Análisis
Contrato a la italiana
La escalada xenófoba del acuerdo de gobierno del Cinco Estrellas y la Liga es mucho más peligrosa que sus exigencias económicas
Alberto Tena 21/05/2018
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Sube la prima de riesgo, el Financial Times habla de que los bárbaros modernos han tomado Roma. Después de las elecciones del pasado marzo y las negociaciones fallidas entre M5S y PD (el M5S tenía intención de hacer un gobierno de concentración de 3 partidos con acuerdos concretos con cada parte) el eje populistas/ partidos tradicionales ha aparecido en todo su esplendor en Italia. En realidad, la sorpresa no es tanta, ya había cierto consenso sobre muchas de las ideas de fondo de ambos partidos (que tendrían mayoría parlamentaria sobrada) y el marco de un resultado electoral “post-ideológico” era el idóneo para limar los desacuerdos. Pero para mantener el nivel de confusión necesario para que Italia funcione se han ido filtrando varios borradores del acuerdo que han ido disparando las alarmas en los medios de todo el mundo. En el primero aparecía el acuerdo de pedir a Europa mecanismos formales de salida de la unión monetaria, la renegociación de los Tratados europeos y la posible quita de deuda unilateral. Posibilidad desmentida justo después de la primera filtración, aunque Grillo (ya actúa como un expresidente) ha salido diciendo que querría un referéndum sobre la posibilidad de un euro a dos velocidades.
Italia es uno de los miembros fundadores del UE y, pese a ello, no existe un sentimiento generalizado de que Europa ha sido el tren del progreso y de prosperidad económica. Del mismo modo, tampoco hay consenso sobre la salida del país del euro ni de Europa. Esto es probablemente lo que ha empujado a matizar en los diferentes documentos la posición sobre Europa hasta hacer desaparecer por completo las menciones al euro y dejar solo una pequeña alusión de acercamiento a Rusia y relajación de las sanciones.
Del documento final, lo primero que destaca es que no es un documento, tiene forma de contrato y aparece así en su primera página: “Contrato por el gobierno del cambio”. Se piden las firmas de los dos líderes de las formaciones y se recuerda que su no cumplimiento tendría consecuencias penales para ambos. Esto es un aviso de las nuevas formas de la tecno-política y el pragmatismo pactista.
Es difícil saber cuánto y cómo de lo que han firmado podrán llevar a cabo, pero sí empiezan a verse algunas cosas claras de la tan demandada “definición” de los partidos populistas. La primera es que los acuerdos en materia de gestión de la migración son, en términos humanitarios, lo que más debería preocupar a Europa ahora mismo. Bajo el título de “Inmigración: Devoluciones y Stop al negocio” se habla explícitamente de devolución de los más de 500.000 migrantes irregulares en el país, de limitar las ayudas a los extranjeros, y de medidas contra la infiltración de terroristas como refugiados, cierre de mezquitas y una reproducción de la oscura retórica que llevamos escuchando todos estos años a la Liga. La Unión Europea puede escandalizarse ante las demandas de renegociación de la deuda, y agitar el fantasma de Syriza, pero si hay algo que pone en peligro el proyecto europeo es la gestión de la migración de personas en fronteras como la italiana.
los acuerdos en materia de gestión de la migración son, en términos humanitarios, lo que más debería estar preocupando a Europa ahora mismo
Del mismo modo, la izquierda nacional debería dejar de autocomplacerse sobre su profecía autocumplida de que finalmente el M5S ha desvelado su verdadero rostro, y asumir que el resto del contrato firmado por los dos grandes partidos populistas toca y propone soluciones a la mayoría de los problemas que eran centrales para el discurso de la izquierda. Se dice explícitamente que la reducción del déficit público no debe hacerse por vía de reducción del gasto, si no de reactivación de la demanda interna. Aunque no quede claro cómo va a encajar todo esto con el Flat-Tax y la reducción de IRPF que pedía la Liga (y que no termina de especificarse su funcionamiento y sobre todo sus efectos recaudatorios), se piden más controles democráticos para el BCE y en los mecanismos de gobernanza económica de la UE, la lucha contra el dumping fiscal, más poder para el Parlamento europeo, a la vez que hay una apuesta clara por la sanidad y la educación pública y un acuerdo sobre una nueva reforma de las pensiones que debería permitir jubilaciones en mejores condiciones (aunque esto también está por ver). Los cálculos del aumento del gasto han ido desde los 65.000 millones a los 125.000 (entre un 3,5% y un 7% aproximadamente del PIB anual del país). Ni una mención, como no es de extrañar en nuestro país vecino, a ningún problema relativo al feminismo o a la violencia de género.
