1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Enigma de agosto

Invisible para todo el que no escale intencionadamente el cerro, inocultable para todo el que llegue intencionadamente allí, alguien ha estampado en una de las paredes laterales, grande y azul, la más enigmática de las pintadas: ‘Viva Primo Levi’

Santiago Alba Rico 22/08/2018

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

No creo que haya en España una tierra más dura ni una gente más terrestre que la de los campos de Níjar; su paisaje revela la lucha más antigua y la derrota más segura. Pues bien, allí, entre minas muertas, cortijadas abandonadas y muñones negros de chumberas devoradas por la cochinilla, muy cerca de la Villa, se levanta –o se oculta– el esqueleto de un dinosaurio industrial: el faraónico embalse que los gobiernos corruptos de Isabel II comenzaron a construir en 1840 y abandonaron diez años más tarde por falta de agua. Siempre hay que usar con prudencia el término “dantesco”; pero si hay un lugar del mundo que acepta legítimamente un parentesco visible con el Infierno del Alighieri es éste: excavada en roca roja y horadada, la pared infinita de la presa se precipita en una rambla seca, ceñida por un laberíntico canal, como de muralla china, que se hunde en las entrañas de la montaña. Arriba, en la cúspide del monstruo, un pozo sin fondo atraviesa de arriba abajo la piedra; a su lado, mal cubierta por un enrejado, una abertura redonda muestra, en el centro de una escalera de caracol medio rota, como de un grabado de Piranesi, el descenso espiral al infierno. El vértigo es el cruce entre la naturaleza y el artificio; asomarse a un precipicio sobre el mar es aún posible; asomarse al trabajo fallido del hombre es la tentación más peligrosa. Nadie quiere tirarse al mar; todo el mundo desea tirarse a un pozo.

Este es también el lugar más solitario de la tierra. Se llega hasta el embalse muerto desde Níjar dejando la carretera de Lucainena, a través de una pista arenosa que hay que conocer ya para que se haga visible; varios letreros borrados por el viento dan la medida del abandono del lugar. Hace dos décadas que lo visito cada verano y sólo una vez he tropezado con algún visitante. Todo es allí inquietante y desolador: los senderos de fango gris, la mole repentina de piedra muerta, las cuevas que perforan la montaña pelada y victoriosa, el cielo intenso caído sobre la tierra. Apartado y premonitorio, el embalse de Isabel II hace pensar y temer, dos cosas que los humanos solemos evitar.

 A la izquierda de la presa, encima de la peña más alta, en el punto más inaccesible de este inaccesible paraje, un edificio en ruinas –sede quizás de la dirección del ingenio– corona esta estrepitosa derrota humana. Pues bien, precisamente allí, invisible para todo el que no escale intencionadamente el cerro, inocultable para todo el que llegue intencionadamente allí, alguien ha estampado en una de las paredes laterales, grande y azul, la más enigmática de las pintadas: VIVA PRIMO LEVI.

¿Viva Primo Levi? ¿Qué quiere decir? ¿Por qué? ¿A quién se dirige? Tanto el contenido como el impulso de la pintada son hasta tal punto incoherentes que llevo una semana entera tratando de encontrar una explicación. Vivas se dan al rey, al héroe, al equipo de fútbol e incluso al líder revolucionario (“viva Lenin” o “viva Fidel”); hasta puede darse un viva místico a Cristo Rey. ¿Pero jalear a Primo Levi, el cronista negro de Auschwitz, el superviviente sombrío, el parsimonioso suicida tardío? ¿Vitorear a un depresivo que nunca llegó a salir del lager? ¿Podría pensarse quizás en la ironía truculenta de un neonazi? El hecho de que la “O” de PRIMO contenga el emoticón de una sonrisa puede orientar en este sentido, pero si se hubiese tratado de una broma macabra –un “jódete, judío”– al pie de la pintada habría una cruz gamada y no una estrella de David. El emoticón sonriente, por tanto, añade una extravagante ingenuidad infantil a la incoherencia de este “viva” fervoroso, casi futbolístico, dedicado a una de las víctimas del episodio más negro del siglo XX. Es difícil imaginar a alguien que, tras leer Si esto es un hombre, se pone a lanzar al aire salvas de alegría sin poder reprimirse.

