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Raíces y alas

Repensando la tribu

El anti-feminismo, la negación a repensar una sociedad mejor para todos, la neurosis de que se quiere “feminizar” a los hombres, sólo puede venir de una masculinidad muy débil e insegura

Clara Ramas 16/11/2018

<p><em>El cumpleaños de la abuela</em>, de Ferdinand Waldmüller.</p>

El cumpleaños de la abuela, de Ferdinand Waldmüller.

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 “A mi em cuidava Amparo a l'eixir de l'escola
quan a Carmela li s'allargava la faena,
no quedava altra que cooperar,
la Joana, sempre, amb un plat preparat.
Lo que faça falta, xé, suport mutu,
Per a totes elles: amor perpetu.
Deu mares, dèsset germans,
som la tribu, criant en col·lectivitat.
I el matriarcat viu però amagat,
que isca de les cases i impregne tota la societat.
no hi ha ningú allà dalt disposat a ajudar,
compartint eines, ho fem juntes,
regant les llavors de les idees comunes.”
Zoo

Una de las caricaturas más habituales del feminismo por parte de la Reacción consiste en presentarlo como un afán histérico por conquistar las mismas cuotas de poder que hasta ahora han poseído los hombres, guiadas por un odio “misándrico”. Se pierde por completo de vista que el feminismo no es revanchismo, sino un proyecto de subversión radical de la política y la sociedad en su conjunto. Tiene razón Bannon cuando anuncia que “las mujeres van a hacerse cargo de la sociedad” y ello va a representar una “amenaza existencial”. Pero no hacia los hombres, sino hacia una estructura que además de producir sistemáticamente violencia, injusticia y desigualdad hacia las mujeres limita enormemente a los hombres y genera cotas enormes de malestar y resentimiento.

Rita Segato sostiene que, debido a la tradicional exclusión de las esferas de poder público y económico, gobernadas en la modernidad por el imperativo de competitividad, productividad económica e individualismo, las mujeres han estado históricamente expuestas a prácticas colectivas de mayor solidaridad, horizontalidad y cooperación. El trabajo de cuidados, el diálogo o la ayuda colectiva, tradicionalmente realizados por mujeres, son la herencia invisible y menospreciada por la tradición liberal, e incluso por la marxista. Una notable excepción sería la –cómo no, prácticamente olvidada– filóloga Giulia Adinolfi, que se ocupó de estudiar las “subculturas femeninas”, entendidas como elementos materiales de la vida cotidiana, así como usos, costumbres, sentimientos, actitudes, experiencias personales, etc. Subculturas que, por su inserción en una estructura de dominación por sexo-género, ocupan el lugar de la subalternidad; pero no están desprovista de valores universalizables, con potencialidades de subversión respecto del régimen existente y de creación de imaginarios que aporten mayor bienestar y seguridad para la mayoría social. Tradición que, evidentemente, ha de ser asumida críticamente y cribada de los elementos que supongan sujeción o limitación. La misma reflexión realizaba Alba Rico. Ciertamente la mujer ha sido obligada a soportar exclusivamente el trabajo de cuidados; sin embargo, su liberación como sujeto político ha traído a primer plano una evidencia: “En estos momentos entendemos que los cuidados son de alguna manera la base no sólo de la revolución social sino también del bienestar político de la mayor parte de los ciudadanos. Así que conservar los vínculos erosionados o destruidos por un capitalismo que genera consumidores solteros es más que necesario: es prioritario.” Es necesario no eliminar, sino valorizar y extenderlo que las mujeres han realizado hasta ahora: también a los hombres.

No es casualidad que el auge del feminismo haya ido parejo a la evidencia del fracaso de las políticas neoliberales como generadoras de contrato social. Tampoco es casualidad que resurjan los modelos del municipalismo, el ecologismo o las políticas de proximidad. En un momento no solo de crisis económica, sino de modelo de sociedad, la “política de las mujeres” representa una alternativa. No porque las mujeres vayan a tomar el poder depredador y neoliberal que hasta ahora han administrado los hombres, sino porque se presenta otra forma de pensar lo político. Afirma Segato: “La política está cayendo en nuestras manos porque las políticas patriarcales han fracasado todas. […] Esa es la mujer sujeta del arraigo, las mujeres tenemos todas ese protagonismo en la defensa de algo que vincula el cuerpo a un territorio en particular y ve la relación entre la protección de su cuerpo y ese territorio. Ese es el arraigo, y el arraigo es el más grande obstáculo al proyecto histórico del capital”. Como también Federici ha puesto de relieve, y como demuestran los terribles brotes de violencia feminicida que ocurren hoy en  territorios de margen y frontera o a lo largo de la historia en situaciones de guerra o conquista, hay una afinidad entre propiedad, conquista del territorio y control de los cuerpos de las mujeres. No es extraño, por lo tanto, que el protagonismo de las mujeres en política y en el debate público permita poner en primer plano necesidades colectivas desatendidas. 

Fue el caso, por ejemplo, que se produjo con  la discusión de la maternidad que hizo Carolina del Olmo en su excelente ¿Dónde está mi tribu?, señalando la dureza de un modelo de crianza exclusivamente centrado en madre-hijo que refleja la soledad y ausencia de vínculos colectivos de apoyo en una sociedad individualista. Lo señalaba Coral Herrera también: “Desde siempre las comunidades humanas han cuidado a la mamá recién parida y al bebé. Ahora somos tan salvajes que las dejamos solas en su postparto, que es cuando más necesitamos el apoyo de toda la tribu”. Sería necesario replantearnos todo el sistema productivo, continúa, para que no solo la madre, sino el padre y toda la sociedad asuma la parte que le corresponde en los cuidados de los bebés y enfermos o ancianos. Se ve que, lejos de ser una reivindicación “sectorial”, esto implica  una transformación social general que afectaría a los hombres y les permitiría participar en tareas a las que tradicionalmente han sido ajenos. Del Olmo señalaba que le interesa poco seguir discutiendo sobre si hay más o menos directivas en el Ibex 35: lo que importa es “dónde están los padres conscientes, dónde están los hombres no competitivos, dónde los que defienden que la sociedad del cuidado es la buena.”

La apelación a un esencialismo, sea biológico, sea histórico, para sostener la subordinación de la mujer, el reparto desigual de poder o su reclusión en el espacio de lo privado y del trabajo reproductor es, por otra parte, una pura y simple patraña. Como todo espacio de conocimiento, el estudio de la biología, la antropología o la arqueología no ha estado históricamente exento de sesgos. Sin embargo, en parte gracias a la incorporación de una generación de mujeres científicas que detectan puntos hasta ahora ciegos en la investigación, eso va cambiando Por ejemplo, Karin Margarita Frei, profesora de Arqueometría en el Museo Nacional de Dinamarca, mediante estudios químicos de restos fósiles, revoluciona la idea que teníamos de la mujer en la Edad de Bronce: mujeres viajeras, independientes, comerciantes, que portaban tecnologías y nuevas técnicas mientras que hombres y niños se quedaban en casa, o ellas trabajaban junto a los hombres en la mina. Esto obliga a reevaluar, afirma, todas nuestras convicciones: “La historia no es una línea ascendente, hay retrocesos. En la edad de bronce las sociedades eran más igualitarias”. En esta línea se pueden situar las investigaciones de Kristen Hawkes sobre el papel de las abuelas en la evolución humana –cumpliendo un rol social colectivo no limitado a la vida fértil– o los estudios sobre la participación de las mujeres en las tareas de caza –incluso al tiempo que gestan– en algunas sociedades africanas. O el descubrimiento de que los seres humanos cuidaban a sus discapacitados ya en el Paleolítico. Se desploma la imagen mítica del hombre primitivo como guerrero competitivo, individualista que caza mientras la mujer se queda en la cueva cuidando a los niños. Emerge una imagen de grupos humanos que cooperan, se hacen cargo de los más débiles, ponen los cuidados en primer plano y permiten a las mujeres jugar papeles en el grupo que van mucho más allá de la reproducción. 

Del mismo modo, no se trata de impugnar lo biológico como tal y en conjunto, como hace una cierta izquierda que defiende un constructivismo total. La clave es encontrar los prismas que han sido ignorados y que permiten ver lados de la realidad que se escapaban. Del Olmo pone un ejemplo: cuando a los machos de especies que no suelen ser cuidadores les presentan por primera vez a un cachorro, lo rechazan. Pero si se lo presentan unas cuantas veces, acaban cuidándolo. “La respuesta cuidadora la despierta un ser necesitado de cuidados. A eso le llamaría instinto maternal. Y lo bonito es que lo puede tener cualquiera. También los hombres”. 

La resistencia a esto, el anti-feminismo, la negación a repensar una sociedad mejor para todos, la neurosis de que se quiere “feminizar” a los hombres, sólo puede venir de una masculinidad muy débil e insegura. Y está ocurriendo. Esto dará, sin embargo, para otro artículo. 

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Clara Ramas

es doctora Europea en Filosofía (UCM). Investigadora post-doc en UCM y UCV. Tratando de pensar lo político hoy desde un verso de Juan Ramón Jiménez: “Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”.

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7 comentario(s)

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  1. Antonio

    Si yo pretendo una vuelta a la educación espartana, agogé, y nadie me hace caso salvo unos pocos nostálgicos no insultaría a quien no piense como yo, pretende el feminismo cambiar las bases de la sociedad y que nadie le tosa, ahí peca de ingénuo, aun no ha encontrado resistencia, solo en cuatro gatos, ésta surgirá y en sus manos está el que sea algo bueno o malo, intercambio ideológico o enfrentamiento, no se puede ir por la vida criticando toda la historia de la humanidad, pretender cambiarlo todo de repente y que nadie se posicione en contra,es bastante infantil....todo el artículo dejó de tener trascendencia cuando acabas insultando a cualquier varón que pueda dudar o pensar diferente... Personalmente

