Sí, el Atleti está haciendo las cosas bien. No hace mucho, todo lo que dependía de Simeone era una maravilla y el resto era un auténtico desastre. Ahora lo que depende del Cholo sigue siendo una garantía de éxito y el resto, lo que no depende de él, está funcionando con sentido común, sentido de la responsabilidad y tanto tacto como éxito. Y eso, en el Atleti, donde los que mandan hicieron lo que hicieron, donde el tema del dinero nunca está claro y donde se suele vender antes de comprar porque todo está en venta, es noticia. Una muy positiva. Extraordinaria. Simeone y sus jugadores necesitan que los del palco estén a la altura, que el club siga creciendo y nadie en su sano juicio –sea contrario o no a la directiva– podría criticar los últimos movimientos del club. Si ustedes son lectores habituales de CTXT, sabrán que quien esto escribe es, con diferencia, uno de los periodistas más críticos con la gestión del club. Aquí se ha denunciado, por activa y por pasiva, la ilegitimidad de los dueños, su negligencia en la gestión y su oscurantismo en diferentes episodios. Y sin embargo, como lo cortés no quita lo valiente, conviene señalar que la inercia positiva inoculada por Simeone está acabando por contagiar a todos los estamentos del club, de arriba abajo, del césped al palco. Gil Marín, el consejero delegado del club, uno de los grandes culpables de que las cláusulas de los jugadores del equipo sean algo así como un PVP –precio de venta al público–, está resolviendo las asignaturas pendientes con sobresaliente.

Es la primera vez que uno recuerda, durante la etapa del gilismo, que el Atleti consigue retener a su estrella

Para empezar, ha estado a la altura de las circunstancias. Fue firme a la hora de defender los intereses de los socios y abonados del club poniendo al Barça en su sitio, con un comunicado que la mayoría interpretó como una rabieta y que, el tiempo, se ha encargado de demostrar que fue una declaración de intenciones. Para continuar, trazó un plan conjunto con Simeone y los jugadores para convencer a Antoine de que el Atleti era su lugar en el mundo. Ofreció más dinero, ofreció más proyecto y mientras Bartomeu filtraba a las terminales afines al Barça que Griezmann estaba hecho, él se ocupó de demostrar lo contrario. Es la primera vez que uno recuerda, durante la etapa del gilismo, que el Atleti consigue retener a su estrella, que no la pone en el mercado, que no negocia con un club más poderoso y que, de una vez por todas, logra demostrar con hechos, no con palabras, que quiere crecer como club. Gil Marín comprendió que el dinero es importante, pero el proyecto deportivo lo es aún más. Y por eso se puso manos a la obra, negoció con el AS Monaco y cerró un principio de acuerdo con Lemar, del que aún no han trascendido las cifras. A priori, un gran refuerzo. Gestión de diez. No contento con eso, Gil Marín, después de un viaje relámpago a Montevideo, frenó la posible marcha de José María Giménez, que tenía dudas y muchos pretendientes –no ha habido verano que no estuviesen interesados en el uruguayo Juventus y, sobre todo, Real Madrid–, y que acabó renovando su contrato con el equipo rojiblanco. El propio charrúa, lejos de no esconder lo que sucedió, reconoció la importancia de aquel viaje del consejero delegado que, esta vez, no decidió subastar a un jugador importante para el Cholo, sino apostar por él, darle cariño, mejorarle el contrato y hacerle ver que todos querían que siguiera. Y Giménez sigue.

De propina, el club, que en tantas ocasiones ha hecho caso omiso a las leyendas del club, que en tantas ocasiones no ha sabido honrar a sus figuras, anunciaba hace días que José Eulogio Gárate es la imagen del carné de abonado para la próxima temporada.

Sí, se están haciendo las cosas bien. Sí, increíble, pero cierto. Sí, el club, al fin, ha encontrado el camino. Y no se debe olvidar la historia, porque quien la olvida está condenado a repetirla, pero sí se debe aplaudir una línea de actuación que no sólo está haciendo más fuerte al Atleti, sino que está logrando que sus aficionados, su gente –porque sin su gente no hay Atleti– esté contenta de cómo se conduce el club, de su línea de actuación y de la construcción de su futuro. Y no se trata de escribir un panegírico sobre Gil Marín, ni de dar palmaditas en el hombro del CEO, se trata de reconocer lo que está bien hecho, porque eso repercutirá en el bien colchonero.

Todavía queda por cerrar la renovación de Jan Oblak, decisivo para Simeone

Sí, el verano será largo. Obvio. Estamos a mediados de junio, aún hay muchos frentes abiertos y no va a ser fácil salir airoso de todos, pero el club está haciendo las cosas bien. Todavía queda por cerrar la renovación de Jan Oblak, decisivo para Simeone. El club lleva trabajando mucho tiempo en ello, el portero es feliz en Madrid, no quiere moverse del Metropolitano y pese a que hay muchísimos clubes potentes detrás de él, el Atlético de Madrid desea anunciar pronto una renovación que, en los últimos días de la pasada Liga, parecía inminente y tuvo que ser aplazada por el devenir que estaba tomando el asunto Griezmann.

Sí, Simeone sabe que todavía quedan puestos por reforzar y habrá que rematarlos en el mercado, porque sería muy bueno reforzar los laterales y quizá el centro del campo, teniendo que buscar, como mínimo, un delantero más. No será sencillo, pero habrá que confiar. Hasta la fecha, el tridente formado por Simeone, Andrea Berta y Gil Marín está demostrando que funciona de manera coherente. Y por supuesto, el Atleti también tendrá que afinar con las ventas. Los que más números tienen para salir son Kevin Gameiro, Stefan Savic, Sime Vrsalkjo y Luciano Vietto. Y si no siguen, no se les podrá regalar. Habrá que sacar el máximo por ellos. Están en el escaparate y el club desea sacar unos 80 kilos por los cuatro, para paliar el esfuerzo por Lemar. Lógico. Nadie podrá criticar al Atleti por deshacerse de algunos jugadores. Una cosa es pedirles que fichen lo mejor que haya, que retengan a las estrellas y otra, bien diferente, exigirles que no tengan ahora la obligación de vender a futbolistas que no son imprescindibles. Ley de vida. Queda mucho verano, sí. Muchos frentes abiertos, sí. Pero en el Atleti, por fin, se están haciendo las cosas bien. Y en algunos casos, francamente bien. Que dure.