JUAN BRANCO / ABOGADO DE WIKILEAKS
“¿Macron? Es como si Hollande hubiera sido reelegido”
Guillermo Fernández Vázquez 25/04/2018
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Juan Branco (Estepona, 1989) es un abogado francés rodeado de una cierta áurea de joven prodigio. Hijo del conocido productor de cine portugués Paulo Branco y de una terapeuta española, este letrado polifacético forma parte del equipo de abogados de Julian Assange desde 2014. Tras haber trabajado en la Corte Penal Internacional y haberse encargado de la defensa jurídica del fundador de Wikileaks, Juan Branco dio el paso a la política y se presentó en junio del año pasado en las legislativas francesas como candidato de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. A pesar de no haber sido elegido, mantiene unas excelentes relaciones con el líder de los insumisos, al que también defiende como abogado.
Branco recibió a CTXT en una cafetería del Barrio Latino de París para analizar la situación personal y jurídica de Assange, retenido durante casi seis años en la embajada de Ecuador en Londres. Las autoridades ecuatorianas decidieron el 28 de marzo limitar las conexiones con el exterior, incluso Internet, del fundador de Wikileaks. Aunque a finales del año pasado le concedieron la nacionalidad ecuatoriana, las relaciones entre Assange y el Gobierno de Ecuador se han deteriorado después de que Lenín Moreno reemplazara a Rafael Correa como presidente. “Se trata de una situación delicada, prefiero no comentar este tema”, reconoce Branco, durante una entrevista en la que también analiza la presidencia de Emmanuel Macron y el futuro de la Francia Insumisa.
¿Cómo se encuentra personalmente Julian Assange?
Ha tenido momentos con altos y bajos, pero está muy fuerte. Se han publicado reportajes sobre su salud, que sufría problemas de espalda y mentales por la ausencia de luz solar. Pero en comparación con lo que está sufriendo, está muy bien. Me ha dicho que mientras haya movimiento militante ahí fuera, se sentirá bien. El problema es cuando se pare, entonces sentirá el miedo de sentirse olvidado y llevará peor que se estén cargando su vida.
¿Se encuentra en una situación de seguridad física? ¿Su vida corre peligro?
Cuando la CIA te señala como uno de sus objetivos principales, nunca puedes estar segruo. La amenaza de los servicios secretos norteamericanos no se puede controlar, puesto que pueden organizar secuestros o asesinatos de cualquier tipo, solo con la autorización del presidente de EE.UU. Pero el hecho de estar confinado en un lugar tan pequeño como la embajada de Ecuador se ha convertido en una ventaja paradójica. Se trata de un espacio muy destructivo para él, ya que vive en unas condiciones peores que en una prisión. Pero el hecho de estar encerrado le permite protegerse ante las amenazas externas. En el caso de que le pasara algo, sería un drama para todos y nuestra responsabilidad colectiva.
Tras la decisión de la justicia británica adoptada en febrero de mantener su causa contra Assange, ¿cómo analiza su situación jurídica?
Desde un punto de vista jurídico, su situación está prácticamente resuelta. Los tribunales suecos desestimaron la supuesta acusación de violación. Así que ahora estamos ante una persecución política de la justicia británica. La única razón oficial por la que la embajada ecuatoriana sigue rodeada por cincuenta policías es que Assange habría violado las condiciones de su libertad condicional, que le habían impuesto para ir como testigo a Suecia. Pero como cayó su causa en Suecia también deberían hacerlo las medidas cautelares. En realidad, es una excusa para no dejarlo salir y extraditarlo a Estados Unidos para encerrarlo allí de por vida por haber revelado los crímenes cometidos por el ejército estadounidense en Afganistán e Irak.
De hecho, la ONU les ha dado la razón de que se trata de una detención política…
Sí, la ONU (el grupo de trabajo sobre las detenciones arbitrarias) aseguró en febrero de 2016 que se trataba de una detención arbitraria y política. Pero la justicia británica rechaza implementar esta decisión. La jueza dijo que no estaba de acuerdo con la decisión de la ONU. ¿Pero quién se ha creído que es? Así no funciona el sistema jurídico internacional. Estamos en Europa, tenemos un prisionero político reconocido por la ONU y estamos ahí como si nada.
¿Pero confían en que finalmente podrán ganar este caso?
La justicia británica no para de ponernos una excusa detrás de otra. Pero creemos que ganaremos, ya que la mayoría de ellas no tienen ningún tipo de racionalidad. Pero mientras tanto, el daño ya ha sido hecho. Julian lleva seis años encerrado en la embajada. Por el delito que se le persigue ahora, violación de las condiciones de libertad provisional, como mucho tendría una pena de tres meses de prisión y una multa de unas 5.000 libras esterlinas. Se trata de una situación muy frustrante, ya que nos confrontamos con un aparato de Estado que no para de ponernos pegas.
Desde 2014 ejerce como abogado de Wikileaks, ¿cómo le ha afectado en su vida personal? ¿Recibe muchas presiones?
Sí, se trata de una realidad muy violenta. La última vez que fui a la embajada de Ecuador en Londres me retuvieron en el check point del aeropuerto mientras volvía a Francia. Entonces, me dijeron que estaba inscrito en la lista de las personas buscadas por la policía. Luego, rectificaron y aseguraron que mi fichero había desaparecido, así que podía marcharme. Hechos como este resultan formas de intimidación. Reflejan que uno no está protegido ya que sólo forma parte de una organización ciudadana. Wikileaks es un barquito rodeado de buques de guerra.
¿También han recibido un tratamiento hostil de los grandes medios, como los tabloides británicos?
Sí, muy violento. Cuando uno es uno de los objetivos principales de la CIA, se convierte directamente en un enemigo del sistema, que está hecho para ganar, pase lo que pase. Han llegado hasta a entrometerse en la vida privada de los abogados de Wikileaks. Por ejemplo, la campaña iniciada por el diario The Sun en contra de la letrada Jennifer Robinson, de quien se filtraron imágenes durante el verano pasado mientras se besaba con un hombre casado. Este tipo de imágenes, atacando la vida personal, buscan desestabilizarnos. Pero vale la pena trabajar como abogado de Wikileaks.
¿Por qué cree que vale la pena?
Lo he hablado con Julian y él mismo me dijo: “No quiero ser un héroe. En una sociedad sana no debería haber héroes de ningún tipo”. Pero tiene sentido sacrificarse si esto sirve para evitar el sufrimiento de otros.
Assange se ha interesado de manera significativa por el proceso de independencia catalán. ¿Por qué?
Me resulta difícil hablar en su nombre, porque no soy su portavoz político. Según Assange, está claro que en Catalunya estamos ante una represión política, con detenidos políticos. Una situación reveladora de la crisis del sistema democrático occidental. Esto muestra la dicotomía entre la realidad del discurso oficial del sistema político occidental y la realidad de sus acciones. Él lo ve como una continuación de lo que él ha sufrido personalmente. Empezó a interesarse en particular por este tema en septiembre a propósito de la represión que hubo durante la campaña por el referéndum del 1 de octubre. Allí vio una conexión entre su situación personal, su lucha a favor de la libertad de expresión y la democracia, y la cuestión del independentismo catalán.
Está claro que el sistema judicial es el último espacio de la democracia española que no se ha “desfranquizado”
¿Qué le parece el rol de la justicia española en el procesamiento de los dirigentes independentistas?
Está claro que el sistema judicial es el último espacio de la democracia española que no se ha “desfranquizado”, el último reducto que no se ha desprendido de su herencia franquista. En España, hay un problema grave en los niveles más altos de la judicatura, donde permanecen los jueces más viejos. Se trata de una institución democrática incompleta. En este sentido, tengo una visión distinta a la de Podemos sobre la democracia en España. En lugar de pensar que ha producido un retroceso durante los últimos meses, creo que no se ha ido hasta el final en el proceso iniciado durante la transición. Creo que ahí hay una responsabilidad política de los partidos tradicionales, como el PP o el PSOE. Pero no creo que haya un problema de principio en España, ni que se trate de una semidictadura ni que todas las instituciones se están pudriendo.
Además de su interés por el proceso independentista catalán, la gente de Wikileaks también ha sido criticada por haberse involucrado en la difusión de los “Macron Leaks”, en los que se publicaron correos electrónicos con informaciones comprometidas del equipo de campaña de Emmanuel Macron ¿Qué es lo que sucedió?
La publicación de los “Macron Leaks” en la web de foros 4Chan (donde hay una gran presencia de la extrema derecha norteamericana) se produjo el 5 de mayo por la tarde, dos días antes de la segunda vuelta de las presidenciales francesas. Esa noche se cerraba la posibilidad de publicar sobre cualquier tema relativo a la campaña. Lo único que hicieron entonces en Wikileaks fue hacerse eco de la revelación de esos documentos por Twitter. Pero no los publicaron entonces, sino tres meses después. Se tomaron unos meses para verificarlos y se dieron cuenta de que tres cuartas partes de los e-mails del “Macron Leaks” eran reales. Así que los colgaron en línea a finales de julio para que la gente dispusiera del fichero, de la misma forma que lo han hecho con otros Leaks masivos, como los Sony Leaks. Wikileaks aspira a ser una biblioteca y un archivo de los poderes.
La victoria de Macron es un buen ejemplo de la corrupción pasiva del sistema
Aunque fueron vistos como una operación de desestabilización, los “Macron Leaks” sirvieron para conocer el papel central que los grandes donantes tuvieron en la financiación de la campaña de Macron. ¿Cómo explica que un joven político consiguiera hacerse con el poder con un movimiento político creado sólo un año antes de las elecciones?