La estrella de David, es verdad, podría sugerir una intención apologética: una expresión de apoyo al Estado de Israel. No parece muy razonable. Si uno quiere apoyar a Israel, escribe “Israel”, no el nombre de un italiano judío que no apoyó expresamente el sionismo y que dedicó toda su obra a exponer al desnudo los procesos de deshumanización de un proyecto de exterminio. A Primo Levi le interesaba el “hombre” –el negador y el negado–, no el éxito o fracaso del programa nacionalista colonial de Theodor Herzl.

En cuanto al impulso, resulta inexplicable que alguien llegue desde un pueblo pequeño a uno de los lugares más apartados y sombríos del mundo y luego, una vez allí, en el rincón más inaccesible, dejar sobre una pared en ruinas una frase que nadie va a leer o que, vista solo por unos pocos, nadie va a entender: unos porque no saben quién es Primo Levi, otros precisamente porque sí lo sabemos. No cabe pensar que su misterioso autor hubiera ido allí para otra cosa –un polvo enamorado o un amor despechado– y hubiese tenido ese repentino impulso, y además el spray necesario para satisfacerlo. El amor escribe en las paredes “jo, qué noche” o “te amo, Catalina”; el odio estalla en un “Margarita puta” o en un “Jesulín al paredón”. Un impulso irreprimible, por lo demás, puede llevar a un paseante solitario y emporrado a cubrir una pared de obscenidades, como ocurre en los baños de los bares, o incluso a un delirio de hooligan colchonero (“viva Diego Costa”). Pero ningún impulso irreprimible puede arrastrar a alguien, de pronto, a un arrebato de pasión por el autor de La tregua; no cabe imaginar, en efecto, a un excursionista descarriado cediendo al recuerdo exultante del relato atroz de Primo Levi y dejando su alegría flamenca en el primer lienzo a su alcance.

Si uno quiere difundir un mensaje, incluso o sobre todo si se trata de un mensaje ilegal o subversivo, quiere que llegue a mucha gente; si uno deja un mensaje en un rincón excusado o secreto no es un mensaje sino un desahogo. El autor de la extravagante pintada, en absoluto subversiva, no quería llegar a mucha gente, pero tampoco se estaba “desahogando”, como lo prueba la condición premeditada de su gesto. Alguien –quizás un joven sombrío– en la España más profunda y terrestre, en un pueblo pequeño con pocos lectores y menos debates sobre el Holocausto, coge de noche un spray, ensaya sobre una roca la estrella de David (que descubrimos a la vuelta a mitad del camino) y se dirige al punto más remoto del lugar más desolado, para grabar sobre una pared inaccesible una leyenda tan críptica como interpelante. ¿De qué estamos hablando? El autor, lo hemos dicho, no quería llegar a mucha gente y no se estaba desahogando. Ahora bien, hay cierto tipo de mensajes que, como los del amor (“te amo, Catalina”), se formulan en la soledad del bosque o en la solemnidad del templo porque se trata de mensajes privados dirigidos a una criatura ausente o invisible: me refiero a las plegarias. La pintada VIVA PRIMO LEVI –aventuro– no es ni un calentón espontáneo de entusiasmo ni una consigna política colectiva; es una plegaria religiosa privada cuyo destinatario es el propio Primo Levi; la pintada lo invoca, lo llama y habla con él en el retiro oprimente del embalse derrotado, cuyo carácter dantesco, por cierto, evoca la arquitectura siniestra de un campo de concentración. Así se explica también el emoticón, que es siempre un guiño o una interpelación personal y que en este caso –plegaria al ausente para que se haga presente– funge al modo de las velitas encendidas en las iglesias al pie de las vírgenes y de los santos. En cuanto a la estrella de David, símbolo menos del judaísmo que de la persecución, identifica a Primo Levi como víctima y resistente (que es tal vez como se siente el suplicante) y trata de alertar de una amenaza al tiempo que de pedir perdón. 

Reparo de pronto en el hecho de que en todo momento he dado por supuesto que el autor de la pintada es un hombre y no una mujer; un hombre joven, sí, pero un representante del género masculino. Atribuyámoslo a un prejuicio sexista, pero no puedo evitarlo. No es que una mujer no sea capaz de una extravagancia, pero ésta es típicamente masculina. Ante una pared solitaria en ruinas a un hombre sólo se le ocurren dos cosas: mear contra su muro o escribir algo encima; es decir, dejar una marca territorial. Una mujer habría tapado una grieta, colgado un geranio o avisado al ayuntamiento del peligro de un derrumbe; o pintado un fresco; o escrito este artículo. En el siglo XIX hubo en las iglesias españolas una guerra entre los que se inclinaban sobre el devocionario, casi siempre hombres letrados y ricos, y las mujeres plebeyas que rezaban el rosario mirando a Cristo. Esa plegaria intelectualmente tortuosa, y la necesidad de dejarla escrita sobre una pared, parece más propia de un hombre que de una mujer; y más propia de un hombre joven que de un hombre viejo. 

