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En los informativos se reiteraba que en el comunismo todo el mundo cobraba, si bien una cantidad muy baja, y por trabajos poco menos que simbólicos, sin una función y utilidad claras. Con esos salarios ridículos podías comprar alimentos, y vestuario, y muebles, y calzado. Pero siempre eran las mismas cosas, monótonas. Y no siempre podías adquirirlas cuando las querías o las necesitabas. Se explicaba que en el comunismo todo el mundo tenía derecho a la vivienda, si bien todo el mundo vivía en viviendas compartidas, sin intimidad. Debías de ser como todo el mundo y opinar como todo el mundo. No serlo era una desgracia. Te podían detener por hablar, o por escribir libros o canciones contra el Gobierno. Se decían cosas aún más espantosas del comunismo, como que tus seres más queridos y próximos, en el caso de que no encajaras con la propuesta económica del sistema, en el caso de que no fueras como el Estado quería que fueras, podían señalarte, denunciarte, volverte la espalda. Con ello volvían a ser felices. Les felicitaban y podían llegar a ser reconocidos como personas normales por el resto de la sociedad.
Creo que aquellos informativos propagandísticos, rancios y antiguos tenían razón. El comunismo era esa brutalidad a la que había que pararle los pies. Se describió continuamente desde 1917. Pero nosotros no nos lo creímos. Incluso nos reíamos de toda esa caricatura. Por eso no le paramos los pies al comunismo. Ahora, años después de que haya desaparecido, el comunismo, aquello que describían los informativos rancios, reina en todo el mundo. Es nuestra vida cotidiana.
En los informativos se reiteraba que en el comunismo todo el mundo cobraba, si bien una cantidad muy baja, y por trabajos poco menos que simbólicos, sin una función y utilidad claras. Con esos salarios ridículos podías comprar alimentos, y vestuario, y muebles, y calzado. Pero siempre eran las mismas cosas,...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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