Sônia Guajajara / Líder indígena brasileña
“Los que ya no creen en la política se dejan llevar por la ola fascista”
Andrea Ana Gálvez 9/01/2019
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Su comunidad, los indígenas guajajaras, ven a Sônia como un pájaro que vuela llevando los saberes de su gente y aportando nuevos conocimientos a su pueblo. Un pájaro que lucha con ellos desde hace cinco siglos.
Sônia Guajajara nació en Tierra Indígena Arariboia en el nordeste de Brasil. Pertenece a uno de los 305 pueblos originarios que habitan el país sudamericano. Hija de labradores del interior, pasó su infancia ayudándoles en la recolecta de mijo, mandioca y arroz. A los diez años fue a estudiar a la ciudad mientras trabajaba en casas de familia. Con mucho esfuerzo pudo estudiar en la universidad donde se formó en Letras, Enfermería y Educación Especial.
Empezó a militar en organizaciones indígenas locales, y poco después ya formaba parte de la coordinación a nivel regional y nacional de los pueblos originarios, llevando importantes denuncias a organismos internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y la Cumbre del Clima.
En las elecciones de 2018, y por primera vez en la historia brasileña, una persona indígena, Sônia Guajajara, fue candidata a la vicepresidencia de Brasil junto con Guilherme Boulos por el partido de izquierdas: PSOL.
“El don es el conocimiento que se tiene pero que no es de uno, puede ser del agua y del berzo también”. El don de Sônia proviene del entendimiento de la lucha colectiva como forma de vida: “Luché como una mujer indígena, nosotras llevamos dando la disputa por más de quinientos años”.
Hablar con Sônia es empezar a aprender otra lengua. Una lengua que proviene del Maranhão y que tiene la sabiduría de una vida construida en la lucha con otros. Encendemos nuestras pantallas y abrimos Skype. En nuestra charla, un océano. Hablamos sobre indigenismo, violencia, medioambiente, derechos humanos y feminismo.
¿Qué significó que, por primera vez en la historia de Brasil, una líder indígena fuera candidata a la vicepresidencia de Brasil?
En Brasil era una urgencia tener esa presencia indígena en una fórmula presidencial. Yo fui pre-candidata a la presidencia y luego después compuse la fórmula con Guilherme Boulos como presidente. Para nosotros significa acabar con el lugar de invisibilidad en que la sociedad brasileña nos colocó. Ante la negativa de que los indígenas no pueden estar en estos espacios, organizamos 130 candidaturas indígenas en 2018 para los diversos cargos políticos y una candidatura a la presidencia. Para nosotros es muy significativo e histórico. Porque venimos de cinco siglos de invisibilidad, de genocidio y de exterminio de muchos pueblos. Justo en este momento que tenemos una política tan agresiva que nosotros pudiéramos formar parte de una candidatura presidencial fue un salto muy grande: tanto por tener representación indígena como por ser una mujer indígena la que llegó a ese lugar.
Usted forma parte de la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Brasileña y ahora coordina la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil ¿Cómo fue dejar su tierra, dar ese salto a las instituciones y a la política partidaria?
Fue un nuevo aprendizaje, lo que no quiere decir que fue un inicio, porque en la disputa electoral damos continuidad a lo que ya hacemos, sólo que ahora desde otro lugar, desde la política institucional en la que nunca estuvimos. Desde ahí conseguimos tener un conocimiento mayor de las disputas de poder y del juego político. Necesitábamos estar allí porque es precisamente en ese lugar donde se toman todas las decisiones. Sólo por el hecho de estar en esa disputa dentro del ámbito institucional para mí ya fue un gran paso. Fue una decisión importante. Y para mí fue una experiencia muy buena. Me gustó mucho hacer campaña, viajar por todo Brasil, conversar con otros entendimientos de lucha y ampliar la articulación de nuestros colectivos. Fuimos entendiendo que la lucha indígena no puede ir sola, tiene que ser una lucha conectada con todas las otras personas que luchan por la justicia, la igualdad y la libertad.
Usted como mujer, activista e indígena estuvo en el punto de mira de muchas críticas y fue un receptáculo de mucho odio. ¿Cómo lo vivió a nivel personal?
Sí, de hecho recibí muchas críticas, muchos comentarios negativos. Pero la verdad es que no me impactó, nada de lo que fue dicho me superó en ningún momento. Me preparé para eso, sabía que iba a tener muchas críticas. Me mantuve muy firme y me preparé, incluso, para más de lo que finalmente recibí. Creí que iba a ser muchísimo peor. Acabé dejando de lado las críticas que fueron programadas principalmente por personas que no tienen el coraje de asumir y acaban haciendo esto por medio de mensajes en las redes sociales. De hecho, en el día a día estuve muy bien acogida. Me sentí muy querida y bien recibida por la mayoría de la gente. Lo que me interesa es la vivencia, el contacto directo con las personas, mucho más que las noticias falsas que se propagan por las redes virtuales.
Supongo que con la victoria de Bolsonaro vuestra lucha se tendrá que redefinir. ¿Cuáles son los principales desafíos que tienen que enfrentar los pueblos indígenas hoy en Brasil?
los que están disputando nuestro territorio como el agro-negocio se sienten respaldados política y legalmente, y por eso aumenta la violencia
Estamos en un momento gravísimo de nuestra historia. Aunque ningún momento haya sido fácil para nosotros. Nuestros recursos económicos originarios fueron saqueados sin tener en cuenta la vida de los pueblos que habitaban ese lugar. Ahora, tenemos un presidente electo que ya se declara totalmente contrario a los derechos de la vida de los pueblos indígenas. Entonces, estamos ante un desafío mayor para continuar en la lucha por la demarcación de las tierras indígenas. Venimos de ese proceso de lucha, de regularización de los derechos territoriales y ahora tenemos un presidente que ya declaró en muchas ocasiones que no habrá más demarcación de tierras indígenas. Y además va a revisar procesos ya concluidos. Se coloca totalmente contra la existencia de los pueblos originarios, porque sin territorio no tenemos cómo garantizar nuestro modo de vida. Junto a la demarcación, también tenemos que enfrentar el aumento de los conflictos, de la violencia en el campo. Si la mayor autoridad política se declara abiertamente contraria a la demarcación, los que están disputando nuestro territorio como el agro-negocio se sienten respaldados política y legalmente, y por eso aumenta la violencia. Estamos hablando de pueblos indígenas pero, la verdad, lo que está en juego hoy es la democracia brasileña. Nuestras libertades democráticas fundamentales están amenazadas con el gobierno de Bolsonaro. La criminalización de los líderes y los movimientos sociales que están luchando por los derechos y la justicia, es uno de los mayores desafíos que tenemos que enfrentar en esta época.
Al igual que en Perú, Colombia, México y en el propio Brasil, hace poco conocíamos la sentencia por el asesinato de la hondureña Berta Cáceres. ¿Cómo opera la justicia ante las ejecuciones de estos líderes indígenas y ambientalistas?
Los Estados no reaccionan, no investigan, no hacen que la justicia funcione. Esta evidente impunidad hace que aumente la violencia. Es justamente esta impunidad la que habilita a que se sigan cometiendo estos crímenes. Los países son cómplices de esta violencia. Esto se ve claro en el caso de Berta Cáceres, pero no sólo, en realidad sucede en toda Latinoamérica.
¿Esta situación de violencia se ha incrementado?
La gente no se revelaba públicamente como racista o fascista, estos sentimientos se mantenían velados. Pero ahora esos discursos resultan avalados por la autoridad máxima del país
Sí, ahora es mucho peor. Por mucho tiempo las personas tuvieron estos sentimientos de odio dentro del armario. La gente no se revelaba públicamente como racista o fascista, estos sentimientos se mantenían velados. Pero ahora esos discursos resultan avalados por la autoridad máxima del país que incita el odio y a la violencia. De esta forma se va promoviendo que la gente se sienta con muchas ganas de expresar esto. Y lo hacen en la práctica. La tarea es evitar que se activen las prácticas de esos discursos. Pero no está aconteciendo esto. De hecho se promueve la violencia física y las prácticas de racismo y odio.
Usted participó en el 4º Encuentro Latinoamericano de Feminismos en Argentina. En el encuentro se habló mucho de cómo articular las diferentes luchas y de cómo acompañar las distintas agendas dentro del movimiento. ¿Qué tienen que decir las mujeres indígenas al movimiento feminista latinoamericano?
El feminismo dentro de los pueblos indígenas siempre existió y formó parte de la resistencia. Pero siempre de puertas hacia dentro. Ahora las mujeres indígenas asumieron un papel muy importante para fuera también. Hemos participado mucho de todos los frentes de lucha con un protagonismo muy significativo. Hoy tenemos mujeres indígenas asumiendo puestos de poder regionales y también otros espacios del movimiento indígena. Lo que tenemos que decir es: “luche como una mujer indígena. Vamos a resistir. Nosotras llevamos cinco siglos de lucha”. Vamos a darnos las manos ante un mundo que parece caer sobre nosotras negando derechos y poniéndonos trabas y límites. Pero estamos demostrando que nosotras no tenemos límite. No tenemos fronteras. Y lo importante de esa fuerza es que la creamos todas las mujeres juntas. No tengo duda de que el siglo XXI es de las mujeres. Estamos protagonizando este siglo, cada una con su fuerza, cada una con su sabiduría, cada una dentro de su propia resistencia. Estamos haciendo historia y marcando la diferencia.
¿El movimiento feminista está ampliando las demandas y diversificando sus luchas?