La victoria de Macron es un buen ejemplo de la corrupción pasiva del sistema. En enero de 2014, estaba comiendo con Xavier Niel, uno de los hombres más ricos de Francia y propietario de la operadora Free y del diario Le Monde. Mientras comíamos, me dijo que le había escrito Emmanuel Macron, que entonces ejercía como secretario general adjunto en el Elíseo y era un político desconocido para la mayoría de los franceses. Y Niel me aseguro: “¿Sabes que Macron será el próximo presidente de Francia? Tengo una muy buena relación”.
La oligarquía tuvo un rol clave en el fulgurante ascenso político de Macron…
Sí, el ascenso de Macron es la revelación del poder de la oligarquía. Cuando Macron no era ministro ni nada, ya disponía de una excelente agenda de contactos. Por ejemplo, se había reunido con Niel y se cayeron bien. Entonces, este último habló con el director general del grupo Le Monde, del que es uno de las principales accionistas, y le dijo: “mira, he conocido a Macron, este chico es increíble”. Esto hace que Macron disponga de una gran cobertura mediática en Le Monde. A continuación, se publica un sondeo donde se asegura que a la gente le encanta Macron. Así es como fue progresando primero como ministro de Economía y luego como candidato. Es probable que se dieran algunas irregularidades en la financiación de su campaña. Pero esto me parece un hecho secundario ante la capacidad de la oligarquía para elegir a su candidato favorito. Mientras fueron cayendo los Juppé, Sarkozy o Hollande, Macron tuvo la habilidad de resistir a la caída de los grandes candidatos del sistema.
Después de meses de calma aparente, la movilización social en Francia se está reactivando con la huelga de trenes y el movimiento de ocupaciones en las universidades. A pesar de esto, Macron sigue adelante con sus reformas neoliberales y la oposición política al presidente parece débil. ¿Cómo lo explica?
Uno de los principales errores de la oposición contra Macron ha sido no mostrar con suficiente fuerza que había una continuidad con las políticas de Hollande, que fueron rechazadas. Pero esta percepción no existe y la gente cree que está frente a un nuevo poder que viene de la nada. Macron ha sido muy hábil ya que ha sabido presentarse como un actor político nuevo. Todo esto es comunicación. En realidad, es como si Hollande hubiera sido reelegido. Pero después del margen de maniobra del que ha disfrutado durante su primer año, su poder político se está degradando. La mayoría de sus ministros no son demasiado competentes, apenas tienen experiencia política. Se está disolviendo la base política que le apoyaba y Macron se está quedando sólo. Pero como es alguien inteligente, de momento, sabe mantenerse fuerte en su soledad.
Se presentó como candidato en las pasadas elecciones legislativas de junio del movimiento La Francia Insumisa (LFI). Según los estudios de opinión, el líder de los insumisos Jean-Luc Mélenchon se ha erigido en el principal opositor a Macron. ¿Cómo valora su trabajo de oposición? Insumisa tiene muy pocos diputados en la Asamblea Nacional (sólo 17 de un total de 577) y una relación difícil con la prensa. Así que han apostado por una estrategia de disrupción y por impulsar una nueva manera de hacer política. Lo que más me gusta de la LFI es que intentan llevar a cabo un trabajo de fondo y hacer constantemente propuestas en el Parlamento. Aunque saben que sus propuestas de ley no tienen posibilidades de ser apoyadas, continúan haciéndolo y trabajan su contenido al detalle, como hicieron con la elaboración de un contra-presupuesto.
Sin embargo, uno de sus principales obstáculos es su relación hostil con la prensa francesa, donde son criticados de manera aún más severa que Podemos por los grandes medios españoles...
La Francia Insumisa tiene un problema con los medios. Muchos de sus dirigentes, como Alexis Corbière (su portavoz durante la campaña presidencial), son vistos como gente vulgar, del pueblo y despreciados por los periodistas. Se les desconsidera de oficio. Por mucho que las críticas que hagan puedan estar fundamentadas, se los considera groseros por su origen social y por no haber estudiado en los grandes centros de élite franceses. Ante esta dificultad, LFI debería promover a personas que comprendan bien los códigos de las élites y de los medios, pero manteniendo la misma radicalidad en el discurso. La Francia Insumisa debe tener, por así decir, espías, gente infiltrada en las altas esferas del sistema. Creo que en esa función yo podría ayudarles. En cierta manera, me gustaría ser el Macron de la Francia Insumisa.
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Guillermo Fernández Vázquez
Investigador en la facultad de Ciencias Políticas de la UCM. Especialista en política francesa, derecha identitaria, relato y comunicación.
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