Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas (info@ctxt.es).

La caída del PP, provocada por una gran mayoría parlamentaria, no ha podido ser más vergonzosamente lamentable, más suciamente antidemocrática, ni menos elegantemente civilizada, entre represalias de última hora, bombas de efecto retardado, declaraciones intempestivas, con veneno dentro, explosiones de viejos rencores, falta de colaboración en el cambio de poderes y una larga herencia, dejada en estado de hibernación, de insultos, intemperancias barriobajeras y descalificaciones globales, fruto de la completa convicción de que “después de mí, el diluvio”, como si nunca hubieran pensado, perpetuando los chantajes políticos, las conspiraciones de pasillo, las citas al pasado, la compra de voluntades y la  marrullería jurídica, dejar el poder y alcanzar en él los mismos cuarenta años de sus antepasados.

Pero, la culminación más significativa de este hundimiento épico ha sido la frase de la Sra. Cospedal, la pluriempleada del Partido, como despedida; “Lo siento, por España”, empleando, una vez más, la palabra “España”, para ocultar su verdadera ideología, tradicional y reaccionaria. ¡Qué inconsciente confesión! ¡Qué clara presunción! ¡Qué flagrante soberbia! ¡Qué impúdico engreimiento! ¡Qué narcisismo clásico! ¡Qué autocomplacencia más ciega! ¡Qué chulería más torpe! ¡Qué necedad más grande!

 La Sra. Cospedal, ¿quería decir que España, como nación, necesita de la corrupción, para sobrevivir? ¿Que es menos España y que sus grandes virtudes brillan menos, si sus gobernantes no dan constantes ejemplos estimulantes de corrupción  y venalidad? o ¿que colectivamente los españoles somos masoquistas (hay gustos para todo) y necesitamos que nos engañen reiteradamente,  incumpliendo los Pactos de Toledo, y congelen prácticamente las pensiones, que nos reduzcan los derechos laborales, para complacer las exigencias del Mercado, que veamos disminuir, año tras años, nuestros ingresos, con el consiguiente aumento de la brecha social, el empobrecimiento de la población, los salarios juveniles de miseria, el miedo a la pérdida del trabajo, que sigamos sufriendo las duras condiciones de la “Ley Mordaza”, reduciendo el ejercicio de la libertad y ridiculizando, como “populismo”, cualquier intento de crítica, que el capital continúe mandando, en total impunidad, sus beneficios a los paraísos fiscales y tenga además la ayuda de las generosas amnistías fiscales, que, mientras los salarios siguen perdiendo valor adquisitivo, los beneficios de las grandes empresas siguen aumentando, por encima del 100%, que se pueda conseguir un máster universitario sin ir a clases, etc. Esta es la “Nueva España” que la Sra. Cospedal va a echar mucho de menos.