El regreso del empleo temporal que nunca se fue
España es de nuevo el país de la Unión Europea con más incidencia de trabajo eventual tras unos años a la baja, aunque la creación y destrucción de contratos temporales siempre ha sido muy predominante
Carlos Vacas Soriano 9/01/2019
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España es el país europeo más asociado al uso de contratos temporales y es comúnmente referido en el debate europeo como paradigma de un mercado de trabajo fuertemente segmentado, donde existe una gran disparidad de oportunidades entre diferentes grupos. Por un lado, aquellos trabajadores con mejores salarios, acceso a formación y carreras profesionales más protegidas del desempleo, típicamente con contratos fijos. Por otro lado, aquellos con peores condiciones de trabajo y que experimentan trayectorias laborales más irregulares, típicamente con contratos temporales y que en muchos casos se enlazan o se combinan con periodos de desempleo o inactividad.
A la cabeza de Europa en temporalidad
Según los últimos datos disponibles de 2017, España tiene la mayor proporción de contratos temporales entre sus asalariados (26.7%), por delante de Polonia (26.1%) y muy alejada del conjunto de la UE (14.4%) y de países como Francia (17.9%), Italia (15.5%) o Alemania (13%).
Fuente: El autor, basándose en microdatos de la Encuesta Europea de Fuerza de Trabajo (LFS), Eurostat.
En contra de lo que a veces se asume, la gran incidencia del empleo temporal en España no parece deberse a las características específicas de su fuerza de trabajo o estructura productiva, ya que estos contratos están bastante repartidos. España es el país de la UE con mayores tasas de temporalidad en casi todas las franjas de edad, desde el 59% entre aquellos con edades entre 15 y 29 años hasta el 14% entre los mayore de 50 años (comparado con el 33% y el 7% en el conjunto de la UE, respectivamente). Por otra parte, aunque en España se da una mayor presencia de algunas actividades económicas caracterizadas por una mayor temporalidad, como la agricultura (60%) o la restauración (40%), lo cierto es que las tasas de temporalidad españolas son muy superiores a las del conjunto de la UE en todos los sectores económicos.
La engañosa disminución del empleo temporal durante la crisis
La tasa de temporalidad en España es muy sensible a los cambios en el ciclo económico y se ha reducido significativamente en los últimos 15 años debido al impacto de la crisis, pasando de más de un 32% de los asalariados en 2002 a menos de un 27% en 2017 (ver la línea negra en el gráfico debajo). El porcentaje de contratos temporales empezó a decrecer ya a partir de 2006 y de forma drástica en los primeros años de la crisis en 2009, pues los empresarios suelen preferir no renovar a sus trabajadores temporales antes de tener que despedir a aquellos con contratos fijos en épocas de dificultad. Cuando las perspectivas económicas empiezan a mejorar, los empresarios amplían más rápidamente su plantilla recurriendo de nuevo en mayor medida a los trabajadores temporales, lo que explica el alza en la tasa de temporalidad desde 2013.
Fuente: El autor, basándose en microdatos de la Encuesta Europea de Fuerza de Trabajo (LFS), Eurostat.
Es esencial entender que, a pesar de que la tasa de temporalidad se redujo durante la crisis, los empleadores en España optan de una forma abrumadora por los contratos temporales cuando deciden crear un puesto de trabajo y esto no ha cambiado significativamente a lo largo del tiempo. Nos podemos aproximar a estos puestos de trabajo creados cada año estudiando el tipo de contrato que predomina entre los asalariados que han estado en su puesto de trabajo un máximo de 12 meses. Pues bien, en este caso la proporción de contratos temporales es altísima y además empezó a aumentar de nuevo durante el inicio de la crisis económica, llegando a una tasa del 80% (ver la línea roja en el gráfico). En realidad, si miramos directamente los datos oficiales del Ministerio de trabajo sobre los nuevos contratos registrados por los empleadores, la tasa es incluso superior, más del 91% este último mes de diciembre.
España tiene la mayor proporción de contratos temporales entre sus asalariados de la UE (26.7%), por delante de Polonia (26.1%) y muy alejada del conjunto de la Unión (14.4%)
Esta aparente contradicción entre la coexistencia de una caída en la tasa de temporalidad y un uso tan predominante de los contratos temporales en las nuevas contrataciones se explica por la gran destrucción de los puestos de trabajo temporales. Es decir, que existe una gran rotación de trabajadores temporales, con la mayor parte del nuevo empleo creándose con contratos de corta duración que no se convertirán en indefinidos, lo que no siempre resulta en un aumento de la tasa de temporalidad medida en un momento determinado.