Creo que estamos llegando. Creo que el movimiento feminista quizá se abrió más, pero también las mujeres indígenas vimos la necesidad de esta alianza. Cuando nosotras vamos juntas, liderando procesos no tienen cómo negarnos. El movimiento feminista se está ampliando, pero también muchas mujeres ya no aceptan más estar en un segundo lugar y están buscando esos espacios de conquista de autonomía. Y somos nosotras quienes fortalecemos esto. Son muchas las categorías feministas que están en este momento. Cada una haciendo lo que hace en la búsqueda de autonomía. Al final ese es el sentido de que las mujeres estén asumiendo el protagonismo. El sentido de todo es esa autonomía, esa libertad y esa fuerza que tenemos para seguir con la lucha.
Hace unos días participaste en la Cumbre del Clima, allí se discutió cómo se va a implementar el Acuerdo de París. Después de muchas negociaciones se llegó a un acuerdo muy poco ambicioso ¿Cómo se está posicionando Brasil y qué se puede esperar del Acuerdo de París bajo estas circunstancias?
Sí, de hecho está en peligro la continuidad del Acuerdo de París. Tanto EE.UU., Rusia, Arabia Saudí y Kuwait, y ahora también Brasil no quieren asumir estos compromisos, porque si no tendrían que cambiar sus posturas y con ellas tendrían que cambiar también las prácticas para reducir las emisiones.
Nuestra tarea es presionar al Estado brasileño para continuar dentro del Acuerdo de París, porque así tenemos un respaldo legal para seguir presionando y seguir luchando. El Acuerdo garantiza, entre otras medidas positivas, la reducción de la deforestación y el mantenimiento de los conocimientos tradicionales. Tenemos que seguir trabajando para que dentro de él haya una coherencia entre las medidas aprobadas en el acuerdo y la aplicación de esas medidas. El planeta ya no soporta más tanta presión, ya no soporta más este modelo depredador, que es un modelo de desarrollo que sólo destruye. Y si no hacemos nada, seremos cómplices de ese caos. Y tampoco sirve mantenerse dentro del acuerdo, aprobar las medidas y después no cambiar las prácticas locales. Cada país tiene que tener las condiciones estructurales, adecuadas y específicas para implementar las medidas recogidas en el acuerdo.
¿Cuál es el papel de los pueblos indígenas brasileños en la conservación del medio ambiente?
Históricamente los pueblos indígenas han probado que su modo de vida por sí sólo protege el medio ambiente
Históricamente los pueblos indígenas han probado que su modo de vida por sí sólo protege el medio ambiente. Nosotros tenemos una forma sostenible de vivir. Por eso, algunos que avalan el progreso y el desarrollo no nos aceptan. El progreso no será tal, si no se respeta a las personas que viven en el territorio. Para tener vida en el planeta se necesita tener una naturaleza preservada y protegida. Una de las formas de mostrar respeto es la demarcación de las tierras indígenas y la protección de esos territorios. Aunque no haya una política efectiva de protección de los territorios, los indígenas son, y así se ha comprobado, los que más lo protegen. Es una forma natural y gratuita, por la simple razón de que es un modo de vida. No sirve seguir buscando tecnología cara si tenemos una solución dentro, mucho más barata, que es respetar las poblaciones que habitan ese territorio.
Estamos viviendo un momento particular. Algunos países están saliendo de acuerdos internacionales básicos que costaron mucho trabajo y tiempo. ¿Podemos seguir confiando en los acuerdos internacionales que hasta hace poco regulaban la vida y los derechos humanos de manera global? ¿Cómo percibes este nuevo escenario mundial?
Lamentablemente vivimos un momento de retroceso. Fueron muchos años de trabajo y de lucha para conquistar que los derechos humanos estuvieran garantizados. Y sin embargo, ahora la cosa es muy distinta, tenemos que probar que los derechos humanos son necesarios. Lo que está sucediendo es una inversión a la hora de entender lo que son los derechos. Es algo ilógico. Estamos en un momento muy peligroso, por eso tenemos que estar preparados para más organización, mucha lucha y firmeza para evitar esta tragedia. La ola del fascismo se está extendiendo y los que ya no creen en la política ni en las promesas, se dejan llevar por esta ola, que les devuelve respaldo y les avala.
¿Cómo imaginas el Brasil del mañana?
El Brasil del mañana va a tardar una generación entera en poderse conquistar. Un Brasil diverso, en el que convivan las diferencias con respeto, un Brasil que reconozca los pueblos originarios y que valorice las culturas. Tenemos que invertir mucho en educación para cambiar la situación actual. No desistimos. Es necesario continuar luchando por lo que creemos y seguir alimentando nuestros sueños. Ese es el sentido de resistir.
Su comunidad, los indígenas guajajaras, ven a Sônia como un pájaro que vuela llevando los saberes de su gente y aportando nuevos conocimientos a su pueblo. Un pájaro que lucha con ellos desde hace cinco siglos.
Sônia Guajajara nació en Tierra Indígena Arariboia en el nordeste de Brasil. Pertenece a uno de...
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Andrea Ana Gálvez
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