    Hace 5 años 4 meses

  2. braulio

    Y con la mala interpretación del feminismo como errónea respuesta al machismo, las clases dominantes pretenden usarlo de idéntica manera. La manipulación, el engaño y la mentira son timbre y seña del buen mafioso capitalista. Por eso veremos a reinas consortes "defendiendo derechos" de amas de casa que les limpian las mansiones mientras son explotadas sistemáticamente. Una mantiene el dominio, la dominación. La otra sigue dominada. Sin embargo, ambas son mujeres. No hablamos ya de mujeres vs. hombres y viceversa. Y sin embargo, nada de la estructura fundamental del Capital habrá sido superada. La manipulación y tergiversación está a la orden del día. Asesinos y criminales son los capitalistas. Y ese es el calificativo que se les debe poner, pues eso es lo que son.

    Hace 5 años 4 meses

  3. braulio

    "Un feminismo sin conciencia de clase, [...], sin proyecto económico que anule otro proyecto económico que fomenta la división y la explotación, un feminismo que diga que todos los hombres son enemigos, no es sino un fragmentador de las fuerzas que han de cambiar el machismo, que es un fenómeno esencialmente de clase. [...]" En términos generales es correcto lo que se postula en la frase. Pero el machismo no es un fenómeno de clase SOCIOECONOMICA, es un fenómeno que atañe a la cultura machista impuesta, impositivamente educada por las clases dominantes de la época a las clases dominadas para tener algo con lo que pelearse entre ellos, por muy infundado y absurdo que sea y con independencia del dolor e injusticia que pueda provocar. El machismo es un fenómeno de "divide y vencerás" basado en una variable infundada, en un sistema de valores falso, para poder separar y controlar a las masas insertando elementos de separación y lucha entre ellas, incluso dentro del núcleo familiar, que no deja de estar inserto en el resto de la arquitectura social de época.

    Hace 5 años 4 meses

  4. jose

    Un feminismo sin conciencia de clase, sin capacidad de establecer prioridades, sin un proyecto económico que anule otro proyecto económico que fomenta la división y la explotación, un feminismo que diga que todos los hombres son enemigos, no es sino un fragmentador de las fuerzas que han de cambiar al machismo, que es un fenómeno esencialmente de clase. Un ecologista que promoviera la sociedad capitalista, la especulación del suelo, el lucro sería un gran despistado. Pues así en lo demás.

    Hace 5 años 5 meses

  5. jose

    La ministra de trabajo dice que no hay prostitución vocacional. Nadie lo ha dicho, como no hay mineros ni jornaleros ni desahuciados vocacionales. Lo que hay son prostitutas/os que dicen, textualmente, que prefieren ganar 50€ en media hora en ese trabajo que fregar para una señorona abolicionista por 800€ al mes durante 10 horas diarias, A ver si los moralistas/estigmatizadores hablan de esto también. En Holanda es un asunto contemplado socialmente, pensando tanto en el la trabajador/a sexual como en el cliente discapacitado. Sería muy oportuno darles la palabra con la misma frecuencia con que se le da a las personas ajenas a la profesión. Hay una asociación incluso premiada por Europa que jamás ha sido invitado a estos foros. Por cierto, el otro día una lumbrera nos recordó que la República la prohibió. Se le olvidó decir que fueron los ministros-curas del bienio negro, gobierno desde donde se organizó todo tipo de represiones.

    Hace 5 años 5 meses

  6. Javier Moraleda

    El neofeminismo es lucha por el poder. Es cambiar el amo de derechas por un amo de izquierdas. Pablo Iglesias no va a dejaros gobernar. Ya lo siento.

    Hace 5 años 5 meses

  7. braulio

    "Una de las caricaturas más habituales del feminismo por parte de la Reaccion consiste en presentarlo como un afan histerico por conquistar las mismas cuotas de poder que hasta ahora han poseido los hombres, quiadas por un odio misándrico." Existen como mínimo dos posibles tendencias de pensamiento deducibles de esta frase que pueden dar a malentendidos y malas decisiones que puedan desembocar en caminos erróneos en el transito hacia otra sociedad. Deducciones que ya se dan en la sociedad presente: 1. Existen mujeres que interpretan el movimiento feminista a través de las ideas de esa caricatura. Es decir, esa caricatura tiene algo de realidad mientras existan mujeres que malinterpreten la lucha feminista en base a las ideas subyacentes a la misma. Ese fenómeno y posibilidad también se da. Es un hecho, y no se da en una baja proporción precisamente. Cuidado con eso. 2. Hay pruebas que de que los mivimientos feministas no se han movilizado precisamente para igualar a las mujeres y los hombres en derechos en ámbitos como los mineros, y sí se han movido mucho y rápido en ámbitos como los financieros y empresariales para seguir manteniendo y ensalzar la supeditación a la patronal, solo que esta vez la patronal sea femenina. Eso en nada mejora la terminación de la explotación del hombre por el hombre. Y lo saben. Cuidado, porque es muy fácil manipular y desviar la verdadera lucha Justa.

    Hace 5 años 5 meses

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