Causas y soluciones
Aunque resulte difícil diagnosticar las causas con exactitud, el uso desproporcionado de los contratos temporales en España podría deberse a las regulaciones existentes y/o a la cultura empresarial. Lo que parece evidente es que una diferencia significativa en las indemnizaciones por despido entre los contratos fijos y temporales ofrece un incentivo a la contratación temporal, al menos para aquellos empresarios que en el momento de la contratación priorizan eludir las posibles indemnizaciones por los despidos que realicen en el futuro.
La tasa de natalidad española en 2017 ha sido la más baja de la serie histórica que se remonta a 1960
Con el fin de reducir la tasa de temporalidad, las reformas de las últimas décadas han intentado reducir la diferencia en los costes de despido entre los diferentes tipos de contrato, además de fomentar la contratación indefinida mediante reducciones de las cotizaciones sociales. Algunas voces han propuesto una alternativa más decidida que consistiría en la adopción de un contrato fijo único, aunque esta opción ha sido generalmente rechazada debido a la necesidad de contratos temporales para determinadas circunstancias y sobre todo a posiciones enfrentadas sobre la regulación de las causas del despido y la cuantía de la indemnización asociadas a dicho contrato.
Otras posibles medidas serían la efectiva limitación de los supuestos bajo los cuales se pueden usar contratos temporales (lo que también requeriría mejorar la inspección laboral para detectar los fraudes y el proceso judicial para castigarlos) o incentivar a los empresarios a usar medidas de flexibilidad interna de sus empleados (posibilidad de modificar sus horas de trabajo o funciones) en vez de recurrir a los despidos y contrataciones para adaptarse a las variaciones en la actividad económica. En este sentido, se podría exigir el pago de mayores cotizaciones sociales a aquellas empresas que despidan más trabajadores (como ocurre en Estados Unidos), de forma que ayuden a sufragar las prestaciones por el desempleo que ocasionan y tengan incentivos para evitarlo.
Consecuencias de no hacer nada
Reducir la temporalidad debería ser un objetivo prioritario de las políticas públicas españolas, pues sus efectos negativos son de sobra conocidos en términos de eficiencia económica y equidad. A nivel general, España ofrece un ejemplo extremo de mercado de trabajo con gran volatilidad en sus niveles de empleo, pues su gran tasa de temporalidad posibilita que el ajuste al ciclo económico tenga lugar principalmente mediante cambios en el número de personas contratadas. España es el país que más empleo creó antes de la crisis y el que más destruyó después (y vuelta a empezar), afectando desproporcionadamente a aquellos trabajadores que transitan entre los contratos temporales y el desempleo (que tienden a ser jóvenes, trabajadores con menor nivel educativo o mujeres). Otros países como Alemania, que también sufrieron caídas en la actividad económica, se ajustaron principalmente mediante una reducción en las horas totales trabajadas en vez de reducir el número de personas empleadas, lo que es socialmente mucho menos traumático.
A un nivel más individual, las peores condiciones de trabajo asociadas a los contratos temporales han sido ampliamente estudiadas. Los trabajadores temporales suelen tener este tipo de contrato de forma involuntaria, tienen menor acceso a formación específica por parte de la empresa (lo que también repercute negativamente en la productividad del trabajo) y reciben salarios inferiores a los de los trabajadores indefinidos. La alta tasa de temporalidad también puede contribuir a explicar la tardía entrada en la vida adulta de los jóvenes españoles, que están entre los europeos que más tarde se emancipan, que menos y más tarde se casan y que tienen menos hijos. La tasa de natalidad española en 2017 ha sido la más baja de la serie histórica que se remonta a 1960, el tipo de dato que no suele salir en los medios de comunicación pero que por su importancia merecería abrir un telediario.
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Carlos Vacas-Soriano es investigador de la Fundación europea para la mejora de las condiciones de vida y trabajo (Eurofound).
España es el país europeo más asociado al uso de contratos temporales y es comúnmente referido en el debate europeo como paradigma de un mercado de trabajo fuertemente segmentado, donde existe una gran disparidad de oportunidades entre diferentes grupos. Por un lado, aquellos trabajadores con mejores salarios,...
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Carlos Vacas Soriano
Es investigador de la Fundación europea para la mejora de las condiciones de vida y trabajo (Eurofound), doctorado en Economía aplicada por la Universidad de Salamanca.
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