El economista Giovanni Lamura
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Giovanni Lamura lleva cerca de treinta años investigando los condicionantes y las relaciones socioeconómicas que afectan y determinan el envejecimiento. Economista de formación, este investigador italiano ha recogido conocimientos sobre los sistemas de cuidados y atención en lugares como Alemania, donde realizó el doctorado, o Austria, donde fue investigador visitante. Esto le ha servido para tener un conocimiento amplio y diverso de los distintos modelos que se desarrollan en Europa.
Lamura, actualmente responsable del Centro de Investigación Socioeconómica sobre el Envejecimiento del INRCA italiano, apuesta por un sistema integral de cuidados que llegue a todos los rincones de la sociedad: desde leyes estatales que fomenten la inversión pública a un reconocimiento formal de los trabajadores inmigrantes, pasando por una formación reglada y campañas de sensibilización para jóvenes.
El investigador se muestra crítico con la evolución de los sistemas estatales de atención a la dependencia y las políticas que han puesto en peligro su sostenibilidad: “La reducción de prestaciones públicas a causa de las limitaciones financieras está trasladando a las familias algunos servicios de cuidado que tradicionalmente brindaba la atención pública”.
Pese a esto, prefiere dejar de lado el catastrofismo. La demografía, asegura, aún es favorable para que el sistema se pueda mantener. Sin embargo, han surgido ciertas presiones, como la ampliación de la edad de jubilación, que reducen el tiempo que puede dedicar a los cuidados el grupo de población más numeroso, el que se sitúa a partir de los 50 años.
Sobre las diferencias que se pueden apreciar en los países en la Unión Europea, el investigador señala varios aspectos clave: por un lado, los países del norte, especialmente los escandinavos, tienen una inversión pública mucho más alta en sus sistemas de atención. Pero también hay motivos socioculturales que influyen en el modelo: “En el Sur, los mayores están menos dispuestos a ir a una residencia. Hay un concepto diferente del hogar”.
El diseño de los sistemas también tiene un peso importante. En algunos países las prestaciones pasan por ofrecer servicios directos a las personas que necesitan atención. En otros, estas ayudas son económicas. Las familias, en muchos casos por necesidad, recurren entonces a trabajadores migrantes para subsanar la situación: “Esto ocurre en España e Italia, por ejemplo. Y muchos gobiernos están cerrando no uno, sino los dos los ojos ante esta situación”.
Esto, que según Lamura no es exclusivo de los países del Sur de Europa, termina provoca un círculo vicioso que afecta a todas las partes del proceso: los trabajadores migrantes se convierten en víctimas del sistema y son explotados. Su capacitación es baja, por lo que la calidad de los servicios baja. Y toda esta actividad, al ser informal, no repercute en el Estado a través de distintas contribuciones.
Para solucionar esta situación el investigador propone el desarrollo de unos sistemas de cuidados a largo plazo regulados por ley, así como el reconocimiento formal del trabajo de los cuidadores inmigrantes: “Habría que invertir más y ser muy estrictos en el control del dinero destinado a las familias para el cuidado de los mayores”.
Pero también hace énfasis en la necesidad de reconocer las labores informales de cuidados a nivel social, a las que por ejemplo los médicos han contribuido negativamente. Según Lamura, “no han tenido en cuenta el trabajo de los cuidadores ni sus opiniones sobre las personas a su cargo”.
A la hora de establecer un sistema sólido y sostenible, el investigador advierte que lo primero que debe hacerse es “una evaluación formal en el comienzo del proceso para entender qué necesidades puede tener el cuidador”. La formación y el asesoramiento son otros puntos clave, que además pueden ayudar a romper el aislamiento de los trabajadores. En este sentido, el economista apuesta por un paquete de formación inicial que sea eficaz para las distintas formas de cuidados y que a la vez se demuestre poco invasivo con las responsabilidades y la disponibilidad de los trabajadores.
Por último, Lamura apunta que el uso y adaptación de las nuevas tecnologías se prevé también como un aspecto clave, pero con limitaciones: “Si no hay una intermediación humana, las tecnologías no resuelven nada por sí solas”.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en esta entrevista, publicada en el Observatorio Social de “la Caixa”.