el contrato social constitucionalizado (Estatuto incluido) con la intención de imponer la secesión del territorio, bien es cierto que entre sonrisas y puestas en escena mediáticamente atractivas. No parece que la generación a que uno pertenezca tenga por qué afectar a tal "realidad". Bien traído, por cierto, el Dahl del cuestionamiento del 'demos'. Con todo, que el problema sea político no implica que el poder judicial haya de dejar de actuar allí donde está mandatado para hacerlo. Cuestión distinta es cuán independiente e imparcial sea, pero esto nos remite a otro problema, anterior a la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010: la desafección ciudadana, hábilmente instrumentalizada en Cataluña por los independentistas y los cómplices del 3%. Recuérdense, en el contexto del 15M, las concentraciones ante el Parlamento autonómico catalán con ocasión del inicio de la legislatura en 2011. También hubo ahí violencia, pero no fue contra el demonizado 'Estado español', sino por una democracia de calidad. También de esta sabe mucho Sánchez-Cuenca.

    Hace 6 años 6 meses

  38. Fermi

    Curioso sistema de comentarios, donde si la web hace un "refresh" a mitad de tu disertación, pierdes todo lo escrito y ¡hala! a empezar de nuevo tu "little rant". En fin: a la segunda me ha quedado un poco más depurado.

    Hace 6 años 6 meses

  39. Fermi

    Como ya ha dicho alguno, corrigiendo a otro: no se comparten soberanías, sino que se ceden. Es lo que tiene firmar un tratado internacional: que aceptas esa norma por encima de cualquier otra que tuvieras antes. Se cede el control de fronteras a la UE, las bases a la OTAN, la impresión de moneda al BCE... y nosotros somos una delegación de un control central. "Tratado internacional" significa "cesión de soberanía". Y a los que defefienden que "la soberanía nacional la tenemos que votar todos", deberían sostenerlo cuando dejamos que en la UE se firmen determinados tratados comerciales sin que nadie nos pregunte ni una coma. Somos unos ignorantes legales a merced de los medios y pasa lo que pasa: "nos comen los fachas"

    Hace 6 años 6 meses

  40. Javier de Lucas

    Sorprende que un intelectual sólido como I.Sánchez Cuenca exhiba una ignorancia aparentemente absoluta sobre la doctrina constitucional del coup d'Etat, que arranca de Kelsen y que ocupa bibliotecas...Nada añado sobre la pretensión de distribuir carnets de progresista según las propias convicciones

    Hace 6 años 6 meses

  41. Iggy

    Me sigue asombrando que supuestos intelectuales hagan tan generoso uso del discutido y discutible concepto de "nación". ¿Existe eso en términos jurídicos? ¿Es la "nación" fundamento de alguna clase de pacto social y/o político? A mí me parece más bien un macguffin burdo. Por otro lado, creo que todos estaremos de acuerdo en que a) no existe algo que se llame "nación europea" y b) no "compartimos soberanía" con los miembros de la UE, sino que la cedemos a un ente supranacional.

    Hace 6 años 6 meses

  42. Iggy

    He venido a hablar de mi libro. Por cierto, ni una alusión als fets d'octubre protagonizados por Companys, y cómo dio el gobierno de la República en resolver el conflicto. Y mira que es una situación bastante comparable..

    Hace 6 años 6 meses

  43. Sofia

    Excelente. Es un lujo leerlo o como dicen en mi lengua materna: unha verdadeira xoia. Contundente, preciso, riguroso y claro. Gracias desde Galicia. Por cierto, acabo de comprar su último libro y estoy deseando empezarlo.

    Hace 6 años 6 meses

  44. Carlos Ávila

    Creo que en su por tantas cosas magnífico libro ya deja bien claro este tema. El problema de Juliá, por otra parte un buen estudioso con libros realmente interesantes y documentados, es que no pueden ver los nacionalismos "periféricos" y esa inquina les lleva, hablo en plural porque hay muchos como él, a forzar la realidad para ajustarla a su idea preconcebida. Es una pena que a estas alturas de su vida termine haciendo análisis tan faltos de rigor, pero por lo que estoy viendo esto les sucede a muchos de los participantes en la Transición. (Lo digo desde mis 69 años y la militancia en aquella època).

    Hace 6 años 6 meses

  45. Luis Casas Luengo

    Creo que esta afirmación no es cierta: "La nación española puede compartir soberanía con holandeses, búlgaros y portugueses, pero no puede compartirla con la nación catalana o la vasca". La Unión Europea se basa en la cesión de competencias a un ente supranacional que las ejerce para el común de los Estados que la forma. No se comparte soberanía con nadie, si así fuese serían los parlamentos nacionales que compartieran los que legislasen a la vez, cosa que no ocurre en el seno de la Unión. En la Unión legislan los Estados miembros (Consejo) y el Parlamento Europeo, pero nunca los parlamentos nacionales. Éstos, a la sumo, legislan sobre lo aprobado por la Unión cuando es precisa una transposición de sus normas.

    Hace 6 años 6 meses

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