Sobre fracasos, ridículos y humillaciones
En el deporte profesional actual no parece haber más alternativas. O vences o estás expuesto al escarnio público. Los medios deberían de tener cuidado en asociar la derrota a hacer el ridículo o a ser un fracasado
Ricardo Uribarri 25/04/2018
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“Fracaso”, “ridículo”, “humillación”, “hecatombe”, “catástrofe”, “debacle”… Estas son algunas de las palabras que se podían ver en los titulares de la prensa mundial tras perder el Barcelona en Roma y ser eliminado de la Liga de Campeones. “Indecente”, “han manchado la camiseta y arrastrado el escudo”, “es un insulto a la afición” o “indignan a su gente” fueron algunas de las cosas que se escucharon acerca del Sevilla tras caer en la final de Copa. En el deporte profesional y más concreto en el fútbol, ya no parece haber más alternativas. O vences o estás expuesto al escarnio público. Se ha olvidado que ganar es la excepción y que en la vida se pierde mucho más que se gana. La mofa al perdedor cotiza tanto como el elogio al vencedor. Ese es el peligroso mensaje que se proyecta a la sociedad.
Ni siquiera el triunfo te asegura un reconocimiento siempre que al mismo tiempo haya alguien que gane algo que se entiende más importante. El más que posible doblete de los azulgranas a nivel nacional esta temporada perderá valor a los ojos de muchos si el Real Madrid termina levantando una nueva Champions. En ese filo de la navaja también se encuentran los merengues. Si consiguen el torneo continental por tercera vez consecutiva su temporada será un éxito y Zidane optará a ser considerado como el mejor técnico de la historia del club. Si lo pierden, habrá voces que pedirán su cabeza por firmar una campaña sin títulos. No le valdrá ni haber sido campeón las dos últimas ediciones.
Esta cultura dominante del triunfador no acepta tampoco que un futbolista pueda ser querido e idolatrado por una afición si no le ha proporcionado títulos. Es el caso de Fernando Torres. ¿Qué les ha dado para que le quieran así, si no ha ganado nada con el Atleti? se preguntan los que sólo ofrecen su afecto a los que calman su sed de éxitos. Son los que no terminan de entender que haya aficionados que no sean de los equipos que suelen ganar siempre. Especialmente si comparten la misma ciudad.
Hace tiempo que el fútbol dejó de ser puramente un deporte para convertirse en un espectáculo, en un producto de consumo más. Y como tal, al igual que una película, una serie de televisión o un libro, casa mal con los finales que no son felices. Especialmente cuando hay mucho dinero por medio. Y como cada año el despilfarro económico es mayor, la exigencia va en aumento. Da lo mismo que en el deporte sólo pueda ganar uno. Es indiferente que un equipo haya sido triunfador en el pasado reciente. Sólo vale lo que hayas hecho en el último partido.
No se puede negar la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en este asunto. Es cierto que la prensa deportiva ha tendido de forma histórica a la exageración, en lo bueno y en lo malo. Pero en su labor informativa deberían de tener cuidado en el significado que le dan a las derrotas. No debiera proyectarse la idea de que vencer siempre es obligatorio. Más que nada porque en la vida eso es imposible. Perder es una parte del juego. Y sufrir una derrota no puede suponer que te consideren un fracasado, ni que has hecho el ridículo. Ni siquiera si pierdes contra alguien que tiene un menor potencial que el tuyo. Si en el deporte acabamos con el factor sorpresa, lo matamos.
Ya está feo que un aficionado se ría de otro que ha sufrido la derrota de su equipo. Pero que sea desde los propios medios donde se haga leña del árbol caído, donde se ridiculice al perdedor, no tiene ninguna defensa. La audiencia no puede justificar todo. Por culpa de ese camino se ha pasado a considerar un acto de reconocimiento a un campeón, como es el pasillo, como una humillación para el que lo realiza. Hemos llegado a un punto en el que se disfruta tanto o más con las desgracias del rival deportivo que con las alegrías propias. Y los periodistas están siendo partícipes, y en muchos casos impulsores, de esa mentalidad.
Xavier Ramón Vegas es Doctor en Comunicación y Profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Su investigación y docencia se centran principalmente en los ámbitos de la ética periodística, la rendición de cuentas de los medios de comunicación y la comunicación deportiva. Advierte en CTXT sobre el efecto negativo que pueden tener ciertos titulares periodísticos en los receptores de las informaciones. “Es innegable que el deporte es una forma de competición que incorpora el conflicto y la rivalidad, aspectos que tienen un gran valor informativo. Sin embargo, resulta peligroso que los medios deportivos abusen sistemáticamente de titulares como ‘Fracaso total en Europa’, ‘Batacazo Culé’, ‘Fracaso sin excusas’ o ‘Ridículo’ ante un hecho como la eliminación del F.C. Barcelona ante la Roma. O que, el día siguiente, después del partido Real Madrid – Juventus, se llenen portadas con expresiones como ‘El robo del siglo’ o ‘Máster en arbitraje’. Este tipo de lenguaje caracterizado por la parcialidad no sólo deteriora la calidad informativa sino que manda un mensaje erróneo a los lectores, especialmente a los más jóvenes”.
Vegas tiene claro que el sensacionalismo en el que caen algunos medios a la hora de valorar un resultado u ofrecer una información está lejos de lo recomendable. “Claramente, este tipo de titulares traspasan el límite de lo deseable a nivel profesional. En el periodismo deportivo contemporáneo se magnifican las victorias y las derrotas, del mismo modo que se enfatiza la confrontación, se espectacularizan aspectos triviales y se amplifican los rumores. Es triste pensar que estos excesos acaban teniendo más peso que otros resultados y logros deportivos que merecerían una mayor valoración”.
Los medios no deberían olvidar a la hora de ejercer su labor la responsabilidad social que tienen hacia los receptores. Al contrario de lo que sucede en numerosas ocasiones en la actualidad, sería deseable que utilizaran un lenguaje que fomentara aspectos provechosos en lugar de promover los conflictos. “Tal como señalamos con el profesor José Luis Rojas en el decálogo ‘Accountable Sports Journalism’, dada la repercusión social y la gran audiencia de sus contenidos, los periodistas deportivos deben contribuir a la promoción de valores positivos y a evitar la confrontación. Emplear sistemáticamente este tipo de lenguaje y titulares no ayuda en absoluto a fomentar los valores positivos en el deporte”, afirma Xavier Ramón.
Ciertos programas y profesionales que se dedican a la información deportiva han optado deliberadamente por el periodismo de ‘bufandeo’, que buscan la polémica y no dudan en hacer burla del rival cuando se da la ocasión. La búsqueda de la audiencia, en opinión del profesor de la Universidad Pompeu Fabra, no debería justificar este estilo de comunicación. “El periodismo deportivo actual está lleno de elementos que conforman el denominado ‘periodismo de bufanda’ o ‘periodismo de club’, entre ellos el abuso de adjetivos y adverbios valorativos, la descalificación del rival y la mezcla deliberada entre géneros. Pese a que nos encontramos en un contexto caracterizado por el descenso de la inversión publicitaria y la lucha por la maximización de la audiencia, sería esperable que los profesionales de la información llevasen a cabo su tarea de forma responsable, con distancia crítica y sin necesidad ‘de subir el volumen”.
Teniendo en cuenta el panorama actual, cabe preguntarse si la ética que debería regir cualquier labor informativa es de peor calidad en el ámbito periodístico deportivo que en cualquier otro. Xavier está de acuerdo en que el sector debe hacer frente a algunas lagunas que empobrecen la calidad del mensaje. “Ciertas prácticas vinculadas al periodismo deportivo, como la omnipresencia del rumor, el sensacionalismo, el uso del lenguaje belicista o las desigualdades en materia de género revelan retos éticos de primer orden en este ámbito. Sin embargo, estas carencias no se deben generalizar a todos los profesionales, contextos y culturas periodísticas. El trabajo llevado a cabo por medios de referencia internacional como Sports Illustrated, L’Équipe o 11 Freunde, así como publicaciones nacionales como Panenka y Líbero demuestran que es posible otro tipo de periodismo deportivo que apueste por la diversidad y por alejarse del ‘periodismo de camiseta”.
Es entendible la crítica cuando un resultado no es el esperado. Se comprende la exigencia hacia los deportistas de alto nivel que perciben unas remuneraciones inalcanzables para el resto. Incluso el malestar de los aficionados si han percibido en sus jugadores una actitud que dista de la exigible en cada momento. El deporte es buscar el triunfo, por supuesto, y más en el ámbito profesional. Pero eso no puede conducir hacia una simbiosis entre derrota y fracaso. O derrota y ridículo. No son sólo palabras. Son conceptos que se lanzan a la sociedad demasiado alegremente por altavoces que por su alcance consiguen una gran repercusión. Estamos corriendo el riesgo de fomentar una generación que sólo acepte el triunfo social. Y como eso es imposible de conseguir siempre, se puede generar mucha frustración.
Sábado por la mañana en un campo de fútbol cualquiera. Partido de un torneo entre niños de categoría benjamín, que tienen entre ocho y nueve años. Los perdedores lloran. Una simple derrota la entienden como un drama. Cada vez cuesta más aceptar un revés. Algo estamos haciendo mal.
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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