Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas (textos@ctxt.es).

Su nombre es Mamoudu Gassama. Nació en Mali y es un héroe en Francia. Lo conocerán porque el vídeo que protagoniza se ha hecho viral, que es hoy el método más eficaz que tenemos para conocer a héroes y villanos. Un niño cuelga desde el balcón de un cuarto piso en París y el tipo, sin pensárselo, empieza a trepar, uno tras otro, los cuatro balcones, con sus cuatro alturas y sus cuatro posibilidades de resbalón mortal que lo separan del crío hasta llegar a él, agarrarlo del brazo y ponerlo a salvo en el interior. Lo hace ante los aplausos y vítores de todos los que asisten al drama desde abajo. El bautizado como Spiderman de París se juega la vida con una decisión, rapidez y éxito que da muy bien para el formato redes. El vídeo es impresionante por varios motivos. Personalmente, no había visto tanta agilidad en la escalada desde unas imágenes del telediario en las que, recuerdo, un grupo de subsaharianos como Mamoudu –el Spiderman que ha salvado la vida de un niño– trepaban la valla de Ceuta para salvar la suya propia. Éstos con la dificultad añadida de las cuchillas, las patadas y las porras de la guardia civil a un lado y la policía marroquí al otro. Otra cosa que impresiona del vídeo es la unanimidad entre los de abajo a la hora de sentir empatía y dar ánimos a alguien que escala para salvar una vida. Impresiona por poco habitual. La grabación no recoge, como es de esperar en estos casos, comentarios del tipo “pero que suba trepando un francés, que tenemos preferencia los de aquí” o “no tengo nada en contra del que está trepando, pero quién sabe si podría ser un terrorista”. No. Todo eran vítores en este escalar dificultades para salvar una vida. ¡Allez, Mamoudu!

Holy shit, this guy is amazing. What a hero. https://t.co/XVWbaULkFp pic.twitter.com/hHnF150XL5

— Hannah Jane Parkinson (@ladyhaja) 27 de mayo de 2018

El caso, y siento ser aguafiestas, es que nada de esto debería haber ocurrido. Este vídeo, con millones de visitas y otros tantos signos de exclamación, no tenía que haber existido nunca porque la escena nunca debería haberse dado. Como los de la valla de Ceuta o Melilla, los del Mediterráneo o los escondidos en los bajos de un camión, Mamoudu era otro ilegal sinpapeles. Nunca debería haber estado en aquel momento en esa calle de París, sino –tal y como estipula la reforma migratoria de Macron aprobada hace tres meses– detenido y devuelto a su país de origen tras haber estado encarcelado durante unos cuantos meses por haber entrado de manera ilegal a Francia. Eso en el mejor de los casos. En el peor, si Mamoudu hubiese trepado a ese edificio con una documentación falsificada para hacerse pasar por francés mientras paseaba con su novia, el castigo tipificado tras el endurecimiento de las leyes de extranjería de Macron hubiese sido de 75.000 euros y cinco años de cárcel. Hablando de Macron, el presidente de la República de Francia y estandarte europeo anti-populismos, fue uno de los millones que recibieron el vídeo de la hazaña de Mamoudu y quedó, como todos, impresionado. Tanto que citó al maliense al Palacio del Eliseo el lunes a primera hora para fotografiarse con él y concederle, vía heroicidad viral, los papeles que no tenía. “No pensé en nada, subí directamente”, le explicó Mamoudu al presidente que tenía curiosidad por saber qué lleva a alguien a actuar cuando hay vidas que corren peligro.

Para que el asunto no pareciera populista, el tema de los papeles lo explicó con más detalle un portavoz del Gobierno: “Ese acto de salvar a un niño, de una inmensa valentía, debe abrirle las puertas de nuestra comunidad nacional”. Al salir de allí, los periodistas le preguntaron al héroe su edad. Tengo 22 años, respondió. Un niño, vamos. O les estamos poniendo un poco difícil la prueba para conseguir la ciudadanía o yo todavía no he entendido lo que quiere decir populismo.