Por otro lado, aunque no se trate ni de lejos de una Renta Básica, aparece un consenso sobre establecer una renta de inserción de 750 euros mensuales para desempleados de larga duración que se han quedado sin prestación, junto con una subida de la pensión mínima hasta este mismo nivel, con un costo según el documento de 17.000 millones (otros cálculos elevan la cifra hasta casi el doble). En el segundo borrador había una mención específica a su financiación a través de una amnistía fiscal que luego ha desaparecido; en el documento final se pide la financiación del 20% del mismo a través del Fondo Social Europeo. También se empieza a esbozar una primera ley sobre el conflicto de intereses que es la que ha provocado el comentario de Berlusconi acusando al M5S de “justicialistas”. En la misma línea, hay un punto que es de suma importancia porque toca uno de los mecanismos de gobernabilidad que el berlusconismo había usado casi de manera sistemática durante los últimos 25 años y que, en el caso de aprobarse, implicaría un cambio en la Constitución italiana. Inspirándose en el artículo 160 de la Constitución portuguesa, los parlamentarios que cambien de partido perderían su escaño. Esto ha sido una exigencia también del M5S que en la legislatura pasada rompió todos los récords de cambios de chaqueta. En este apartado se menciona también una reducción del número de diputados y la potenciación de referéndums e iniciativas legislativas populares. Por último, el populismo punitivo aparece también de manera contundente: se apuesta por un aumento de todas las penas y una extensión del principio de legítima defensa, eliminando el principio de proporcionalidad entre defensa y ofensa, aunque no queda nada claro cómo se va a desarrollar en la legislación.
A grandes rasgos, se trata de un acuerdo que debería satisfacer a las bases de ambos partidos. Las del M5S criadas en una cultura política del pragmatismo post-ideológico ya han votado a favor (un 94% –44.769 personas– ha aprobado el contrato el viernes 18 de mayo) y los afiliados de la Liga deberían seguir el mismo camino después de conseguir la introducción de las medidas más duras sobre migración e impuestos. El plan del presidente de la República, Mattarella, en caso de que se frustrara el acuerdo, es intentar un gobierno técnico para aprobar una ley de estabilidad presupuestaria y frenar la subida del IVA automático (en 2011 Berlusconi, ante la presión de Europa, aprobó una norma por la que el IVA subía automáticamente si no se cumplían los objetivos de déficit y deuda pública), que sigue amenazando un agujero de 15.000 millones. Para el jefe del Estado sigue encima de la mesa también un posible cambio de la ley electoral.
No es trivial recordar que Italia ha sido el país donde se inventó el fascismo en los años 20 como mecanismo de reacción al movimiento obrero, y que en ese proceso terminó incorporando una parte de sus demandas y anhelos. En la cultura política italiana pervive un sentimiento de nacionalismo etnicista muy atento a las cuestiones sociales, que está extendido en muchos estratos de la población. Aún falta acordar el futuro presidente de gobierno y no puede decirse que esté todo ya cerrado (se baraja incluso una alternancia en la presidencia), pero las dos fuerzas políticas sí que han demostrado tener unas bases sólidas para el acuerdo. No perdamos de vista lo que pasa en la península Itálica porque se trata de uno de los núcleos duros del proceso de reorganización de las sensibilidades políticas en Europa. Lo que está sucediendo nos impone un cambio en nuestros moldes de interpretación en términos de izquierda y derecha. Sin hacer esto, estamos condenando a cualquier fuerza progresista a la impotencia y a la frustración de la profecía autocumplida de la vuelta de los peores fantasmas del siglo XX europeo.
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Alberto Tena
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