¿Es entonces una plegaria? La explicación, que no acaba de convencerme, se me antoja, en todo caso, la más verosímil, pero sólo atañe al contenido. El impulso queda fuera de mi alcance. ¿Fue un hombre? ¿Un hombre joven? ¿Un hombre joven de la España profunda y terrestre? ¿Un hombre joven de la España profunda y terrestre que se siente víctima, resistente y excluido? ¿Un hombre joven de la España terrestre que se siente víctima, resistente y excluido y que agradece a Primo Levi su supervivencia maldita, le pide perdón y le suplica –con una sonrisita propiciatoria o apotropaica– que proteja al mundo de las muchas sombras que lo acechan? 

Pedro, Isabel, Ana, Lucía y yo llevamos días tratando de resolver este enigma. Su autor nos intriga, nos enternece y nos infunde respeto. Si por casualidad leyera estas líneas, le pediría que en público o en privado revelase su propósito y calmase nuestra ansiedad. Nadie quiere tirarse al mar; a todo el mundo le apetece tirarse a un pozo. Pero los pozos sin fondo, como la esfinge de Egipto, acarrean la muerte –al menos la muerte mental de los que no saben salir del abismo.

CTXT es un medio financiado, en gran parte, por sus lectores. Puedes colaborar con tu aportación aquí.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Santiago Alba Rico

Es filósofo y escritor. Nacido en 1960 en Madrid, vive desde hace cerca de dos décadas en Túnez, donde ha desarrollado gran parte de su obra. Sus últimos dos libros son "Ser o no ser (un cuerpo)" y "España".

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. -

    Estoy rodeado de gente pero me siento solo. No tengo a nadie con quien compartir. Albergo la esperanza, de que alguien, busque su lugar apartado, secreto, para encontrarse así mismo, como yo. Lo escribo para oírlo yo sólo, para materializar lo sentido, para que lo pueda leer sólo alguien como yo, que ande hasta aquí, con el mismo sentimiento. Siento compartirme, pensando que alguien que piense y siente, como yo, quizás, lo lea en algún momento, haciéndolo partícipe de mi soledad y experiencia profunda, la que me llevó hasta allí, la que da Levi. Vivo cerca, una tierra parecida, no lo he escrito yo, pero podría haberlo hecho.

    Hace 6 años 2 meses

  2. cayetano

    A Cesar Cortijo, escribiendo lo bien que lo haces.¿ No se te ocurrió escribir completa la reflexión? Lo evocador del paisaje parece completar la emoción transmitida en tus palabras, aunque probablemente no quisieran ser compartidas con los vivos, tan siquiera con los muertos, sólo dejar un mensaje, una huella a la naturaleza universal de la que algunos buscan su razón. El artículo divagatorio por vacuo, pero divertido como una sopa de letras, un ajedrez o cualquier otro juego mental. Sonaba a la letrilla de les luthiers sobre el hermano Worten, sobre todo cuando el suicida pregunta sobre el sentido de la vida, el hermano-líder contesta yo qué se, y a partir de ahí comienzan las divagaciones de los intérpretes relatándonos lo dicho como "yo que sé". Efectivamente era un juego interesante, incluso divertido, mientras no angustie por ludopatía. Pero comprender o alcanzar entender, con tan poca información la motivación humana y su intención, puede ser un juego que en ocasiones nos sirva para expresar nuestras propias emociones. Y no podremos saber qué quería decir el anónimo autor, pero si conocemos lo que Santiago interpretó, cómo discernió, qué fue capaz de conmoverle y en qué dirección. Y probablemente una pena que se hace universal y en ocasiones aflora, aunque sea subyacente, latente.

    Hace 6 años 2 meses

  3. César Cortijo

    Encontré el libro de mis hermanos, del que no leí más que la solapa. Cogí la bici y me fui a la rutina de la presa. Estaba angustiado porque era el primer verano sin hermanos. Y los vocablos "Primo" y "Levi" se fijaron en el vacío de mi soledad, como un tatuaje, sin contenido. Mejor esto que la nada. Volví a casa con el sentido del deber cumplido. Devorado.

    Hace 6 años 2 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí