1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

TRIBUNA

Cómo utiliza la derecha la situación de Venezuela para reorganizar la política

El golpe de Estado de Trump en Venezuela revela que la política exterior es un ámbito de acción política mucho más volátil, un escenario más primario de la identidad nacional y la imaginación colectiva que la política interior

Greg Grandin (THE NATION) 30/01/2019

<p>Venezuela.</p>

Venezuela.

MALAGÓN

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Donald Trump se siente muy atraído por Venezuela desde hace ya algún tiempo. Durante el verano de 2017, Trump, citando la invasión de Panamá que George H.W. Bush llevó a cabo en 1989–90 como un precedente positivo, en repetidas ocasiones presionó para que su personal de seguridad nacional lanzara una ofensiva militar sobre el país asolado por la crisis. Trump iba en serio. Quería saber por qué Estados Unidos no podía simplemente invadir. Sacaba la idea a colación en una reunión tras otra.

Sus asesores militares y civiles, así como líderes extranjeros, rechazaron la propuesta enérgicamente. De este modo, según la NBC, delegó la política de Venezuela en el senador de Florida Marco Rubio, el cual, junto con el consejero de seguridad nacional John Bolton y el secretario de Estado Mike Pompeo, empezó a coordinarse con la oposición venezolana. El martes, el vicepresidente Mike Pence hizo un llamamiento a los venezolanos para que se sublevaran y derrocaran al presidente del país, Nicolás Maduro. El miércoles, el jefe de la Asamblea Nacional controlada por la oposición, el hasta ahora desconocido Juan Guaidó, de 35 años (y cuyo padrino político es, según The Washington Post, el líder de la extrema derecha encarcelado Leopoldo López), se autoproclamó presidente. Guaidó rápidamente fue reconocido por Washington, después por Canadá; por una serie de poderosos países latinoamericanos, entre los que se incluyen Brasil, Argentina y Colombia; y por el Reino Unido.

Trump tiene un sentido vacilante de la historia, pero su instinto para ver a Venezuela a través del prisma de Panamá es de lo más atinado. De forma similar a Panamá en su momento, Venezuela es hoy una nación que sufre una larga y al parecer insuperable crisis, y está gobernada por un régimen cuestionado por una oposición unida (o suficientemente unida), que Washington puede utilizar para justificar su intervención y después instalarse en el poder una vez se haya completado la intervención.

Y Trump, cuando mira a Venezuela, no está haciendo más que lo que hicieron George H.W. Bush o Ronald Reagan antes que él: utilizar una guerra puntual en el “patio trasero” de Washington para reorganizar la política interior e internacional. Durante mucho tiempo, Latinoamérica y el Caribe han sido el laboratorio de Washington, un lugar especialmente útil en el que poder reagrupar incipientes coaliciones políticas después de épocas de crisis global, y en el que no solo pueden ensayar estrategias militares y de desestabilización, sino también aguzar su visión del mundo y elaborar justificaciones morales para la intervención. 

La invasión de Granada que consumó Reagan en 1983 recibió los elogios de muchos demócratas, que no solo celebraron la superación del trauma de la Guerra de Vietnam, sino también el síndrome de la crisis de rehenes iraní. Un columnista, previendo la actual conversión de la política en un espectáculo de telerrealidad, comentó que la invasión proporcionó a “la televisión estadounidense” una de sus “mejores semanas”. El presidente demócrata de la Cámara de Representantes, Tip O’Neill, calificó la invasión de “justificada”, al igual que otro demócrata muy crítico con Reagan, Thomas Foley. “Con la invasión de Granada se descargaron años de frustración”, afirmó Robert Torricelli, portavoz demócrata de Nueva Jersey. La invasión posterior de Panamá por parte de Bush proporcionó a la televisión una semana aún mejor, y recibió el mismo tipo de elogios nacionales. Ambas invasiones, especialmente la de Panamá, ayudó a erosionar el principio de no-intervención —la base del orden diplomático del New Deal— y a restablecer en el derecho internacional el principio de que Estados Unidos tiene el derecho de declarar la guerra a países soberanos no solo en nombre de la seguridad nacional, sino también con un propósito moral mayor, como la protección de vidas o la defensa de los derechos humanos.

Parece obvio que Trump, que también preside una nación que sufre una crisis al parecer insuperable y es cuestionado por una oposición unida (o suficientemente unida), está desesperado por encontrar algo que le saque del estancamiento. Un rápido vistazo general revela, sorprendentemente, pocas posibilidades. Irán es demasiado arriesgado, por el momento, y sus predecesores han exprimido lo queda de Oriente Medio y el Golfo Pérsico. Venezuela es tentadora.

Estamos contemplando, de algún modo, el mismo tipo de conjunción que presenciamos en el proceso de preparación de Panamá e Iraq. “En el caso de Venezuela, ¿dónde están los liberales?”, se quejaba el titular de una columna de Bret Stephens publicada en el New York Times el año pasado. Están contigo, Bret, están contigo. El portavoz Eliot Engel, que ahora preside el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, apoya la postura de Donald Trump en Venezuela, promete promulgar leyes que lo respalden y recibe el apoyo de Donna Shalala, portavoz demócrata por Florida. Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara, tuiteó: “América apoya al pueblo de #Venezuela que se alza contra el gobierno autoritario y exige respeto por los derechos humanos y la democracia”. En Florida, Andrew Gillum, que perdió por escaso margen la reñida carrera a gobernador frente a un trumpista de derechas (que llegó a ser acusado de comunista en dicha campaña y que Trump vinculó con Maduro), también envió un tuit en apoyo a la política de Trump respecto a Venezuela. La Radio Pública Nacional (NPR) se deshizo en alabanzas. “Es la decisión correcta. Gracias, señor Presidente”, tuiteó Jeb Bush.

A su vez, la mayor parte de la creciente facción socialdemócrata del Partido Demócrata ha sido lenta en responder. Ro Khanna, representante por California, fue quizás el primero de la izquierda parlamentaria que criticó la apuesta por el cambio de régimen, y lo hizo con contundencia, al igual que hiciera posteriormente el candidato a la presidencia y portavoz de Hawái, Tulsi Gabbard. Bernie Sanders se precipitó en su respuesta al aceptar el argumento de Trump para la intervención afirmando que la presidencia de Maduro era ilegítima, antes de señalar que Estados Unidos “tiene una larga historia de intervenciones fuera de lugar en países latinoamericanos; no debemos seguir por ese camino otra vez”. La respuesta de Alexandria Ocasio-Cortez también ha sido silenciada. 

La portavoz de Minnesota, Ilhan Omar, ofreció la declaración más contundente: “No podemos elegir a dedo líderes de otros países en nombre de los intereses corporativos multinacionales”, afirmó. “Si verdaderamente queremos apoyar al pueblo de Venezuela, podemos levantar las sanciones económicas que están infligiendo sufrimiento a familias inocentes dificultándoles el acceso a la comida y medicinas y agravándoles la crisis económica”. Dichas sanciones fueron respaldadas por una parte considerable del Partido Demócrata.

Maduro, exvicepresidente del difunto Hugo Chávez que ganó unas reñidas elecciones presidenciales en 2013 y después obtuvo una controvertida reelección en 2018, podría caer. La coordinación —detallada aquí, en The Wall Street Journal— entre la oposición y la Casa Blanca es impresionante, como lo es la habilidad de Washington para aunar el respaldo internacional. En eso difiere de 1989, cuando todos los países de la Organización de los Estados Americanos, incluido el Chile pinochetista, se opusieron a la invasión de Bush. O de 1983, cuando, ante la oposición de la OEA, la administración de Reagan tuvo que hacer valer las obligaciones contraídas en virtud de tratados con la microscópica Organización de los Estados del Caribe Oriental para justificar su ataque a Granada. En Venezuela, a diferencia de anteriores protestas por parte de la oposición, los pobres de los barrios históricamente chavistas parecen unirse a los llamamientos para derrocar a Maduro (Rebecca Hanson y Tim Gill, han publicado en NACLA, aquí, una buena encuesta sobre la situación actual).

Sin embargo, el ejército de Venezuela, con un mínimo de 235.000 soldados respaldados por al menos un millón y medio de miembros de las milicias progubernamentales, por ahora apoya a Maduro. Las contramanifestaciones en defensa del gobierno parecen más pequeñas de lo habitual, pero siguen incluyendo una cantidad significativa de personas. Han asesinado a más de una docena de personas, pero el principal eje de confrontación se está trasladando rápidamente de las calles a la arena diplomática. Según The Guardian, “EE.UU. inicialmente ignoró la orden del gobierno de Maduro de expulsar al personal de la embajada, pero a última hora del jueves, el departamento de Estado anunció que estaba retirando ‘los empleados del gobierno de EE.UU que no fueran de emergencia’”.

Es un golpe en el que compiten dos realidades simultáneas. Por un lado, hay un presidente sentado en el palacio presidencial, que sigue al mando de la mayor parte de los resortes del gobierno, incluido el ejército y la policía, cuya legitimidad es reconocida por, entre otro países, China, Rusia y México. Por otro lado, hay un presidente alternativo que según dicen está atrincherado en la embajada de Colombia que promete amnistías y promulga decretos virtuales y que cuya autoridad respeta quizá la mitad de la población y quizá una docena de naciones encabezadas por Brasil, Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá. Pero no la Unión Europea. “Todas las opciones están encima de la mesa”, dice Trump, mientras amenaza con una respuesta militar. Sin embargo, está aflorando la impresión de que, si el ejército venezolano se mantiene firme, Trump podría haber perdido su apuesta. Brasil, gobernado ahora por Jair Bolsonaro, un homófobo que celebra el genocidio y amenaza con la violación, ha dicho que no participará en una intervención militar. “No creo que la administración [de Trump] haya pensado en todas las consecuencias de pasar a la acción tan rápidamente como lo hizo en reconocer a Guaidó”, dijo Roberta Jacobson, que trabajó como subsecretaria de estado en Latinoamérica (un puesto actualmente vacante) para Barack Obama y, durante un tiempo, para Trump.

Pase lo que pase, está claro que la facción izquierdista del Partido Demócrata tiene que agudizar su mensaje de respuesta a la crisis, hallar el modo de  utilizar estas ocasiones para presentar una visión convincente que contrarreste al establecimiento de una política exterior bipartidista. No hace mucho, en las páginas de los periódicos y revistas apareció una serie de artículos que se preguntaban cómo sería una política exterior de izquierdas. “¿Dónde está la política exterior de izquierdas?”, preguntaba el titular de un artículo de Sarah Jones el año pasado en The New Republic. A raíz de la quiebra financiera de 2008, surgió una joven generación de analistas políticos que ofrecían medidas  específicas, prácticas y factibles encaminadas a lograr, por ejemplo, un Medicare for All (asistencia médica universal) o a implementar una estructura impositiva progresiva y una Renta Básica Universal. Pero, tal y como Jones y otros señalaban, la política exterior pasaba casi inadvertida.

Algunos trataron de rellenar el vacío. Ofrecieron bien propuestas específicas sobre cuestiones controvertidas como el conflicto entre Israel y Palestina, la guerra saudí en Yemen, China, el comercio y Rusia, o presentaron “principios” amplios entre los que cabe destacar —como escribió Daniel Bessner, un estudioso de política exterior estadounidense en The New York Times—“responsabilidad” “antimilitarismo”, “deflación de amenazas” y un “internacionalismo” socialdemócrata. Si Ocasio-Cortez estuviera algún día en el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, podrían apoyarla en su intento de forjar una política exterior de izquierdas. A esto hay que sumarle que las propuestas y principios que ofrecen los asesores de política exterior socialdemócratas son buenos y decentes. 

Sin embargo, el golpe de Estado de Trump en Venezuela revela que la política exterior es un ámbito de acción política mucho más volátil, un escenario más primario de la identidad nacional y la imaginación colectiva que la política interior. Al menos desde los primeros años de la presidencia de Barack Obama, el Partido Republicano ha estado utilizando a Venezuela para aferrarse a su mensaje, fusionando un racismo implícito y una defensa explícita de los derechos individuales y la libertad capitalista. El golpe de Estado de 2009 en Honduras le dio a la derecha una oportunidad de utilizar los reparos iniciales de Obama frente al golpe para apuntalar un relato que equiparaba a Obama tanto con Hugo Chávez como con Fidel Castro, un relato que Trump ha aprovechado eficazmente. “Quieren convertirnos en Venezuela”, ha dicho recientemente. A medida que los derechos sociales —la atención médica, la educación, una vida decente— ganan popularidad, la derecha ha perfeccionado su respuesta “pero en Venezuela”. Al hacerlo transmite una visión del mundo general bastante coherente. Ocasio-Cortez, dicen los republicanos, está “empecinada” a convertir a los estadounidenses en “socialistas venezolanos” (a pesar de que, recientemente, Chris Cuomo ofreció la respuesta más ingeniosa y sorprendentemente efectiva de todas). 

Que la respuesta de Sanders y Ocasio-Cortez al golpe de Estado de Trump ha sido débil es comprensible. El gobierno de Maduro es difícil de defender, excepto de un modo abstracto —basado en el principio de soberanía y no intervención— y una abstracción es un ámbito complejo para mostrar una visión política creíble. Hay una tensión profunda e insuperable entre el ideal de la autodeterminación nacional y el ideal de que la dignidad humana no se debería sacrificar por la autodeterminación nacional. Y los demócratas de izquierdas quieren que el debate político se centre en las medidas políticas nacionales: unos impuestos más sensatos, un Medicare for All (asistencia médica universal) y un Green New Deal (pacto medioambiental) son, en el contexto de la horrible política nacional de EE.UU., mucho que asumir.

Sin embargo, una coalición política no puede dominar el debate de la política nacional a menos que también domine el debate de la política exterior. Mi ejemplo favorito de esto es cuando Michael Dukakis, candidato demócrata a la presidencia en 1988, intentó sacar partido del escándalo Irán-Contra. No pudo. Tras sacar el tema en uno de sus debates con George H.W. Bush, este le respondió como si estuviera espantando una mosca: “Asumiré toda la culpa” del escándalo Irán-Contra, dijo Bush: “si me concedes la mitad del crédito por todo lo bueno que ha ocurrido en el mundo desde que Ronald Reagan y yo nos hicimos cargo de la administración de Carter”. Dukakis no volvió a sacar el tema.

El terreno político ha cambiado, y Trump, pase lo que pase en Venezuela, no podrá utilizar la política exterior para tal efecto. Sin embargo, si la facción socialdemócrata del Partido Demócrata no solo quiere reaccionar ante un programa existente, sino establecer un nuevo programa, debe ser consciente de hasta qué punto la política exterior es el lugar en el que, en términos gramscianos, se establece la hegemonía, y no en otras naciones, sino dentro de esta nación; el lugar donde se resuelven las ideas normativas respecto al mejor modo de organizar la sociedad; el lugar donde las contradicciones —entre ideas, intereses, grupos sociales— se reconcilian. Dicha reconciliación no tiene lugar a través de una lista rutinaria de políticas pragmáticas, sino aprovechando la superioridad ideológica.

Tal y como demuestran los acontecimientos que se están desarrollando en Venezuela, esa superioridad está en juego, aunque Ilhan Omar nos proporcione el camino para alcanzarla.

----------

Este artículo fue publicado originalmente en The Nation

Traducción de Paloma Farré.

Donald Trump se siente muy atraído por Venezuela desde hace ya algún tiempo. Durante el verano de 2017, Trump, citando la invasión de Panamá que George H.W. Bush llevó a cabo en 1989–90 como un precedente positivo, en repetidas ocasiones presionó para que su personal de seguridad nacional lanzara una ofensiva...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Greg Grandin (THE NATION)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. jose

    Que la derecha utilice a Venezuela no sorprende: es congruente y está geoestrategicamente con su amo, eeuu. Lo que sorprende es la actitud de la izquierda respecto a ese país. Lo de Felipe Gonzalez no sorprende: hace tiempo que se desmelenó. Pero Guerra, el hombre que estaba de oyente en aquel gobierno no ha logrado mantener su ficción de hombre progresista. Pero ¿no había otro que Pinochet, hombres de dios? Para dudas léase en El mundo diplomático, la entrevista de Ramonet.

    Hace 5 años 2 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí